24 mar 2008

David Petraeus


ENTREVISTA: DAVID PETRAEUS Jefe de las fuerzas de EE UU en Irak
FRANCESCA CAFERRI, © La Repubblica
El País, Bagdad - 25/03/2008
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia;
El militar norteamericano analiza en su cuartel general, en el antiguo palacio de Sadam Husein en Bagdad, la situación en Irak cinco años después de la invasión y hace hincapié en el papel de Irán en la violencia que sufre el país
En su tiempo libre, lee biografías de hombres que, como él, han tenido que afrontar durísimos retos militares. Un día sí y otro no sale a correr con sus soldados, y cada semana dedica 10 minutos al barbero. Se ha propuesto asistir, siempre que puede, a las ceremonias en recuerdo de los militares estadounidenses caídos en Irak. Ingenioso, sonriente, cordial, el general David Petraeus parece un militar fuera de lo acostumbrado: durante una hora de entrevista, en su despacho del que era el palacio presidencial de Sadam Husein en Bagdad, no deja entrever ni una sola vez la dureza que tiene que poseer para haber llegado a convertirse en el jefe de las fuerzas de EE UU en Irak.
Pregunta. -El domingo por la noche, el recuento de los muertos estadounidenses desde el inicio de la guerra llegó a la cota de los 4.000. Y, ese mismo día de Pascua, Irak vivió una jornada sangrienta, con lanzamientos de cohetes sobre la Zona Verde de Bagdad. ¿Está retrocediendo Irak?
Respuesta. -Cuatro mil muertos significan que Irak es una realidad muy dura y difícil. En cuanto a los ataques contra la Zona Verde, los llevaron a cabo los llamados grupos especiales, adiestrados y armados por Irán. Los cohetes que lanzaron eran iraníes. Y eso es decepcionante: el presidente Ahmadineyad y otros dirigentes iraníes prometieron a sus homólogos iraquíes que iban a dejar de echar leña al fuego de una realidad que ya de por sí es bastante explosiva. No es ésa la ayuda que los iraquíes quieren que les preste su vecino; lo que quieren es una relación constructiva. Desde luego, nada de armas.
P. -Sin embargo, también han vuelto a hacerse oír los terroristas suníes con el atentado en Mosul. ¿No le preocupa eso?
R. Los atentados de Al Qaeda son resultado de la presión a la que están sometidos, especialmente en Mosul, que es una de las áreas en las que Al Qaeda ha disfrutado durante mucho tiempo de más margen de maniobra y en las que, en el último año, se ha concentrado principalmente la actividad de las fuerzas de la coalición y las iraquíes. Es una zona importante desde el punto de vista estratégico, son las rutas hacia Siria e Irán, y es una región de población mixta. Lo que hicieron el domingo los terroristas es lo que hacen cada vez que les asestamos un duro golpe: tratar de pararnos. Creo, además, que este atentado puede estar relacionado con el hecho de que el embajador Crocker y yo nos disponemos a dar testimonio ante el Congreso; no quieren que demos sólo buenas noticias.
P. -¿Se puede decir que el país camina hacia la reconciliación?
R. La situación de la seguridad ha mejorado mucho. No voy a negar que el domingo fue un día espantoso, pero quizá lo notamos más porque hay menos días espantosos que hace ocho meses. El número de atentados ha descendido un 60% respecto a junio de 2006, el número de muertos civiles ha bajado un 60% desde diciembre de 2006, y eso es señal de progreso. No queremos cantar victoria ni hacer celebraciones, porque nos queda aún mucho por hacer. Todavía tenemos innumerables retos y obstáculos que superar, pero sí se han dado pasos hacia la reconciliación. La sociedad iraquí ha sufrido daños terribles y tardará años en recuperarse.
P. Uno de los méritos que se le reconocen es el de haber involucrado a los suníes en la gestión de la seguridad. ¿Cómo puede estar seguro de que un día esas personas no volverán a combatir?
R. Les estamos dando la posibilidad de ayudar a mejorar la seguridad en sus comunidades. La clave de nuestro proyecto es darles un papel en el proceso para que el nuevo Irak triunfe, en vez de fracasar. Puedo decir que, en ciertas zonas, es inconcebible pensar que los suníes vayan a permitir el regreso de Al Qaeda. Al Qaeda ha traído la muerte, la destrucción y una ideología wahabí que la gente no comparte.
P. -Quizá no llamen a Al Qaeda, pero podrían volver a luchar contra los chiíes...
R. -Repito, la idea es que todos intervengan en el éxito del nuevo Irak. Los suníes saben que se equivocaron al no participar en las elecciones de 2005 y no van a volver a cometer el mismo error, saben que no pueden tener acceso a los beneficios de los recursos iraquíes si no participan en el gobierno al lado de los chiíes.
P. -¿Y los chiíes? ¿Están en contacto con ellos?
R. -Por supuesto. La idea es aplicar el mismo proceso a todos: abordar los problemas, dialogar, tal vez gritar, pero no disparar. Se trata de hacer un esfuerzo para extender el diálogo a todos, incluidos los chiíes, así que también hablamos con ellos.
P. -¿Incluido Múqtada al Sáder?
R. -Mantenemos conversaciones con su grupo.
P. -Todos estos esfuerzos podrían resultar inútiles si el Gobierno iraquí no sigue por la vía de la reconciliación nacional. ¿Está satisfecho con el trabajo que llevan a cabo?
R. No creo que estén satisfechos ni ellos mismos. Pero están esforzándose por hacer alguna cosa. Hemos empezado a ver algunos avances desde el punto de vista político e incluso, ahora, económico: acabo de recibir a una delegación de empresarios extranjeros que han venido a firmar un acuerdo con el gobierno, y ésa me parece una buena señal.
P. -¿Qué situación va a describir cuando hable de Irak ante el Congreso, dentro de unos días?
R. Describiré el nivel de seguridad sobre el terreno, y el embajador hablará del aspecto político y económico. Después hablaremos de los retos que todavía nos aguardan e ilustraremos las recomendaciones que vamos a hacer al presidente y que, por motivos obvios, no puedo revelar todavía.
P. -Sí podrá decir qué piensa del debate sobre la reducción del número de tropas que está desarrollándose en EE UU.
R. El propósito es reducir las tropas de aquí a julio, pero la decisión estará muy condicionada por las condiciones que haya sobre el terreno. No queremos poner en peligro los objetivos que tanto nos ha costado alcanzar con una reducción de tropas demasiado rápida.
P. -En los esfuerzos que ha llevado a cabo, ¿le habría gustado contar con más apoyo de sus aliados europeos y la OTAN?
R. Sólo diré que no ha existido un jefe militar en la historia que no estuviera dispuesto a dar la bienvenida a más tropas.
P. -Usted ha reescrito el manual de operaciones; en muchas zonas, junto a los soldados, hay antropólogos. ¿Cómo y en qué medida ha cambiado el ejército estadounidense debido a Irak?
R. Nos encontramos con un terreno de actuación que ya no era el desierto, sino poblaciones, un terreno humano. Comprender el entorno es fundamental para lo que hacemos y por eso pedimos ayuda a los antropólogos, especialmente a expertos en la cultura árabe e iraquí. Nuestros soldados han sabido comprender la complejidad de la situación. A los jefes nos corresponde dar con buenas ideas, pero la clave del éxito está en saber hacerlas llegar a quienes la ponen en práctica.

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