2 abr 2017

“Aprendí de la derrota; seré una cabrona”--Josefina

Revista Proceso # 2109, 2 de abril de 2017..
El estigma de la derrota/Álvaro Delgado
La candidata del PAN a gobernadora del Estado de México, Josefina Vázquez Mota, dice que aprendió de la derrota en la elección presidencial de 2012 y que será “una cabrona”. Sin embargo, su equipo de campaña está plagado de panistas que la traicionaron o la abandonaron en su anterior aventura, su familia es investigada por presunto lavado de dinero y su fundación Juntos Podemos enfrenta una demanda por el posible desvío de fondos públicos: los mil 36 millones de pesos que recibió del gobierno de Enrique Peña Nieto.

Frente a amigos y colaboradores, antes y después de ser ungida como la candidata del Partido Acción Nacional (PAN) al gobierno del Estado de México, Josefina Vázquez Mota afirma que será implacable en su campaña: “Aprendí de la derrota; seré una cabrona”.
Pero Vázquez Mota, quien en 2012 obtuvo la única victoria de su biografía política –la candidatura presidencial del PAN– sólo para llevar a su partido al tercer lugar, no parece haber asimilado las enseñanzas de su fracaso ante Enrique Peña Nieto, quien es su principal mecenas con los más de mil millones de pesos que le dio a la fundación que preside.
En efecto, en su toma de protesta como candidata, el 5 de marzo, trató de exorcizar el Estadio Azul vacío de 2012 con un mitin en un salón del hotel Radisson del Rey, en Toluca, pero el fantasma estuvo presente: ella posó sonriente con Felipe Calderón, quien desde el gobierno saboteó su candidatura, como él se lo confesó tras la elección –“te abandoné”–, y con Diego Fernández de Cevallos, quien le negó su apoyo por respaldar a su “amigo” Peña Nieto.

No sólo eso: así como en 2012 designó coordinador de su campaña a Roberto Gil Zuarth, exsecretario particular de Calderón, ahora quiso ese cargo para Eduardo Rivera Pérez, quien en Puebla jefatura la precampaña de Margarita Zavala, enfrentada con Ricardo Anaya, dirigente del PAN, por la candidatura presidencial.
Anaya, impulsor de Vázquez Mota, tuvo que intervenir para evitar que escalaran las fricciones y las sospechas y, aunque en los hechos él es el jefe general de la campaña, nombró coordinador a Víctor Hugo Sondón, presidente estatal del PAN, y Rivera Pérez –con cuentas pendientes como alcalde de Puebla capital– quedó sólo como responsable estratégico de la misma.
Y aunque ahora no contrató al consultor español Antonio Solá, a quien no le ha pagado aún su asesoría de 2012, reclutó al consultor colombiano Mauricio de Vengoechea, quien siempre ha trabajado para priistas, se ufana de ser experto en guerra sucia –“hacemos campaña negativa, nos encanta hacerla con humor”– y niega que la compra del voto influya en las elecciones, como afirma el PAN.
“Esa es una tesis de políticos. Yo no creo en la compra de votos. Yo creo que la influencia de la compra de votos es mínima en una elección, mínima porque todos compran un porcentaje de votos tan pequeño que no influye en los niveles de las encuestas”, declaró, el año pasado, en República Dominicana.
Tampoco influye el dinero del narcotráfico, dijo, como lo comprobó en Colombia cuando, en 1994, fue asesor de Ernesto Samper, quien recibió dinero sucio: “No sólo se acusó, se comprobó que entraron 6 millones de dólares a la campaña del narco. ¡Se comprobó! Pero esa elección estuvo empatada… ¿Y por qué esos 6 millones de dólares no hicieron que Samper ganara con una diferencia abismal? ¡Porque no funciona!”.
Con un amplio repudio al Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el Estado de México, donde la exigencia de cambio de la población llega a 80%, Vázquez Mota inicia su campaña también con el lema “Más que un cambio”, que es tan amorfo como el “Diferente” de 2012, que fue considerado uno de los principales errores de su campaña presidencial.
Más aún: Vázquez Mota se puso en manos también de Ulises Beltrán, socio de BGC Beltrán, Juárez y Asociados, y consultor del PRI y del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), quien la asesora en la estrategia electoral e inclusive en la recaudación de recursos.
Beltrán trabajó con Peña Nieto en 2012 y fue uno de los encuestadores que siempre colocaron a éste con una ventaja superior a 10 puntos e incluso, en la medición previa a las elecciones –publicada en el diario Excélsior– le dio una ventaja de 16 puntos respecto del más cercano contendiente, Andrés Manuel López Obrador, que al final fue de sólo 6.5%.
Con una conducta contrastante con la candidata de Morena, Delfina Gómez, quien ya presentó sus declaraciones patrimonial, fiscal y de intereses –conocida como 3 de 3–, la panista imita la resistencia del priista Alfredo del Mazo a hacer públicos sus bienes, opacidad que la ha acompañado desde que inició su carrera política, en el 2000, como diputada federal plurinominal.
Sus declaraciones patrimoniales anuales como titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) con Vicente Fox, y de la Secretaría de Educación Pública (SEP) con Calderón, consignan su trayectoria burocrática, pero también el ocultamiento de sus bienes: “El servidor no aceptó hacer públicos sus datos patrimoniales”.
Su búsqueda de la gubernatura del Estado de México, donde admite que usa sólo como dormitorio una casa en Huixquilucan, está marcada por los mil 36 millones de pesos que obtuvo del gobierno de Peña para la fundación Juntos Podemos, que ella preside, y para cuyo esclarecimiento fue denunciada penalmente ante la Procuraduría General de la República (PGR) por Morena.
Josefina es accionista de la cadena de pinturas Comex, donde la PGR también investiga a su padre y a seis de sus hermanos por lavado de dinero, según lo reveló El Universal, lo que ella interpretó como parte de la “guerra sucia” en su contra y de la elección de Estado que instrumenta en esa entidad.
Ahora, a diferencia de 2012, Vázquez Mota aseguró su futuro: de fracasar en la conquista de la gubernatura, Anaya se comprometió a que sea senadora y su hija mayor, María José Ocampo, será diputada.
El PAN, las traiciones
Más allá de sus propias decisiones, Vázquez Mota enfrenta también el desprestigio del PAN en el Estado de México por sus malos gobiernos municipales y la línea de colaboracionismo con los priistas Arturo Montiel, Peña Nieto y Eruviel Ávila.
Son escandalosos los pleitos entre los alcaldes de Naucalpan –uno de los municipios más violentos de México–, Édgar Olvera, y el de Huixquilucan, Enrique Vargas del Villar, que en el caso del primero se suma a la incesante violencia e inseguridad en zonas residenciales y populares, y sus fallidos intentos para contrarrestarlas.
Olvera decidió rentar 202 patrullas en 4 millones 600 pesos al mes, instaló macropantallas enlazadas a mil cámaras distribuidas en el municipio y compró un helicóptero Bell 206 L40 modelo 1993, que en febrero costaría entre 10 y 15 millones de pesos, pero al final se pagaron 24 millones. Un aparato así se puede encontrar en el mercado a un tercio de ese monto.
Aunque en 2003 Montiel cooptó a 13 diputados del PAN, a través de Isidro Pastor, que era presidente del PRI y ahora es candidato “independiente” a gobernador, fue en 2006 cuando se afianzó la relación de líderes panistas con Peña, quien apoyó con 200 mil votos a Calderón, como revela el libro El amasiato. El pacto secreto Peña-Calderón y otras traiciones panistas (Ediciones Proceso, 2016).
Fue el actual diputado federal Ulises Ramírez quien confirmó y dio detalles de ese pacto de Calderón con Peña, organizado por él mismo y celebrado a unas semanas de las elecciones en las que el primero fue declarado ganador.
–¿A cambio de qué?
–De proyección política, de fortalecimiento de proyectos
–¿Fue un pacto de impunidad?
–No fue un pacto de impunidad, fue un pacto de gobernabilidad por el bien del país.
El propio Ramírez adelantó que por esa razón nunca habría una alianza del PAN con el Partido de la Revolución Democrática (PRD), como ocurrió en la elección de 2011, gracias al pacto que firmaron, el 20 de octubre de 2010, los presidentes del PAN, César Nava, y del PRI, Beatriz Paredes, cuyos testigos de honor fueron el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, y el secretario de Gobierno estatal, Luis Miranda Nava.
Este contubernio se desveló luego de que el panista Nava acusó al PRI de no aprobar la Ley de Ingresos como la quería Calderón, que preveía el aumento de impuestos, y reveló más: que Peña fue el que propuso que el pacto fuera por escrito y en secreto.
En la elección de 2012, Calderón saboteó la campaña de Vázquez Mota y él mismo le confesó, pasada la elección, que la abandonó, como se detalla en el libro citado, e incluso ésta acusó a la vocera presidencial, Alejandra Sota, de trabajar para la campaña de Peña.
En entrevista con el reportero, que se incluye en el libro, Vázquez Mota contó que Sota la buscó varias veces para darle mensajes: “Lo único que puedo decir es que los mensajes que ella llevó claramente mostraban que ella no trabajaba en esta campaña o no estaba en esta campaña”.
–¿Estaba trabajando para Peña?
–Ella estaba trabajando en otra campaña.
–¿Puede la vocera del titular del Ejecutivo actuar por su cuenta, sin el conocimiento de su jefe?
–Creo que es muy difícil pensar que puede actuar motu proprio. No lo descarto, porque hemos visto a lo largo de administraciones panistas, en gobiernos del PRD, del PRI y de otros partidos, que hay quienes toman decisiones propias y las ejecutan a nombre de otros. Lo que puedo decir es que ella no jugaba en esta campaña.
–¿Las recomendaciones eran para no tocar a Peña?
–Hubo varias, no quiero entrar en detalles, para mí eso no es lo más importante. Lo más importante es señalar que había gente muy cercana al presidente en ese momento y con gran poder de influencia en ciertos ámbitos que era evidente que no estaban aquí.
–¿Aconsejados por su jefe?
–Eso no lo sé. Había que preguntárselo a él.
–¿Qué responsabilidad le atribuye usted a Calderón respecto de su campaña? ¿Fue un abandono o cabe la traición?
–Cada quien debe asumir su propio papel. Yo realmente en la política he decidido quedarme sólo con lo mejor y sé, por supuesto, quién me acompañó y quién decidió hacerlo o dejar de hacerlo.
“Y en todo caso yo hablaría de esa soledad que yo viví en la campaña y que es una soledad que, por la razón que sea, es muy injusta para cualquier candidato. Y aprendiendo de esa experiencia, más que satanizar a alguien, o condenarlo o ponerle un adjetivo, es que tenemos que hacerlo de manera diferente para que esto no vuelva a repetirse”.
–¿Cree usted que Calderón pactó con Peña impunidad?
–No tengo conocimiento de que haya habido un pacto entre ellos ni tengo ninguna evidencia de que así haya sido. Prefiero realmente compartir sobre aquello en lo que yo tuve responsabilidad y de lo que sí tengo certeza.
Calderón y Sota han optado por el silencio.
El fascismo…
En 2012, la panista se subordinó a Calderón de principio a fin de su campaña, a tal punto de que, en el cierre de la misma, en Guadalajara, anunció que, de ganar, lo propondría como titular de la PGR, y lo hizo porque él se lo indicó, según reveló en el libro El amasiato:
“Él nunca me hizo la propuesta de manera personal, pero hizo llegar mensajes en que me pedía hiciera esto públicamente, y la razón más poderosa que daba es que esto podría dar una señal de que se iba a continuar en este  combate frente al crimen organizado.”
Añadió: “Porque también había voces que cuestionaban que si ganaban otros partidos se iba a dar este mismo énfasis en la agenda de seguridad. Su razonamiento era: ‘Será una señal de que no se va a abandonar esta agenda’. Para mí tampoco fue fácil hacer pública esa propuesta, tan no lo fue que lo hice en el último evento”.
–¿Le había propuesto que fuera antes?
–Sí, claro.
–No en el cierre.
–No en el cierre.
Ya como candidata, Vázquez Mota ha trabajado para que los principales liderazgos la acompañen en su nueva aventura, incluyendo a quienes la traicionaron en 2012, como Calderón y Fernández de Cevallos, pero también Ulises Ramírez, aliado de Moreno Valle, a quien se acusa de abandonarla en Puebla.
Moreno Valle, discípulo de Elba Esther Gordillo –enemiga de Vázquez Mota–, fue el último de los líderes panistas que se tomó una fotografía con ella, el 24 de marzo, y luego de que Rivera Pérez, su enemigo en Puebla, se incorporó al equipo de campaña.
Esta irrupción de Rivera Pérez –nacido en Toluca, pero quien hizo carrera en Puebla– obedece a que forma parte de El Yunque, la organización clandestina a la que pertenecen Los Bravo Boys, grupo liderado por Luis Felipe Bravo Mena, dos veces candidato a gobernador y actual presidente de la Comisión Anticorrupción del PAN.
Rivera Pérez ganó la alcaldía de Puebla capital, en 2010, en la misma elección de gobernador que triunfó Rafael Moreno Valle, y ahora sigue bajo sospecha de trabajar para el candidato priista Alfredo del Mazo, quien como director de Banobras financió multimillonarios proyectos.
Antes de Moreno Valle, su representante en el Estado de México, Ulises Ramírez, también se fotografió con Vázquez Mota, el 8 de marzo, acompañado de Oscar Sánchez, confeso admirador de Hitler y quien como candidato del PAN a senador, en 2012, concitó el repudio de la comunidad judía.
A finales de ese año, este acompañante de Vázquez Mota causó la ira del historiador Enrique Krauze, quien escribió en su cuenta de Twitter: “El PAN vuelve a uno de sus orígenes, el fascismo: elige a Óscar Sánchez, admirador de Hitler, como su dirigente en Edomex”.  


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