Juan María Naveja

Columna Arsenal/Francisco Garfias
Excélsior, 5 de noviembre de 2009;
“El aplauso de la raza…”
“Es cuestión de enseñar los huevos…”, dejó escapar, no sin cierta admiración, un ex gobernador del PRI, al comentar los desplantes verbales del panista Mauricio Fernández, alcalde del próspero municipio de Garza García, Nuevo León.
El tema le preocupa, pero no por la filosofía de “justicia por propia mano” que pregona el polémico edil, en detrimento de las instituciones, sino por la popularidad que su postura le ha generado, no sólo en la norteña entidad, sino en todo el país. “Nos dejó 100 pasos atrás”, lamentó el hombre.
Mauricio, el bravucón, jaló los reflectores nacionales con el anuncio, antes de que se descubrieran los cuerpos en el DF, de que cuatro secuestradores que asolaban su municipio habían sido ejecutados. ¿Cómo supo? Nadie sabe ni se ha tomado la molestia de explicarlo.
El panista advirtió que, aun fuera de sus atribuciones, terminaría con los secuestros, las extorsiones y el tráfico de drogas en su municipio. “Estamos creando un grupo de inteligencia y otro grupo de limpieza para acabar con la delincuencia…”, anunció.
Sus palabras lo posicionaron a escala nacional y desataron la alerta en el círculo rojo. La figura de los “escuadrones de la muerte” regresó a columnas y editoriales. No faltó quien calificara de “fascista” al presidente municipal de Garza García. Pero el hombre dio en el blanco en una sociedad agraviada por tanta impunidad, que no ve la hora de que se haga justicia. “Se ganó el aplauso de la raza”, ilustró, con envidia, el ex gobernador priista, sin calibrar que eso, precisamente, es lo peligroso.
n La necesidad obligó a unirse a los 250 alcaldes de todos los horizontes políticos (PRI, PAN, PRD, PT, Convergencia) que ayer lanzaron un SOS en la Cámara de Diputados. Están al borde de la bancarrota, por la caída de 20% en las participaciones federales, y no tienen cómo terminar el año. Viven en el peor de los mundos. Ni el predial pueden cobrarle a las instituciones federales, las grandes concesionarias o a los aeropuertos que se instalan en su territorio.
Los ediles piden, este mismo año, tres mil millones de pesos para un Fondo Nacional de Pavimentación, precisó el priista de Culiacán Jesús Vizcarra Calderón, presidente de Federación Nacional de Municipios de México. Exigen, también, la disminución de las aportaciones del famoso pari paso (por cada peso que ponen los municipios, la Federación otorga otro tanto), para terminar obras que se han quedado a la mitad. Como ya no tienen lana, el gobierno federal tampoco pone de su parte. Así andamos.
n Y Naveja se convirtió en una navaja… muy azul. “Tú sabes que esto es de colores”, dijo el coordinador de comunicación social de la Cámara de Diputados (o mejor dicho, de Francisco Ramírez Acuña) a uno de los directores de información heredados de la Legislatura anterior. Era su forma de anunciarle que ya no tenía trabajo, pero también de mostrar el criterio partidista que se aplicaría en el manejo de la estratégica oficina.
Juan María, así se llama el señor, ya había cortado, sin liquidación, a decenas de trabajadores, muchos de los cuales se quedaron sin sustento de la noche a la mañana.
Lo hizo sin problemas legales. Los despedidos eran “de confianza” y carecían de ese elemental derecho. Lagunas de la ley, usted lo sabe.
Pero, como dice el clásico de Rubén Blades, “la vida te da sorpresas” y la de Naveja se produjo ayer con la publicación de su objetado plan de comunicación, que lo exhibió más como un militante del PAN que como un alto funcionario del plural órgano legislativo. Peor: Juan María dice que heredó un adeudo de 29 millones de pesos de su predecesor en el cargo, Jorge Castillo. Pero éste lo desmintió de inmediato y jura que dejó en caja 18 millones de pesos. ¿Entonces?


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