7 jul 2013

El truculento enredo del caso Heaven/Reportaje Proceso


El truculento enredo del caso Heaven/RAÚL MONGE
Revista Proceso # 1914, 7 de julio de 2013
Conforme avanzan las indagatorias en torno a los 12 jóvenes tepiteños desaparecidos el pasado 26 de mayo, las cosas se le complican a las autoridades capitalinas. Hoy las pistas no sólo implican a las bandas criminales enquistadas en el barrio de Tepito, sino también a los propietarios de bares y antros donde se expenden drogas. Y los presuntos implicados lejos de aclarar la situación empañan el panorama para ocultar lo evidente: la presencia de los cárteles en el corazón de la Ciudad de México.
La muerte de Dax Rodríguez Ledezma –copropietario del bar Heaven After, quien apareció calcinado junto con su novia Heydi Fabiola Rodríguez Velasco y la prima de ésta– y el silencio de los detenidos despejó las dudas sobre la presunta participación del crimen organizado en la desaparición de los 12 jóvenes de Tepito en ese antro el pasado 26 de mayo.

Los cuerpos fueron abandonados en un camino de terracería en la comunidad de Tajumulco, municipio de Huitzilac, en Morelos, zona dominada por la organización Guerreros Unidos, un remanente del Cártel de los Beltrán Leyva. Estaban con las manos atadas y presentaban huellas de tortura. Los peritos no encontraron perforaciones producidas por arma de fuego en ninguno de ellos; tampoco había ningún narcomensaje.Inmediatamente después de que la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) comenzó a buscarlo para pedirle su declaración sobre los hechos del 26 de mayo, Dax salió con su novia  del Distrito Federal y viajó a Acapulco. Ahí, la pareja estuvo varios días; luego se fue a Iguala a la casa de la familia de Dax.
 En éste y otros municipios de la franja norte de Guerrero, se disputan el territorio los cárteles de Guerreros Unidos, con Mario Casarrubias al frente, y La Familia Michoacana-Estado de México, comandado por Johnny Hurtado Olascoaga, El Fish, y José María Chávez Magaña, El Pony, así como Los Caballeros Templarios, liderados por Servando Gómez Martínez, La Tuta.
 La pareja permaneció en Iguala hasta el 20 de junio. Ese día por la tarde, Dax, Heydi y su prima Diana Guadalupe Velasco Peña fueron al cine, sin percatarse de que eran vigilados por varios individuos, quienes se desplazaban en dos autos. Al salir de la función los interceptaron y se los llevaron.
 La madrugada del día 22 los tres cuerpos calcinados fueron localizados cerca del ayuntamiento de Huitzilac. La Procuraduría General de Justicia del Estado de Morelos reportó el hallazgo a su par del Distrito Federal. Al día siguiente, el 23 de junio, agentes capitalinos se trasladaron a la morgue de Morelos para tomar las muestras necesarias e intercambiar información con el propósito de detectar si tenían relación con los tepiteños levantados un mes antes.
 Tras cotejar las muestras recabadas con los ADN de los desaparecidos el resultado fue negativo. El 28 de junio la madre de Diana Guadalupe se presentó en la morgue morelense luego de una semana sin saber dónde estaba su hija. Ahí reconoció los cuerpos de Heydi y Diana Guadalupe.
 La PGJDF cotejó el ADN de Dax con el de su hermano Mario Alberto, El ­Moshino, quien se encuentra en el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente desde el martes 2 por el presunto delito de secuestro agravado. Junto con él fueron consignados Gabriel Carrasco Ilizaliturri, El Diablo, y Andrés Estuart Hononet González, El Andresote, jefe de seguridad y empleado del bar Heaven, respectivamente. Los resultados fueron positivos en 99.98%.
 En su declaración preparatoria ante el Juzgado 25 Penal, con sede en el Reclusorio Oriente, ninguno de los tres internos aportó datos concretos sobre lo sucedido en el antro el 26 de mayo último. Según Mario Alberto, copropietario del Heaven, supo del levantón a través de Ismael García Polo, El Polo, su gerente, y negó tener participación en ese evento.
 No obstante, cuando se entregó a la justicia tras la captura de su esposa Brenda, quien ya fue liberada, sí aportó detalles: admitió la venta de drogas en su negocio porque el grupo La Unión –cuyo ámbito de operación está en Tepito– lo tenía amenazado; reveló también que Horacio Vite Ángel, El Chaparro, distribuía droga en su negocio.
 Según El Andresote, también chofer del Moshino, el día de los hechos salió del bar a las ocho de la mañana y pasó el resto del día con su familia. Sólo El Diablo, el jefe de seguridad del Heaven, se reservó su derecho a declarar.
 Sin embargo, cuando dio su testimonio ante el Ministerio Público sí inculpó abiertamente a los hermanos Dax y Mario Alberto, quienes, dijo, tenían problemas con Jerzy Ortiz Ponce, de 16 años y líder de Los Tepis, una organización dedicada al narcomenudeo y la extorsión.
 Con base en las declaraciones ministeriales del Moshino, El Diablo y El Andresote, la PGJDF pudo capturar a otros tres presuntos implicados en el secuestro de los tepiteños, entre ellos a Armando Hernández Gómez, El Ostión, quien confesó que el plagio múltiple fue en represalia por el asesinato del Chaparro en el bar Black de la colonia Condesa el 24 de mayo, dos días antes de los hechos del Heaven.
 De 34 años, El Ostión, uno de los principales distribuidores de droga en el barrio de Tepito, responsabilizó a Ernesto Espinosa Lobo, socio del Heaven, quien se encuentra arraigado; a Jesús Carmona, El Chucho, y a un sujeto identificado como El Javi. Los dos últimos –prófugos–, dijo, son los presuntos líderes de La Unión.
 Junto con El Flaquito, El Camaleón, El Calabozo, El Leinad Chuta, El Hummer y Beto Broncas, según el detenido, El Chucho y El Javi secuestraron a los tepiteños.
Testigo clave
Al igual que el gerente del Heaven, Ismael García Polo, quien está prófugo, Dax Rodríguez era una pieza clave para la PGJDF. Ambos, según la dependencia, participaron de manera directa en la desaparición de los 12 jóvenes, la mayoría de los cuales pertenecen a Los Tepis. Ese día habían llegado al bar, del que eran asiduos, a las 8:30 horas. Iban en dos grupos.
Ese día Zoé Pedraza Aguilar, El Toñín –el testigo que rindió su declaración en el Centro de Atención a Personas Extraviadas– saludó a Dax, quien estaba con El Diablo, El Andresote y El Polo. Fue este último el encargado de introducirlos al bar. Incluso les asignó mesas en la parte alta del establecimiento de la calle Lancaster 27, colonia Juárez, delegación Cuauhtémoc.
Una hora después El Polo alertó a su patrón vía telefónica, quien en ese momento desayunaba en un restaurante de la colonia Roma, de una disputa dentro del bar entre integrantes de La Unión Insurgentes –cuyo ámbito de operaciones comprende el corredor Roma-Condesa-Insurgentes y es protegido por Los Caballeros Templarios– y Los Tepis, liderado por Ortiz Ponce y Said Sánchez García.
Jerzy, de 16 años, es hijo de Jorge Ortiz Reyes, El Tanque, quien purga una condena en el penal de máxima seguridad en Hermosillo. Hasta su detención, hace 10 años, era el principal distribuidor de droga en el barrio de Tepito y otras zonas de la Ciudad de México. Actualmente, se encuentra recluido en el penal federal de Hermosillo, Sonora. Said es hijo de Alejandro Sánchez Zamudio, El Papis, también preso por delincuencia organizada y extorsión.
Dax le ordenó al Polo entretener a los tepiteños, mientras los miembros de La Unión Insurgentes pedían refuerzos. “Los Tepis están enfiestados y los pendejos no se han dado cuenta de que los de La U están entrando y saliendo. Yo creo que esto va a valer madre”, dijo un empleado del bar.
Cuando llegaron los refuerzos de La Unión Insurgentes –Chucho Carmona, El Javis, Hummer, Calabazo, Flaquito, Camaleón, Leinad Chuta y Panqué, entre otros–, El Polo ordenó al dj apagar la música y encender las luces. “Me acaban de avisar que va a haber un operativo, tenemos 20 minutos para desalojar”, justificó.
Así, sin aparente violencia de por medio, salvo porque un testigo vio que uno de los de La U llevaba una arma, la agrupación de narcomenudistas apadrinada por Los Caballeros Templarios se llevó a Alan Omar Atiencia Barranco; Eulogio Fonseca Arreola; Guadalupe Karen Morales Vargas; Gabriela Téllez Zamudio; Montserrat Loza Fernández; Rafael Rojas Marines; Jennifer Robles González, El Toñín; Zoé Alberto Osorio Sansón, El Zoé; Luis Ramón Rodríguez Morales, El Chupón; Jerzy Ortiz Ponce; José Piedra Moreno, El Chupetes; Aarón Piedra Moreno; Gabriela Ruiz Martínez, y Said Sánchez García. De ellos, 12 no aparecen aún.
El pasado 6 de junio, un presunto miembro de La Unión Insurgentes, cuya identidad no se dio a conocer, declaró a la agencia EFE que a los 12 tepiteños “se lo quebraron”. Los ejecutores, dijo, son sicarios de Los Caballeros Templarios.
El motivo, según el confidente: vengar la muerte del narcomenudista Horacio Vite, quien trabajaba para dicho grupo en el bar Black. “Lo dejaron como a un perro en un árbol con un balazo”, dijo a la agencia española. Asimismo afirmó que Los Caballeros Templarios dominan el negocio de la droga en la Zona Rosa.
Una testigo declaró a la PGJDF que durante el desalojo los tepiteños fueron heridos con arma blanca. “Alcance a escuchar al Javi y El Chucho cuando decían que el asunto del Heaven ya había valido verga”. A varios de los desaparecidos “ya los habían picado”; a dos de ellos, incluso, comentó, se los habían llevado para “darles una lección”.
 Aparte de la disputa por el corredor urbano que concentra la mayoría de los antros de la Ciudad de México, donde cientos de jóvenes suelen acudir los fines de semana a “reventarse”, un presunto desencuentro entre Jerzy Ortiz y Horacio Vite por la venta de drogas derivó en la ejecución de este último la madrugada del 24 de mayo.
 Horas antes Vite sacó del bar a Ortiz. Le advirtió que era él quien controlaba la venta de drogas en ese lugar. Luego del altercado, cuatro sujetos encabezados por Bryan Enrique Torres Razo, vecino de Tepito, ingresaron al bar Black con la orden de “darle piso” a Vite.
 El narcomenudista no estaba en el lugar, por lo que decidieron esperarlo en la calle. Cuando llegó, Vite entró al antro, detrás de él iban Torres Razo y sus acompañantes. Lo cercaron y lo sacaron a empellones. En el forcejo uno de los agresores hurgó en sus bolsillos. Luego le ataron las manos y se lo llevaron a la calle Mexicali, donde lo tundieron a golpes y le pegaron un tiro en la nuca con una pistola .9 mm.
 Al final colocaron el cuerpo junto a una jardinera y huyeron en dos autos. La policía encontró en la bolsa del pantalón de la víctima seis bolsitas de cocaína. Horacio Vite, El Chaparro, tenía su domicilio en Tultitlán, Estado de México, una de las plazas controladas por La Familia Michoacana.
 El mayor tianguis
 A pesar de contar con la mayor fuerza en el territorio nacional –74 mil efectivos, sin contar las corporaciones federales y militares–, las autoridades de la Ciudad de México no pudieron impedir el asentamiento de cárteles mexicanos y colombianos en el corazón político, económico y social del país.
 Desde hace poco más de dos décadas, células de los cárteles de Juárez, Los Arellano Félix, Los Valencia, del Golfo, Culiacán y de Cali tienen una activa presencia en el Distrito Federal y su zona conurbada; más recientemente, Los Zetas, Los Guerreros Unidos, La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios también han dejado sentir su presencia.
 Esos grupos criminales han dejado sus huellas por todos lados: ejecuciones, decapitaciones, introducción de todo tipo de drogas, operaciones de lavado de dinero, ajustes de cuentas, levantones y atentados contra jefes policiacos federales y locales. Su prolongada estancia en la capital, además de la creciente violencia, ha convertido el entorno y a los 17 municipios conurbados en el tianguis de estupefacientes más grande de país.
 Buena parte de la droga que entra a la capital y solía tener como destino final el mercado estadunidense, ahora se comercializa en al menos 10 mil puntos de la megaurbe; 4 mil 500 son narcotienditas. La razón: en el Distrito Federal se concentra casi 50% de la población adicta del país, alrededor de 500 mil personas según datos de la Secretaría de Salud.
 Y aun cuando las autoridades capitalinas niegan su existencia, el Cártel de Tepito no ha desaparecido; sólo han cambiado su denominación y sus socios.
 Surgió en los ochenta, cuando integrantes de la familia Arias –David y Víctor Arias Pérez, Narciso y Ulises Arias Solorio y Héctor y Gustavo Arias Orozco– unieron fuerzas y comenzaron a comercializar cocaína, mariguana y psicotrópicos en ese cuadrante formado por 57 calles. La venta de grapas de cocaína y mariguana se extendió luego a colonias de la delegación Gustavo A. Madero, en el norte de la Ciudad de México.
 La familia Arias se alió con otro grupo de Tepito dedicado a la venta de droga a gran escala liderada por el padre de Jerzy Ortiz, Jorge Ortiz Reyes, El Tanque, y Fidel Camarillo Salas, El Papirín, y Juan Carlos Rodríguez, El Colombiano. De esa fusión surgió el Cártel de Tepito.
 En abril de 2001 el entonces titular de la PGR, Rafael Macedo de la Concha, aludió a esa organización a raíz de la detención de un operador de Los Arellano Félix, quien en esa época se alió con los principales distribuidores de ese barrio.
 El gobierno capitalino puso en marcha un operativo gracias al cual logró capturar al Tanque, al Papirín y al Colombiano. El Cártel de Tepito se atomizó y surgió una docena de grupos (Proceso 1274).
Alianzas tepiteñas
Según de las investigaciones derivadas del caso Heaven, Jerzy Ortiz intentaba seguir los pasos de su padre, aun cuando él aseguró la semana antepasada al diario español El País no saber a qué se dedicaba su hijo. Señaló, sin embargo, que las autoridades capitalinas saben perfectamente bien quién controla la venta de droga en Tepito.
El caso de Jerzy no es el único. De acuerdo con datos obtenidos por Proceso, una buena parte de los jóvenes desaparecidos andaba en malos pasos. Gabriela Téllez Zamudio y Jennifer Robles González, por ejemplo, tenían nexos con una persona identificada como El Grande, a quien testigos del bar Black involucran en el crimen de Horacio Vite.
De acuerdo con la PGJDF, El Grande se dedica a la extorsión (cobro de piso) en Tepito y otras zonas de la ciudad. Sus operadores son, entre otros: los hermanos Josué y Aarón Piedra Moreno, Luis Antonio González Torres y Alán Omar Atiencia Barranco –este último fungía como dealer en el corredor Condesa-Roma-Insurgentes y está casado con Guadalupe Karen Morales Vargas–.
 El 26 de mayo Aarón iba acompañado de Gabriela Ruiz Martínez; González Torres mantenía una relación sentimental con Monserrat Loza Fernández. Rafael Rojas Marines, otro de los desaparecidos, dealer de Los Tepis y familiar de El Lobo y El Quick, quienes operan el centro nocturno El Deep, ubicado en el perímetro de la delegación Gustavo A. Madero.
 El barrio de Tepito está formado por 57 calles, la mayoría de ellas invadidas por más de 20 mil ambulantes, quienes contravienen la ley, pues no aportan sus cuotas a la Tesorería capitalina.
 La pobreza aparente que reina en ese histórico espacio urbano colindante con el Centro Histórico es pura fachada. Muchas de las vecindades construidas después de los sismos de 1985 y viviendas semiderruidas en realidad son bodegas y están repletas de mercancía, gran parte de la cual es ilegal.
 El comercio formal también opera en la ilegalidad: más de 50% de los establecimientos formales no tienen permiso para operar y tres unidades habitacionales construidas en anteriores administraciones no existen legalmente pues carecen de escrituras.
 Las más de 60 organizaciones de ambulantes fijos y semifijos reconocidas por las autoridades forman parte del submundo de la ilegalidad y de los negocios turbios de Tepito, cuna de grandes deportistas, convertido ahora en semillero de sicarios que se venden al mejor postor.

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