13 ene 2017

“La presidencia de Trump es sobre golpear a México”.. The Economist

How Mexico should handle Trump
La presidencia de Trump será sobre “golpear” a México, advierte en la portada el semanario inglés The Economist

Advierte el semanario inglés un escenario de golpeteo del próximo presidente de EU mientras que el gobierno mexicano da pasos “cortos” para prevenir sus efectos y, con ello, aumenta la posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador gane la Presidencia en el 2018.
Titulado “La presidencia de Trump es sobre golpear a México”, el artículo asegura que la llegada del republicano podría significar una guerra comercial en la que el país saldría devastado. Además, considera que el regreso de Luis Videgaray  “se queda corto” para defender al país.
El texto de The Economist compara el efecto que provocó un asteroide que golpeó la Tierra hace 66 millones de años –que eliminó a los dinosaurios y dañó 75% de las especies vegetales–, y cuyo primer impacto fue en México, con la situación “menos aterradora” que le espera al país con la llegada de Donald Trump.
El reportaje afirma que Trump no ha perdido su gusto por golpear a México y que desde antes de asumir el cargo, ya ha causado problemas:
“La inflación (en México) ha comenzado a aumentar en respuesta a la devaluación del peso causada por su elección. El banco central (Banxico) elevó cinco veces las tasas de interés en 2016; probablemente tendrá que seguir apretando. Después de un fuerte aumento de la deuda pública como proporción del PIB en los últimos años, el gobierno debe frenar el gasto”.
El texto recuerda que en los últimos meses los economistas han reducido sus previsiones de crecimiento del PIB para 2017 de 2.3% a 1.4%. También da cuenta del gasolinazo y sus efectos sociales.

“Las promesas de Trump de hacer que México pague por el muro fronterizo, de deportar a millones de inmigrantes ilegales y de romper el TLC estuvieron entre las pocas políticas consistentes en su campaña electoral, en gran parte libre de sustancia”, reseña el medio.
El reporte refiere cómo Trump “no ha perdido su gusto por vapulear a México” y recuerda el discurso pronunciado por el magnate en su primer conferencia de prensa como presidente electo en el que insistió en que México se está “aprovechando” de Estados Unidos. “Los mexicanos sólo pueden esperar y preguntarse cómo piensan actuar en esa noción equivocada”.
“La presidencia de Trump, que se está extendiendo hacia México, ya está causando problemas”, dice The Economist al referirse a la inflación que ha comenzado a aumentar en respuesta a la devaluación del peso causada por la elección de Trump y a las cinco veces que el Banco de México elevó las tasas de interés en 2016.
Con respecto a la deportación de millones de migrantes, “la otra gran idea anti-mexicana del presidente electo” indica que es menos amenazadora si se considera que en la administración de Barack Obama, Estados Unidos deportó unos 175,000 mexicanos al año. “Trump tendrá dificultades para aumentar ese número”.
Videgaray, regreso inteligente
Sobre el regreso de Luis Videgaray The Economist interpreta la acción como que el mandatario mexicano actúa como si el republicano fuera más razonable de lo que parece.
“Ahora Peña lo ha traído de vuelta (a Videgaray), como secretario de Relaciones Exteriores. Pero su tono se ha vuelto más duro. Peña rechaza ahora los intentos de Trump de influir en la inversión ‘sobre la base de temor o amenazas’”, asegura.
Según la publicación británica, para algunos la recontratación de Videgaray parece una jugada inteligente, pues se cree que tiene amistad con Jared Kushner, yerno de Trump, quien se convertirá en consejero en la Casa Blanca.
“Pero los mexicanos lo miran (a Videgaray) con desdén. Al dirigirse a un miembro de su círculo íntimo para gestionar la relación de México con Estados Unidos, Peña perdió la oportunidad de contratar a alguien con ideas frescas”, afirma.
Por ello, recomienda: “El gobierno debe hablar con congresistas, políticos estatales y líderes empresariales. También debe movilizar a los 35 millones de personas de origen mexicano que viven en los Estados Unidos”.
Y da cifras que respaldan el consejo: Unos cinco millones de empleos en Estados Unidos dependen del comercio con México; además, cuando éste envía mercancías al norte, 40% de su valor proviene de insumos comprados en Estados Unidos.
México no está indefenso
De acuerdo con la nota de dicho portal, el semanario asegura que pese a todo este panorama México no está indefenso. Entonces recuerda que en el año 2009 impuso aranceles a unos 100 productos estadunidenses, luego de que Estados Unidos prohibió a los camiones mexicanos circular por sus carreteras para proteger los empleos de los conductores de ese país. “Eso llamó la atención de los políticos estadunidenses: el lobby pro-comercio prevaleció”, dice.
Enseguida, cuenta que analistas mexicanos piensan en la manera en que el país podría afrontar esos retos. Y describe: “El maíz, cultivado principalmente en los estados que votaron por Trump, será un objetivo tentador. Los Estados Unidos vendieron cerca de dos mil 500 millones a México en 2016. Ante la pérdida de su mayor mercado, los agricultores estadunidenses de maíz podrían presionar a la Casa Blanca para que cediera”.
Y es que ya hay un antecedente, aclara: “el pasado 6 de enero, 16 grupos agrícolas estadunidenses advirtieron en una carta a Trump y Mike Pence, vicepresidente electo, que la interrupción del comercio con México y otros países tendría ‘consecuencias devastadoras’ para los agricultores, que ya sufren los bajos precios”.
Con ello, The Economist concluye, pesimista: “Por ahora, los mexicanos están rezando para que Trump se demuestre más moderado en el cargo que durante su ascenso meteórico. Hay poca evidencia de que sucederá”.
El texto en ingles…..
How Mexico should handle Trump
America’s new president could be a disaster for its southern neighbour
Jan 12th 2017, 
AMERICA’S allies and trading partners await Donald Trump’s arrival in the White House on January 20th with trepidation. None is more anxious than Mexico. Mr Trump began his election campaign by damning Mexicans as rapists and killers of American jobs. He has repeatedly threatened carmakers that invest in Mexico with import tariffs. Ford cancelled plans to build a $1.6bn plant there. He renewed his vow to make Mexico pay for his border wall at a press conference on January 11th. “Mexico has taken advantage of the United States,” he declared.
If Mr Trump matches his aggressive words with actions, the consequences will be grave. Mexico’s economy is closely entwined with that of the United States and Canada under the North American Free-Trade Agreement (NAFTA). The value of bilateral trade with its northern neighbour is equivalent to nearly half of its GDP. America buys three-quarters of Mexico’s exports. The 35m people of Mexican origin living in the United States send back $25bn a year in remittances. Mr Trump puts all that in jeopardy.
react-text: 418 Already, Mexico is feeling the effects (see /react-text article react-text: 420 ). The peso has dropped to a record low against the dollar, weakening Mexico’s wan economy. If Mr Trump, who has called NAFTA “the worst trade deal maybe ever signed anywhere”, launches a trade war, Mexico will probably fall into a recession. That would worsen a political environment that is already poisonous. Mexico’s president, Enrique Peña Nieto, has the lowest approval ratings of any recent leader. He is reviled for failing to control corruption and for allowing crime to surge. On January 1st the government raised petrol prices by up to 20%. Enraged drivers blocked roads, looted shops and occupied petrol stations; six people died in the unrest. /react-text
Mexico is due to hold its next presidential election in 2018. The nationalism and misery provoked by Mr Trump could bring to power Andrés Manuel López Obrador, a left-wing populist. Mr Peña’s weakness threatens to discredit vital reforms he enacted early in his tenure, including liberalisation of energy and telecoms. A dismantling of NAFTA, which helped create the right conditions for reforms, would doom them.
America would suffer, too. Its trade with Mexico is worth just 3% of its GDP, but some 5m American jobs depend on it. The design, manufacture and servicing of everything from appliances to medical equipment is spread across both borders. Cars made in Mexico are stuffed with parts manufactured in America; some 40% of the value of Mexican exports consists of inputs bought from the United States. If Mexico is not allowed to sell cars, aerospace equipment and fruit to America, it is likely to send more immigrants and drugs.
How should Mexico respond to Mr Trump? First of all, by reminding his administration that the relationship is mutually beneficial. Alongside trade, Mexico has been a partner in controlling illegal immigration. It stops many of the 200,000-300,000 Central Americans and others who try every year to sneak across Mexico into the United States. And Mexico has paid a price to keep relations warm: some 100,000 Mexicans have died since Mexico joined America’s war on drugs.
Mexico should also seize on Mr Trump’s occasional hints that he is open to renegotiating NAFTA rather than ripping it up. The 23-year-old agreement could usefully be updated to cover new sectors, such as digital commerce and energy.
If Mr Trump is really determined to start a trade war, Mexico has few good options. A broad strategy of fighting tariffs with tariffs will hurt its own consumers most, while inflicting only modest damage on America’s vast economy. There is scope for artful use of targeted measures within the rules of NAFTA and the World Trade Organisation, an approach that Mexico has wielded adroitly before. In 2009, after America blocked Mexican lorries from operating north of the border—to protect the jobs of American drivers—Mexico imposed tariffs on nearly 100 American products, from Christmas trees to felt-tipped pens, choosing industries with clout in congressional districts whose representatives had a say in the dispute. The American block was eventually lifted.
Mexico’s best defence against a bullying neighbour, however, will be to seek freer trade elsewhere and to strengthen its own economy. It needs to build more infrastructure: whereas northern Mexico has good transport links to America and the coasts, the poor south is largely cut off. Most Mexican workers have unproductive informal jobs. Shifting firms into the formal economy will be hard so long as the government fails to curb corruption; many Mexicans are loth to pay taxes they assume will be stolen. Mr Trump’s anti-Mexican populism threatens to help usher in a leftist government that will abandon reforms. But it makes those modernising policies more necessary than ever.


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