Revista
Proceso
No. 2008, a 25 de abril de 2015...
Apatzingán,
una muestra: Castillo dejó a Michoacán en descomposición
Los
testimonios de Domingo Barajas y la diputada michoacana Selene Vázquez
refuerzan la versión publicada por Proceso en su edición 2007 sobre la masacre
perpetrada por policías federales en el palacio municipal de Apatzingán el
pasado 6 de enero. Ambos llaman mentiroso al excomisionado Alfredo Castillo y
aseguran que hoy Michoacán está viviendo tiempos difíciles, pues alimentó a
nuevos grupos criminales que hoy controlan la región de Tierra Caliente.
La
masacre del Día de Reyes en Apatzingán es una muestra de la descomposición y el
desorden que dejó Alfredo Castillo Cervantes en Michoacán, quien pactó con los
nuevos grupos del crimen organizado que sustituyeron a Los Caballeros
Templarios: Los Viagras.
La
aseveración es sostenida por Domingo Barajas Magaña, un exautodefensa de esa
ciudad, y por la legisladora Selene Vázquez Alatorre, quienes piden que se
investigue al excomisionado en Michoacán por esas ejecuciones.
Luego de la
publicación del reportaje “Apatzingán, 6 de enero: “¡Mátenlos…!”, publicado por
Proceso en su edición 2007 y donde se incluyen testimonios según los cuales los
policías federales arremetieron contra los ocupantes del palacio municipal, la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y la Secretaría de Gobernación
se comprometieron a acelerar las investigaciones.
“No podemos precipitarnos, pero la
gravedad de las imputaciones que se formulan demanda que actuemos con toda
seriedad y responsabilidad, a efecto de que las conclusiones a las que se
llegue estén sólidamente sustentadas en las evidencias y elementos que obran en
los expedientes de queja”, señaló el ómbudsman Raúl González Pérez el martes 21
en una reunión de trabajo a la que fue invitado por los integrantes de la Comisión
de Derechos Humanos del Senado.
La
CNDH abrió una investigación sobre los presuntos abusos de los policías
federales el día de la masacre, pero hasta ahora se desconocen los avances a
cargo del primer visitador, Ismael Eslava.
El
secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, afirmó que la ciudadanía
será debidamente informada acerca de los resultados de las indagatorias que
realizan la Procuraduría General de la República y la Unidad de Asuntos
Internos de la Policía Federal.
El
excomisionado Castillo, quien desde la semana antepasada está al frente de la
Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, declaró varias veces a
radiodifusoras que en Apatzingán hubo un “enfrentamiento”.
Según
él, la versión de la reportera Laura Castellanos –autora del reportaje que se
publicó en este semanario el domingo 19 y se difundió de manera simultánea en
el portal Aristegui Noticias y la cadena televisiva Univision– son “mentiras”,
pese a que está basado en testimonios grabados de 39 personas, entre sobrevivientes,
pobladores, familiares de las víctimas, médicos y colonos, así como en
fotografías y videos.
El
exautodefensa Barajas reitera que esa noche del desalojo y la mañana del 6 de
enero no hubo tal enfrentamiento ni intercambio de balas. Fue una masacre. Los
policías federales dispararon contra la gente que estaba desarmada. La diputada
Vázquez acusa a Castillo de “mentiroso de oficio”, pues, dice, hay indicios de
que hubo ejecuciones.
Tras
la publicación del reportaje de Laura Castellanos, Barajas testimonió que
Miguel Madrigal y su familia, quienes viajaban en una camioneta, murieron el 6
de enero: “Tenemos grabaciones de radio y videos originales de la ejecución;
testimonios de vecinos que vieron y grabaron los hechos”.
Los
uniformados, añade, les “sembraron” armas para justificar la versión de que
hubo enfrentamientos. “Los policías las pusieron intencionalmente para
justificar los asesinatos. Así le han estado haciendo con los que detienen. Si
mis compañeros hubieran sido los agresores, ¿ustedes creen que no le hubieran
dado unos tiros a los policías? Pero no fue así. Los ejecutaron. Incluso les
dieron el tiro de gracia”.
La
diputada Vázquez coincide con Barajas. Sostiene que hay grabaciones en las
cuales aparece la familia Madrigal sin armas y después otras imágenes donde ya
tienen armas. “Eso se tiene que investigar”.
Carlos
Vázquez, uno de los sobrevivientes, también dio su testimonio. Exintegrante de
la Fuerza Rural y de las autodefensas, dice no olvidar ese 6 de enero. “Me
duele”, sostiene. Y agrega: “Empezaron a disparar y a gritar: ‘¡Maten a esos
perros. No dejen ni uno vivo!’ ¿A qué hora dialogaron? ¿No se fijaron que había
niños, mujeres?… ‘¡Maten a esos perros!’, gritaban los policías federales.
“Dicen
que traíamos armas de alto poder. ¿A poco un pedazo de madera es un rifle? ¿Una
piedra es una granada? Nos gritaban: ‘¡Ríndanse, perros!’ Muchos pensábamos
hacerlo, pero cuando vimos que agarraron a uno y le dijeron ‘Te llevó tu puta
madre’ y lo mataron, ya no me rendí; me di a la fuga. Ahora soy un fugitivo.”
Los
Viagras
Las
reacciones al reportaje publicado por Proceso en su edición 2007 en torno a las
presuntas ejecuciones fueron diversas. El miércoles 23, el cura Gregorio López
Gerónimo declaró en Morelia que el desalojo del palacio municipal de Apatzingán
era un “mal necesario” para sacar a Los Viagras que habían tomado las
instalaciones municipales.
Según
el sacerdote, los integrantes de ese grupo habían tomado el edificio municipal
en protesta porque el entonces comisionado Castillo no cumplió su compromiso de
pagarles cuando los integró al grupo de élite G-250 para atrapar a Servando
Gómez, La Tuta.
Nicolás
Sierra Santana, El Gordo Coruco, uno de los líderes de Los Viagras, incluso
subió un video a YouTube. En éste niega que él y sus hermanos formen parte de
un cártel y explica que Los Viagras es un apodo que le pusieron a su familia,
aunque confirmó que él y su hermano Carlos sí participaron en el G-250.
Castillo
creó ese grupo en mayo de 2014, cuando ordenó el desarme de las autodefensas
para convertirlas en Fuerza Rural, y lo desactivó en diciembre. Estaba formado
por exautodefensas de varios municipios y su propósito era recuperar
comunidades controladas por Los Caballeros Templarios.
Informes
confidenciales consultados por Proceso indican que Los Viagras forman parte de
los nuevos grupos criminales surgidos en 2013 tras la caída de Los Caballeros
Templarios. Se les relaciona con el grupo H3, de Luis Antonio Torres, El
Americano, quien presuntamente controla el trasiego de drogas en el municipio
de Buenavista Tomatlán.
El
grupo de Los Viagras estaba encabezado por siete hermanos de apellido Sierra.
Uno de ellos, El Gordo Coruco, fue el que encabezó la toma del palacio
municipal de Apatzingán el 15 de diciembre de 2014 y aparece en las grabaciones
del 6 de enero, pidiendo a la gente no responder con armas a las agresiones
policiacas.
En
noviembre de 2014 el procurador de Michoacán, José Martín Godoy Castro, afirmó que
Los Viagras habían participado en las acciones para ubicar a La Tuta y eran
integrantes de la fuerza rural. Sin embargo, el entonces comisionado Castillo
lo negó.
Carlos
Vázquez, integrante del G-250 y sobreviviente de la masacre del 6 de enero,
sostiene que no es justo el trato de delincuentes que ahora les dan luego de
que los “usaron” para combatir a Los Templarios.
Recuerda
que la madrugada del Día de Reyes, tras el desalojo del palacio municipal, él y
los demás se fueron al jardín que está enfrente para que los policías federales
vieran que estaban desarmados.
“Muchos
éramos autodefensas, otros del G-250. El gobierno no quería vernos con armas y
ésa era la idea cuando nos fuimos al jardín para que vieran que no estábamos
armados. Iba gente del pueblo, no somos personas de conflicto. Los habitantes
comenzaron a solidarizarse con nuestro plantón, hasta unos maestros del
Politécnico llegaron a apoyarnos. Ahí se reunían los de los recorridos
nocturnos de bicicleta; no éramos peligrosos. ¿Por qué nos masacraron?”
–Castillo
dice que había Viagras… –se le comenta.
–Sí,
hablan de Los Viagras, de Nicolás Sierra Santana y sus tres hermanos. Pero que
el gobierno no se haga pendejo. Hay fotos de Castillo con Sierra Santana, con
El Americano, con Papá Pitufo, con Hipólito Mora, con Fructuoso de Aguililla.
¿Por qué no los detuvieron en una de esas reuniones donde tomaban café y
refrescos?
Vázquez
pide justicia: “¡Que pague quien tenga quien pagar! A la Policía Federal no la
queremos en el estado. Si una nación extranjera quiere ayudarnos, bienvenida la
ayuda; urge parar ya este gobierno corrupto”.
La
descomposición
Barajas
advierte que el gran error de Castillo fue permitir que los nuevos grupos se
formaran en cada municipio y pactar con ellos. Dejó, por ejemplo, que El
Americano controlara Buenavista; Mora, La Ruana; Los Viagras, Pinzándaro; los
Álvarez, Apatzingán; José Farías Álvarez, El Abuelo, Tepalcatepec; Miguel
Gallegos Godoy, El Micheladas, La Huacana; Barba Roja y El Gallito, Uruapan; y
El Chanda, Parácuaro.
“Castillo
permitió que cada quien hiciera lo que quisiera y el Ejército tampoco cumplió
con poner un instructor para que las cosas se hicieran como marca la ley”,
sostiene Barajas.
Un
informe del gobierno michoacano basado en testimonios destaca que al
desintegrarse la dirigencia de Los Caballeros Templarios surgieron nuevos
grupos, en algunos de ellos participaban autodefensas y elementos de la fuerza
rural (Proceso 2000).
De
acuerdo con el documento, un nuevo grupo delincuencial se disputa Apatzingán,
epicentro del narcotráfico michoacano. Se trata de La Nueva Línea, integrado
por michoacanos que se refugiaron en Guadalajara y Colima y ahora están
regresando.
En
ese nuevo cártel supuestamente hay gente de los Álvarez –Emilio y Roldán
Álvarez Rodríguez y el regidor de Apatzingán, Martín Gómez–, quienes se escindieron
del Cártel Jalisco Nueva Generación. Su líder es Homero González Rodríguez, El
Gallito –primo de Nazario Moreno–, quien operaba en el Estado de México y se
enemistó con La Tuta, según el informe.
“Lo
que hizo Castillo fue una nueva repartición del territorio –insiste Barajas–.
Dejó a la gente que le convenía. Yo, como autodefensa, voy a dejar las armas
cuando esté seguro de que el gobierno está haciendo las cosas bien.”
Vázquez
Alatorre acusa a Castillo de dejar Michoacán en manos de grupos criminales que
medran sobre todo en Tierra Caliente. Ellos operan libremente, pues él
desarticuló a la policía estatal que tenía cierta instrucción y la sustituyó
por la fuerza rural que carece de preparación.
“En
aras de presentar resultados, Castillo maquilló muchas cosas, atropelló los
derechos humanos, confrontó a la población; pero sobre todo armó a medio
Michoacán. Convirtió a los civiles en policías, muchos de los cuales creyeron
en Castillo, quien les prometió un sueldo, pero no les cumplió”, asegura la
diputada.
E
insiste: Castillo es mentiroso por oficio. “En los videos de la masacre del 6
de enero que el propio virrey mostró, se veían las camionetas con gente con
palos, alebrestada, que intentaba recuperar sus carros. La policía la recibió
con ráfagas. Él presentó esos videos en un intento por demostrar que hubo fuego
cruzado. Sólo que no explicó que quienes iban adelante eran los federales. Es
increíble lo que este personaje hizo; quiso tapar lo que hicieron (los
federales)”.
Hoy,
insiste la legisladora, Michoacán vive tiempos difíciles, con grupos sociales
confrontados, algunos de los cuales incluso aprobaron el operativo en
Apatzingán diciendo: “Pues se lo ganaron porque andaban con Los Viagras”.
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