14 sept 2014

Adolescentes al poder

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Adolescentes al poder
Cuando nacieron ya existía Internet y se han criado de la mano de las nuevas tecnologías.
Estos jóvenes han conocido el éxito precoz creando empresas desde la adolescencia.
SERGIO C. FANJUL/El País Semanal, 9 SEP 2014
Con 12 años, el ovetense Luis Iván Cuende creó Asturix, un sistema operativo basado en el software libre Linux. Con solo 15 ganó el concurso HackNow, que le reconocía como el mejor hacker europeo menor de 18 años. Desde entonces no ha parado: ha creado varias empresas, trabaja con Telefónica, es asesor de la vicepresidencia de la Comisión Europea que se ocupa de la agenda digital y, en los próximos días, lanza su primer libro, cuyo título da una curiosa vuelta de tuerca al tan denostado concepto de nini: Tengo 18 años y ni estudio ni trabajo: ¡monto empresas y vivo haciendo lo que me gusta! (Gestión 2000). En él habla de emprendimiento juvenil y muchos otros temas tecnológicos, entre ellos el criptoanarquismo: una forma de mejorar la sociedad y distribuir el poder gracias a la tecnología. El colegio no fue muy útil para él: “Me aburría en clase, no me planteaban retos. No tengo intención de iniciar una carrera universitaria. Todo lo aprendí buscando en Google, en foros y con la ayuda de mi padre”, dice. Le gusta el baloncesto, la bici y el skate. Se acaba de mudar a Madrid donde se codea con profesionales que duplican y triplican su edad. Tiene 18 años.

 No es el único joven inquieto que comenzó a montar empresas tecnológicas siendo un niño y que hoy apenas sobrepasa la mayoría de edad. Si buena parte de la anterior generación languideció en carreras universitarias eternas, viviendo la dolce vita (y menospreciando la Formación Profesional, que era vista como la hermana pobre), hasta acabar dándose de bruces con un paro juvenil producido por la crisis que ronda el 50%, algunos miembros de la nueva generación no se quedan de brazos cruzados y pisan fuerte desde muy pronto.
 Jóvenes prodigiosos siempre los ha habido: el actor imberbe que gana el Goya, el niño cantante o el bailarín, el poeta precoz (Arthur Rimbaud dejó escritas sus seminales obras completas a los 19 años). Sin embargo ahora los nuevos jóvenes prodigiosos son nativos digitales y campan a sus anchas en el mundo de la tecnología y las empresas start-up. Por supuesto, la clave es Internet. Crear una empresa en el mundo analógico requería muchas cosas analógicas: en el mundo digital basta tener una buena idea y mucho tesón. La información está también en la web: estos jóvenes son autodidactas. Todo está ahí, a golpe de clic.
Muchos se conocen y colaboran entre sí. “Cuando teníamos 12 años empezaron a salir noticias aquí y allá sobre gente de nuestra edad que hacía estas cosas. Nos conectamos por Twitter y ahora compartimos proyectos. Se crean sinergias”, dice Néstor Palao, que ahora tiene 17 y se dedica al diseño gráfico y de producto. Con Cuende y Jorge Izquierdo (que ya creaba aplicaciones a los 14), fundó Cardwee, un sistema para digitalizar las tarjetas analógicas que utilizan muchas empresas para fidelizar a sus usuarios mediante ofertas y promociones: la tarjeta de plástico es cosa del siglo pasado, ahora se lleva en el teléfono móvil.
Palao también colabora en otro proyecto, Parkfy: “Servirá para alquilar plazas de parking por tiempos limitados, dentro de la filosofía de la economía compartida”, explica. Con Parkfy uno podrá alquilar plazas de garaje particulares por días u horas, a mejor precio que los parquímetros. Otra colaboración fue la de Cuende y Alberto Elías, de 18 años y ahora afincado en Londres, para crear la plataforma Holalabs, un escritorio que aprovecha las ventajas de la nube. El sistema educativo es una de sus dianas: “Hoy hay alumnos del siglo XXI con profesores del XX y medios del XIX”, dice Palao.
Pero si ya es engorroso y caro montar una empresa en España para un adulto, más difícil lo es para un menor. “Percibo discriminación con los jóvenes: no se nos da ninguna facilidad. Por ejemplo, hay muchas trabas para crear una SL”, reflexiona Cuende. “Fomentar la iniciativa emprendedora entre los adolescentes y jóvenes es uno de los factores clave en una economía del conocimiento debido a sus ideas creativas e innovadoras”, según se lee en el Libro blanco de la iniciativa emprendedora en España, un estudio promovido por la Fundación Príncipe de Girona en 2011. Aunque, según explica el mismo documento, el 77% de los jóvenes prefiere la estabilidad y un 70%, un salario fijo a la posibilidad de crear una empresa. Otra mala noticia: debido al envejecimiento de la población española, cada vez hay menos jóvenes dispuestos a iniciar sus proyectos empresariales.
 Pioneros famosos
 El británico Nick D’Aloisio es uno de los jóvenes emprendedores más célebres del mundo. Fue el primer menor de edad, a los 15 años, en recibir el respaldo de un fondo de capital riesgo, propiedad del millonario hongkonés Li Ka-shing, y también ha recibido financiación de personalidades como Rupert Murdock, Yoko Ono, Ashton Kutcher o Stephen Fry. Su aplicación Summly fue comprada el año pasado por Yahoo por 30 millones de dólares, cuando su creador solo tenía 17 años. Summly recoge las noticias que nos interesan y las resume en un párrafo más o menos del tamaño de este. La revista Time le nombró uno de los cien jóvenes más influyentes del mundo.
Algunas instituciones, aun así, tratan de activar el emprendimiento entre la juventud, como la Fundación Iniciador, con el programa Iniciador Kids, las charlas TedxKids, o el proyecto Think Big de la Fundación Telefónica, que ayuda a personas de entre 15 y 25 años a materializar sus ideas. “No se trata de que todos se hagan emprendedores o formen una start-up, sino de fomentar su espíritu”, explica Luis Miguel Oliva, el director del proyecto en España. María Pozo, de 19 años, es una de esas jóvenes, creadora del Proyecto Goliat. “Me gustaba estudiar con vídeos de YouTube, que me facilitaban mucho el aprendizaje, así que se me ocurrió una plataforma para reunir vídeos que graben los profesores”, explica. Ahora, con el proyecto ya en marcha, está a la busca de docentes que graben vídeos en los que expliquen sus contenidos a sus ciberalumnos.
 Carlos Ballesteros, de 17 años, sueña con montar una empresa “por la libertad y la satisfacción personal que creo que produce”. De momento ha creado una aplicación para guiar a los estudiantes en su periplo universitario. Reflexiona: “Hay gente que no me comprende muy bien y me dice ‘¿por qué estás haciendo eso si no estás ganando una pasta?”. Y es que su mayor problema es la financiación: “Siendo menor de edad en los bancos no te dan ni los buenos días, y tampoco puedes participar en plataformas de crowdfunding. Así que solo se puede tirar de familia y amigos o de iniciativas como Think Big”.
 Pero ni un paso atrás: estos jóvenes presumen de sus fracasos, algo que en la cultura empresarial de otros países se valora por la experiencia que aportan al individuo. En España es casi un estigma ser “un fracasado”. Por eso muchos temen emprender y buscan un salario seguro. Pero las cosas están cambiando. Opina Palao por él y sus compañeros: “Hemos fracasado más veces de las que hemos triunfado. Pero se trata de caerse y aprender, no de quedarte tirado en la cuneta”.

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