25 ene 2020

El gran distractor/ Ernesto Hernández Norzagaray

El gran distractor/ ErnestoHernández Norzagaray
Sinemabargo.com, 25 de enero de 2020
La política y la economía en momentos de crisis tienen siempre a la mano estrategias de control de daños. La más importante es la que proporciona la comunicación política. Los recursos con que cuenta un gobierno para comunicar sus aciertos y evitar que los desaciertos se vuelvan un problema mayor.

El pilar principal de la efectividad tiene que ver con el político que la emite. Así, AMLO en todas las encuestas recientes de percepción, las simpatías rondan entre el 60 y el 70 por ciento lo que inevitablemente le da un gran margen de maniobra para desviar la atención y generar cortinas de humo. Entretener a sus fieles y detractores con “ocurrencias” y así se olviden de lo importante en tanto se busca una solución.
Es del dominio público que el primer año de gobierno de la 4T terminó con dos grandes escollos para el futuro: El nulo crecimiento económico y el extraordinario nivel de inseguridad pública.
Esta mezcla explosiva en manos de un gobernante con bajo nivel de aceptación seguramente hubiera provocado mayores reacciones sociales y se hubiera reducido el margen de maniobra, incluso, hasta probablemente hubiera recurrido a la coacción física como mecanismo de control de la situación.

Pero, no. Hay sin duda manifestaciones altisonantes, pero no llegan a tener un efecto permanente, cómo, no lo vimos, luego de la gran manifestación que se realizó en diciembre en la ciudad de México. No ha habido otra y tampoco está programada una nueva.
Sin embargo, los temas de fondo siguen siendo candentes, empezó el año y aun cuando ya se aprobaron los presupuestos del gasto público y se firmó un gran acuerdo con los empresarios más poderosos del país, todavía no hemos visto que arranque la recuperación de la economía.
Y, menos todavía, en el tema de la inseguridad que de acuerdo a las cifras del Secretariado de Seguridad Pública superó los 35 mil homicidios dolosos en 2019 de manera que este año es considerado certeramente como el “más violento de nuestra historia”.
Ciertamente, algo que dejaron claro las elecciones federales de 2018, es que la oposición quedo literalmente hecho polvo. Y, a un año y medio de aquellas elecciones no ha levantado cabeza y no se ve que pueda hacerlo de aquí al año 2021.
Al menos en el ámbito federal, en los estados y municipios tengo mis reservas, con lo que logró ver en el microcosmo de Sinaloa.
Pero volvamos al punto de la comunicación política con un ejemplo. Recientemente se puso sobre la mesa el tema del avión presidencial, esa vergonzosa pirámide al ego que heredó Felipe Calderón a Enrique Peña Nieto, y que se ha vuelto físicamente un estorbo pero políticamente un instrumento eficaz de contención de daños.
Y, es que, estimado lector, ante el ¿qué hacemos con el avión?, se plantearon cinco alternativas desde rentarlo hasta rifarlo en cachitos de 500 pesos, y eso provocó una gran cantidad de declaraciones en contra del presidente y las redes se inundaron de memes y comentarios de diverso tipo y calibre, incluso, llegó a ser tema de la prensa internacional.
Es decir, todo mundo esta y estaba metido en ello. Y, entonces, ¿dónde quedaron los problemas de una economía que no crece y una inseguridad galopante?
Están ahí, pero salieron estos temas de las primeras planas del país y de la conversación pública. No sé cuántos artículos se han publicado sobre el tema, ni tampoco cuantas horas o días, se han invertido para denostar la “ocurrencia” del presidente.
O sea, ya tuvo un beneficio, la gente esta en otra órbita. Unos atacando y otros defendiendo el punto. Esto le da un margen al Gobierno para manejar mediáticamente la llamada “cuesta de enero” donde todos sufrimos una merma de recursos vía aumento de precios, pago de impuestos municipales y de servicios incluso la nueva miscelánea fiscal que ya está en operación en sintonía con el aumento de impuestos en los estados.
La gente está con lo de la rifa del avión presidencial. Si, este tipo de “ocurrencias”, ha funcionado como atemperador de los humores públicos en el primer año de gobierno de la 4T, sin embargo, me preguntó: ¿hasta cuándo puede servir como estrategia de contención de daños?
No lo sé pero la van a seguir utilizando, es un recurso de la política, y tanto que el reportero de El Universal en la conferencia mañanera salió al paso cuando López Obrador señaló maliciosamente que la prensa en su momento no había sacado nada cuando se compró el avión y aquel al día siguiente ofreció una portada donde efectivamente mostraba que el presidente estaba exagerando al generalizar.
Y, luego, para continuar con la distracción, el presidente López Obrador se fue por el lado de la calidad de la información de esa nota y puso a leer a Jesús Ramírez.
En fin, la gente esta atenta de esto que por momentos alcanza el carácter de una nueva tragicomedia mexicana y ahí seguimos, sin considerar que hay gente especializada en este tipo de estrategias mediáticas, donde se combinan las conferencias mañaneras, agendas, talentos, encuestas, pulso público y donde veo al equipo técnico que dirigen Jesús Ramírez y Jesús Cantú pero, para qué ese recurso coyuntural deje de utilizarse tendría que perder su efectividad de generar la conversación pública.
Pero, también, que la oposición se recupere y pueda establecer una conversación alternativa, lo que no se ve en el corto plazo.
La experiencia nos ilustra que un problema social por más grande que sea no genera per se cambios de fondo. Se necesita que haya una oposición organizada, sea desde los partidos o de la sociedad y muchas veces, ni eso como lo vemos en Venezuela o ahora en Bolivia.
Es decir, esa oposición tendría que tener un poder directamente proporcional al poder del Gobierno establecido.
Ahora bien, ¿es bueno para el futuro país vivir bajo este tipo de estrategia comunicativas? Vamos, ¿es indispensable que sea un recurso permanente?
No. Lo razonable es que no sea lo principal, lo importante es que una economía crezca conforme a sus necesidades, generando riqueza, que esta se redistribuya a través del empleo y las políticas públicas, igualmente, que la violencia criminal que la sufren todas las sociedades en mayor o menor grado, estén bajo control de las leyes y cuando sea necesario ejercer la llamada violencia legitima.
Ambas cosas están lejos de alcanzarse en nuestro país y es el gran desafío para este gobierno que sigue teniendo un alto apoyo social, y eso le permite navegar suave, por las espesas aguas de la incertidumbre económica y la inseguridad pública. Pero, ojo, este no es un bien político para siempre. Gobernar en democracia siempre desgasta incluso cuando se tiene un gran distractor como AMLO.
Al tiempo.

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