10 jul 2013

Denostar al ejército: Dawe


GENERAL DAWE: “SE TRATÓ DE DENOSTAR AL EJÉRCITO…” /Jorge Alejandro Medellin 
Publicado en SinEmbargo.MX, 10 de julio
Roberto Dawe González, General Brigadier en el activo, acusado falsamente junto con otros militares de tener nexos con cárteles de la droga, está “sorprendido por la saña” con la que la Procuraduría General de la República (PGR) se les fue encima y los llevó a prisión con expedientes armados al vapor, construidos a partir de testimonios a modo de narcotraficantes seleccionados para hundir a civiles y militares en decenas de casos. Pero la saña de la PGR que encabezó Marisela Morales en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa no paró ahí, dice Dawe: también fue injusta y bochornosa “toda la cuestión mediática; lo que hicieron para intimidarnos y exhibirnos más que nada”. 
–¿Usted qué cree que pasó? ¿Por qué contra ustedes? 

–Yo siento que esta infamia, que esta agresión no fue contra Roberto Dawe o Ricardo Escorcia o Rubén Pérez. No, no: fue una agresión contra la institución e independientemente de que uno esté indignado, quien debe estar más preocupada es la gente por la facilidad con la que se trató de denostar a una institución como el Ejército, que sirve a la sociedad y viene de ella.
 –¿Quedó muy dañado el Ejército? 
–Se trató de dañarlo, se intentó. 
Roberto Dawe fue detenido el 15 de mayo de 2012. Era jefe del Estado Mayor de la 20 Zona Militar en Colima, Colima. Se dice entero, de una pieza, tras su reclusión durante casi un año en una cárcel de máxima seguridad. Está listo para regresar al servicio cuando se lo ordene el alto mando, el Secretario de la Defensa Nacional (Sedena), Salvador Cienfuegos Zepeda, a quien le pidió recibirlo cuando termine de hacerse una revisión médica en el Hospital Central Militar (HCM), al que ingresó el domingo 7 de julio, dos días después de su liberación. Otro de los detenidos y liberados es el General Rubén Pérez Ramírez. En sus primeras declaraciones al salir de El Altiplano dijo que lo que les había sucedido a él y a los coacusados era “una villanía”. Tomás Ángeles señaló en abril de este año, también al quedar en libertad, que quienes lo ligaron con el narco eran personas “ruines”, gente “infame y cobarde”. 
–¿Hay algún resentimiento contra el sistema de Justicia Militar? 
–No, en lo absoluto. La verdad es que, con toda honestidad, se manejan tantas cosas como pleitos entre grupos de poder, pugnas por asumir tal o cual cargo y no, no hay nada de eso. “Yo siento que a la institución, vamos a decirlo de esa manera, se le ordenó tomar fotografías de nosotros, el expediente de nosotros, en fin, ese tipo de cosas que son normales, ¿no? Pero si realmente la institución hubiera querido afectarnos lo hubiera hecho (con) la Policía Judicial Federal Militar (PJFM), que realmente ellos hacen investigaciones muy a fondo, muy precisas y cuando las tienen de veras, se actúa conforme a derecho y estrictamente”. 
Dawe está seguro de que si la Sedena hubiera llevado la indagatoria se habrían realizado investigaciones reales y no lo que se le pedía al ejército y que era solo recopilar datos de archivo, hojas, cosas para ir armando algo. Yo en ningún momento me siento agredido por la institución o por la Procuraduría de Justicia Militar o por personal militar, en lo absoluto, añade. “Todo esto se manejó en la Procuraduría y de ahí se da el problema…” 
–¿La PGR es la fuente de todo esto? 
–Yo lo siento así y creo que la nueva administración va a llevar a cabo alguna investigación al respecto, y en su momento se va a saber de dónde nace esto y el por qué o se va a actuar en contra de quien resulte responsable. Para eso está la Contraloría de la propia PGR. Pienso que ya están actuando en ese sentido.
TRISTEZAS 
Su voz suena amable y recia al mismo tiempo. Tiene ese tono grueso del militar veterano, mandón, que no se amilana con los golpes de la vida, incluyendo aquellos que le tocan a uno cuando y en donde menos lo espera. Esta canoso y sonriente. Luce delgado, muy delgado comparado con la foto en la que aparece uniformado y que fue difundida por la PGR en las primeras horas que siguieron a su detención y a la de Dauahare. “No, no hay rencor ni odio, sólo una profunda tristeza”, me dice mientras se dispone a almorzar con su familia en un hotel de Toluca, horas después de abandonar la prisión de máxima seguridad de El Altiplano, en el Estado de México, la “madre de todas las cárceles”, añade, en donde permaneció durante once meses acusado falsamente de nexos con el narcotráfico. Dawe recobró la libertad a la una y media de la madrugada del viernes cinco de julio. Con él salieron también los generales Ricardo Escorcia Vargas, Rubén Pérez Ramírez y el Teniente Coronel Silvio Isidro de Jesús Hernández, coacusados del General Tomás Ángeles Dauahare por supuestos vínculos con carteles de la droga. Dauahare, ex Subsecretario de la Defensa Nacional (Sedena) salió de El Altiplano el 17 de abril porque en la revisión de su caso, ya con la administración priista en funciones, los nuevos encargados de la Procuraduría General de la República (PGR) encontraron todas las fallas, maquinaciones y excesos posibles para sustentar acusaciones sin fundamento hechas por testigos protegidos seleccionados para la ocasión. El General Dawe no durmió nada. Su familia, sus hijos y hermanas lo esperaban en la reja del primer perímetro de la antigua prisión en donde amigos, familia y reporteros aguantaron toda la tarde y noche del jueves, cuando se supo que el Ministerio Público se había desistido de emitir conclusiones acusatorias en contra de los militares y que el titular de la PGR, Jesús Murillo Karam ratificaba la postura del MP federal. Sólo faltaba que el juez Tercero de Distrito en Materia de Procesos Penales Federales, Raúl Valerio Ramírez, firmara el papeleo para ordenar la libertad inmediata de los militares, que estaba a unas horas de distancia. Los recuerdos y la tristeza también. Pero al General Roberto Dawe González el dolor le llegó estando todavía en la cárcel, acusado de delitos que no cometió; señalado por pasarle información a Los Zetas y al cártel de los Beltrán Leyva. El General Dawe se enteró del agravamiento en la salud de su hija Karla, quien luchaba contra el cáncer de hígado que se trató en el Hospital Central Militar (HCM) con pocas esperanzas de vida. Karla ingresó a Oncología a mediados de mayo de 2012, casi en la misma fecha en que su padre y los otros militares fueron arraigados mientras la PGR continuaba con la supuesta investigación en su contra. Le pregunto si hay rencor o impotencia hacia el sistema de justicia militar, porque estando preso le pidió a las autoridades militares permiso en dos ocasiones para ver a su hija y la respuesta fue negativa. Karla falleció el jueves 6 de septiembre de 2012 en el HCM. Al General Dawe le ocultaron la noticia durante dos días, pero el domingo 9 de septiembre la llamada telefónica que recibía de sus familiares cada fin de semana fue, inevitablemente, para decirle que Karla había fallecido. Después de eso, fue más la tristeza por no poder despedirse de ella. Tristeza, más que coraje, dice Jonathan, hijo del General. 
FUEGO AMIGO 
Desde su detención y arraigo (tres meses aproximadamente) hasta su internamiento en el penal de El Altiplano, el General Roberto Dawe estuvo la mayor parte del tiempo con el General Tomás Ángeles Dauahare. Las horas de encierro eran de charla, de reflexión y de darle vuelta a las ideas para ir desenredando la madeja y tratar de vislumbrar quién o quiénes y por qué los acusaban, por qué el tinglado para señalarlos por sus supuestos nexos con el narco y sobre todo, por qué utilizar testigos protegidos dispuestos a declarar una y otra vez en su contra a sabiendas de que todo lo dicho era mentira, era algo armado e iba a fracasar. Se ejercitaban como podían. Abdominales, sentadillas, lagartijas. No había otra cosa a qué dedicarse en el día. Dauahare estuvo con el General Dawe hasta el 17 de abril, cuando fue liberado por la falsedad de las acusaciones en su contra. Dawe estuvo 15 días solo hasta que enviaron a su celda a un joven elemento de un grupo de reacción de la Policía Municipal de Tepeji del Río, en el estado de Hidalgo. Los meses de mayo y junio y los primeros cuatro días de julio, los compartió con el policía hasta que sus abogados y su familia le confirmaron que el Ministerio Público Federal se desistiría de emitir conclusiones acusatorias en contra de él y de los otros coacusados. La PGR de Murillo Karam no objetaría la decisión y se pronunciaría en el mismo sentido, lo que significaba que con la aprobación de un juez federal sería solo cuestión de horas alcanzar la libertad. Hubo de todo. Al vapor y con singular intensidad en las primeras dos o tres semanas tras la detención de Dauahare y Dawe. Si algo faltaba para amarrar mediáticamente el caso, la PGR, las fuentes militares, los inefables reportes de inteligencia y hasta revelaciones de la DEA estaban ahí para surtir de datos y versiones a los medios adecuados. La primera versión para consumo mediático, indicaba que los generales Dauahare y Dawe estaban ligados a los Beltrán Leyva, que había pruebas de varias reuniones de los miliares con operadores del cártel, que se veían en el Distrito Federal y en Cuernavaca. El 24 de mayo, para amarrar más la historia, la PGR filtraba el dato de que en su ampliación de declaraciones Sergio Villarreal Barragán, El Grande,  reconocían haber tenido tratos con los dos primeros generales y también con Ricardo Escorcia Vargas, quien fue comandante de la 24 Zona Militar en Cuernavaca, Morelos, cuando una avioneta presuntamente cargada con cocaína aterrizó en el aeropuerto Mariano Matamoros, en Xochitepec. El aparato venía de Colombia y debía ser interceptado en México. La alerta fue emitida por la DEA. La Sedena fue avisada y se ordenó que tropas  de la 24 ZM detuvieran a los narcotraficantes y aseguraran la carga, pero cuando los militares llegaron encontraron el Super Air King 200 vacío. La historia extraoficial dice que por este hecho el General Escorcia Vargas fue removido de la comandancia. Su lugar lo ocupó por poco tiempo el General Leopoldo Díaz Pérez, removido también del cargo por la desaparición y muerte del joven Jethro Ramsés Sánchez Santana, a manos de personal militar bajo su mando. Al General Dawe lo ubicaban en una especie de papel de doble agente que servía a los Beltrán Leyva y luego a Los Zetas. Las versiones creadas en la PGR calderonista y filtradas a varios medios aseguraban que cuando ambos cárteles se fusionaron para operar en Guerrero y Morelos, Dawe le pasó por error muchos datos y reportes a Los Zetas, lo que provocó una especie de mini guerra en varios frentes. Otras historias armadas en la PGR  en algunas oficinas de la Sedena marcaban a Dauahare como promotor de narcomenudeo al interior del Heroico Colegio Militar. Esta fue la primera acusación en contra del divisionario que se le derrumbó a la PGR aun con Marisela Morales al frente de la institución. Mientras la procuraduría continuaba armando expedientes fantasma y filtrando datos e informes especiales a la prensa mexicana, la procuradora aseguraba que las detenciones no tenían ningún trasfondo político. En tanto, en la primera semana de la detención de los generales, columnistas y articulistas y alguno que otro especialista afirmaban que la caída de los generales encabezados por Dauahare significaba el final de la era de dominio del grupo encabezado en la Sedena por el ex Secretario Enrique Cervantes Aguirre. Para todo y para todos daba historias la caída  de los generales, mientras la prensa española daba por ciertas todas y cada una de las historias publicadas y difundidas acerca de las detenciones. Se hacía énfasis en la de Dauahare por tratarse de un divisionario que había aspirado a la titularidad de la Sedena y que había pasado a retiro cuando era Subsecretario de la Defensa, el segundo cargo más importante en la institución. Las semanas y meses siguientes fueron de nuevas filtraciones y revelaciones de fuentes anónimas que hablan de fotos de los generales con capos de los Beltrán. Ninguna aportó documento alguno para apuntalar sus dichos. Para completar el cuadro en torno a la surrealista justicia militar mexicana y al bizarro manejo de las leyes no escritas en la vida castrense del país, el miércoles 8 de agosto de 2012 un diario revela que el general Roberto Dawe González fue considerado para ascender de Brigadier a de Brigada en la Promoción 2012, decisión que le fue notificada vía oficio por el General Secretario Guillermo Galván y por el general Rubén Serrano Herrera, entonces Director General de Personal de la Sedena. Los oficios estaban fechados el 1° de marzo (el de Galván) y el 13 del mismo mes (el de Serrano). Dos meses más tarde el general Dawe cuya Hoja de Servicios había sido evaluada minuciosamente por el Alto Mando, era detenido por sus supuestos nexos con el narco. 
SOY UN DRAGÓN 
–¿Qué va a hacer ahora? ¿Cuáles son sus planes? 
–Yo soy un soldado institucional. Pienso pedirle una cita a mi General Secretario Cienfuegos para que me reciba y me indique a qué unidad puedo presentarme a seguir prestando mis servicios, porque tengo 43 años y medio en el activo. Me jubilo en año y medio más o menos, paso a retiro. Todavía tengo fuerza para seguir trabajando. Tengo muchas ganas de trabajar, sobre todo ahorita que se requiere que todos, que toda la sociedad trabajemos para lograr la estabilidad en el país. El General Dawe está convencido de que su libertad y la de sus compañeros de armas es el resultado de la decisión del gobierno de aplicar el estado de derecho, “no como ocurrió antes, porque la aplicación de la ley debe estar perfectamente cimentada en pruebas fehacientes, en pruebas convictivas con las que se determine que hay una responsabilidad real.
 -¿Sigue creyendo en el Ejército?
-Por supuesto. Tengo 43 años de servicio, soy soldado de tiempo completo, soy del arma de Caballería y créame, no hay rencores.

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