30 jul 2011

Diálogo en Chapultepec

México, D. F., a 28 de julio de 2011.
Legisladores de la Comisión Permanente sostuvieron un diálogo con integrantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, que encabeza el escritor Javier Sicilia, en el que atendieron sus peticiones y propuestas en materia política y de seguridad.
Versión estenográfica de la reunión celebrada en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, ´
- EL POETA JAVIER SICILIA: Con mucho gusto, senador, muchas gracias, muchas gracias a todos por estar presentes. Señoras y señores legisladores; compañeros, compañeras del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Compañeros y compañeras de la sociedad civil:
Antes de comenzar este diálogo, queremos empezar, como lo hemos hecho en todos los diálogos, con unos versos, esta vez de María Rivera.
“Allá vienen los descabezados, los mancos, los descuartizados, a los que les partieron el coxis, a los que les aplastaron la  cabeza; los pequeños llorando.
Allí vienen los que duermen en edificios de tumbas clandestinas, vienen con los ojos vendados, atadas las manos, baleados entre las sienes.
Allí vienen los muertos tan solitos, tan mudos, tan nuestros, engarzados bajo el cielo de Anáhuac a reclamarnos”.
En nombre de ellos, de nuestros muertos, de nuestros dolores y de la noche por la que atraviesa México, pido a todos los presentes que nos pongamos de pie y guardemos un minuto de silencio.
(TODOS DE PIE EN UN MINUTO DE SILENCIO)
- Gracias.
Henos de nuevo aquí en el Castillo de Chapultepec, después de caminar miles de kilómetros y abrazarnos para romper la soledad y el dolor que los criminales y un Estado omiso coptado y corrupto nos han impuesto contra la verdad de nuestros corazones, es la paz y la amistad.
Hemos llegado de nuevo  aquí dejando familias, trabajos y llevando cargas más pesadas de las que podemos llevar, para lo igual que lo hemos hecho con el Poder Ejecutivo, dialogar y recordarles lo que a pesar de los inmensos salarios que cobran y que son fruto del trabajo de los hombres y mujeres de bien de esta nación, es su deber. 
No nos gusta que sea así, pero desde hace mucho los congresos de esta nación, en nombre de sus intereses partidocráticos y mezquinos, en nombre de sus privilegios, de sus negocios, el Estado, se los recordamos no es como lo concibió la cultura que nos dejó en antiguo régimen, y que ustedes continúan cultivando como una enseñanza delincuencial, un botín político y un lugar para contratistas, es lo que la Nación ha ido construyendo con la sangre y el dolor de sus mejores hombres y mujeres, y un lugar para los estadistas.
En síntesis, en nombre de una equivocada idea del gobierno se han alejado de nosotros, no escuchan los ritmos y los latidos del corazón de la patria, y pretenden, junto con los criminales, y otros poderes fácticos secuestrar las aspiraciones democráticas y las esperanzas de bienestar de la nación. 
“Quienes” los hacen por omisión, ignorancia o complicidad, los delincuentes, porque ustedes no se los han impedido.  Sus recintos, el recién inaugurado del Senado y la Cámara de Diputados son las expresiones arquitectónicas de su aislamiento; búnker de un poder que prefiere darle la espalda a los ciudadanos y contemplarse en el espejo de sus ambiciones, traducidas en parálisis legislativas, en manipulación política, que convierte los procesos electorales en un gran negocio para unos cuantos, y el juego cruel de ilusiones para los ciudadanos. 
Pese a eso, hemos llegado de nuevo a este castillo donde residió el imperio de quienes como hoy se equivocaron creyendo que con las armas extranjeras se resolverían los problemas de México; pero también de los jóvenes defensores de la patria, y donde se firmaron como un símbolo de la esperanza que hoy nos trae aquí, los Tratados de Paz de El Salvador, con la mejor voluntad. 
Pero también con profundas dudas de que en realidad nos escuchen y se comprometan con México. Lo decimos así no sólo por  lo ya referido, sino porque hemos sido también testigos de actos inauditos cometidos por diputados, actos que en otros países habrían tenido desenlaces diferentes con apego a la verdad y a la justicia, y porque  a lo largo del tiempo no han hecho más que usar la palabra de manera humillante, es decir, demagógica, la más reciente es la manera en que han traicionado a exigencia ciudadana de la Reforma Política, y con ello porque la palabra es sagrada, crear una profunda desconfianza de los ciudadanos.
Una frase del poeta … debería de ser tema de meditación, no sólo de ustedes, sino de cada ser humano de esta nació. Cuando un hombre traiciona su palabra o su palabra no vale nada, o ese hombre no vale nada, ambas cosas, queridos legisladores, porque la palabra es el hombre mismo.
Sin embargo, como decimos, venimos con buena voluntad, estamos convencidos de que más allá de los personajes, intereses y partidos que representan, más allá de los justos reproches que les hacemos, y de las fundadas  dudas de quienes nos dicen que estos diálogos no servirán de nada, estamos convencidos de que ustedes, al igual que se lo dijimos al Presidente de la República, pueden oír en este ejercicio plenamente democrático el latido humano de sus corazones. 
Por eso repetimos delante de ustedes, lo que no hemos dejado de repetir desde que nos pusimos a caminar, que el país nuestro México vive una emergencia nacional, lo que existe de ustedes, no sólo un cambio de actitud acorde con la democracia, el poder del pueblo, es decir, de los ciudadanos, sin un esfuerzo extraordinario y humilde para evitar que la nación se precipite a una irremediable caos social.
En la violencia que el país y que voltea a millones de familias, existe una corresponsabilidad de los tres poderes. ustedes saben que la guerra emprendida por el Presidente Calderón, que nos ha costado hasta ahora  --así dicen las cifras--  50 mil muertos, más de 10 desaparecidos, más de 120 mil desplazados en la inseguridad y el miedo de millones de mexicanos, es ilegal.
El llamado a la intervención de las fuerzas armadas en asuntos de seguridad pública, obligaba al Presidente a pedir la autorización de ese acto soberano, no lo hizo, y con ello violó la Constitución.
Pero ustedes  --señores y señoras legisladoras--  que tenían el poder para impedirlo, también la violentaron, no sólo con la omisión de ejercer sus facultades y obligaciones, sino al asignarle a las fuerzas armadas el presupuesto para llevar a cabo esta guerra.
 Ustedes son también corresponsables de nuestros muertos y de nuestros dolores, no sólo por lo dicho, sino por otras muchas cosas más.
¿Cuánto tiempo se han tomado para dar respuesta a lo que desde hace años se sabe del secuestro, tortura, crímenes y desapariciones de nuestros hermanos Centroamericanos?
¿Por qué han tolerado el podrido Instituto Nacional de Migración, erosionado por los tentáculos de las bandas criminales, y no se anticiparon a las dolorosas voces del Padre Solalinde y de otros, las voces del dolor y del reclamo?
¿Por qué no han impulsado con los sectores privado y académico, Iniciativas para identificar las zonas de mayor riesgo social, y junto con los ciudadanos de esas zonas, evitar que en ellas el crimen se apodere de los niños y de los adolescentes convirtiéndolos en víctimas de la delincuencia?
¿Por qué no han tomado en los distritos que representan, en sus municipios y estados, para enfrentar de forma integrar y ciudadana los avances de las bandas criminales y sus complicidades con policías y autoridades?
¿Por qué dejar a nuestros niños y jóvenes, a quienes sus políticas les han destruido el presente, les niegan el porvenir, no han aumentado el dinero a la educación para abrir más matrículas y acortar las largas filas de miles de estudiantes que no alcanzan lugares en las escuelas y universidades?
¿Por qué, ante la emergencia nacional que vive el país, no han construido una agenda nacional que se ponga al servicio de México, y evite que las próximas elecciones sean lo que ya se anuncian ser: las de Ustedes, hasta ahora sólo han sido operadores políticos de los intereses partidocráticos, y no lo que deberían ser desde el momento en que asumieron sus cargos de legisladores, servidores de los ciudadanos.
 Para ustedes la educación, la cultura, la ciencia, la vida de los pueblos y de los barrios, la participación ciudadana en los asuntos del Estado y la tragedia de las víctimas de la guerra, no han sido prioridad, ni de sus corazones, ni del gasto público, lo han sido y los son, en cambio, sus partidos y sus elecciones onerosas y corruptas. Y decimos: sus elecciones, porque son la de los ciudadanos, vean simplemente los votos que obtienen y la manera dispendiosa y corrupta en que recaudan gran parte de ellos; lo son también el armamento y la violencia y las obras suntuarias como las que los albergan.
 De cara a esta realidad, pero también sabedores de que ustedes tienen una gran responsabilidad que desde su humanidad y su condición de Legisladores deben asumir. Venimos hasta aquí no para que nos digan que ustedes no son responsables, que la culpa la tienen las bancadas de los otros Partidos o el Ejecutivo o el Judicial; no venimos tampoco a escuchar posicionamientos de Partido, sino que por primera vez rindan cuentas ante la nación y la historia y nos digan, de una vez por todas, si van a optar por la paz o por la guerra.
Aquí, en este recinto habemos 20 víctimas y 30 miembros del Movimiento de la Paz con Justicia y Dignidad; diferentes organizaciones civiles, académicos, intelectuales, periodistas y artistas que asesoran al Movimiento. Todos representamos no solo a los asesinados y asesinadas, desaparecidos y desaparecidas, violados y violadas, torturados y torturados de este país; víctimas reales con nombres, apellidos y rostros, sino también y como una metáfora de México a otros millones de víctimas; los destrozados por una equivocada política económica; los niños y los jóvenes a quienes a causa de esa política les hemos arrasado el presente y cerrado el futuro y que conforman la mayor parte de las víctimas tanto inocentes como culpables de esta guerra; los desplazados, los que han visto en nombre de la economía global y de los intereses del dinero y de la muerte arrasados sus territorios, sus familias, sus relaciones de soporte mutuo y han sido arrojados al desempleo, a la mendicidad, a la marginación y al abandono; los ciudadanos todos que a causa de esa economía hemos visto destrozado nuestro aire, nuestra agua, nuestros árboles, nuestra naturaleza.
En nombre de ellos y de la justicia que reclamamos; en nombre también de esta corresponsabilidad que tienen ustedes en esta guerra y en estos dolores, venimos, en primer lugar, a que reconozcan ustedes también su deuda como representantes del pueblo y pidan perdón a las víctimas y a toda la nación que no han defendido ni representado con dignidad.
En segundo lugar, a que detengan la Ley de Seguridad Nacional que pretenden aprobar y la sustituyan por otra trabajada junto con los ciudadanos. Le Ley que pretenden aprobar vulnera las libertades y los derechos civiles descritos en la Constitución y confirma el oprobio de controlar la corrupción y la ineficiencia de las Instituciones con la imposición de un estado militar y policiaco.
No podemos permitir que la democracia claudique frente al autoritarismo, ni frente al caos.  En consecuencia tampoco podemos permitir que la paz se rinda ante la guerra para conservar la partidocracia y las prebendas que traicionan a la Patria.
 Los conminamos a que al lado de los ciudadanos emprendan el camino de la paz reconociendo su error y no convirtiendo en norma lo que a todas luces ha sido un grave desacierto.
 Por ello pugnamos por una Ley de Seguridad que tenga como principio garantizar la seguridad humana y el respeto irrestricto a las libertades civiles y a los derechos humanos. Una Ley de Seguridad que entienda la seguridad desde una perspectiva ciudadana e integral. Que tome en cuenta no solo la realidad y la opinión de las comunidades, sino también que realice acciones de protección social y atienda con intensidad a los grupos más vulnerados por la violencia y la cooptación del crimen, jóvenes, mujeres, migrantes, campesinos, desempleados, marginados urbanos y adictos.
Se equivocan los que piensan que la guerra de hoy nos conducirá a la tranquilidad de mañana, los que en  creen que esta guerra se ha llevado a miles de nuestros hijos debe de durar más años, ninguna guerra en función de abstracción  puede compensar la muerte de ninguno de nuestros hijos.
 Como decía Gandhi: “No hay camino para la paz, la paz es el camino”.
 Y por ello reclamamos una Ley de Seguridad que establezca las condiciones para ella, una Ley, como decimos, para la paz con justicia y dignidad y no la que se ha impulsado desde el Ejecutivo que pretende institucionalizar la guerra que multiplicará las víctimas en sufrimiento y que de ser aprobada por ustedes, será un franco retroceso en el ejercicio de las libertades y de los derechos humanos en nuestro país.
Una Ley de Seguridad que contemple además el diseño de estrategias alternativas y ciudadanas que con el apoyo del Estado y en acuerdo con las necesidades de cada lugar apunte a la reconstrucción del tejido social y conduzca al retiro paulatino del Ejército  de las calles.
Una Ley que contemple la generación de mecanismos para la despenalización de ciertas drogas y la reducción de su demanda y daño y la creación de controles democráticos de nuestras policías, mediante, por ejemplo un auditor policiaco independiente de la policía federal.
Una ley que ponga en su centro a las personas   y no a las instituciones y que contribuya a establecer y  definir una política de estado en materia de seguridad, que ponga claros los límites al uso arbitrario de las fuerzas, de las decisiones discrecionales en la aplicación de los recursos del estado.
Una Ley, que en concordancia, con lo que esta soberanía aprobó en materia de la reforma constitucional en derechos humanos establezca no sólo garantías, pesos y contrapesos democráticos, sino las garantías de que…(Falla de grabación) …  siempre como cualquier servidor público. Es decir, dentro del marco de la ley y fundando y motivando su actuación  en ella.
Una ley, que le dé equilibrio y participación a los distintos poderes en la toma redecisiones.
La prueba más clara de la necesidad de esta ley, son las recientes  declaraciones del Secretario de Marina  que acusa, poniéndolos en mayor peligro a los defensores de los derechos humanos de atentar contra la imagen de esa institución y de estar al servicio de la delincuencia.
La discusión de esa ley debe por lo mismo realizar en paralelo  al urgente diseño e instrumentación por parte  del Legislativo de mecanismos eficaces y eficientes en la prospección de defensores de derechos humanos y de periodistas que nuestro país sufre graves ataques  o viven bajo serias amenazas, llegando incluso a ser motivo de preocupación  internacional
La discusión de la Ley de Seguridad debe también  tener como paralelo la aprobación de los marcos legislativos que lleven a la autonomía  de los ministerios públicos.
Adicionalmente, señoras y señores legisladores, déjenos insistir en que las vejaciones que viven miles de centroamericanos en nuestro país son absolutamente vergonzosas, al grado de que a los ojos de la comunidad internacional, lo que sucede con ellos es una tragedia que junto  a lo que vivimos los mexicanos  y de lo que Ciudad Juárez, el epicentro del dolor, en su rostro más terrible, más las dimensiones de un holocausto.
En tercer lugar, porque la paz implica también justicia y verdad, una tarea impostergable que debemos realizar juntos es la realización de una Ley de Víctimas que contemple el acceso a la justicia, a la reparación del daño y a la  atención integral  mediante un programa nacional de atención a las víctimas. Que además de incluir a los distintos niveles de gobierno, incluya también un fondo público para este propósito y de acuerdo con los estándares internacionales y jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Asimismo y contra la opinión del poder que siempre tiene miedo a la verdad y ante la incapacidad del sistema de procuración de justicia y de defensa de los derechos humanos para deslindar responsabilidades en cuanto a esta guerra, pedimos también una “Comisión de la Verdad”.
Es una obligación de ustedes crear esta “Comisión de la Verdad” y de la reconciliación, como la establecida en Colombia, que registre los 50 mil homicidios acaecidos en nuestro país durante la actual administración.
Haga valedero el derecho a la verdad, que nos diga el nombre y la historia de quienes han perdido la vida de quienes están desaparecidos o de quienes están siendo amenazados y tienen que desplazarse de sus comunidades de origen.
Una comisión que establezca además con claridad cuáles de las víctimas cayeron en la guerra intestina del crimen organizado, quiénes fueron víctimas inocentes de la criminalidad y quiénes perdieron la vida a mano de las fuerzas de seguridad y en qué condiciones, trátese de delincuentes o de ciudadanos inocentes.
Esta “Comisión de la Verdad”, sus pretextos para no crearla, pretextos que encubren sólo el miedo, debe ser encabezado por ciudadanos independientes de probada integridad moral y defensores de los derechos humanos. Pero creada oficialmente por el Poder Legislativo y dotada de recursos técnicos y financieros para sus funciones.
Estas comisiones han sido una herramienta importante de humanización y de reparación de daños en diferentes procesos de paz, no sólo en América Latina, sino también en África y en Europa.
Sólo se ilumina el camino a la justicia, al reconocimiento de las víctimas, a la reconciliación y la convivencia.
En cuarto lugar, porque a nuestros niños y a nuestros jóvenes les hemos, con esta guerra y las equivocadas políticas económicas y sociales, destruido el suelo y arrebatado la paz.
Les exigimos no sólo limitar a esa máquina de fabricar votos y complicidades, llamada el SNTE; sino también la protección para el desarrollo autónomo y las relaciones de soporte mutuo de las localidades, pueblos y barrios.
Nuestros niños y nuestros jóvenes deben tener una gama amplia de opciones para elegir, hacer su vida libremente y engrandecer nuestra nación.
No podemos aceptar ni permitir más que el destino de nuestros hijos y de nuestros nietos se la migración, la miseria, la muerte o la violencia. Es inhumano, es criminal e inaudito lo que les hemos hecho.
Es inaceptable que el Estado no garantice el derecho a la educación y que miles de jóvenes vean sus sueños frustrados porque dicen que no hay recursos.
Dentro de la emergencia nacional que vivimos, exigimos por ello que la Cámara de Diputados apruebe en el próximo presupuesto recursos suficientes para que todos los jóvenes del país que así lo deseen puedan estudiar su bachillerato y se den garantías para que quienes quieran y puedan realizar estudios universitarios, lo hagan.
En quinto lugar, porque la paz y la democracia no pueden vivir sin una profunda participación ciudadana en los quehaceres del gobierno.
Les exigimos una profunda e inmediata reforma política que repercuta en los procesos electorales en puerta.
Hasta ahora, ustedes señores y señoras legisladores, encerrados como operadores de partidos en sus bunkers y no como representantes ciudadanos se han negado a aprobar una ley que apenas con las candidaturas ciudadanas y las iniciativas ciudadanas da un mínimo indispensable a esa participación.
El país, además de eso necesita para salvar el profundo desgaste de legitimidad que guardan nuestras instituciones y que abonen a favor de esta guerra atroz que nos tiene hasta la madre necesita revocación de mandato, plebiscito, voto blanco, referéndum, límite de fueros, reducción del dinero destinado a los partidos y a las campañas electorales, y las acciones colectivas amplias e incluyentes.
Estos instrumentos que ustedes nos niegan y tienen secuestrado al país son en las circunstancias actuales días fundamentales e idóneas para rehacer la vitalidad perdida de las instituciones. Son las mejores armas no hechas de pistolas, metralletas y balas, sino de votos y de sentido común que podríamos tener como país para vencer la violencia, la inseguridad y la corrupción que habita en nuestras instituciones.
La reforma, que si tuvieran voluntad política y responsabilidad ciudadana, podrían aprobar en período preeliminario y haciendo un transitorio al Artículo 105, de la Constitución, ayudaría que el Congreso rindiera cuentas a los ciudadanos y que sus miembros se convirtieran en lo que Morelos nombró con profunda sabiduría, “Siervos de la Nación”.
La sociedad, a diferencia de lo que ustedes creen, y pretenden, no es un adjetivo, es el sujeto activo de la vida política y de las responsabilidades del Estado; sin ella, ustedes ni ningún otro poder son posibles.
Dennos instrumentos de participación para que lo sigan siendo, de lo contrario, cada vez más ciudadanos retirarán su apoyo a las elecciones, y que darán en la ilegitimidad absoluta.
En sexto lugar, porque la paz no puede crearse al precio de una competencia desleal y corrupta a la que nos tienen acostumbrados, y ya que no quieren responsabilizarse de tener en las condiciones de emergencia nacional que vivimos, un candidato civil y una agenda de unidad nacional; exigimos un sistema de transparencia de rendición de cuentas a las posiciones que a lo largo del proceso electoral tomen como legisladores.
Necesitamos por ello, que juntos diseñemos un mecanismo autónomo de participación ciudadana que ajeno a esta magnífica institución, el IFE, que sus intereses mezquinos destruyen día a día; a veces en verdad ustedes creen que los ciudadanos somos idiotas, no han sido capaces en meses de nombrar a tres nuevos consejeros, permita transparentar ante la sociedad la actividad de los congresos en los procesos electorales.
Si no se habilitan esos espacios tendremos en nuestras próximas elecciones un gobierno ignominioso que volverá a administrar el desafío del crimen organizado, y repartirá el territorio del país entre poderes fácticos, empleados políticos, cárteles y la fuerza militar.
En medio quedaremos los ciudadanos, como siempre, expuestos a su violencia cuando el pacto se rompa o requiera de reacomodos.
Su responsabilidad es inmensa; si la desprecian o no están a la altura o permiten que intereses particulares estén por encima de los de la república, habrán pasado a la historia con el rostro del envilecimiento.
Nada escribió alguna vez Kierkegaard, el padre del existencialismo que en nombre del humano nunca se permitió caer en las trampas de ningún poder, nada, ningún error, ningún crimen es tan horrible como aquellos que el poder comete, porque lo que es oficial, entre comillas, es impersonal, y por ello es el más profundo insulto que puede hacerse a las personas.
Su compromiso, señoras y señores legisladores, es con los seres humanos de este país, no con procedimientos ni con intereses ni con alegatos ideológicos y partidistas, hay que escoger hoy, entre la “condenación” y la conversión.
A continuación escucharán ustedes algunos testimonios de las víctimas que forman parte del movimiento y que representan a miles en el país.
Asimismo, escucharán también la presentación de algunas propuestas legislativas, algunas de ellas con carácter de iniciativa que les pedimos hagan suyas.  Igualmente insistiremos en la resolución de algunos pendientes legislativos.
Estamos conscientes de su papel de Estado y por ello formularemos, en lo que buscamos, sea una demostración de lo que el Poder Legislativo y la sociedad civil, acompañada de expertos, puede lograr definiendo objetivos y alcanzando logros comunes para beneficio del país; vuelvan a ser la casa de la nación, y no la oficina de los poderosos. Busquen a las personas y dejen a un lado a sus personajes. Muchas gracias. (Aplausos). Julio César Márquez, por favor.
Todo el diálogo:

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