18 mar 2013

Sobre el dinero/Abraham Skorka,


Sobre el dinero/Abraham Skorka,
ABC | 17 de marzo de 2013
Siendo arzobispo de Buenos Aires, el hoy Papa Francisco mantuvo largas conversaciones con su gran amigo el rabino Abraham Skorka, director del Seminario Rabínico Latinoamericano. Aquel diálogo —que abordaba asuntos teológicos, económicos, sociales y políticos— ve ahora la luz en un libro, “Sobre el Cielo y la Tierra (Debate), que ofrece un compendio del pensamiento del nuevo Pastor de la Iglesia. ABC lleva hoy a su tercera la prepublicación de uno de sus acpítulos.
Bergoglio: El cristianismo condena con la misma fuerza tanto al comunismo como al capitalismo salvaje. Existe una propiedad privada, pero con la obligación de socializarla en parámetros justos. Un ejemplo claro de lo que sucede es lo que pasa con el dinero que fuga al exterior. El dinero también tiene patria, y aquel que explota una industria en el país y se lleva el dinero para guardarlo afuera está pecando. Porque no honra con ese dinero al país que le da la riqueza, al pueblo que trabaja para generar esa riqueza.

Skorka: La Biblia presenta un plan económico desarrollado en el libro de Levítico. Según dice, cada uno tenía su parcela. Si uno no la podía trabajar, la podía arrendar. Pero la ley trataba de asegurar que cada uno tuviese su propiedad inalienable que le permitiera tener los medios para vivir con dignidad. Indudablemente, la experiencia de la historia nos muestra que el hombre necesita un incentivo para su trabajo. Hay que ver por qué fracasó la Unión Soviética, amén de que había una clase que seguía manteniéndose en el poder y vivía con todos los lujos, mientras gran parte de la población vivía en condiciones paupérrimas. La abolición de la propiedad privada seguramente fue otro de los factores gravitantes en su fracaso. Hubo un experimento en el siglo XX, muy exitoso, que fueron los kibutzim, las colonias agrícolas organizadas con el sistema socialista que fueron una de las columnas vertebrales que permitieron la creación y el crecimiento del Estado de Israel. Pero hoy en día ya no representan el eje de la economía israelí y buscan las formas de desarrollo socioeconómico para su subsistencia. La idea de propiedad privada dentro de una justa distribución y redistribución de la riqueza parece ser la senda. Retornamos a la ley, sugerencia de orden social, que propone el Levítico. Por otra parte, cuando a aquellos que desarrollan los esquemas económicos de una sociedad lo único que les importa es el «Dios Dinero», el «Dios Consumo», y dejan de ver al hombre como cuestión última, esencial, se llega al capitalismo salvaje. En la medida en que el capital sirva para ayudar al hombre, bienvenido sea, pero, si no, se deben implementar las correcciones necesarias a fin de diseñar un orden social más justo.
Bergoglio: De ahí la importancia que tiene entre nosotros el concepto de deuda social. En todo usufructo, hay que considerar la dimensión de deuda social.
Skorka: A mis alumnos les enseño a no rendirle pleitesía a aquel que tiene muchas posesiones y muestra una actitud de soberbia, al que tiene el dinero y piensa que por ende tiene el poder. Por supuesto, cuando se organiza una comunidad, para construirla, se necesita de gente pudiente, pero el dinero debe ser bien habido. No es verdad que el dinero no tiene nombre. Con el dinero manchado de sangre no se puede construir espiritualidad.
Bergoglio: Hay un dicho de un predicador de los primeros siglos del cristianismo que dice que detrás de una gran fortuna siempre hay un crimen. No creo que siempre sea verdad. Comparto lo que dice, Rabino: algunos creen que por dar una donación lavan su conciencia. Pero, en el diálogo pastoral, la conciencia se lava de otra manera. A veces pregunto al que se confiesa si da limosna a los mendigos. Cuando me dicen que sí, sigo preguntando: «¿Y mira a los ojos al que le da limosna, le toca la mano?». Y ahí empiezan a enredarse, porque muchos le tiran la moneda y voltean la cabeza. Son actitudes, gestos. O sos solidario con tu pueblo o vivís de tu dinero mal habido. Nosotros tenemos el séptimo mandamiento, no robarás. Está aquel que tiene dinero mal habido y quiere restituirlo con una obra de beneficencia. Jamás acepto una restitución si no hay un cambio de conducta, un arrepentimiento que me conste. Si no, lava la conciencia, pero después sigue la farra. Una vez a un dirigente religioso lo acusaban de recibir dinero del narcotráfico, y él decía que usaba el dinero para el bien y no preguntaba de dónde venía. Eso está mal. El dinero manchado con sangre no se puede aceptar. La relación entre la religión y el dinero nunca ha sido fácil. Siempre se habla del oro del Vaticano, pero eso es un museo. También hay que distinguir el museo de la religión. Una religión necesita dinero para manejar sus obras, y eso se hace a través de instituciones bancarias, no es ilícito. El tema es el uso que uno hace del dinero que recibe en calidad de limosna o contribuciones. El balance vaticano es público, siempre da déficit: lo que entra en donaciones o por visitas a museos va a leprosarios, a escuelas, a comunidades africanas, asiáticas, americanas.
Skorka: Crear una institución perfecta, aun religiosa, es imposible. Porque los hombres son imperfectos. Siempre detrás de un hombre hay conflictos, y hay sacerdotes, curas, pastores, rabinos que ingresan en las instituciones religiosas por distintas razones; puede ser para desarrollarse o porque les sirve de contención, pero en determinados momentos se descarrían. No todos los eclesiásticos tienen una conducta intachable. Pero eso no debe invalidar la esencia. Que haya uno descarriado no permite inferir que todo es hipocresía. Hay que separar la paja del trigo. Lo que pasa es que a la religión se le exige más porque en su esencia está la moral. Cada hombre que se dice de fe y realiza actos reñidos con la moral es doblemente culpable, lo mismo que el juez que no dicta justicia. Porque destruye el concepto de justicia entre sus compatriotas. Cuando en los años oscuros los que estuvieron a cargo de luchar contra la guerrilla lo hicieron dejando de lado la justicia y se descarriaron totalmente, fueron doblemente culpables. Porque el daño que le hicieron a la Argentina es terrible, amén del que provocaron en el seno de tantas familias. Lo mismo con un político que hace algo incorrecto, es doblemente culpable. Porque tiene la obligación de constituirse en un paradigma.
Bergoglio: Lo peor que le puede pasar a un religioso es una doble vida, sea rabino, cura o pastor. En una persona común, puede suceder que tenga su hogar acá y su nidito allá y que no parezca tan condenable, pero en un hombre religioso es absolutamente condenable. Juan Pablo II fue terminante en eso, con el lío del Banco Ambrosiano ordenó que se pague todo.

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