México
y la política global contra las drogas/ Roberto Gil Zuarth, Presidente de la Mesa directiva del Senado mexicano
- El
tráfico y consumo de estupefacientes, así como el combate a las organizaciones
delictivas, son retos transnacionales que deben ser atendidos
El País, 18
ABR 2016 - 01:20 CDT
En
la apertura de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 2012, Colombia,
Guatemala y México lograron adelantar para abril del 2016 la Sesión Especial de
la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre Drogas (UNGASS) que
originalmente se celebraría en 2019. Con esta acción, subrayaban la necesidad
de revisar el marco global prohibicionista de drogas y de adoptar un enfoque
integral centrado en la salud pública, los derechos humanos y la reducción de
los daños sociales que genera su consumo.
El
tráfico y consumo de estupefacientes, así como el combate a las organizaciones
delictivas,son retos transnacionales que deben ser atendidos a través demedidas
concertadas y de alcance global. UNGASS nos permite refrendarla centralidad de
la cooperación internacional frente al problema de las drogas. Pero también, es
la ocasión propicia para reconocer que los costos del enfoque prohibicionista
son, para nuestra región y desde luego para México, sencillamente
insostenibles.
Y
es que América Latina se ha convertido en la región más violenta del mundo. De
acuerdo al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), tan sólo
entre 2000 y 2010 perdimos a más de un millón de latinoamericanos en manos de
la violencia criminal.
Ciertamente,
la violencia fratricida que experimentamos es multidimensional. Obedece a
múltiples causas que van desde la debilidad de nuestras instituciones hasta la
persistencia de una muy precaria movilidad social. Sin embargo, para los países
productores o de tránsito como México, las drogas y su combate se han
convertido en uno de los principales detonantes de esta crisis. La persecución
penal a la oferta y la demanda de drogas y, en consecuencia, el mercado negro
que esta aproximación prohibitiva provoca, ha generado distintas
externalidades: fortalecimiento de las organizaciones criminales, incremento en
los niveles de violencia, criminalización de consumidores, fragmentación y
fractura de nuestro tejido social.
Las
consecuencias de la política prohibicionista se expresan con claros sesgos
socioeconómicos y de género. Las padecen los más pobres y vulnerables. Las
mujeres, en particular. La población femenina en las prisiones de América
Latina por crímenes relacionados con las drogas se duplicó entre 2007 y 2011
(UNDCP).Tan sólo en México, el 80% de las mujeres encarceladas son por delitos
contra la salud; una de cada dos mujeres indígenas en situación de cárcel
responde a delitos de drogas; el 98% de las mujeres en prisión no tiene
antecedentes penales y no portaba armas al momento de la detención; el 98% son
madres y el único soporte para su familia.Todas estas personas son historias
rotas por una política rotundamente ineficaz.
México
ha tenido un papel destacado en la formulación para la UNGASS 2016 de una
resolución innovadora que presentará la Comisión de Estupefacientes. Bajo el
título“Nuestro compromiso conjunto de afrontar y combatir eficazmente el
problema mundial de las drogas,” la resolución presenta un enfoque integral y
equilibrado que debe ser visto como la punta de lanza de lo que debe ser el fin
de la era prohibicionista. La resolución integra los enfoques de salud pública
y de derechos humanos puestos sobre la mesa de negociación por países
latinoamericanos. Promueve una visión más flexible frente a la demanda por
motivos medicinales y terapéuticos, reafirma la necesidad de articular
respuestas desde la cooperación internacional y bajo el principio de
responsabilidad común y compartida. Por primera vez, se menciona la relación
entre drogas y desarrollo económico, y se hace un llamado a promover
alternativas viables para quienes hoy se encuentran atrapados en la cadena
productiva de las sustancias ilícitas, especialmente los pequeños campesinos.
Debemos
entender que desde el exterior ya nada nos empuja a conservar el estatus quo
prohibicionista. La doctrina Reagan que nos presionaba a ejercer políticas
internas de controlpunitivo es cosa del siglo pasado. Los cambios regulatorios
en Estados Unidos, especialmente la probabilidad de próximas decisiones
legalizadoras en estados fronterizos –California y Arizona- exige tomar
decisiones en el corto plazo, si es que queremos evitar que los problemas de
disposición de drogas y de mercado negro se agudicen dentro de nuestro
territorio. Nueva y muy robusta evidenciaprueba que la política punitiva ha
resultado más dañina que la propia enfermedad y, al mismo tiempo,que hay formas
más eficaces de lidiar con el problema de las drogas.
UNGASS
debe ser el punto que alumbre un nuevo consenso internacional sobre las drogas.
Una aproximación más justa, más humana, más racional. Es la oportunidad para
que nuestra generación detenga, por fin, la espiral de la insensatez.
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