9 ene 2014

Los Legionarios de Cristo en un "examen de conciencia"


¿Perdón y olvido?
Misa inaugural del Capítulo Extraordinario.
El Capítulo se lleva a cabo en la sede de la Dirección general de los Legionarios. 
Participan el director general, los miembros del consejo general, el secretario general, el procurador general, el administrador general, el prefecto general de los estudios y los nueve directores territoriales.
 Los demás delegados son elegidos por los Legionarios de los diferentes territorios y constituyen poco más de dos tercios de los padres capitulares: en total son 61 sacerdotes
 El Capítulo general tiene «dos tareas principales: la elección de un nuevo Gobierno del Instituto y la aprobación de las nuevas Constituciones».
Este jueves 9 de enero dio inicio el Capítulo Extraordinario de la Legión con un servicio religioso encabezado por el delegado Pontificio de la Congregación, Cardenal Velasio de Paolis, quien dijo de entrada que las Constituciones que se aprueben en este importante evento, deben constituir “un camino de sanación” para sus miembros y alentó a recordar que el dolor y el sufrimiento constituye un camino de purificación que pueden ofrecer por amor a la Iglesia.
 En la misa que presidió en la capilla del Centro de Altos Estudios de la Legión en Roma, de Paolis se refirió a dos grandes tareas que los 61 sacerdotes reunidos en este evento deben afrontar: la aprobación de las Constituciones y la elección de las nuevas autoridades.
Sobre el primero de los temas, señala la nota de los Legionarios, el Cardenal dijo que “las Constituciones que se den a ustedes mismos no serán simplemente un código de leyes que los unan externamente en disciplina, sino que el texto será una expresión de una vocación común, un ideal común, una misión común, un camino común de sanación, un impulso para el esfuerzo común en el cumplimiento del plan de Dios para la Congregación y para cada uno de ustedes”.
 “El corazón de las Constituciones es el carisma o el patrimonio espiritual del Instituto (la Legión)”, dijo el Purpurado y recordó que el Papa fue quien subrayó esta idea indicando que en la tarea de aprobar las nuevas Constituciones “debe examinarse profundamente el mismo carisma del Instituto”.
De hecho, prosiguió, “las Constituciones deben contener la vocación y la identidad del Instituto (es decir, su carisma o patrimonio espiritual) y las normas fundamentales para su protección, avance y progreso. Esta ha sido la preocupación principal al elaborar el borrador del texto y el Capítulo debe tener la misma preocupación al aprobar el siguiente texto que será enviado al Santo Padre”.
En relación a la elección de las autoridades, el Cardenal de Paolis recordó que son ellas quienes tienen la misión de “preservar y promover el carisma del Instituto” y explicó que esto es posible solo cuando “la autoridad se ejerce como un servicio, en el espíritu del Evangelio y en fidelidad a las normas de la Iglesia”.
“Es un asunto al que debe darse especial atención, especialmente por ustedes, que tienen una historia de sufrimiento a este respecto. Es importante no olvidar eso. Y esto ha sido un tema sobre el que el nuevo texto constitucional ha sido atento y vigilante”.
Tras precisar que las normas no son suficientes, el Cardenal indicó que en la elección de las nuevas autoridades es necesario que “tengan un nuevo corazón, los que eligen y los que sean elegidos”.
La Iglesia, dijo luego, los ha acompañado “particularmente a través del Papa Benedicto XVI –que, en el más trágico momento de su historia, tuvo la confianza en ustedes y creyó en su capacidad para la renovación y la fidelidad en el Señor – y con el actual Supremo Pontífice el Papa Francisco – que quiso estar presente en este importante momento de su historia”.
“Creo que están contentos por haber confirmado vuestro sí al Señor. Han sufrido mucho, dentro y fuera de ustedes. Han sufrido la vergüenza de ser acusados, mirados con sospecha y de ser expuestos a la opinión pública, también en el interior de la Iglesia. Han sabido aceptar este sufrimiento por amor a vuestra vocación, por amor a la Iglesia y a la Legión”.
Este sufrimiento, continuó el Cardenal, “los ha purificado, los ha madurado, los ha hecho tener la experiencia de la gracia del Señor y de su amor, que los ha llamado a participar en el misterio de la redención mediante la cruz y el dolor”.
“Han participado en el dolor de quienes han sufrido a causa de algunos miembros de la Legión. Han elegido el único modo que el Evangelio conoce para la redención del mal: no la fuga, no el rechazo, no la condena de los otros, sino la participación, la solidaridad, el amor que entra en el mismo pecado y en el mismo dolor para redimirlo desde el interior”.
El Cardenal de Paolis les dijo a los Legionarios también que “hoy estén contentos de participar en esta liturgia de la Eucaristía, asociados al misterio de Cristo que por amor ofrece la propia vida. Y renuevan en su ofrecimiento de Cristo el ofrecimiento de vuestra vida”.
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I/ 9/2014
El Papa muy atento ante la purificación de la Legión
Nota de GIACOMO GALEAZZ para Vatican Insider
«Los Legionarios de Cristo no son tan ricos como se piensa; Papa Francisco sigue personalmente la reforma». El momento decisivo ha llegado: la congregación de los Legionarios de Cristo toma la vía de la revisión de los propios estatutos y de la elección de la nueva cúpula.
El cardenal Velasio De Paolis, que se ocupará del nuevo camino de los Legionarios de Cristo hasta el final del Capítulo en curso, previsto hacia finales de febrero, refiere que «en estos tres años y medio hice relaciones puntuales para Benedicto XVI. Sin embargo, el último informe nos tomó fuera de lugar, porque el Papa renunció poco después de que yo lo entregara». Y luego, «cuando fue nombrado el nuevo Papa, sentí el deber de presentarle este informe a él, quien me llamó inmediatamente y después de algunos días me escribió también una carta, en la cual me confirmaba en mi trabajo, aprobaba el programa que le presentaba, que era precisamente el programa de las del Capítulo General, y me pedía que lo informara sobre el camino de preparación del Capítulo. Al final del mes de noviembre, a inicios de diciembre, entregué al Santo Padre el material de preparación».
Además, «la situación económica había empeorado, tanto a nivel mundial por la crisis financiera como a nivel institucional para ellos, porque la fama perdida había disminuido los estudiantes en sus colegios y por tanto sus ingresos económicos».
Un acto de confianza hacia la Congregación fue el nombramiento del 31 de agosto pasado, por parte de Papa Francisco, de uno de sus miembros, monseñor Fernando Vérgez Alzaga, como nuevo secretario general del Gobernatorado vaticano.
El capítulo general marca el camino «de renovación y de purificación» que se ha emprendido tras los escándalos relacionados con la figura del fundador, el mexicano padre Marcial Maciel Degollado, fallecido en 2008 a los 88 años y que fue suspendido del ministerio debido a las acusaciones sobre su doble (e incluso triple) vida, marcada por abusos, pederastia, hijos con diferentes mujeres... «Papa Francisco ha sido muy atento, ha estado muy cerca y quiere, justamente, seguir el camino que estamos recorriendo», subrayó a la Radio Vaticana el cardenal Velasio De Paolis, delegado pontificio para los Legionarios de Cristo.
El Capítulo se lleva a cabo en la sede de la Dirección general de los Legionarios. Participan el director general, los miembros del consejo general, el secretario general, el procurador general, el administrador general, el prefecto general de los estudios y los nueve directores territoriales. Los demás delegados son elegidos por los Legionarios de los diferentes territorios y constituyen poco más de dos tercios de los padres capitulares. El Capítulo general tiene «dos tareas principales: la elección de un nuevo Gobierno del Instituto y la aprobación de las nuevas Constituciones».
Aunque se piensa que terminará hacia finales de febrero, será el Capítulo mismo quien defina el calendario según procedan los trabajos. Hay tres etapas, según indicó el cardenal De Paolis: «la primera etapa es una verificación del camino recorrido; un examen de conciencia –lo hemos llamado así– hecho ante las acusaciones que han sido dirigidas, cómo las hemos verificado y cuál es el compromiso que tenemos que asumir para superar estas dificultades. Se reconoció también un compromiso penitencial, que debería llevarnos a reconocer, también públicamente, estas responsabilidades, pero como compromiso de cada uno a saber asumir el sufrimiento que deriva de esta situación, como expiación para renovar la Legión y por lo tanto encontrar el lugar adecuado dentro de la Iglesia. El segundo momento debería ser el nombramiento de nuevos superiores que deberán después gobernar el Instituto. El tercer momento es la revisión de las Constituciones, que debería ser sencillo, precisamente porque hemos trabajado en ello durante estos tres años y medio».
Entre todas las cosas pendientes, subraya el delegado pontificio para los Legionarios de Cristo: «la principal es la revisión de las Constituciones. Tenían unas Constituciones que no habían sido redactadas según los criterios del post-Concilio, sino que tenían aún los criterios tradicionales: un texto muy largo, pesado, también farragoso, donde no se distinguían las normas constitucionales de las otras y se reflejaba también una mentalidad que – a nivel disciplinar – no distinguía tampoco la gradualidad de las leyes, la importancia de las leyes y por lo tanto, tampoco la sustancia de la disciplina, de otras leyes que son útiles, quizás también necesarias, pero no características. Un mar de normas dentro del cual el mismo carisma se diluía».
En cuanto a los escándalos, sobre todo relacionados con los abusos sexuales del mismo padre Marcial Maciel, el cardenal De Paolis comentó que los Legionarios «habían caído en una trampa mucho más peligrosa, que era la del Fundador mismo. Recorrimos este camino encontrando los problemas relativos a las consecuencias del comportamiento del Fundador respecto a las víctimas».
El delegado pontificio no dejó de referirse también a otros problemas «de orden económico, porque los Legionarios no son tan ricos como se piensa: la situación económica había empeorado, tanto a nivel mundial por la crisis financiera como a nivel institucional para ellos, porque la fama perdida había disminuido los estudiantes en sus colegios y por tanto sus ingresos económicos».
Por lo demás, recodró De Paolis, el fundador de los Legionarios de Cristo «¡era superior y ¡superior absoluto! Baste pensar que él –así afirman– que él hacía y deshacía y que ¡ni siquiera se auxiliaba con el Consejo!». Ahora, en cambio, «se superaron también tensiones internas, que las hubo; ciertamente no han desaparecido, pero la gran mayoría es compacta. Me parece que el Capítulo inicia bajo buenos auspicios, porque habrá aún tendencias de apertura y de cerrazón de algunos, pero la tendencia fundamental es de aceptación del esquema de las Constituciones que se presenta. La característica que hay que subrayar es la de la absoluta obediencia a la Iglesia. Yo recuerdo, desde el inicio, que escribí en una carta que si ellos conservaban esta fidelidad y obediencia a la Iglesia, el camino no podía ser no positivo».
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Era “post Maciel”: los Legionarios definen su futuro
ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ
CIUDAD DEL VATICANO
La Legión de Cristo define su futuro. Lo hará con un capítulo extraordinario, una asamblea general que aprobará las nuevas Constituciones de la congregación y elegirá a los próximos superiores. Una reunión, no exenta de insidias, que inició este día y se extenderá las próximas semanas. Por su resultado se podrá juzgar cuánto el instituto religioso ha avanzado en una verdadera reforma interna que deje atrás, definitivamente, la herencia de su inmoral fundador  Marcial Maciel Degollado. Aunque su oscura figura todavía ejerce influencia.
Los 61 sacerdotes convocados para el capítulo comenzarán sus sesiones de trabajo formalmente el jueves, tras la misa de inauguración la tarde de este miércoles en la capilla del Centro de Estudios Generales de Roma. Todo estará presidido por el cardenal Velasio De Paolis, el delegado pontificio responsable del proceso de renovación.
El capítulo no fue planteado como un punto de llegada, sino como un paso en un camino, tortuoso, hacia la era “post Maciel”. Todavía pesa en muchos legionarios la herencia de un fundador culpable de todo tipo de actos inmorales, desde los abusos sexuales contra menores hasta el consumo de drogas y la procreación de hijos con amantes.
“Sería ingenuo pensar que todo será color de rosa una vez que termine este evento. Va a poner los rieles por donde tendremos que caminar, pero luego hay que seguir recorriendo el camino con la ayuda de Dios”, aseguró Benjamín Clariond,  responsable de prensa de la congregación, en entrevista al Vatican Insider.
Más allá de los objetivos principales de elegir superiores y aprobar nuevos estatutos, la asamblea afrontará interrogantes sobre el pasado y el futuro. El delegado De Paolis y los directores territoriales presentarán informes sobre el estado de la Legión a todos los capitulares, que definirán las prioridades para los próximos años. Un tiempo importante se dedicará a estudiar una “investigación detallada” sobre el fenómeno de los abusos sexuales contra menores en la institución. No sólo los cometidos por Maciel, sino por otros sacerdotes.
Apenas unos días atrás el vicario general, Sylvester Heereman, reconoció públicamente en una carta que unos 35 legionarios fueron denunciados por abusos de diverso tipo a lo largo de la historia de la congregación. Un dato surgido de esa investigación oficial. Aunque algunos ex miembros desconfían de esa cifra y afirman que podrían ser más casos. De todas maneras el capítulo deberá hacer cuentas con esa herida aún abierta. Entre otras cosas porque nueve de las denuncias por estos delitos todavía son investigadas por la justicia eclesiástica.
El más famoso de los denunciados es justamente Maciel, fallecido en 2008 y cuya figura todavía genera divisiones. La participación en el capítulo de algunos de sus colaboradores más cercanos ha levantado críticas. Especialmente en los casos de Luis Garza Medina y Álvaro Corcuera.
El primero de ellos fue vicario general de 1992 a 2011. En la práctica se desempeñó como el sustituto del fundador cuando este dirirgía con mano férrea la congregación y su poder era absoluto. El segundo fue elegido en 2005 como sucesor de Maciel en la dirección general y se mantuvo en el puesto hasta el 2012.
“Nuestro padre”, como lo llamaban en vida, sigue presente también en sus víctimas. La mayoría de ellos dejaron el sacerdocio, salvo casos excepcionales como el de Félix Alarcón. Un octogenario español que no se alejó de la Iglesia y todavía sigue ejerciendo en una parroquia. Hace unos días él dio un testimonio desgarrador sobre los abusos sufridos y advirtió que ha sentido la indiferencia total de los legionarios hacia su dolor, salvo casos específicos.
La respuesta llegó desde las columnas de “Regnum Christi en vivo”, un blog oficial. En su artículo el legionario Fernando Morales constató que “urge una reconciliación con todos nosotros  y es absurdo que aún no hayamos podido sellarla”. Aseguró que seguir adelante con la Legión de Cristo no significa negar “las injusticias y atrocidades pasadas”.
“Urge expresar nuestra cercanía a este hombre, a este hermano nuestro. Me duele que él siga sintiendo que lo consideramos un enemigo o simplemente que, aun reconociendo él la bondad del padre Corcuera y los pasos oficiales que se han dado, piense que el conjunto de los legionarios somos indiferentes ante su dolor o crea que lo miramos con recelo”, añadió.
Lo cierto es que esa reconciliación definitiva con las víctimas no ha tenido lugar. No obstante se haya conformado una comisión especial de acercamiento con ellas. Ese organismo sirvió para zanjar algunas situaciones del pasado, con algunos resarcimientos económicos, pero no produjo un resultado clave: una solicitud de perdón clara, inequívoca, pública y puntual.
Una solicitud de perdón que, a título personal, pronunció uno de los personajes destacados de la congregación en los últimos años. El sacerdote Deomar De Guedes, que era consejero general y decidió renunciar a pocos días del inicio del capítulo. Su salida significó un fuerte remesón y minó la credibilidad de la reforma. Pero, sobre todo, dejó sobre la mesa de los capitulares una cuestión ineludible: ¿Debe la asamblea pedir perdón a las víctimas públicamente?
“Muchos enfrentamos el capítulo con una sana expectativa por las decisiones importantes que se van a tomar ahí, pero también con un poco de deseo de cerrar este capítulo de nuestra historia con las lecciones bien aprendidas y de dedicarnos a trabajar por los demás, a hacer el bien y no estarnos mirando y analizando a nosotros mismos todo el día. La renovación que nos pide la Iglesia no es cosmética, de apariencias, sino que quiere permear todo nuestro modo de vivir y de actuar”, apuntó Benjamín Clariond.



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