15 ene 2016

Hacia una nueva era dorada islámica/

Hacia una nueva era dorada islámica/Nidhal Guessoum is Professor of Physics and Astronomy at the American University of Sharjah, United Arab Emirates.
Project Syndicate |15 de enero de 2016..
Los aportes pasados del mundo musulmán a la ciencia y a la educación fueron extraordinarios. La “era dorada” islámica -durante la cual la erudición y el aprendizaje florecieron en todo el mundo musulmán- duró muchos siglos e incluyó la creación de las primeras universidades del mundo. Hoy, sin embargo, los países de mayoría musulmana están muy rezagados respecto del resto del mundo en términos de educación e investigación. Esto debe cambiar si la región quiere ofrecer empleos modernos y una vida mejor a su población próspera y estar a la altura del desarrollo global.
Tal como están las cosas, sólo una universidad del mundo musulmán -la Universidad Técnica de Medio Oriente de Turquía- está entre las principales 100 en un ranking internacional, y alrededor de una docena solamente se encuentra entre las principales 400 instituciones en otras listas. Si bien no existen pruebas internacionales estandarizadas en ciencia y matemáticas a nivel universitario, estudiantes de cuarto, octavo y décimo grado en el mundo musulmán tienen resultados por debajo del promedio global en estos temas, según las Tendencias en el Estudio Internacional de Matemáticas y Ciencia y el Programa Internacional de Evaluación de los Alumnos. Y la brecha respecto de los alumnos en otras partes se está ampliando.

Es más, los resultados de la investigación -medidos en términos de publicaciones y menciones en revistas internacionales, así como de patentes- son desproporcionadamente bajos en relación a la población y las capacidades financieras. Los países musulmanes, en promedio, gastan sólo 0,5% aproximadamente de su PIB en investigación y desarrollo, comparado con el promedio global de 1,78% y el promedio de la OCDE de más del 2%. La cantidad de gente que trabaja en el campo de la ciencia en el mundo musulmán también está muy por debajo del promedio global.
Hace dieciocho meses, un cuerpo especial no gubernamental e independiente de expertos internacionales -convocado por la Iniciativa Científica del Mundo Musulmán y el Grupo para Alta Tecnología de Industria y Gobierno de Malasia, del cual fui coordinador- se propuso explorar el estado lamentable de la ciencia en el mundo musulmán y determinar cuántas universidades podrían ayudar a mejorar la situación. Un mejor entendimiento de las diversas cuestiones y posibles soluciones serviría para que la ciencia vuelva a florecer en el mundo musulmán, con beneficios de amplio alcance para sus economías y sociedades.
Nuestra revisión del estado de la ciencia en las universidades del mundo musulmán tuvo en cuenta no sólo los presupuestos y la investigación, sino también cuestiones como la condición de las mujeres en los estudios y carreras de ciencia. Es más, realizamos una revisión minuciosa -la primera de su tipo- de cómo se enseña la ciencia en las universidades del mundo musulmán, incluyendo métodos pedagógicos, libros de texto, idioma de instrucción, censura de temas “controvertidos” (como la teoría de la evolución) y el papel de la religión en las aulas de ciencia.
En un informe que se acaba de difundir, el cuerpo especial concluye que, si bien el estado general de la ciencia en el mundo musulmán sigue siendo precario, hay mucho que se puede hacer para mejorarlo de manera efectiva y eficiente. El cuerpo especial ofrece recomendaciones específicas para las instituciones académicas, los organismos de diseño de políticas nacionales y otros protagonistas, como academias de ciencia, asociaciones industriales y organizaciones de la sociedad civil.
Para las instituciones académicas, un objetivo importante debería ser el de desarrollar la capacidad de los estudiantes para un pensamiento creativo y una indagación crítica. Para este fin, el cuerpo especial recomienda ampliar la educación de los estudiantes del área de ciencia para que incluya humanidades, ciencias sociales, idiomas y comunicación. Al mismo tiempo, reclama la adopción de métodos de enseñanza precisos y probados internacionalmente, en especial estrategias “basadas en la indagación” y de “aprendizaje activo”. Por supuesto, una estrategia de estas características exigiría que los profesores recibieran capacitación en estos métodos.
También se debería alentar a los profesores a que se dediquen a escribir libros de texto y realicen capacitaciones científicas, y no sólo publiquen más documentos. Esta recomendación puede resultar curiosa, considerando la baja productividad de la investigación en el mundo musulmán. Pero la realidad es que este tipo de esfuerzos producirán más beneficios vinculados al mundo real que un foco centrado únicamente en la publicación, lo que puede fomentar sin querer el plagio y la ciencia basura.
El cuerpo especial ha recomendado que los organismos de diseño de políticas nacionales brinden a las universidades más espacio para innovar (especialmente en planes de estudio) y evolucionar (en programas de investigación y colaboraciones), cada uno a su manera, según sus fortalezas y debilidades. Y reclamó que todas las instituciones adopten la meritocracia y rechacen ciertos artilugios como pagar por “colaboraciones” para promover publicaciones. Un estímulo rápido en los rankings nunca justifica el riesgo de un perjuicio de la reputación en el más largo plazo.
Estas medidas exigen un programa de cambio de abajo hacia arriba. Es por eso que el cuerpo especial acaba de hacer una convocatoria abierta para que las universidades del mundo musulmán se sumen a una Red de Excelencia de Universidades de Ciencia (NEXUS) de manera voluntaria. Supervisado por el cuerpo especial, este grupo de pares autoelegidos –que incluyen a administradores y docentes universitarios que reconocen que el cambio debe empezar desde adentro- implementará las medidas que el cuerpo especial haya diseñado.
La esperanza es que una vez que empiecen a dar frutos los esfuerzos del primer grupo de universidades, se sumen más instituciones. El impulso que resulte de esto ejercerá presión para que ministros, reguladores y otros organismos encargados de diseñar políticas –que pueden ser los más resistentes al cambio- tomen medidas complementarias.
Las universidades son centros de investigación, pensamiento crítico y debate animado, donde la próxima generación no sólo está expuesta a hechos y teorías establecidos, sino que también aprende a analizar ideas minuciosamente, identificar defectos y ayudar a enriquecer y expandir nuestra base de conocimiento. En un momento en el cual el mundo musulmán enfrenta desafíos sin precedentes, nunca está de más destacar la importancia de crear un contexto académico saludable.

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