28 abr 2018

No es guerra sucia, son sus propuestas

 No es guerra sucia,  son sus propuestas
Razones/JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ
No es guerra sucia, son sus propuestas
Excelsior..., 27 de abril de 2018

Pasada una semana del debate, creo que nadie agradecerá más que Andrés Manuel López Obrador el que comience un puente vacacional que distraiga a la gente un poco de la información política. Al candidato de Morena le fue mal en el debate y se le ha agriado el humor. La paz y el amor quedaron apartados desde el domingo junto con el álbum de estampas de Panini y López Obrador ha optado por la estrategia de la denuncia de una guerra sucia en su contra al tiempo que le pide a sus seguidores que respondan a la misma en redes sociales con otra guerra sucia.
No sé si el debate del domingo cambió las intenciones de voto. No creo que haya habido cambios decisivos, siquiera mínimos, entre los fieles de López Obrador. Pero sí debe haber sembrado la duda entre quienes pensaban votar por él sólo por hastío y enojo, como una forma de castigar al gobierno y a los demás partidos. Más de uno tiene que haber comprendido, quizás con asombro, que con su voto cumpliría ese cometido, pero que el principal castigado sería él mismo, el elector.

López Obrador no puede decir que es guerra sucia acusarlo de querer cancelar la Reforma Educativa, de querer dar amnistía a los criminales, de querer cancelar el nuevo aeropuerto dejando al país sin una infraestructura básica, a inversionistas desprotegidos y a decenas de miles de trabajadores sin empleo, de querer mandar las secretarías de estado a distintos puntos del país (dejando sin trabajo o con la obligación de mudarse a otros miles de trabajadores), de querer acabar con las reformas energéticas que están respaldadas con inversiones de miles de millones de dólares: todo eso lo ha dicho, refrendado y repetido una y otra vez. No es guerra sucia, es confrontarlo con sus propias propuestas que incluyen también vender el avión presidencial y toda la flota aérea del gobierno, dejar la casa presidencial de Los Pinos, desaparecer el Estado Mayor Presidencial, crear una guardia nacional fusionando Ejército, Marina y policía que nadie entiende de qué se trata.
No es guerra sucia decir que alguien no puede vivir toda su vida, hasta llegar a los 65 años, haciendo campaña permanente durante los últimos 12, y no tener ni una cuenta de cheques, ni una tarjeta de crédito ni un ingreso comprobable ni una propiedad. O decir, como así ocurre, que sus hijos y la mayoría de sus hermanos viven de lo que cobran en el partido que él mismo dirige. Se pueden tener distintas opiniones sobre los hechos, pero no se puede tener distintos hechos. Todo eso lo ha dicho, escrito, firmado, Andrés Manuel.
Muchas de esas medidas para la gente son simplemente políticas, aunque pudieran causar un profundo daño económico, estructural e institucional al país. Pero también han comenzado a ver que esas mismas propuestas le terminarán dañando su bolsillo, su bienestar y su futuro. No es guerra sucia preguntar si se amnistiará, por ejemplo, a los capos y sicarios del narcotráfico, incluyendo al joven rapero que por tres mil pesos disolvió en ácido los cuerpos de los tres estudiantes de Guadalajara. ¿Quién quiere a esos personajes en la calle?
No es guerra sucia decir que si está en contra de la Reforma Educativa y dice que le regresará la educación en Oaxaca y en otros estados a la Coordinadora, se acabarán los avances logrados, se acabará la posibilidad de que los niños aprendan inglés y computación en la escuela pública (la CNTE está en contra de las dos cosas), se dejará de evaluar a los maestros y se perderá el Nuevo Modelo Educativo. ¿Realmente algún padre quiere que los maestros de sus hijos sean los de la Coordinadora, que los niños no sepan inglés, pero que sepan repetir aquello de “marchar también es educar?”.
¿Alguien quiere que se pierdan 130 mil empleos porque a López Obrador no le gusta un nuevo aeropuerto que ya está a medio construir, que fue diseñado por la firma internacional más prestigiosa del mundo y avalado por las instituciones más acreditadas del mundo de la aviación, que ya está licitado y muy avanzado en obra, que implica inversiones de miles de millones de dólares, que detonará el crecimiento de una de las zonas más pobres del país y que es central para mantener el turismo del que viven millones de mexicanos (es nuestra principal fuente de empleo)? ¿Alguien quiere que por un capricho o una venganza personal perdamos todo eso?
No es guerra sucia: es confrontación de un candidato con sus dichos, sus discursos, sus escritos y sus propuestas de las tres últimas campañas presidenciales. Y uno debe creer que lo que un candidato ha propuesto durante tres campañas presidenciales es lo que hará cuando llegue al gobierno. Quien vote por el candidato de Morena no puede el día de mañana sentirse sorprendido porque no ha habido en la historia reciente de México un candidato que con tanta claridad e insistencia haya dicho exactamente lo que va a hacer.
El debate del domingo es lo primero que puede comenzar a cambiar las tendencias electorales. Vendrá ahora una etapa de confrontación y desgaste para todos los candidatos que será muy larga hasta el primero de julio próximo.

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