Sumisión centroamericana/MATHIEU TOURLIERE
Revista Proceso # 2190, 21 de octubre de 2018...
“Las cifras van en aumento”, aseguró el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, quien dejó claro que hablaba en nombre de su jefe, Donald Trump.
“Aunque la cantidad de personas de El Salvador que intentaron ingresar ilegalmente en Estados Unidos se ha reducido, el número procedente de Honduras aumentó 61% y la cantidad procedente de Guatemala ha aumentado 75%”, se quejó el número dos en la administración de Trump. Insistió: “Estamos aquí hoy porque queda mucho trabajo por hacer”.
Lo escuchaban Juan Orlando Hernández y Jimmy Morales, presidentes de Honduras y de Guatemala, respectivamente; Óscar Ortiz, vicepresidente de El Salvador, así como el canciller mexicano Luis Videgaray, reunidos en la sede del Departamento de Estado en Washington, el jueves 11, para la segunda Conferencia sobre Prosperidad y Seguridad en Centroamérica.
Pence se dirigió al mandatario hondureño: “Presidente Hernández, lo instamos, con absoluto respeto, a seguir redoblando sus esfuerzos para aumentar la cantidad de policías fronterizos que combaten la trata de personas, y lo instamos, respetuosamente, a invertir también en materia de seguridad fronteriza”.
Enseguida al guatemalteco: “Presidente Morales, con el mismo respeto lo instamos a destinar incluso mayores recursos a asegurar las fronteras de su país y a aprovechar plenamente los grupos operativos de seguridad fronteriza ya establecidos por Estados Unidos. Deseamos trabajar con ustedes para asegurar la soberanía y la integridad territorial de su país y del nuestro”.
Durante el encuentro Pence dejó claro que las prioridades del gobierno de Trump en la región consisten en impedir la salida de migrantes y drogas hacia Estados Unidos: “Los líderes en este cuarto y los gobiernos que ustedes representan deben decir a su gente: ‘No ponga su familia en riesgo al emprender el peligroso viaje hacia el norte para entrar de manera ilegal a Estados Unidos’”.
A su vez, Morales y Hernández compitieron en fórmulas de sumisión hacia el gobierno estadunidense, al que prometieron esforzarse más para contener la migración y le pidieron con insistencia ayuda económica.
La conferencia se extendió el jueves y el viernes. Al día siguiente, el sábado 13, un grupo salió caminando de la ciudad hondureña de San Pedro Sula con la intención de llegar a Estados Unidos. El lunes el contingente sumaba más de mil y llegaba a Guatemala; el viernes 19 eran unas 4 mil personas amontonadas en el puente que separa México y Guatemala.
Alineación
Conforme avanzaba la caravana, creció la molestia de Washington. El domingo, la embajada de Estados Unidos en Honduras expresó su “seria preocupación” y condenó las “falsas promesas de ingresar a Estados Unidos hechas por aquellos que buscan explotar a sus compatriotas”.
La representación diplomática planteó: “Decimos esto con compasión (…) la situación en Honduras ha mejorado notablemente, y esta tendencia sólo continuará si sus ciudadanos permanecen e invierten su extraordinario potencial aquí”.
El martes 16 Pence llamó a los presidentes de Honduras y Guatemala y amagó con recortar las ayudas económicas a sus países en caso de no detener la caravana.
“Estados Unidos informó firmemente al presidente de Honduras que, si la caravana de gente que se dirige a EU no es detenida y llevada de vuelta a Honduras, no se dará más dinero o ayuda a Honduras, ¡Con efecto inmediato!”, publicó Trump en su cuenta de Twitter. Enseguida su vicepresidente añadió: “Entregué un fuerte mensaje (de Trump): no más ayuda si no se detiene; le dije que Estados Unidos no tolerará este flagrante desprecio por nuestra frontera y soberanía”.
El mensaje fue recibido. El mismo día Hernández exhortó en público a sus connacionales a no “dejarse usar con fines políticos”: “No pongan en riesgo sus vidas ni la de sus hijos y demás seres queridos”, exhortó, repitiendo las instrucciones que Pence le había dado días antes en Washington.
En Honduras –donde la pobreza afecta a 64.3% de la población, cuatro de cada 10 personas sufren miseria y la tasa de desigualdad es la más alta de América Latina–, el gobierno de Hernández trató de evadir su responsabilidad. El Partido Nacional, de corte conservador, afirmó que la caravana fue una iniciativa del Partido Libertad y Refundación (Libre) para “hacerle daño a la imagen de nuestro país”.
En Guatemala las amenazas de Washington también desataron una ola de pánico en el gobierno. Durante la Conferencia sobre Prosperidad y Seguridad en Centroamérica, Morales se presentó como el “mejor aliado” de Washington en la región y solicitó 15 mil millones de dólares.
El gobierno guatemalteco desplegó agentes de la Policía Nacional Civil el lunes 15 en la frontera con Honduras para detener el avance de los migrantes. No tuvo éxito. Al día siguiente las autoridades detuvieron a Bartolo Fuentes, periodista y exdiputado del Partido Libre, acusado de ser uno de los impulsores de la caravana. Lo deportaron a Honduras el viernes 19.
El martes Patricia Marroquín de Morales, esposa del presidente guatemalteco, lanzó una campaña en la que exhortó a sus connacionales a “evitar la migración irregular hacia Estados Unidos”.
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