8 jun 2014

En la guerra de Tierra Caliente, policías federales sin logística


En la guerra de Tierra Caliente, policías federales sin logística/PATRICIA DÁVILA
Revista Proceso # 1962, 7 de junio de 2014
Los policías federales enviados a Tierra Caliente enfrentan una de las peores batallas que actualmente se disputan en el país. Sin embargo, los mandos y el gobierno federal no han estado a la altura: Los agentes rompen el silencio y denuncian las malas condiciones en que deben laborar. No les respetan los descansos ni las vacaciones, no les permiten enviar sus salarios a sus familias, los dejan incomunicados, carecen de la atención médica suficiente, “olvidan” darles comida y agua… Los uniformados temen que la Federación no tenga el dinero suficiente para sostener la guerra antinarco.
 AQUILA, MICH.- Policías federales destacamentados en Michoacán sostienen que la Federación no tiene la capacidad de mantener el despliegue contra el crimen organizado en la zona. “La Secretaría de Gobernación (Segob) carece de recursos para solventar la permanencia de los elementos de la Policía Federal (PF) que operamos en esta zona del estado”, afirma un agente que es secundado por sus compañeros.

 En un recorrido realizado por este municipio, integrantes de la PF comisionados en Aquila o Coahuayana revelan a Proceso las condiciones “lastimeras” en que el gobierno federal los tiene combatiendo a Los Caballeros Templarios: “A quienes nos asignan a bases de operaciones en lo inhóspito de la Sierra Madre pasamos días sin agua y alimento. Cuando lo hay, es una sopa Maruchan”.
 Y hay otros motivos de inconformidad: “Estamos bajo las órdenes de las autodefensas. Con estas acciones el gobierno federal quebranta nuestra imagen. ¡Vulnera nuestra moral! Así combatimos…”.
 La indignación
 El mes pasado, un grupo de policías federales asignados a la Tierra Caliente michoacana –quienes pidieron el anonimato– envió a Proceso un documento en el que dio a conocer algunas de las anomalías que se viven en el despliegue en que participan.
 Recordaron que a fines de diciembre de 2013 gran parte de la corporación fue trasladada a Michoacán, uno de los estados con mayor inseguridad. Han hecho su trabajo, afirman: Desde entonces, la prensa ha reportado que los agentes federales han capturado a decenas de narcotraficantes y capos templarios.
 “Ello ha sido a costa de vivir en situaciones pésimas, como la mala alimentación, falta de asistencia médica; tenemos jornadas prolongadas de trabajo porque nos niegan los permisos de asueto que nos otorga la Ley General del Trabajo. No gozamos de vacaciones ni de días de descanso. En cambio, los periodos vacacionales y permisos se venden a los compañeros que pueden pagarlos”, denunciaron en el texto.
 Los agentes revelaron que les falta equipo de comunicación y combustible para las patrullas. “Por si fuera poco, recibimos mal trato por parte de nuestro mando directo. Sólo se ven favorecidos compañeros que hacen un favor a Alejandro Corona Zamora, quien hasta hace un par de semanas fungía como coordinador de este operativo en las regiones de Huahua, Caleta de Campos y los alrededores de Lázaro Cárdenas”.
 La mayoría de los agentes que fueron enviados a la sierra de Michoacán pasa periodos de hasta un mes sin ser relevado, reportaron. Y el problema es que sus mandos no les permiten ir a depositar el salario a sus esposas, para que ellas solventen las necesidades económicas de la familia.
 “Por otro lado, desde que se inició este operativo los grupos de autodefensas se han hecho cargo de nuestra alimentación y hospedaje, ya que el comandante Corona Zamora comentó abiertamente que la Secretaría de Gobernación carece de recursos para solventar nuestra alimentación y el hotel, por lo que estamos al mando de los jefes de las autodefensas. En zonas como Huahua y Caleta de Campos nos dicen que ellos nos mantienen y, por lo tanto, ellos nos mandan”, confesaron.
 En el campo
 En un recorrido por la parte más inhóspita de Huahua se corrobora que la situación es peor que lo relatado en la carta. Por lo accidentado del entorno, quienes combaten en la zona no cuentan ni siquiera con la ayuda de las autodefensas y, en muchas ocasiones, la corporación no cubre las necesidades alimenticias de sus miembros. Al día, la dieta de cada agente se compone de una sopa Maruchan y una ración de frijoles con un trozo de queso. “Así permanecemos más de un mes”, denuncian in situ.
 “No soy uno de los que elaboraron el documento, pero sí lo hubiera enviado, porque es la verdad”, responde un policía que accede a conceder una entrevista siempre y cuando no se mencione su nombre. Teme represalias.
 En lugares como Caleta y Huahua, municipio de Aquila, el personal acude a retirar dinero del cajero automático, pero esos sitios carecen de servicios bancarios para depositar a los familiares.
 “Los que cubrimos ciertos servicios, como patrullaje, no podemos desplazarnos sin autorización del comandante Alejandro Corona Zamora, aunque el encargado directo es Juan Valerio, director de Unidad en el municipio de Coalcomán y de Aquila”, explica uno de los uniformados.
 “Permanecemos más de un mes sin poder comunicarnos. No tenemos ni servicio de teléfono, el único lugar en que hay señal es en Caleta, pero no podemos pasar. Tampoco a Lázaro Cárdenas, que sería el punto más viable para realizar transacciones bancarias. Es imposible llegar a Lázaro Cárdenas porque en el punto de Chuquiapan, ubicado después de Caleta de Campo, hay un retén compuesto de supuestos comunitarios. Ha habido enfrentamientos con supuestos autodefensas, pero no hemos pasado”. En este contexto, los jefes de la Policía Federal optaron por ordenar que los agentes no fueran al puerto.
 –¿Hay policías que infrinjan esta orden de no pasar? –se le pregunta.
 –No, porque hay amenazas de iniciarnos procesos y levantarnos actas. Las órdenes nunca se contravienen a pesar de que, con el bloqueo a Lázaro Cárdenas, la única forma de depositar es ir hasta Tecomán, Colima. No depositarles dinero a nuestras familias implica estrés y presión para nosotros, sobre todo si tenemos bebés o enfermos, porque somos el único soporte económico en el hogar, y la falta de recursos no sólo genera el descontento con la esposa, sino que se contraen deudas que muchas veces se vuelven impagables.
 “Comunicarnos con nuestra familia también suele ser imposible, porque permanecemos mucho tiempo en la sierra. Incluso mamás o esposas de muchos de nosotros han ido a preguntar a la Base de Contel-Iztapalapa, en la Ciudad de México, si estamos bien o si nos sucedió algo… Moral y anímicamente, el personal está bajo”, asevera, mientras sus compañeros asienten.
 –¿Incluso para responder en una reacción inmediata? –se le inquiere.
 –No tanto como eso porque de ello depende nuestra preservación. Pero el hecho de no comunicarnos con la familia, o comunicarse sólo para decir que no podemos depositarles, nos pesa demasiado. A mí no me importa si no traigo un centavo, pero que en casa haya lo necesario para mandar a los niños a la escuela, con qué darles de comer o atender una enfermedad.
 –¿Sus jefes pueden localizarlos si hay una emergencia familiar?
 –No. Ese es otro problema, porque vamos a terrenos escarpados, inaccesibles. Hay radios de comunicación pero son de muy corto alcance, abarcan de cinco a tres kilómetros, realmente la cobertura es nada.
 “Incluso se han presentado decesos de compañeros por no poder localizar a la gente. En Coalcomán la situación es complicada. En esta zona nuestros mandos saben que estamos en la sierra pero no en qué punto de ella. Si en una emergencia cinco minutos son eternos, imagínese 24 horas.”
 Menciona que, actualmente, diez agentes duermen en casas de campaña para dos personas, en plena Sierra Madre Occidental. “A nosotros nos tocó que no teníamos ni en dónde pasar la noche, dormíamos en el agua. Para empezar necesitamos tener una base, porque es ilógico que muevan a un personal si no tienen la mínima idea del lugar en que va a resguardarse, ¡y como está el clima no los voy a tener en casas de campaña!”, comenta otro uniformado.
 Algunos más expresan que los tienen cubriendo puntos de vigilancia innecesarios, como el que está a la entrada de Aquila: “Los guardias comunitarios han logrado recuperar el control, ahí ya no aportamos nada”.
 Paralelamente, acusa, no hay combustible en las unidades, que muchas veces se han quedado paradas. “La falta de gasolina siempre ha sido un problema para salir de las bases. La última vez que se quedaron parados por falta de combustible fue hace dos meses”.
 Contra los malos y los buenos
 –¿Las fuerzas federales limpiaron realmente la zona de templarios? –se le pregunta a otro integrante de la Policía Federal, destacamentado cerca de Lázaro Cárdenas.
 –Honestamente, no. Lo hicieron las autodefensas; en lugares como Aquila fue la guardia comunitaria que integraron los indígenas nahuas. Cuando llegamos ya tenían el control… Ahorita en Coahuayana y Aquila está tranquilo, pero a Lázaro Cárdenas no podemos ni entrar.
 –¿Y padecen de mala alimentación?
 –Sí, porque portamos equipo pesado. La Policía Federal carece de una logística que contemple abastecernos de comida o bebida; cada uno tenemos que ingeniárnosla. Cuando podemos adquirir algo en alguna tienda lo hacemos con nuestro propio salario –responde uno de los inconformes.
 Nos acompaña un paramédico, pero cuando tenemos necesidad de un servicio urgente no basta. En la Sierra Madre hay territorios en donde no pasa ni un carro. Un helicóptero puede sobrevolar la zona; sin embargo, por lo escarpado del terreno es imposible que aterrice o siquiera que levante una camilla.”
 El responsable sanitario de cada unidad transporta lo básico para primeros auxilios y medicamentos muchas veces insuficientes hasta para atender una gripa. Va un doctor por cada 30 o 40 elementos.
 Por el equipo que portan y a causa del clima deberían beber más de tres litros de agua al día. “Sin embargo, hay ocasiones en que no tenemos nada. Encontramos manantiales pero el problema es beber su agua y arriesgarnos a contraer una infección”, explica otro de los elementos.
 Alguien más tercia: “Algunas veces nos suspenden las vacaciones, dicen que por exigencias del servicio. Uno se alista para salir pero un día antes sólo dicen que falta personal. ¡Pero no es verdad, más bien se debe a la falta de logística, de planeación! No entendemos por qué nuestros mandos nos agendan actividad si tienen el rol de nuestros periodos de asueto. O nos mueven a lugares distantes sabiendo que a la semana siguiente salimos de vacaciones. Los permisos a veces nos los niegan, aunque por ley es un día de descanso por cinco laborables. Hay meses completos que no nos dan esos días”.
 Corona Zamora actuó en el Operativo Michoacán bajo las órdenes de Juan Valerio Gómez Zamora, director de la Segunda Unidad de Reacción Inmediata, en quien recae la responsabilidad de que se solucionen estas anomalías. “Él, de manera prepotente, nos dice que tiene el poder, ya que está bien parado con Salvador Camacho Aguirre, coordinador de Fuerzas Federales”, abunda el agente.

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