5 dic 2009

El mundo es de las mujeres

El mundo es de las mujeres
Contra el viento, de Ángeles Caso (Gijón, 1959), fue la novela ganadora del reciente Premio Planeta, del que resultó finalista La bailarina y el inglés, de Emilio Calderón (Málaga, 1960). Contra la tendencia de los últimos años, los libros distinguidos en esta edición se presentan como "planetas puros, sin trampa ni cartón"
LLUÍS SATORRAS 05/12/2009
Es casi inevitable empezar por referirse al Premio Planeta que acaba de elegir a su ganador y su finalista de este año. No es cuestión de analizar aquí las oscilaciones del premio a lo largo de los años pero sí recordar las veces en que ha buscado dignificarse culturalmente otorgando premios a autores de prestigio con resultados contradictorios. En los últimos años, por ejemplo, salieron ganadoras La fortuna de Matilda Turpin, de Álvaro Pombo, que no desmerece en relación al resto de su obra, y La hermandad de la Buena Suerte, que, en cambio, no añade nada al prestigio del que goza el filósofo Fernando Savater. En contraste, este año tenemos a un ganador y un finalista que son planetas puros. Sin trampa ni cartón. Con sus ventajas e inconvenientes, están ahí dispuestos para ser leídos y disfrutados por los adictos, los curiosos, los lectores esforzados y, cómo no, los críticos.

El catedrático David Viñas acaba de publicar con el título de El enigma bestseller (Ariel, 2009) un largo y detallado estudio sobre ese fenómeno editorial. No habla específicamente del Premio Planeta, al fin y al cabo un best seller de segundo orden. Pero en la novela de Ángeles Caso (Gijón, 1959) se detectan dos aspectos clave señalados por Viñas. Uno es la presencia de un héroe, en este caso la caboverdiana Sao, un ser incontestable que carece de sombras o defectos. Adjetivos como "esplendorosa", "majestuosa, "fuerte", "cercana" o "comprensiva" aparecen habitualmente para referirse a ella y de paso a sus amigas. El personaje merece nuestro aplauso incondicional por su impecable conducta. Incluso exponiéndose a peligros busca que su hijo pueda relacionarse con su padre: sabe lo que conviene a un niño, es decir, sabe lo que diría un psicopedagogo políticamente correcto. Naturalmente, a su alrededor pululan las amigas que la han reconocido al instante, con tan sólo mirarse, como intachable y que asimismo ella ha aceptado como aliadas. Ahora bien, hace falta el adversario y ése es el hombre por definición. Los hombres que salen en la novela o son personajes muy secundarios o son malvados, aunque por interés lo disimulen durante un tiempo. "Decente" es el adjetivo más positivo que se les dedica. El punto fuerte de este enfrentamiento es la relación entre Sao y el marido que la maltrata, llena de giros incomprensibles y situaciones artificiosas. Naturalmente, la ventaja es que la posición del lector y su simpatía por la víctima no ofrece dudas. Y ésta es la segunda cuestión de la que habla Viñas: la fuerte presencia de una enseñanza, un fin didáctico. El lector halla el camino claramente marcado. Sabe quiénes son los buenos y quiénes son los malos. Y punto.
Esto no quiere decir que la novela esté mal escrita, ni carezca de interés. La autora maneja bien los mecanismos de la narración. La narradora, una mujer del centro de España, habla de sí misma y de su desamparada situación en la primera parte, pasa en la segunda a hablar de la vida de Sao, en su país y en Lisboa, para desembocar en Madrid en la tercera parte y producirse así, como corresponde, la reunión de las dos, narradora y protagonista, y esta última, mujer sin tacha, redima a la primera de sus desdichas. Un esquema casi místico que tiene su qué. Al lector se le conduce de la mano para apreciar el esfuerzo de los inmigrantes. Valores humanos que nadie discute y lectura ágil y entrhttp://www.elpais.com/elpaismedia/ultimahora/media/200912/04/cultura/20091204elpepucul_1_Pes_PDF.pdf

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