Revista Proceso # 2191, 27 de octubre de 2018.
La paz pasa por la regulación de las drogas: De la Fuente/
JOSÉ GIL OLMOS
Si insistimos en combatir el crimen organizado con métodos violentos, estamos condenados al fracaso; para pacificar el país hay que utilizar la inteligencia financiera –se debe recordar el caso de Al Capone– y estudiar la eventual legalización de la amapola con fines médicos y el consumo recreativo de la mariguana, para que el Estado controle responsable y rigurosamente ese mercado. Tal es la tesis que expone en entrevista Juan Ramón de la Fuente, próximo representante mexicano ante la ONU y quien en marzo participará en la asamblea de ese organismo sobre las drogas.
Parte importante del proceso de pacificación en México pasa por regular las drogas y por investigar a los favorecidos del negocio del narcotráfico: el sistema financiero internacional, sostiene Juan Ramón de la Fuente, próximo representante del país ante la ONU.
“No se puede ganar con las armas, sino con inteligencia”, señala el exsecretario de Salud, quien afirma que los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto se equivocaron al mantener la estrategia militar y policiaca para combatir el crimen organizado.
“¡Hay que parar esta guerra y hay que pararla ya, porque la vamos perdiendo! Necesitamos estrategias alternativas, avanzar en la regulación responsable de la mariguana y analizar con cuidado la legalización del cultivo de la amapola con fines médicos”, sostiene.
Entrevistado en momentos en los que se discuten en México los beneficios de legalizar el consumo de la mariguana y el cultivo de la amapola con fines médicos, como ya se plantea en varios proyectos de iniciativa de ley (Proceso 2056), el psiquiatra advierte que en el último caso habría que ir con cuidado, porque los riesgos para la salud son mayores.
Hace una observación: si es cierta la información del gobierno de Estados Unidos de que en México hay 44 mil hectáreas cultivadas de amapola, para satisfacer el mercado nacional de producción de heroína y otros medicamentos derivados de la goma de opio y para responder a la demanda internacional sólo se necesita 10% de ese cultivo; ¿qué se haría con el 90% restante?
“Hay que irnos despacio”, pide el exrector de la UNAM a los legisladores que tendrán en sus manos las iniciativas de ley que promueven la legalización de los cultivos de amapola con fines médicos.
De la Fuente ha escrito sobre el tema de las drogas diversos artículos y será el encargado de fijar la posición del gobierno de Andrés Manuel López Obrador en la Asamblea General de la ONU sobre las Drogas, a realizarse el próximo marzo en Viena.
Tiene claro que el problema del consumo de drogas no se va a terminar, pero señala que internacionalmente se han abierto alternativas opuestas a la ley prohibicionista, a la que acusa de “irracional”. Una de ellas es establecer una regulación responsable y progresiva del uso de estupefacientes, y esa será la opción que propondrá México.
“Debemos aprovechar la oportunidad de que en este gobierno hay apertura para buscar alternativas a fin de combatir el problema de las drogas. Creemos que es necesaria la regulación para quitarle el negocio a los grupos criminales, por lo menos en la mariguana, para que sea el gobierno el que regule su venta”, precisa y aclara que por ninguna circunstancia se le vendería a menores de edad.
Insiste: “La paz en México pasa por la regulación responsable de las drogas, no con la prohibición y la fuerza de las armas, que han traído más violencia y corrupción. Ese fue el enorme error de los dos gobiernos anteriores y el fracaso es evidente con más de 200 mil muertos y 40 mil desaparecidos”.
No obstante acota: “La regulación de las drogas no significa que con ello se va a erradicar por completo el mercado ilegal. Tampoco se van a resolver todos los problemas que genera el crimen organizado. Lo que sí se puede esperar es que una transición hacia la regulación reduzca progresivamente la escala de los mercados ilegales y el daño que causan”.
Explica que frente a una creciente demanda mundial en el consumo de drogas, la política prohibicionista que hasta ahora se ha seguido ha fracasado porque sólo estimula el consumo y la criminalidad, y se ha incrementado el mercado ilegal porque tiene la oportunidad de hacer dinero más rápido y en abundancia.
“Además, al lado del crimen organizado involucrado en el tráfico de drogas, prosperan el contrabando, el secuestro, la extorsión, el robo, el tráfico de armas y de personas, la victimización de los migrantes y la explotación del trabajo sexual, sin mencionar algunas de las actividades criminales cuya asociación al tráfico ilícito de drogas está cabalmente documentada”, advierte el expresidente de la Academia Mexicana de Ciencias y de la Academia Nacional de Medicina.
De la Fuente indica que los principios rectores de la regulación responsable que ya se propone en la Comisión Global sobre Políticas de Drogas –integrada por 12 expresidentes de diferentes países y en la cual participa Ernesto Zedillo– son inobjetables para cualquier nación, porque se trata de promover la salud pública y proteger los derechos humanos, la paz, la seguridad y el desarrollo sostenible mediante una nueva política.
“Se promulga, asimismo, que la regulación de los mercados de las drogas fomenta el desarrollo y crea espacios para el fortalecimiento de las instituciones”. Y sostiene que “terminar con el prohibicionismo le puede restar poder al crimen organizado y contribuir a la reducción de los niveles de violencia”.
Destaca los casos de Uruguay y Canadá –donde se legalizó el consumo de la mariguana– como ejemplo de las nuevas alternativas de regulación de las drogas y afirma que es mejor que haya expendios regulados por el gobierno a que los usuarios le compren al crimen organizado, que les van a vender un producto de dudosa calidad.
“¿Quién queremos que controle este mercado, los delincuentes o el Estado?, porque ahorita quien lo controla son los delincuentes infiltrados en el Estado.”
Sin embargo, para De la Fuente México necesita desarrollar su propio modelo, “porque estamos en una circunstancia distinta y somos vecinos del mercado de consumo de drogas más grande del mundo: Estados Unidos”.
Es por eso que, en el caso de la propuesta de legalizar el cultivo de la amapola con fines médicos, insiste en que antes de que se apruebe alguna iniciativa en el Congreso de la Unión se tienen que analizar con sumo cuidado las consecuencias.
La complicada trama del opio
Apoyar a los campesinos pobres y explotados –obligados por los grupos criminales a sembrar y cultivar la amapola para extraer la resina y convertirla en goma de opio–, así como satisfacer las necesidades médicas de una población demandante de opioides, son los principales argumentos del proyecto de reforma de ley para que se permita el aprovechamiento de los miles de hectáreas de cultivo de esa flor que las fuerza armadas destruyen anualmente y que podrían ser utilizados por el gobierno.
La propuesta de ley a la que se tuvo acceso (Proceso 2056) sostiene que hay muchas posibilidades de avanzar porque hay marcos normativos internacionales que lo permiten, pero advierte la posibilidad de que genere malestar en algunos países, como Estados Unidos, donde está el mayor mercado de consumo de los opioides ilícitos producidos en México.
En este sentido De la Fuente advierte que hay que tomar con precaución esta iniciativa, porque la regulación del cultivo de la amapola tendría impacto en Estados Unidos donde, según cifras oficiales, cada año mueren 72 mil personas por sobredosis de heroína, más que el número de fallecimientos por accidentes viales o por sida.
“De nada sirve esgrimir argumentos que pretenden simplificar la trama tan complicada en la que estamos inmersos y que poco aportan a la discusión de fondo”, precisa, y señala que si bien es cierto que en México hay un déficit de medicamentos derivados del opio –4 millones de pacientes lo requieren para mitigar dolores severos–, no es suficiente argumento para legalizar la siembra de la amapola.
Tampoco lo es que se ayudará a los campesinos pobres, como se plantea en la iniciativa de ley, porque las causas de esta situación son otras. “Estoy convencido de que hay que apoyar a los campesinos explotados y forzados a cultivar la amapola y a procesar la resina, pero ocurre con frecuencia que ellos ya no son los verdaderos dueños de esas tierras”, precisa.
En su opinión, se tendría que garantizar que toda la producción de la goma de opio sea utilizada para elaborar productos medicinales y no termine en el mercado ilegal, donde se está combinando con derivados sintéticos, como el fentanilo, 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más que la morfina.
Advierte de la alta peligrosidad de las mezclas que hacen los cárteles mexicanos con las drogas naturales y las sintéticas y que son vendidas para el mercado estadunidense. Por ejemplo, señala que con la heroína y el fentanilo producen China white y la heroína con cocaína, speed ball, ambas de moda en Estados Unidos porque son más potentes; también son más dañinas.
Debido a esa peligrosidad es que insiste en que se tiene que estudiar con mucho cuidado si se aprueba una ley que permita legalizar el cultivo de la amapola, aún cuando sea con fines médicos.
“El uso limitado de morfina con fines terapéuticos no se va a resolver automáticamente produciendo más. Los médicos tiene que aprender a recetarla; los enfermos, a exigirla; los laboratorios, a distribuirla, y las farmacias, a venderla. El gobierno debe revisar la absurda sobrerregulación que aún subsiste y, seguramente, con una pequeña producción nacional –que compita en precio y calidad en el mercado internacional– se puede satisfacer a plenitud la demanda interna. Para ello bastaría con 10% de la superficie cultivada. La pregunta entonces es: ¿qué hacemos con el otro 90%?”
A su juicio es insuficiente el argumento de la falta de morfina en el país para despenalizar el cultivo de la amapola, “porque un enfoque de salud empieza por reconocer que el daño a la salud que ocasionan las drogas no es uniforme. En consecuencia, se requieren un marco regulatorio general y disposiciones específicas”.
Observa que será tarea ardua y tomará tiempo resolver la despenalización del cultivo de la amapola. “No hay solución unívoca. Tenemos que crear nuestro propio modelo y asumir algunos riesgos. La otra opción es seguir igual y eso no tiene sentido”, asevera.
Investigación financiera
De la Fuente recuerda que Al Capone fue detenido luego de que se investigaron sus cuentas y se descubrió que no pagaba impuestos. Eso y ponerle fin a la política prohibicionista al consumo de alcohol y tabaco, fueron determinantes para acabar con el crimen organizado a principios del siglo XX en Estados Unidos. “Ahí esta la enseñanza y eso es lo que tenemos que hacer”.
Pero para ello considera que tendrán que venir nuevos acuerdos internacionales y que haya una regulación más estricta de los mercados financieros.
“Al crimen organizado le vamos a ganar con inteligencia, no con helicópteros, no con armamentos, con eso nos van seguir ganando. La inteligencia financiera para identificar sus flujos es en donde está la clave, y en eso estamos muy rezagados porque no ha habido una ofensiva internacional y esa tiene que ser parte del complemento fundamental de la regulación responsable”, reconoce.
En el momento en que se hagan investigaciones de lavado de dinero en el sistema financiero mundial es cuando se verá qué países están dispuestos a cooperar, advierte.
En resumen, De la Fuente sostiene que México necesita cambiar de un esquema prohibicionista y moralista a un enfoque más racional, de regulación responsable de las drogas, con un enfoque de salud pública y poniendo por delante el tema de los derechos humanos.
“Pero soy enfático: necesitamos ser cuidadosos y que el proceso lo llevemos de manera paulatina, porque no nos conviene dar un golpe de timón, sino avanzar despacio y seguir aprendiendo en el camino, porque nadie tiene suficiente experiencia ni respuestas definitivas. Lo que es claro es que no queremos seguir igual, porque vamos muy mal y vamos perdiendo la guerra. Si queremos pacificar este país necesariamente debemos pensar en hacer algo distinto con el problema de las drogas. De otra manera, difícilmente podremos alcanzar ese objetivo.”
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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