30 abr 2017

Una esperanza para los coptos

Una esperanza para los coptos/Raad Salam Naaman, doctor en Estudios Árabes Islámicos y Ciencias Religiosas.
ABC; Sábado, 29/Abr/2017 
Egipto fue la cuna de la antigua civilización egipcia, que junto con la mesopotámica fue el origen de la historia de la humanidad. Egipto posee hoy una población cercana a los ochenta millones de habitantes, conformando una sociedad multiétnica, multicultural y multirreligiosa. El grupo étnico más importante es el árabe (88 por ciento), seguido por coptos (10), beréberes, nubios, beduinos y beja (2). La religión predominante es el islam suní (90 por ciento), y los cristianos coptos tomados en conjunto –ortodoxos, católicos y otros (10 por ciento)– son el grupo más numeroso después de los islámicos (cerca de 8.000.000 habitantes).
Los cristianos coptos son fruto de las predicaciones de san Marcos, el apóstol de Jesús, que llegó a Alejandría entre los años 40 y 49 y donde encontró el martirio el 24 de abril del año 68. Por lo tanto, los cristianos coptos son los originales del país, descendientes de la antigua civilización egipcia.
La presencia árabe musulmana en Egipto empezó en el año 641, con las conquistas del segundo califa ortodoxo Omar. Gracias a Omar el islam se extendió por toda Mesopotamia y el norte de África desde la península árabe, con el filo de una espada que obligaba a los nativos de estos territorios –judíos y cristianos– a convertirse bajo amenaza de muerte. Los cristianos coptos de Egipto desde siempre han vivido la persecución y la desigualdad religiosa y se han sentido como ciudadanos de segunda en su propio país. En la sociedad egipcia, un cristiano recibe todos los apoyos posibles para su conversión al islam, tanto laborales como sociales. Por el contrario, los musulmanes que se convierten al cristianismo deben vivir en clandestinidad para evitar el rechazo social de sus familias, e incluso la posibilidad de morir asesinados. El Papa Tawadros II es el actual Papa de los cristianos coptos, elegido en 2012, después de la muerte del Papa Shenouda III, y es el Papa número 118 desde San Marcos.
Con respecto al mundo islámico, el Estado egipcio es laico, pero favorece el islam mayoritario, y aunque no prohíbe la construcción de iglesias, los trámites son muy costosos. Con el comienzo de la llamada «Primavera árabe» en 2011, los islamistas radicales vinculados a los Hermanos Musulmanes, conocidos en Egipto como la madre de todas las organizaciones, han matado a casi 5.000 cristianos y han dejado 7.000 heridos, atacando y quemando 58 iglesias en diferentes ciudades del país, además de destruir más de quinientos negocios cristianos. Las mujeres cristianas en Egipto son secuestradas y forzadas a casarse con hombres musulmanes y obligadas a convertirse al islam. Los cristianos coptos temen la violencia de los Hermanos Musulmanes.
Conozco Egipto muy bien. He tenido la oportunidad de visitar el país en varias ocasiones y tengo buenos amigos allí. En estos últimos años, la mayoría de las mujeres de Egipto llevan el niqab, vestimenta que oculta totalmente el rostro, excepto los ojos, una muestra del radicalismo y el fanatismo islámico en el país. Con el aumento de este radicalismo, la visita de Su Santidad el Papa Francisco a Egipto, al país del Nilo, es una muestra de una gran valentía. Esta visita tiene una gran importancia para nosotros, los cristianos orientales, sobre todo para los cristianos coptos de Egipto, que están sufriendo la persecución y el genocidio a manos de los musulmanes intolerantes. La ola islamista que ha invadido los países árabes ha traído la inquietud a las minorías cristianas, ya preocupadas por su supervivencia y que temen por su futuro en sus países de origen.
La visita de Su Santidad a Egipto tiene un objetivo específico: dar aliento a las minorías cristianas de la zona, cada vez más amenazadas, y representa una oportunidad para impulsar la paz y la convivencia con el islam y los musulmanes.
Su Santidad, recuerde a los líderes musulmanes que en todo el mundo occidental, tradicionalmente cristiano y donde los emigrantes musulmanes viven en minoría, estos gozan de toda la libertad y tienen todos los derechos tanto sociales como religiosos. Tienen libertad para celebrar sus pascuas, como el Ramadán, para construir escuelas coránicas y mezquitas y rezar en ellas cinco veces al día. Incluso en algunas ciudades tienen partidos políticos y representantes en los ayuntamientos. Esta es la libertad religiosa verdadera. Del mismo modo deben los musulmanes actuar en sus países con las minorías cristianas que conviven con ellos. Aunque somos minoría, los cristianos no somos emigrantes, sino los originarios del territorio que hoy día se denomina el «mundo árabe musulmán».
Que el Señor bendiga a Su Santidad para el bien de nuestra Iglesia y derrame sobre toda la humanidad el bálsamo de su paz.

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