24 sept 2013

Alvarez Nolasco, viejo sabio e inolvidable/Cuco Haro

ERNESTO ALVAREZ NOLASCO,
VIEJO SABIO E INOLVIDABLE/José Refugio Haro


Está en el féretro callado, pensativo, un poco avejentado quizá. Se ve rodeado de sus grandes amigos. En aquella pared se ve solo, inquisidor, a Jesús Reyes Heroles, su compañero de batallas políticas ; cerca de ahí, frente a frente, Adolfo López Mateos parece decirle ¡Atinaste, Nolasco, ya soy candidato a la Presidencia! y allá, en la pared del fondo, colgado de su respectivo clavo, un Francisco Labastida gobernador, sonriente, parece festejar otra de las ocurrencias geniales de Ernesto.
Desde su Parque Jurásico, Álvarez Nolasco, finalmente a sus 93 años y medio se toma el descanso eterno merecido después del largo trajinar por los campos de la política, de la cátedra, del periodismo, espacios donde ganó el reconocimiento general por una firmeza de principios que le llevó a ocupar altos cargos en el gobierno federal, siempre al lado del veracruzano Reyes Heroles.
Antes fue director de El Sol del Valle en Los Mochis a mediados del siglo pasado, y previamente había experimentado la cátedra en la escuela preparatoria de la Villa de Ahome, y la administración de empresas en la Oficina de Hacienda, también en Los Mochis, Sinaloa.

Para orgullo de Su tierra, Álvarez Nolasco fue quizá el primer sinaloense en ganar el Premio Nacional de Periodismo, lo cual sucedió en 1954. 
En la ciudad de México, en 1960, como reportero de la revista Mañana, el ahomense realizó una serie de entrevistas para un trabajo que intituló ¿Ha muerto la Revolución? se cumplían 50 años del movimiento armado de México de principios del siglo pasado.
Recibió los testimonios y opiniones de personajes como el entonces senador Adolfo López Mateos, a quien Nolasco le habría susurrado su pronóstico: “Usted llegará a ser candidato del PRI a la presidencia”. En el mismo rondín de entrevistas, el sinaloense incluyó al general Heriberto Jara, a Germán Parra, a José Vasconcelos y Vicente Lombardo Toledano.
El mexiquense le cobró gran estimación a aquel moreno sinaloense que le auguró la presidencia y, bajo su auspicio, Álvarez Nolasco fue diputado por Sinaloa en el periodo 1961-1964, después el ahomense volvería a ser legislador federal de 1967 a 1970, pero más tarde rechazaría en otras dos ocasiones el ofrecimiento del PRI para volver a la cámara baja. Era hombre de sólidas convicciones, no valía la pena volver a ser un número más del PRI en el Congreso.
Una golondrina sola no hace verano.
Su sueño de siempre de ser presidente municipal de Ahome se cumplió en 1987, cuando derrotó al candidato del Partido Acción Nacional, Rodolfo Peña Fárber.
Fue exitoso reportero de los diarios Novedades, El Popular y Diario de la tarde, así como de las influyentes revistas Hoy, Siempre! Tiempo y Mañana.
En una ocasión, cuando como reportero le asignaron las fuentes de los organismos empresariales acudió a la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) por primera vez y al llegar le indicaron que el gerente de la misma deseaba hablar con él. Al fondo de la oficina estaba un joven blanco, vasto de carnes y de aspecto aniñado.
Jesús Reyes Heroles, luego de saludarlo, lo invitó a sentarse y enseguida sacó un folder de una de las gavetas de su escritorio al tiempo que explicaba: “…sabemos de los bajos salarios que pagan en los periódicos y por ello nosotros damos modestas ayudas a los reporteros de la fuente. Así que aquí usted tendrá periódicamente un cheque, sin ningún compromiso para usted, bla bla bla…”, y procedió a la apertura del folder.
Álvarez Nolasco replicó de inmediato: “Perdóneme, licenciado, pero usted me está confundiendo con un mesero”.
Fue el inicio de una gran amistad que sólo la muerte de Reyes Heroles en 1985 truncó. Mientras tanto, juntos pasaron, a la cabeza de ellas, por instituciones como las secretarías de Gobernación y de Educación; por el IMSS, Pemex, Diesel Nacional y Siderúrgica Nacional, entre muchas otras.
Fuera del servicio público, Reyes Heroles y Álvarez Nolasco dirigieron al PRI nacional de 1972 a 1975.
Dueño de una chispeante inteligencia, siempre tenía la réplica inmediata para las bromas, como la ocasión en que se encuentra en el aeropuerto de Los Mochis con quien sería el siguiente gobernador a la salida de Francisco Labastida, el siempre pasado de kilos Renato Vega Alvarado.
Al verse frente a frente, Renato es el primero en exclamar, luego de fundirse en un fuerte abrazo:
__ ¡Ernesto!
__ ¡Renato! -Contesta el entonces alcalde de Ahome.
__ ¡Te veo más joven! Ernesto…
__ ¡Te veo más delgado! Renato…
__ ¡Jaaaa ja ja!
__ ¡Jaaaa ja ja!
Álvarez andaba sobre los 70 años y Renato pasaba fácilmente los 100 kilos.
Sin aspavientos, sin despedidas dramáticas, sin lágrimas tardías, Ernesto se fue el segundo sábado de septiembre como vivió siempre: tranquilo, callado, digno, envuelto en su túnica de 9 décadas.
Dejó ejemplos de dignidad, honestidad a toda prueba y lealtad inquebrantable a sus amigos y a su familia.
Desde el sábado 14 de septiembre, el “ahomepolitano” descansa en el panteón de la villa de Ahome que lo vio nacer en 1920, muy cerca de su particular “parque jurásico”.

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