8 jul 2012

La opinión de Tom Hayden sobre el #YoSoy132

Del 68 al 132/Oswaldo Zavala

Revista Proceso # 1862, 8 de julio de 2012
 En una sociedad estructurada alrededor del consumo y la información los jóvenes de #YoSoy132 entienden que los conglomerados mediáticos son tan importantes como los bancos, el Ejército y el mismo Estado. Se rebelan contra la ocupación de la sociedad por estas empresas. Libran así una guerra simbólica por la información. El intelectual y exsenador estadunidense Tom Hayden –quien en los sesenta fue un destacado activista contra la guerra de Vietnam– analiza para Proceso el actual movimiento estudiantil mexicano y señala: “Los jóvenes no odian al PRI como reacción a la tradición de sus padres. Están enojados por el PRI cosmético” y por el imaginario ayores retos: mantenerse dentro del debate político, resistir la manipulación oficial y de los medios y renunciar a prácticas e ideologías del pasado. Si lo logra, podría estar llamado a producir “los líderes del futuro”.Tal es el análisis del intelectual, activista y político Tom Hayden, una de las figuras clave del movimiento estudiantil de Estados Unidos en los sesenta, autor de 19 libros y responsable de reactivar el concepto de “democracia participativa” que derivó en la corriente de la “Nueva Izquierda”.

Interesado en el movimiento #YoSoy132 Hayden viajó a México unos días antes de la jornada electoral del domingo 1. Invitado por el Centro de Estudios California-México participó en un seminario de debate político en la Casa de California.
Ante académicos, periodistas e intelectuales de ambos países Hayden dictó el 29 de junio una conferencia sobre los movimientos estudiantiles en México desde el de 1968 hasta el actual #YoSoy132.
De regreso a Los Ángeles, Hayden –quien según la revista The Atlantic “cambió a Estados Unidos” y fue “el padre de las más grandes protestas masivas en la historia” de ese país– habla con Proceso sobre el movimiento estudiantil que emergió espontáneamente para protestar por la candidatura de Enrique Peña Nieto, pero que ahora está en la primera línea de una guerra contra los monopolios la información. Señala que ello abre nuevas posibilidades de acción política en un país dominado por una oligarquía mediática que, por ahora, se ha instalado en el poder presidencial.
Según él, es crucial distinguir las condiciones históricas y políticas que produjeron el movimiento estudiantil de 1968 de la coyuntura que actualmente define la estructura y los principales objetivos de #YoSoy132.
“La gente vieja tiene dificultades en ver lo nuevo: observan al #YoSoy132 como una extensión de sí mismos. Al mismo tiempo los jóvenes corren el riesgo de medirse contra ese pasado mítico que no pueden igualar”, dice Hayden. “Lo más importante es empezar de nuevo. Si comienzas con la adoración de tus ancestros, abandonas toda afirmación de lo nuevo; si comienzas como algo puramente nuevo sin ninguna referencia al pasado también se incurre en un falso inicio”.
Hayden observa que los dos movimientos estudiantiles, el de 1968 y el #YoSoy132, están en dos horizontes históricos radicalmente distintos; de hecho, en “dos Méxicos” cuyas características determinan formas de acción que poco tienen en común.
El movimiento #YoSoy132 comenzó el 11 de mayo pasado como una protesta estudiantil que rechazaba la visita a la Universidad Iberoamericana del candidato priista a la Presidencia. Los estudiantes lograron expulsarlo del campus entre acusaciones de corrupción e impunidad, en particular por la represión de campesinos del poblado de Atenco que en 2006 ordenó Peña Nieto, entonces gobernador del Estado de México.
Poco después, algunos líderes del PRI acusaron a los jóvenes de integrar un falso grupo estudiantil. En respuesta 131 de ellos grabaron un video reiterando su reclamo y mostrando sus identificaciones universitarias. En solidaridad, el movimiento #YoSoy132 rápidamente se expandió entre las redes sociales de internet.
“En 1968 los estudiantes fueron asesinados por el Ejército y por el Estado en la plaza de Tlatelolco. A los jóvenes de #YoSoy132 no se les está asesinando. El Estado y los medios los intentan manipular. La naturaleza de la opresión es completamente diferente”, señala Hayden.
“En el 68 se practicó una lógica que llevó a mucha gente a la clandestinidad, a la guerrilla y eventualmente al movimiento zapatista. En este caso (de #YoSoy132) tendrán que operar con tácticas de guerrilla sin violencia y dentro del marco cultural y político del Estado. Ya tenemos experiencia de lo que eso significa. Facebook y Twitter son las herramientas y los nuevos medios son la alternativa a los monopolios dominantes.”
Guerra por la información
Hayden conoce de primera mano la materia: fue cofundador del movimiento Estudiantes por una Sociedad Democrática (SDS, por sus siglas en inglés) en 1961, mientras asistía a la Universidad de Michigan, donde además era editor del periódico estudiantil The Michigan Daily.
Al iniciar el SDS Hayden fue responsable de escribir el manifiesto del grupo –La declaración de Port Huron: la agenda de una generación–, documento con el que el movimiento protestaba por el pernicioso racismo del país y la carrera armamentista estadunidense durante la Guerra Fría.
“El sistema político estadunidense no es el modelo democrático del que hablan los que lo glorifican. En realidad frustra la democracia confundiendo al ciudadano, paralizando la discusión sobre políticas oficiales y consolidando el irreversible poder del Ejército y los intereses empresariales”, escribió Hayden en el manifiesto que el célebre y polémico historiador Howard Zinn llamó “uno de esos documentos históricos que representan una era” y por medio del cual se reinsertó el término “democracia participativa” en el debate político de ese país.
Como presidente de la SDS durante los inicios de los sesenta, Hayden fue activista en zonas rurales de los estados de Georgia y Mississippi, donde varias veces fue golpeado y arrestado por la policía.
En 1968 cobró visibilidad nacional. Fue uno de los principales organizadores de una protesta masiva durante la Convención Nacional Demócrata de noviembre de ese año en Chicago.
Los jóvenes protestaban por las políticas del presidente Lyndon B. Johnson en torno a la guerra de Vietnam. Cientos de miles de manifestantes fueron violentamente reprimidos por la policía. El grupo de jóvenes conocido como Los Siete de Chicago –que incluía a Hayden– fue condenado por “conspirar para incitar disturbios” y por “enseñar cómo elaborar artefactos explosivos”. Los cargos fueron desestimados cuando el grupo apeló.
Hayden fue posteriormente electo al Congreso de California, donde se desempeñó como miembro de la Asamblea (1982-1992) y luego como senador (1992-2000).
Convencido de que el movimiento #YoSoy132 debe funcionar dentro de los parámetros del sistema político del país, afirma que la “guerra” del presente ocurre por el control de los “medios de información” que considera tan importantes como los medios de producción que Marx analizó en su crítica al capitalismo.
“Estamos ante la llegada al poder no de un general sino de un guapo joven y su bella esposa. Bienvenidos a un nuevo mundo. El apoyo de Televisa y la simple apariencia de Peña Nieto y su esposa consiguieron el margen de diferencia en la elección”, dice Hayden. “Los jóvenes no odian al PRI como reacción a la tradición de sus padres. Están enojados por el PRI cosmético y su imaginario. No es un accidente que hayan elegido atacar a los monopolios mediáticos. El mundo es ahora una herramienta de los medios y las tecnologías de la información. Pero lo que Marx llamó la superestructura ahora es la de los estudiantes”.
“Algo volcánico”
Acaso el mayor reto para los jóvenes del #YoSoy132 está, según Hayden, en comprender plenamente su presente histórico. Mientras que los estudiantes del 68 intentaron acercarse a los pobres, a los indígenas del país y las guerrillas clandestinas, ahora los estudiantes tienen el reto de hacer alianzas con trabajadores y con los pobladores de zonas rurales.
“Pero esto no debe ser en la forma de una organización clandestina, sino alrededor de los fracasos del Tratado de Libre Comercio, del desempleo masivo, de la inmigración. Ellos deben formar una élite intelectual”, dice.
Su movimiento, señala, surge en la Ciudad de México, “una ciudad viable en un país fracasado”, donde la arena política importa, donde existe una “amplia cultura democrática” y donde las principales causas progresistas del presente –una educación superior de bajo costo, espacios culturales de primer nivel, un sistema de transporte público funcional, tolerancia al aborto y al matrimonio homosexual– son verdaderamente posibles.
El mayor riesgo, apunta, está en que los estudiantes piensen que es posible eludir la esfera de lo político. Sin embargo, observa, al parecer los jóvenes han encontrado el modo correcto de promover sus causas.
“Los movimientos sociales siempre han encontrado la manera de comunicarse. Lo de ellos es algo nuevo porque la estructura de la sociedad está basada alrededor del consumo y la publicidad de masas y ahora los conglomerados mediáticos son tan importantes como los bancos, los ejércitos y los Estados mismos. Esto no fue así en el siglo XIX ni durante la Revolución Mexicana”, explica.
“Los estudiantes se están rebelando contra la ocupación de la sociedad no por parte del Ejército, sino por las empresas de los medios. Esto es una guerra por la información. Una guerra simbólica que es muy real y ellos necesitan un medio alternativo para pelear, para organizarse y para movilizarse.”
Según Hayden, Peña Nieto y el liderazgo del PRI deben entender que el abismo que los separa de la nueva generación es insalvable.
“Han perdido a la generación de sus hijos. Y todo establishment que pierde la lealtad de los jóvenes está acabado”, dice. “El derrocamiento puede ser abrupto, lo cual es dudoso que ocurra por ahora, ni en forma gradual. Si es así, entonces los estudiantes deben fijarse una perspectiva de 20 años. Pueden ser apasionados en el instante, tan urgentemente como sea necesario, pero también pueden expresarse en un marco de tiempo gradual”.
A las críticas de la dispersión del #YoSoy132 y su ausencia de un liderazgo central que lo unifique, Hayden señala que eso ha permitido una mayor pluralidad y espontaneidad en sus objetivos.
Por ahora, dice, el movimiento debe determinar cómo estructurase sin buscar la figura de un líder en particular. Y aunque algunos de los jóvenes “se radicalizarán mientras que otros se comprometerán en causas políticas”, el grupo sí representa la continuación de la efervescencia histórica de los movimientos estudiantiles de México.
“Es como el volcán bajo el cual viven ustedes (en la Ciudad de México)”, dice. “A veces no hace erupción, pero nunca está muerto. El idealismo estudiantil es así, algo volcánico. Pensamos que se ha ido y vuelve con su lluvia de fuego”

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