Columna Razones/Jorge Fernández Menéndez
Publicado en Excélsior, 3 de noviembre de 2009;
La muerte de Saldaña y el trabajo rudo
“Me acaban de informar que El Negro Saldaña, quien aparentemente es el que estaba pidiendo mi cabeza, hoy amaneció muerto en el DF”. Quien hablaba era el presidente municipal de San Pedro Garza García, Mauricio Fernández Garza, que estaba tomando por segunda vez posesión de esa responsabilidad en el municipio más rico y, hasta hace unos años, el más seguro del país. Era el sábado, poco antes de las 12. El anuncio fue recibido con un amplio aplauso. El hombre que controlaba los secuestros en San Pedro, que dirigía las extorsiones y que había amenazado días atrás al nuevo alcalde, había muerto.
Pero había un detalle. El anuncio fue cerca de las doce del día. Los cuerpos de Héctor El Negro Saldaña, de su hermano Alan, apodado El Flaco, de un primo, Carlos Saldaña, y de uno de sus sicarios, César Rodríguez, fueron encontrados por la Procuraduría capitalina poco después de las tres de la tarde en un calle de la colonia Daniel Garza, delegación Miguel Hidalgo. En otras palabras, el anuncio de la muerte de estos extorsionadores y narcotraficantes se dio tres horas antes de que se descubrieran los cuerpos.
A partir de allí se dispararon las especulaciones. Mauricio Fernández había denunciado que El NegroSaldaña se había convertido en el jefe de la plaza de San Pedro y era quien estaba detrás de la ola de secuestros y extorsiones. Por eso anunció en octubre pasado que, al asumir la presidencia municipal, echaría a andar “equipos de limpieza, de trabajo rudo”, así los llamó, para eliminar a los grupos criminales, los giros negros y los 300 puntos de venta de droga que tenía localizados en el municipio. Y Mauricio anunció que El NegroSaldaña lo había amenazado de muerte.
¿Quién mató a estos personajes?, ¿los llamados equipos de trabajo rudo? Los cuerpos fueron encontrados vendados y con varios disparos en la cabeza. Se trató de una ejecución. En la camioneta donde fueron abandonados se encontraron tres mensajes, uno citando un versículo bíblico, Job 35:15 Güero; otro cartel en el que se leía por “secuestradores, jefe de jefes, atte” y el mismo mensaje estaba escrito con plumón en la espalda de las víctimas. El versículo bíblico dice que “la luz de los impíos es quitada de ellos y el brazo enaltecido es quebrantado”. La firma de El Jefe de Jefes” ha aparecido en por lo menos unas 30 ejecuciones en las últimas semanas.
Jefe de Jefes le decían a Amado Carrillo Fuentes, hasta su muerte en 1997, y fue popularizado por un corrido de Los Tigres del Norte. Ahora se cree que, quien se hace llamar el Jefe de Jefes, es Arturo Beltrán Leyva, El Barbas y líder del cártel de Sonora, un grupo que en otras ocasiones ha dado muestras de no querer que su gente se involucre en secuestros.
Por eso la historia puede tener otros ángulos. Los Beltrán Leyva han sido muy golpeados en Nuevo León. Héctor Huerta, La Burra, durante años el jefe de esa plaza, fue detenido el 24 de marzo. Para reemplazarlo enviaron desde Sonora a Rodolfo López Ibarra, El Nito, pero lo aprehendieron el 18 de mayo. Y llegó un tercer encargado, Omar Ibarra Lozano, El 34, detenido el 25 de junio con la lista con los nombres de los policías y los mandos que le daban protección a los Beltrán Leyva en San Pedro. Entonces apareció HéctorEl NegroSaldaña, antes un simple operador y sicario de los Beltrán. Y comenzó una guerra feroz por el control del municipio. El NegroSaldaña quiso hacerse del control a sangre y fuego, pero también ampliando, para financiarse, su campo de acción. Y se dispararon los secuestros y las extorsiones en todo el municipio. Por los secuestros cobraban unos cinco millones de pesos de rescate y realizaban hasta tres a la semana. A los bares, antros y comercios los extorsionaban a base de cobrarles un mínimo de 100 mil pesos mensuales.
En Monterrey, desde el jueves hubo versiones de que Saldaña había sido asesinado. Los hermanos Saldaña y su gente salieron al DF ese día, para una “reunión de negocios”. En realidad habrían sido citados por los verdaderos jefes del cártel de los Beltrán Leyva. Tenían muchos pendientes: se habían quedado por la fuerza con la plaza de San Pedro y en esos enfrentamientos se habían apropiado un cargamento de cocaína. Y se dedicaban a los secuestros, una actividad en la que los Beltrán aparentemente no quieren involucrarse.
Más que equipos especializados, todo indica que, en este caso, quienes se deshicieron de El NegroSaldaña y su banda fueron sus jefes, los Beltrán Leyva. La pregunta que no se termina de responder plenamente es por qué.
La historia puede tener otros ángulos. Los Beltrán Leyva han sido muy golpeados en Nuevo León.
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