18 abr 2014

El IOR


Francisco concede una segunda vida al banco del Vaticano
El Papa descarta su cierre igual que renunció a disolver los Legionarios tras los casos de pederastia
El IOR responderá de sus finanzas ante Moneyval
Nota de PABLO ORDAZ Roma 
El País, 7 ABR 2014;
Hace algo más de un año, la Iglesia católica tenía tres grandes problemas que necesitaba solucionar urgentemente y que, en buena parte, provocaron la renuncia de Benedicto XVI. La desconexión total del Vaticano con los fieles, los gravísimos escándalos de pederastia y las luchas internas de poder en torno, principalmente, a sus siempre oscuras finanzas. El primer problema lo solucionó Jorge Mario Bergoglio antes incluso de que la fumata blanca se llegase a extinguir. Aquel “buenas tardes” y aquel “recen por mí” junto a una insólita declaración de principios —“cómo desearía una Iglesia pobre y para los pobres”— despertaron un interés mundial que aún sigue creciendo. La pederastia y el dinero oscuro eran asuntos mucho más graves y más difíciles de resolver, pero el papa Francisco tenía ante sí dos importantes decisiones al respecto —la continuidad o no de los Legionarios de Cristo y el cierre o no del banco del Vaticano— que marcarían su impronta en la manera de atajar los problemas.
La decisión puede leerse como que una cosa es predicar y otra dar trigo
Y su solución, comunicada ayer, sobre el futuro del Instituto para las Obras de Religión (IOR) —fundado en 1942 y acompañado siempre por los escándalos— se parece mucho a la que adoptó hace algo más de un mes sobre los Legionarios de Cristo, la congregación ultraconservadora fundada en 1941 por el abusador mexicano Marcial Maciel. En uno y otro caso, Bergoglio ha tirado por la calle de en medio. Permitirá que tanto el banco del Vaticano como los Legionarios sigan existiendo, pero sometidos a estrictos controles y bajo la amenaza constante de su desaparición si no se someten, en tiempo y forma, a las exigencias marcadas por Francisco, quien ha colocado a personas de su confianza en el interior de la congregación y el banco.
La decisión sobre el banco del Vaticano fue anunciada ayer por el cardenal australiano George Pell, el nuevo responsable de economía del Vaticano: “El IOR continuará sirviendo con atención y suministrando servicios financieros especializados a la Iglesia católica en todo el mundo. Es significativo el servicio que el Instituto puede ofrecer, asistiendo al Santo Padre en su misión como pastor universal y apoyando a otras instituciones e individuos que colaboran con él en su ministerio”. Para ello, el cardenal Pell recuerda que durante los últimos meses —mediante sendas órdenes papales firmadas en agosto y noviembre de 2013—, Jorge Mario Bergoglio introdujo “una amplia y articulada estructura legal e institucional” con el objetivo de “regular las actividades financieras en la Santa Sede y el Vaticano”. El IOR tendrá, pues, un doble corsé. Tendrá que adecuarse a los nuevos y numerosos mecanismos de control impuestos por la Santa Sede, pero también responder ante Moneyval, el órgano de control del Consejo de Europa contra el blanqueo de dinero y la financiación del terrorismo. Si bien sus últimos informes reconocen los “esfuerzos significativos” de la Santa Sede por someterse a la reglamentación internacional, también advierte de que aún queda mucho trabajo por hacer en el terreno de la transparencia.
Un prelado cree que si se detecta corrupción será eliminada de raíz
La continuidad del banco del Vaticano, así como antes el visto bueno a los Legionarios de Cristo, pueden tener dos lecturas. La más crítica es que una cosa es predicar y otra dar trigo. Hay quien sin lugar a dudas hubiese visto la desaparición del IOR y de los Legionarios —marcados para siempre por las tropelías de su fundador— como la confirmación definitiva de que Bergoglio ha llegado para cambiar la Iglesia. Pero también quien, lejos de considerarlo una debilidad o un pacto con el viejo poder de la curia, ven en la decisión de Francisco una muestra indiscutible de su poder. “Si el Papa ha decidido”, explica un alto prelado, “que el IOR siga adelante es porque está muy seguro de que ya no volverá a ser piedra de escándalo. Y está seguro porque ejerce el poder. La gente lo ve como un Papa bueno, misericordioso, y es verdad. Pero también es un Papa fuerte. Pueden volver a darse, cómo no, casos aislados de corrupción, pero serán eliminados de raíz, rápidamente, como sucedió con monseñor Nunzio Scarano [detenido por el supuesto blanqueo de cantidades ingentes de dinero]”.
El sistema de Francisco —y de nuevo vuelven a servir los ejemplos de los Legionarios de Cristo y del IOR— pasa por el control constante. El cardenal Pell anunció ayer que el presidente del Consejo de Superintendencia, Erns von Freyberg, nombrado en sus últimos días como Papa por Joseph Raztinger, “finalizará su plan para garantizar que el IOR pueda cumplir con su misión”, pero a la vez dejó claro que serán muchos focos los que, a partir de ahora, se dirigirán hacia las finanzas del Vaticano.
El dinero de la Iglesia
El presidente del banco vaticano, Ettore Gotti Tedeschi, redacta un informe con documentos que muestran sus sospechas sobre algunas cuentas cifradas. El economista, destituido de forma fulminante, creía que en ellas se ocultaba dinero sucio de empresarios, políticos y jefes de la mafia. El informe solo debía ver la luz si era asesinado. Pero la policía llegó primero y se incautó del escrito en junio de 2012.
Joseph Ratzinger nombra al abogado Ernst von Freyberg presidente del Instituto para las obras de Religión, nombre oficial del banco vaticano, en febrero de 2013.
El papa Francisco nombra una comisión de investigación sobre el banco vaticano, presidida por el cardenal Raffaele Farina, en junio de 2013.
48 horas después, la fiscalía de Roma ordena a la Guardia de Finanza la detención de Nuncio Scarano, un alto prelado del Vaticano conocido como monseñor 500, acusado de fraude y corrupción. Los investigadores sospechan que los 20 millones que Scarano pretendía llevar de Suiza a Italia habían sido evadidos al fisco años atrás.
El banco vaticano hace público en octubre por primera vez un balance anual, el de 2012, que arrojó un beneficio neto de 86,6 millones de euros, de los que 54,7 irán a las arcas de la Iglesia.
El Papa aprueba una ley para garantizar la transparencia del banco vaticano en octubre.
El Papa encarga a la auditora Ernst&Young que vigile las finanzas vaticanas en noviembre.
La policía detiene a Scarano en enero de 2014. El prelado había ideado un sistema de blanqueo que hacía pasar por donaciones para los pobres grandes cantidades de dinero de El Papa crea en febrero dos nuevos organismos para reforzar el control de las finanzas: una Secretaría y un Consejo para la Economía.

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