6 ene 2009

Triste fiesta en Belén

En un ambiente entristecido por la guerra entre palestinos e israelíes en la franja de Gaza, la comunidad católica ha celebrado la Epifanía, la fiesta de los Reyes Magos, en Belén, la ciudad natal de Jesús.
También era de tristeza el ánimo entre los cristianos ortodoxos que se disponían a celebrar la Navidad, este 7 de enero, en la Basílica de la Natividad.
El custodio de Tierra Santa, el padre franciscano Pierbattista Pizzaballa, procedente de Jerusalén, junto a una comitiva, fue saludado en su camino hacia Belén, como es tradición, por palestinos e israelíes, pero esta vez en medio del silencio.
Los scouts, en esta ocasión, han evitado desfilar por respeto a Gaza.
Después del canto del "Te Deum", el párroco de la iglesia de Santa Catalina, que se encuentra junto a la basílica de la Natividad, fray Samuel Fahim, se dirigió a la asamblea para afirmar que "lo que está ocurriendo durante estos días en nuestra región es muy triste y nos hace palpar con nuestras manos lo que está escrito en el Evangelio cuando tantos niños inocentes fueron masacrados".
"Pero, igual que en aquel tiempo Jesús estaba en medio de ellos, también lo está hoy. Y por este motivo nos dirigimos a Él suplicándole que transforme nuestra tristeza en alegría, y la guerra en paz. Con este espíritu queremos vivir la fiesta de la Epifanía", afirmó el párroco.
Por su parte, el vicario de la Custodia, fray Artemio Vítores, respondiendo a las preguntas de los periodistas invitó a "mirar más allá y a entrar más profundamente en el misterio de la Encarnación".
"Hemos pasado a través de la puerta de la humildad, la puerta de la humillación --añadió--. Si el espíritu de la Navidad nos lleva a celebrar con mayor facilidad el don de la Vida, hoy la situación nos lleva, sin embargo, a experimentar la humildad y la debilidad de Dios que se encarna. Aún así, este niño, que ha nacido aquí, es el Príncipe de la Paz. En estos días lo que debemos hacer es, sobre todo, rezar, invocando esta paz, y no perder la esperanza".
***
Por su parte Benedicto XVI lanzó este martes un apremiante llamamiento para que acabe la violencia contra los niños.
El Papa se hizo portavoz en particular de los pequeños que son víctimas de los conflictos armados, pidiendo el cumplimiento de la Convención de los Derechos del Niño.
Al dirigirse a los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, que asistieron a una cabalgata de Reyes inspirada en el folclore de la ciudad italiana de Asís, el Papa recordó que ese día "en muchos países, es también la fiesta de los niños".
"Pienso especialmente en todos los niños, que son la riqueza y la bendición del mundo, y sobre todo en aquellos a los que se les niega una infancia serena", afirmó hablando desde la ventana de su estudio, después de haber presidido la celebración eucarística.
[Después de rezar el Ángelus, el Papa añadió:]
Dirijo mis sentidas felicitaciones a los hermanas y hermanas de las Iglesias Orientales, que siguiendo el calendario juliano celebrarán mañana la santa Navidad. Que la memoria del nacimiento del Salvador encienda cada vez más en sus corazones la alegría de ser amados por Dios. El recuerdo de estos hermanos nuestros en la fe me lleva espiritualmente a Tierra Santa y Oriente Medio. Sigo con profunda preocupación los violentos enfrentamientos armados que tienen lugar en la Franja de Gaza. Mientras confirmo que el odio y el rechazo del diálogo no traen más que guerra, quisiera hoy alentar las iniciativas y los esfuerzos de quienes, amando la paz, están tratando
de ayudar a israelíes y palestinos a sentarse alrededor de una mesa y hablar. ¡Que Dios apoye el compromiso de estos "constructores de paz"!
La fiesta de la Epifanía, en muchos países, es también la fiesta de los niños. Pienso especialmente en todos los niños, que son la riqueza y la bendición del mundo, y sobre todo en aquellos a los que se les niega una infancia serena. Deseo llamar la atención, en particular, sobre la situación de decenas de niños y muchachos que, en estos últimos meses, incluido el período navideño, en la provincia oriental de la República Democrática del Congo, han sido secuestrados por bandas armadas que han atacado las aldeas y causado numerosas víctimas y heridos. Hago un llamamiento a los autores de estas brutalidades inhumanas para que devuelvan estos muchachos a sus familias y a su futuro de seguridad y desarrollo al que tienen derecho, junto a esas queridas poblaciones. Manifiesto al mismo tiempo mi cercanía espiritual a las Iglesias locales, también golpeadas tanto en sus hijos como en sus obras, mientras exhorto a los pastores y fieles a permanecer fuertes y firmes en la esperanza.
Los episodios de violencia contra los muchachos, que por desgracia se registran también en otras partes de la Tierra, son todavía más deplorables si se considera que en 2009 se celebra el vigésimo aniversario de la Convención de los Derechos del Niño: un compromiso que la comunidad internacional está llamada a renovar para defender y promover a la infancia de todo el mundo. Que el Señor ayude a quienes trabajan diariamente al servicio de las nuevas generaciones --¡y son innumerables!--, ayudándoles a ser protagonistas de su futuro. Además, la Jornada de la Infancia Misionera, que se celebra en la fiesta de la Epifanía, es una ocasión oportuna para subrayar que los niños y los muchachos pueden desempeñar un papel importante en la difusión del Evangelio y en las obras de solidaridad con los de su misma edad más necesitados. ¡Que el Señor se lo recompense!
Fuente: agencia Zenit:

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