9 ago 2009

Filadelfo

Columna Estrictamente personal/Raymundo Riva Palacio
Ejecentral.com.mx, August 7, 2009— 1:00 am
El Eslabón pérdido
A Filadelfo nadie lo conoce. Tampoco tendrían por qué. Pero todo lo que tiene que decir, es determinante. En la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, es un testigo clave en el llamado “Caso 1″. Para la Secretaría de Seguridad Pública Federal, es testigo clave en el “Caso 3″. Los dos se refieren al secuestro del hijo de Ángel Orozco Huidobro, un empresario bursátil, realizado en mayo de 2007. Y Filadelfo, es el eslabón perdido que resuelve una contradicción entre las autoridades federal y capitalina, y conecta a dos bandas de secuestradores, la de “La Flor” y “Los Petriciolet”, acusadas ambas por el destino fatal de Fernando Martí.
Filadelfo era un chofer que fue secuestrado junto con el joven en un retén policiaco falso, como sucedió con Fernando Martí. Le apretaron el cuello con una soga -aún tiene las marcas después de más de un año de haber sucedido-, lo golpearon y creyéndolo muerto lo tiraron en un camellón, similar a lo que sucedió con Christian Salmones, escolta de Martí, a quien dieron por muerto cuando lo dejaron en la cajuela de un vehículo. Pero, a diferencia del crimen de Martí, donde las autoridades federales identificaron como responsables a la banda de “Los Petriciolet”, en el caso de Filadelfo los responsables fueron identificados como miembros de la banda de “La Flor”, que según las autoridades del Distrito Federal, son los autores del secuestro de Martí.
Filadelfo no tiene duda sobre la participación de la banda de “La Flor”. El día en que los secuestraron, antes de Fernando Martí, Sergio Humberto Rodríguez, “El Apá”, a quien se identifica como el líder de ese grupo, estaba en el retén, y cuando detuvieron el automóvil se asomó y dijo: “Sí son ellos”. Los sacaron y los metieron a un Stratus. La forma como detuvieron a Filadelfo y al chico secuestrado, es idéntica a la forma como lo hicieron con Salmones, Martí y su chofer que también perdió la vida. Podría no ser más que una similitud en el modus operandi, pero en las declaraciones de Filadelfo hay varios datos que permiten establecer una conexión, aunque oscura, compleja e incompleta, entre las dos bandas.
La primera es que Filadelfo, al igual que Salmones, describen en actas la misma casa de seguridad, con puertas blancas, tirol planchado, la forma de la ventana por donde alcanzaban a ver otra casa de color “rojo”. La casa de seguridad, una vez descubierta por las autoridades federales que investigaban a la banda de “Los Tiras”, que más adelante conectaron con “Los Petriciolet”, no era roja, sino de color ladrillo. Aún más contundente fue que Filadelfo, cuando vio a Noé Robles, el asesino confeso de Martí, que pertenece a la banda de “Los Petriciolet”, lo identificó como la persona que lo vigiló y le dio de comer durante su secuestro.
Los vínculos entre las dos bandas han sido motivo de discrepancia pública y sonora entre las autoridades federales y locales. El
procurador capitalino, Miguel Mancera, sugirió que las dos bandas pudieran estar conectadas, pero el jefe de inteligencia de la Policía Federal, encargado de combatir el secuestro, Luis Cárdenas, lo refutó. Mancera tiene sólo a la banda de “La Flor” como la responsable del delito. El choque por la disputa sobre cuál fue la banda que realizó el secuestro y el crimen de Martí, ha venido generando una confusión en la opinión pública. Pero entre más detalles van aportando sobrevivientes de los secuestros, más se empiezan a identificar vasos comunicantes entre las dos bandas.
Filadelfo es el testigo que más ha establecido ese vínculo. Pero hay dos más, una pareja de hermanos en sus primeros años de juventud,
Alexis y Adriana Águila Ávalos, a quienes secuestraron en mayo de 2008 en un retén de policía falso y los metieron en una camioneta Voyager, como se reportó en el caso de Martí. Adriana es minusválida, por la que utiliza silla de ruedas, y para trasladarla de su vehículo a la camioneta, fue cargada. Los secuestradores, pensando quizás que estaba disminuida mentalmente, nunca le taparon los ojos.
Gracias a eso, hubo un golpe de suerte en la investigación, que también conecta con Filadelfo. Sucedió cuando tuvieron
que presentarse los hermanos en una diligencia sobre su secuestro, y estaba declarando en la rejilla el ex policía judicial del Distrito Federal, Fernando Hernández Santoyo, acusado del secuestro del hijo de
Ángel Orozco Huidobro, promotor de casa de cambio. Adriana lo identificó como la persona que la cargó cuando la trasladó de su automóvil a la Voyager. Su hermano, que no lo vio, lo reconoció por la voz, con lo cual la autoridad capitalina lo relacionó con la banda de “La Flor”. Adicionalmente, ambos describieron también la misma casa de seguridad que mencionaron Filadelfo y Salmones.
El caso presentado por la Secretaría de Seguridad Pública Federal sobre la banda de “Los Petriciolet” y su evidencia en el secuestro y crimen de Martí, es muy robusto y deja muy pocas dudas de que, en efecto, resulten plenamente responsables. Pero el testimonio de otras víctimas de secuestros que aportan evidencias de una probable vinculación de ellos con los de “La Flor”, no puede ser desechado a priori sin que sean revisados exhaustivamente por las autoridades federales.
Filadelfo y los vínculos que establece entre los casos Huidobro y Martí, aportan nueva luz a los prominentes secuestros que no terminan de cerrarse. Permite suponer dinámicas desconocidas con las que operan las bandas de secuestradores, y mal se haría en minimizarlas o descartarlas. El problema del secuestro no es político. Las autoridades tendrán que recordar eso a lo largo de la investigación para que no se prostituyan sus esfuerzos y, por supuesto, sus éxitos.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
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