28 abr 2015

Boda/Felipe Arizmendi Esquivel,

“Yo me casé por la iglesia, 
me casé como Dios manda: 
un ramito de azahar 
mustio sobre la solapa 
santiguando los pecados 
de un hombre que apunta canas. 
Ella vestida de blanco 
¡pureza certificada! ..Manuel Benítez Carrasco.
Boda/Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de San Cristóbal de las Casas
 BODA DEL GOBERNADOR
 Este sábado 25 de abril, a las 8 de la mañana, presidí la celebración del matrimonio religioso del Gobernador Manuel Velasco Coello y Anahí Giovanna Puente Portilla, en la catedral de San Cristóbal de Las Casas, por petición explícita de los mismos. Se llevó a cabo en un ambiente sereno, pacífico y sin alteraciones externas, con una noble y digna sencillez, con la participación de sólo unas 60 personas, la mayoría familiares de los novios, en un espíritu religioso y no mundano. No fue un espectáculo social ni político, sino una celebración litúrgica.
 Desde hace meses, se empezó a preparar la boda religiosa. Se hicieron todos los trámites normales: la presentación de los contrayentes y de sus documentos, la declaración de los testigos, las pláticas presacramentales, basadas en la Biblia, la averiguación que pide la Iglesia sobre su libertad y soltería. Anahí no estaba confirmada y, previa la debida catequesis, recibió antes su Confirmación. Ambos recibieron el sacramento de la confesión.
 La primera fecha que se había establecido para la boda era el 11 de abril, en la catedral de San Cristóbal, con la presencia del Presidente de la República (EPN) y de su esposa como padrinos. Sin embargo, previendo diversas manifestaciones de inconformidad en nuestra ciudad, como es común cuando hay un evento de estas autoridades, se decidió celebrar la boda en la catedral de Tuxtla Gutiérrez, ya no el 11 de abril, sino el 2 de mayo. Pero la publicidad que se dio al evento hacía prever alteraciones de personas inconformes; por ello, se descartó el 2 de mayo y, con sólo dos días de antelación, solicitaron que se celebrara la ceremonia este sábado 25 de abril, a una hora poco común, las 8 de la mañana, para tratar de evitar algún tipo de manifestaciones contrarias a los novios. Ya no vino el Presidente de la República, sino que fueron padrinos unos familiares de los contrayentes. La boda se inició con las puertas cerradas de la catedral (se puede hacer eso señpr Obispo?..Recuerde que el culto es público, y abiero para todos)  por precaución y para lograr un ambiente sereno, pero al final se abrieron y los nuevos esposos salieron por la puerta principal, donde recibieron la aclamación de algunas personas que se habían congregado.
 El primer proyecto era que la orquesta sinfónica de Tuxtla Gutiérrez interpretara diversas melodías, de tipo clásico y otras de tipo sentimental. Con su director, hicimos varios ajustes, para que la boda no fuera como un concierto o un espectáculo, sino una celebración de fe. No vino dicha orquesta, sino que participó la marimba de la Familia Díaz, muy profesional, con cantos netamente litúrgicos y chiapanecos, que crearon un ambiente de oración y de fe. El adorno floral fueron unos sencillos alcatraces.
 Los novios estaban muy nerviosos y preocupados antes de la celebración; pero el ambiente religioso que se creó los fue serenando y disfrutaron la celebración, no como un evento social y político, sino como un sacramento que ambos deseaban de corazón. Al final, sus nervios estaban distendidos y se les veía felices, disfrutando el momento.
 Algunas personas se mostraban poco afectas a que un servidor presidiera esta boda, porque aducían que se podría interpretar como un compromiso político de nuestra diócesis con el gobierno, pero les hice ver que los dos contrayentes son católicos, que solicitaron la celebración como un sacramento de la fe, y que pedían la bendición sacramental para su vida matrimonial. No es un acto político partidista y no crea dependencia de la Iglesia con el Estado; se mantiene la debida separación. Por ello, con gusto accedí a la petición de los novios, pues ambos tienen derecho a celebrar su fe y a profesarla, también para dar testimonio de su creencia en el ambiente social, político y artístico en que se mueven. Me hicieron favor de invitarme a desayunar con los novios y sus invitados, pero no pude aceptar, porque en seguida tenía un compromiso con una comunidad indígena tseltal de Tenejapa, y me dirigí de inmediato hacia allá, para atender a mis prioridades pastorales. La Iglesia a nadie excluye, y tratamos de atender pastoralmente a todos los creyentes, ricos y pobres, santos y pecadores, de cualquier color partidista. El corazón misericordioso de Dios se debe reflejar en una actitud abierta ante todos los fieles.
 No faltan personas que, en las redes sociales, difunden todo tipo de interpretaciones y de ofensas sin fundamento. Procuremos no colaborar a este “terrorismo” de habladurías y evitemos reenviar cuanto nos llegue, si es que daña a la comunidad y destruye la buena fama de las personas.
 Inserción pagada en el periódico Reforma

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