29 oct 2012

“El Lazca”: sin cadáver, no hay certeza/

“El Lazca”: sin cadáver, no hay certeza/
Patricia Dávila
Revista Proceso # 1878, 28 de octubre de 2012
 
Las acciones que ha emprendido la PGR para obtener el ADN de los padres de Heriberto Lazcano, El Lazca, y confirmar de una vez por todas la muerte del líder de Los Zetas no llevarán a ningún lado, coinciden especialistas. Sin cadáver no hay prueba genética que valga, insisten. Y deslizan una hipótesis: Es posible que el capo esté vivo, tal vez como testigo protegido en Estados Unidos, y que su presunto fallecimiento no sea más que el montaje de un gobierno al que le urge cerrar ese capítulo.
La reserva con que la PGR trata de hacer el análisis comparativo entre el ADN de Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca, líder de Los Zetas, y el de su padre, ha enrarecido más el caso de la presunta muerte del capo. Expertos forenses y criminalistas afirman que mientras el cuerpo del narcotraficante esté desaparecido no puede haber ningún cotejo de muestras genéticas que valga.
Además esbozan la idea de que las muestras que los forenses de Coahuila extrajeron al que suponen cadáver del líder de Los Zetas pudieron haber sido sembradas, incluso por instrucciones del capo.
A su vez la PGR señala que los análisis genéticos del padre de El Lazca los realizan peritos de la institución; sin embargo, trabajadores de los servicios periciales de la procuraduría consultados por este semanario aseguran que ellos no llevan a cabo el estudio del ADN del progenitor de Lazcano y que tampoco tienen en su poder las muestras tomadas en Coahuila; sólo tienen el resultado de la necropsia, fotografías del cadáver y las huellas dactilares.
“Mientras no aparezca el cuerpo, nadie en el mundo puede comprobar científicamente que las huellas dactilares presentadas sean evidencia de que el muerto era Lazcano. Tampoco podrán probar que fueron extraídas realmente del cadáver exhibido. No hay forma de cotejar, aun cuando hayan exhumado los restos del padre del narcotraficante. Si el gobierno señala lo contrario, miente”,afirman expertos forenses que pidieron el anonimato.
El miércoles 17 en conferencia de prensa José Cuitláhuac Salinas, titular de la ya rebautizada Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), informó que fue imposible localizar a los hermanos del narcotraficante para extraerles muestras de ADN, por lo que la Procuraduría General de la República (PGR) solicitó la exhumación de los restos de los padres de Lazcano Lazcano, sepultados en el panteón de El Tezontle, Hidalgo.
“No es él”
El gobierno de Coahuila dijo que envió a la PGR el expediente del deceso de Lazcano, con huellas de tres de sus dedos y fotografías del cadáver. Para el gobierno federal esto fue prueba suficiente para determinar que el fallecido era el líder zeta.
Sin embargo las fotografías del cuerpo presentado por las autoridades fueron contrastadas con el informe de heridas que aparece en el dictamen de la necropsia. Los resultados sembraron dudas entre los expertos en criminalística. Los peritos también realizaron un análisis facial empleando las imágenes del rostro del cadáver comparadas con fotos del narco en vida. Concluyeron que el sujeto muerto que las autoridades exhibieron como El Lazca en realidad no es él (Proceso 1876).
“Lazcano pudo haber hecho un convenio para entrar en el programa de testigos protegidos de Estados Unidos. ¿De qué sirven las evidencias si existe la duda de que fueron plantadas o suplantadas? El propio Lazcano pudo haber dado todos los elementos: sus huellas, su sangre, su ADN. Por eso la única prueba fidedigna que se tendría es el cadáver y éste no aparece”, explica un perito en criminalística y ciencias forenses quien pide la reserva de su nombre.
–El subprocurador Salinas habla de que fueron dos las huellas de los dedos recibidas –se le señala.
–Las que sean. Insisto, el mismo Lazcano las pudo haber otorgado. ¿A quién le consta que a ese cadáver se le hayan hecho las pruebas y se le hayan tomado los fluidos corporales que dicen tener?
–¿Y si el cadáver nunca aparece?
–Científicamente nunca podremos fincar que el muerto que nos presentaron fuera realmente el señor Lazcano y que los datos que tuvo Coahuila y ahora la PGR provienen de ese cadáver. Es imposible tener pruebas de un cadáver que fue hurtado. Ningún científico del mundo podría realizar un cotejo porque no existe el cadáver que permita confirmar los datos. La ciencia es clara: tiene que haber un cruce. Todos los experimentos que se realicen se podrán comprobar por otros científicos y si dan el mismo resultado, los datos se consideran positivos.
“Y en este caso sólo existe el testimonio de los forenses de Coahuila. Tendría que existir un segundo equipo que evalúe. En este caso serían los expertos de la PGR. Ellos deberán tener en su poder las evidencias pero aun así no cuentan con elementos para comparar porque no tienen el cadáver”, puntualiza el perito.
“Si los forenses de la PGR tuvieran las evidencias podrían realizar todos los procesos de identificación pertinentes. Pero sin el cuerpo es imposible. Si usted me lleva una muestra de ADN tenemos que verificar de dónde la obtuvo, no nada más es llenar y llevar un botecito. Debe acompañarlo una cadena de custodia.”
Precisa que debe incluirse el parte informativo sobre la recolección de indicios biológicos –sangre, fluidos, pelo–; huellas digitales completas, no de un dedo ni de dos sino de los 10; huellas de las palmas y los dorsos de las manos y todas las fotografías tomadas al cadáver.
“De entrada, fue un excesivo mal manejo de la evidencia, de los indicios. Si sale positivo el cotejo de las muestras de ADN, ¿cómo van a fundamentar científicamente ese cotejo? Es imposible porque no se tiene el cadáver”, reitera.
–¿Qué es lo que más probablemente sucedió?
–Si no tenemos los indicios completos caemos en la especulación, incluso, de creer que Heriberto Lazcano podría ser ahora un testigo protegido.
Exhumación
A las siete de la mañana del pasado lunes 22 un equipo forense de la PGR fue al panteón ejidal San Francisco en la colonia El Tezontle, en Pachuca, Hidalgo.
Según la procuraduría los restos del padre del capo –del que sólo dieron los apellidos: Lazcano Bautista– se exhumaron de una tumba que ni siquiera tenía lápida, y no del ostentoso mausoleo que El Lazca mandó construir para él mismo en ese panteón, donde ya está enterrada su madre.
Tras siete horas de trabajo los especialistas en medicina forense obtuvieron muestras de cabello, dentadura y restos óseos del padre de El Lazca con el fin de extraer la huella genética.
–¿A dónde conduce que la PGR haya exhumado el cadáver del padre de Lazcano?
–Las autoridades van a decir que el ADN así obtenido coincide con las muestras que tiene. Dan carpetazo al caso y se acabó. Por eso quieren cerrar el círculo. Pero sin cuerpo es imposible. Tenemos evidencias sin peso científico. Al rato sale un certificado de defunción… sabemos que el gobierno mexicano hace esto y más.
El gobierno quiere convencer de que el sujeto abatido por la Marina el domingo 7 es El Lazca y con ello poner fin a la polémica que empezó con el robo del cuerpo y la confusión generada por la diferencia de estaturas entre el cadáver y los datos del capo que tenían registrados las autoridades.
Según los especialistas consultados por Proceso, la insistencia de que se agote el protocolo de identificación sólo obedece a la urgencia que el gobierno mexicano tiene por declarar jurídicamente muerto a Lazcano.
Manejo mañoso
Un abogado penalista –consultado por este semanario y quien pidió no revelar su nombre– que durante años se ha desempeñado como Ministerio Público y perito forense, asegura que las autoridades de Coahuila y del gobierno federal han manejado mañosamente la muerte y la identificación de Lazcano:
“Las huellas dactilares se toman de todos los dedos de las manos, incluso de la palma completa. ¿Sabes por qué no lo hicieron así? Porque seguramente eran las únicas (huellas) que las autoridades tenían de Lazcano. Los forenses de Coahuila no tenían razón para tomar sólo dos o tres huellas, máxime cuando se trata de un cadáver sin identificar. Si no tiene dedos sería una justificación, pero el cadáver que nos mostraron en la foto sí los tenía. Eso demuestra que existe una situación amañada.”
Explica que cuando el Ministerio Público (MP) llega al lugar llama a criminalística y fotografía para que en el sitio fijen fotográficamente la posición del cuerpo y determinen si ésta fue la anterior inmediata a la muerte o si hay indicios de lucha o forcejeo. Pero el cadáver que vimos seguro estuvo manipulado. Así no quedó. Así lo dejaron. Porque si le hubiesen disparado con el arma de grueso calibre como dijeron, tendría destruida la cabeza. A menos que el que vimos no sea el cuerpo de Lazcano.
Añade que en cuestión forense y legal se manejan los términos dubitados, que son los elementos cuestionables, e indubitados, los que no son debatidos. Las autoridades deberían tener el cadáver para, sobre éste, determinar si efectivamente esos son los elementos indubitados, de los que no exista duda sobre su origen. El problema es que los elementos de cotejo no pueden compararse porque no tienen el cuerpo. Esto, asegura, no es jurídica ni científicamente válido.
“Éste es un delito del fuero federal y el MP de Coahuila era incompetente para conocer del asunto. Si tenía el tipo de armas que dicen que se le encontraron, había altas probabilidades –así lo dijo la Secretaría de Marina– de que fuera él. ¿Por qué no lo resguardaron? No le quitaron piel, una uña y la congelaron. No hay ningún elemento fehaciente de cotejo.”
–¿Coahuila debió turnar esas pruebas al Servicio Médico Forense de la PGR?
–Sí, pero desde el inicio, porque los que dan muerte al señor son los marinos, y en el evento encuentran granadas, lanzacohetes y armas largas. Este tipo de delito es del orden federal. Ellos lo saben bien porque toman un curso específico sobre la Ley de Armas de Fuego y Explosivos. Por lo tanto estaban conscientes de que era un delito del orden federal y su obligación primaria era remitir los cuerpos a la PGR y decirle al MP: “Mira, este sujeto no sé quién sea pero traía este arsenal”. Automáticamente se los recibe.
“¡Pero no! ¡Lo dejaron al estado y éste lo recibió aunque sabía que no era de su competencia! Lo que pasa es que ya venían con la intención de manipular el cadáver, porque no es lógico que digan: ‘No sé quién es pero ahí te lo dejo’. Y segundo, porque por el tipo de armamento que traía no era cualquier matón y nunca tomaron precauciones para prevenir una eventualidad. Hay responsabilidad de ambas instancias, la federal por dejarlo y la estatal por aceptar el cuerpo.”
–¿Si usted tuviera que demostrar jurídicamente que las muestras que tiene la PGR no son realmente de El Lazca, lo podría demostrar?
–Sí, porque la Constitución, en el artículo 19, cuarto párrafo, dice que para ejercitar acción penal de un asunto se requieren dos cosas: el cuerpo del delito y acreditar la probable responsabilidad. En este caso tenemos a un sujeto privado de la vida así como armas de fuego. Este es el cuerpo del delito. El problema, es que ya no existe. Se lo robaron. Desapareció.
–¿Aunque se haya exhumado al progenitor de Lazcano?
–Sólo quieren cuadrar su versión de que Lazcano está muerto. Con la exhumación pretenden convencer a la opinión pública al decirle a la gente:“Extrajimos los cadáveres, obtuvimos las muestras de ADN, las cotejamos con las evidencias obtenidas en Coahuila y sí corresponden con las que extrajimos del padre”.
El abogado es contundente: “Esto no sirve porque no existe el cuerpo que nos permita comprobar que es él. Sólo tenemos evidencias que no sabemos si en realidad se obtuvieron del cadáver que nos mostraron. Quieren partir de la buena fe. Pero no hay forma de que jurídica y científicamente sea creíble. Sin cadáver es imposible”.
*
Acerca de El Lazca y Las enseñanzas de Sarajevo
La Redacción
De Rafael Valero Cervantes

Señor director:
En relación con la nota titulada El cadáver exhibido “no es del Lazca”,publicada el 14 de octubre en Proceso 1876 y firmada por la periodista Patricia Dávila, es prudente reiterar lo que los diversos expertos forenses han mencionado en sus entrevistas, las cuales, además de ser veraces, valientes y categóricas, evidencian la falta de rigor científico en las labores propias de la investigación criminal en nuestro país.
No debe pasarse por alto que las ciencias forenses, en todas sus ramas, tienen alcances extraordinarios, y que bajo una estricta autonomía podrían ofrecer a la sociedad una indudable credibilidad, hoy inexistente en la mayoría de los casos que se investigan. Si no se cumplen las labores de manera fidedigna en temas de gran impacto nacional, ¿qué pasará con aquellos asuntos que no tengan dicha trascendencia?
Tristemente, aquellos que no por moda se han dedicado al estudio formal de las áreas forenses descubren que, en la mayoría de los casos, al llegar a la“verdad plena”, ésta resulta “incómoda”, “comprometedora” y “riesgosa”.
Es preciso reconocer que en la mayor parte de las instituciones de Procuración de Justicia en la Republica Mexicana los peritos forenses son servidores públicos que, aun con gran experiencia operativa, carecen de academia y efectos de patente, aunque por normatividad oficial deberían tener un título oficial y una cédula profesional que los faculten para el ejercicio responsable y legal de la profesión.
En contraste, se hallan con frecuencia médicos generales que fungen como médicos forenses, o peritos criminalísticos que no cuentan con formación en dicha área especializada, aunque ésta se encuentra reglamentada en el sistema educativo nacional.
A esto se deben buena parte de las deficiencias en los resultados de las investigaciones de índole criminal en México.
Aunado a lo anterior, es innecesaria la intervención de expertos extranjeros en los procesos de investigación judicial. Tómese como referencia el artículo Las enseñanzas de Sarajevo, publicado el 14 de octubre en Proceso 1876 bajo la firma de la periodista Marcela Turati, donde se asienta que las autoridades mexicanas no permiten la participación de expertos supremamente capacitados para realizar acciones periciales que conduzcan a la identificación indiciaria o eficiente de víctimas de la violencia.
Y es que México cuenta con personas que tienen la acreditación requerida, e inclusive idoneidad, para enfocar la investigación criminal con altos niveles de calidad, rigor científico y responsabilidad. Pero mientras siga considerándose que la labor forense formal genera altos grados de“incomodidad estorbosa”, las víctimas continuarán siendo revictimizadas por el Estado mexicano, e incongruentemente los grandes académicos, expertos forenses, escritores y profesionales de gran eficacia seguirán siendo llamados a trabajar la labor de investigación criminal y forense en otros países, fuera de la cuna que los vio nacer.
Atentamente
Doctor Horacio Rafael Valero Cervantes
Médico cirujano, especialista en medicina forense y en criminalística, con posgrado
en antropología forense.

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