10 ago 2014

El padre Alejandro Solalinde aboga por Alfonso Martín del Campo

 Mediante un video de menos de un minuto, donde se ve acompañado de Alfonso Martín del Campo, seguramente desde la cárcel donde se encuentra recluido -en Pachuca- el sacerdote  Alejandro Solalinde hace un llamamiento a la comunidad nacional e internacional para firmar la petición en change,org con el fin de liberar a Alfonso Martín del Campo Dodd.

La grabación fue este sábado 9 de agosto y puede verse en:
*
#AlfonsoLibre/Fabián Sánchez Matus y Alejandro Juárez Zepeda*
Tomado de la web oficial de Martin del Campo.
 “Veintidós años... ¡imagínense! Mi caso debería ser un escándalo, pero no lo es...”.
 Son palabras de Alfonso Martín del Campo Dodd quien, desde el Centro de Readaptación Social de Pachuca, Hidalgo, se dirige, a través de un video, a la comunidad nacional e internacional, en busca de apoyo para lograr su liberación.
 En 1992, Alfonso fue acusado de asesinar a su hermana y su cuñado mientras dormían. El presunto móvil: que no quería pagar los 700 pesos que le adeudaba a éste de una reparación automotriz. Alfonso y su cuñado eran socios en varios negocios. No les iba nada mal, lo cual echa por tierra el risible motivo de los 700 pesos, por cierto, no comprobado. Aparte, Alfonso no tenía manchas de sangre de las víctimas en la ropa (ni en ningún otro lado) al momento de su detención. Los cabellos recuperados de la escena del crimen no le correspondían, de acuerdo con las pruebas periciales de la misma procuraduría. Toda la evidencia, incluyendo la ropa de cama y las prendas de los cadáveres, fue incinerada el mismo día en que sucedieron los hechos. Alfonso no presentaba una sola herida en las manos, algo sumamente raro si se toma en cuenta que sus parientes fueron asesinados de 64 puñaladas. Solamente su hermana tenía 29, pero la ropa con la que fue encontrada, ni una sola perforación.
 No obstante lo anterior, Alfonso Martín del Campo Dodd fue sentenciado a 50 años de prisión. Durante la averiguación previa, fue representado por un falso abogado de oficio, que en realidad resultó ser ingeniero en sistemas. La única prueba en su contra fue una confesión obtenida bajo tortura. Uno de los policías judiciales que lo interrogaron en el sótano de la Delegación Benito Juárez, Sotero Galván, admitió haberle golpeado y provocado asfixia con una bolsa de plástico, por lo que fue sancionado.
 El caso de Alfonso Martín del Campo fue el primero de México en llegar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Desafortunadamente, la Corte lo descartó debido a que México interpuso la reserva de no someterse a la jurisdicción contenciosa de la Corte en casos ocurridos con anterioridad a 1998. Sin embargo, el 12 de noviembre de 2009, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos dijo sobre el particular, en su Informe Anual a la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, que “el hecho de que la Corte Interamericana haya dado por concluido el asunto en virtud de la excepción preliminar hecha valer por el Estado mexicano (ratione temporis), no significa que haya cesado la responsabilidad internacional de éste, obligado al cumplimiento de lo establecido en la Convención Americana”.
A favor de Alfonso Martín del Campo se han pronunciado también el Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria de la ONU y la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, mismas que reiteraron lo señalado anteriormente por la CIDH en cuanto a la existencia de tortura, detención arbitraria y diversas violaciones al debido proceso. Por esta razón, la CDHDF presentó la recomendación 13/2002 al Gobierno del Distrito Federal, que permanece incumplida hasta la fecha. Tanto el Senado de la República como la Asamblea Legislativa del Distrito Federal emitieron sendos puntos de acuerdo para que se cumplieran las recomendaciones de la Comisión Interamericana, mismos que quedaron desatendidos. Cabe mencionar que este caso fue abordado en el Diagnóstico de Derechos Humanos del Distrito Federal (2009) como paradigmático para ilustrar el uso de la tortura en las investigaciones ministeriales. El periodista Kevin Sullivan, del Washington Post, usó este expediente para ejemplificar las fallas estructurales del sistema de justicia en México. Por ello, ganó el Premio Pulitzer en 2003.
En fechas recientes, la defensa de Alfonso Martín del Campo logró reactivar el caso a nivel doméstico al promover un incidente de reconocimiento de inocencia ante el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal. Desafortunadamente, en esta ocasión se topó con los intereses de algunos personajes que han utilizado la defensa de víctimas y la aplicación mañosa de los derechos humanos para escalar políticamente.
 Entre las argucias de que han echado mano dichos personajes para erigirse como líderes morales y defensores de víctimas a costa del sufrimiento de personas inocentes a las que se ha torturado y vulnerado en sus derechos procesales y humanos está, en el caso que nos ocupa, la declaración de una de las sobrinas de Alfonso, quien tenía apenas cuatro años cuando sucedieron los hechos. Dicha declaración sostiene que ésta fue testigo del asesinato de sus padres a manos del indiciado, y fue rendida ya que habían transcurrido doce años de los acontecimientos, es decir, de manera extemporánea y, por tanto, improcedente. Sin embargo, en el expediente ministerial consta que cuando la policía judicial llegó a la escena del crimen, las menores se encontraban dormidas.
 No obstante, esta última declaración ha pesado bastante en el ánimo de la opinión pública, razón por la cual debemos recordar una vez más que no existe en el expediente ministerial ninguna prueba pericial que logre ubicar a Alfonso como autor material y/o intelectual del crimen, a excepción de la confesión bajo tortura y esta declaración que, bien podemos suponer, es producto de una manipulación con fines políticos. Resulta preciso decir, además, que la tortura de Alfonso ha quedado debidamente acreditada por la aplicación del Protocolo de Estambul en la investigación independiente e imparcial que efectuó la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal para emitir su recomendación.
 Pero existen otros puntos oscuros en este caso que, de desvelarse, tal vez podrían explicar las razones por las cuales Alfonso ha permanecido 22 años preso. Uno de ellos, quizás el más importante, es: ¿qué pasó con el dinero de los negocios que tenía con su cuñado? ¿A dónde fue a parar?
 Hace algunos meses, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ejerció su facultad de atracción en este caso y es previsible que en las próximas semanas se pronuncie al respecto. Ya se redactó un proyecto de resolución previo, que venía en sentido favorable, y fue rechazado por tres votos contra dos. El ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo ha quedado encargado de elaborar uno nuevo, que deberá valorar la totalidad de las pruebas.
 No obstante, de conformidad con los estándares que ha fijado muy recientemente la Primera Sala de la SCJN, relativos al tema de tortura y a propuesta del mismo ministro Pardo Rebolledo en los amparos en revisión 703/2012 y directo en revisión 90/2014, Alfonso tendría que ser amparado y dejado en libertad inmediata.
 Un grupo de defensores y organizaciones de derechos humanos, ciudadanos y familiares hemos decidido agruparnos en un Comité por la Liberación de Alfonso Martín del Campo Dodd. El propósito es sumar esfuerzos y generar opinión para corregir esta tremenda injusticia que pone en entredicho a todo el sistema penal mexicano. Para tal efecto, hemos lanzado una petición a la SCJN, un sitio web con información del caso, y una cuenta de facebook y otra de twitter para ir lanzando noticias sobre el mismo. En breve presentaremos un amicus curiae a la SCJN y, además, haremos una función especial de Bajo Tortura, documental de Cristina Juárez Zepeda que aborda el caso de marras y se ha presentado en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, en Montreal, en Grecia, ha ganado el Premio del Público en DocsDF, entre otros festivales y reconocimientos.
 Invitamos a la comunidad nacional e internacional a sumarse a este esfuerzo por liberar a Alfonso en el entendido de que lograrlo sería asegurar que nadie en México vuelva a ser condenado mediante tortura y violaciones a sus derechos humanos.
*Los autores son defensores de derechos humanos.


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