10 jun 2009

El Chelis a Joel Ortega

LO QUE OLVIDA JOEL ORTEGA SOBRE EL 68
Nosotros, socialistas, somos más libres porque somos más plenos;
somos más plenos por ser más libres.El esqueleto de nuestra libertad completa está formado, falta la sustancia proteica y el ropaje; los crearemos.Nuestra libertad y su sostén cotidiano tienen color de sangre y están henchidos de sacrificio.
Nuestro sacrificio es consciente; cuota para pagar la libertad que construimos.
"Che" Guevara
Un alto porcentaje de los dirigentes y activistas del movimiento estudiantil en la UNAM, el POLI, las Normales, Chapingo y las universidades de los estados que participaron o se hicieron eco del movimiento, en el 68, provenían de organizaciones de la izquierda socialista y comunista en todas sus variantes. Éramos libertarios por ser socialistas. Cientos de esos dirigentes y activistas habíamos leído El Manifiesto Comunista, La Comuna de París, El Estado y la Revolución, La Segunda Declaración de La Habana y decenas de artículos y escritos de los clásicos del marxismo y de los nuevos revolucionarios. Traíamos un bagaje teórico elemental y un conocimiento histórico general sobre el movimiento socialista internacional, que nos daba una visión global sobre la necesaria toma del poder por el proletariado, para construir la sociedad socialista, en México. No éramos ni tan improvisados ni tan ingenuos como para aferrarnos a las demandas democráticas y olvidar los objetivos estratégicos.
En lo particular, en el 68, los jóvenes del Partido Comunista Mexicano (PCM), habíamos pasado por escuelas de cuadros, jornadas de agitación y organización en las escuelas de educación media superior y superior, paros y huelgas, brigadeos y mítines, asambleas y marchas; y habíamos ido construyendo estado por estado la Central Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED). Otros, como Lucio Cabañas (que había sido dirigente de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, FECSM, y miembro del PCM), ya estaban armados en la sierra de Guerrero, preparando los futuros combates contra las fuerzas represivas del Estado. En Chihuahua, el joven, casi niño, Carlos David Armendáriz Ponce, había renunciado a la Juventud Comunista de México (JCM) y se había enrolado en el Grupo Guerrillero Popular "Arturo Gámiz", dirigido por Oscar González. Un grupo de estudiantes, avalados por el PCM para estudiar en Moscú, ya estaban planeando, desde allá, la construcción de organizaciones armadas para combatir al régimen autoritario en México. Al frente de las grandes manifestaciones, en el 68, iba una inmensa manta con la efigie del "Che", y no era una simple ocurrencia, sino todo un mensaje ideológico y político del movimiento.
Así que Marcelino Perelló, Gilberto Guevara, Raúl Álvarez, Eduardo Valle y muchos más, de los dirigentes del CNH y cuadros medios de los comités de huelga de la UNAM y el POLI, ya habíamos pasado por la escuela del movimiento comunista nacional e internacional y no ignorábamos las tesis del PCM sobre que "la vía más probable de la revolución en México es la lucha armada"; se conocían también las tesis del Trotskismo, del Espartaquismo, de Revueltas, del Maoismo y de otras corrientes, que participaron en la dirección y en las bases del movimiento, en el 68. No éramos simples chavos libertarios, aunque algunos de nosotros éramos rockeros, de corazón. Tampoco ignorábamos que Vallejo y Campa estaban en prisión como resultado de las grandes represiones a los ferrocarrileros y maestros, a fines de la década del ´50. Y que Jaramillo y su familia habían sido fríamente asesinados por órdenes del presidente de la república, el 23 de mayo de 1962, etc.
Así que el movimiento del 68, internacional si, pero con sus particularidades en México, fue democrático, por sus demandas formales, pero revolucionario, libertario, socialista y comunista, por la formación de sus dirigentes y participantes en los diferentes niveles; y por las acciones cada vez de mayor confrontación con el Estado autoritario y su aparato represivo. Sabíamos que luchábamos contra el Poder, si, por la teoría revolucionaria asimilada; pero aún la gran mayoría de los cuadros dirigentes, altos y medios, no estábamos preparados para asaltar el Poder Burgués y construir el Poder Proletario, como lo aconsejaban los clásicos. El 68, de julio a diciembre, tuvimos directamente la oportunidad de conocer, estudiar, analizar y sistematizar las prácticas represivas del Estado ante los movimientos opositores, como el nuestro, con cientos de miles de participantes. Tuvimos también la oportunidad de conocer las experiencias que se vivían en Estados Unidos, Europa y en otros países de Latinoamérica, donde, igualmente, cuadros socialistas de todos los matices dirigían los movimientos estudiantiles y juveniles. Después, para muchos activistas, el genocidio del 68 fue el punto de partida para decidirnos por la lucha armada contra el régimen.
¿Por qué Joel Ortega mira solamente el llamado lado libertario del movimiento y no el socialista, comunista, guevarista, trotskista, maoista y revolucionario, en general? ¿Por qué se olvida de que él era miembro del Club de la JCM en la Escuela Nacional de Economía? ¿Por qué se olvida de que al inicio del movimiento él y Pablo Gómez, estaban en Bulgaria participando en el Festival
Mundial de la Juventud y los Estudiantes, organizado siempre por el PCUS y el Movimiento Comunista Internacional? Estaban allá no precisamente por ser libertarios, sino por ser los alumnos consentidos de la alta burocracia del PCM. ¿Por qué se lanza contra Fidel, que es el único dirigente latinoamericano que ha desafiado, al lado de su pueblo, durante 50 años, al imperio más sanguinario y genocida de la historia de la humanidad? ¿Cuál defensor de un estado totalitario, en cuál país, se ha preocupado por asegurar para su pueblo la alimentación, la educación, la ciencia, la cultura, la salud y el deporte? Ciertamente, Fidel no solamente no se pronunció sobre la matanza del 2 de octubre, sino sobre muchísimos episodios de nuestra vida nacional, pues éramos el único país de la OEA que no había roto relaciones diplomáticas con Cuba; y no se podía arriesgar esa relación con pronunciamientos o denuncias de cada acto represivo que ocurriera en México. ¿Es difícil de entender eso?
La formación de Joel Ortega, inicialmente comunista, ¿ha quedado atrás? ¿Ser libertario es la moda? ¿Lo libera de sus antiguos credos socialistas? ¿Le permite ser amigo de Fox, en el 2000, y enemigo de Fidel hasta el final? ¿Está Joel Ortega, realmente, en el camino para reanudar la lucha autónoma de un pensamiento y unas prácticas libertarias? ¿Conduce eso al compromiso de hacer algo por liquidar el capitalismo y construir una nueva sociedad? ¿Tiene eso que ver con estar al lado de los enemigos de la partidocracia, el sindicalismo charro y el gobierno espurio?
Profr. José Luis Alonso Vargas
15 de mayo de 2009

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