2 sept 2008

El engaño de un gobernante


El engaño de un Presidente municipal y todo su cabildo.
Un crimen contra el patrimonio urbano en Los Mochis, Sinaloa! Mi pueblo natal...
Buen reportaje del periodista Refugio Haro en El Noroeste.
¡Felicidades amigo!
Hace falta ese tipo de periodismo!
Caray, Policarpio nos engaño a todos!, bueno se engaño a él mismo. Se veía muy serio.
Lástima!
El discurso detrás del derrumbe/Reportaje
El ex Alcalde Infante Fierro y regidores del trienio anterior modificaron acuerdos en los que reconocían el valor histórico de las casas de la Colonia Americana
José Refugio Haro, reportero.

Publicado en El Noroeste, 1 y 2 de septiembre de 2008;
http://www.noroeste.com.mx/publicaciones.php?id=406989
Una serie de documentos oficiales y testimoniales revelan que el ex Presidente Municipal de Ahome, Policarpo Infante Fierro, tuvo suficiente información acerca de los cualidades
históricas, artísticas y arquitectónicas de la colonia Americana de Los Mochis como para evitar la destrucción de ésta durante su gobierno, pero optó por una negociación que resultó en la donación de un terreno a cambio de otorgar el cambio de uso de suelo para que en 2007 fueran demolidas las casas de uno de los símbolos más emblemáticos de la historia de esa ciudad.
Según tales documentos, puede apreciarse cómo las declaraciones, conducta y acciones políticas del gobernante fueron cambiando en el transcurso de los meses de su gobierno (2005-2007) hasta llegar a contradecirse en sus propios dichos y argumentos y lograr que la totalidad del cuerpo de regidores cambiara radicalmente su criterio hacia la protección de la Colonia Americana y terminara unido en partidos y colores para conceder el aval para desaparecer dicha zona.
En lo político, sorprendió que en dos acciones de destrucción de la Colonia Americana, Polo Infante echara por tierra el capital político que ganó en dos elecciones previas. Una interna del PRI y una constitucional para ser Alcalde.
Desde el comienzo de su ejercicio como Presidente Municipal, Infante Fierro pareció jugar con dos barajas. Propiciaba las reuniones de sus colaboradores con instituciones de cultura e historia y, al mismo tiempo, avanzaba en sus acuerdos secretos con quienes pensaban acabar con gran parte del patrimonio arquitectónico cultural de Ahome.
Mientras lo anterior sucedía, ya los propietarios de la Compañía Azucarera de Los Mochis (CALMSA) ponían a la venta los terrenos a través de anuncios en las páginas de Internet, subdividiendo y vendiendo terrenos sin que existiera el protocolo técnico previo de autorización de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas, violentando la Ley de Desarrollo Urbano del Estado de Sinaloa, sin que ni el Gobierno ni el Congreso del Estado dijeran "esta boca es mía".
Gira discurso: de la defensa a la venta
Los terrenos de la Colonia Americana se habían convertido en un jugoso botín de muchos.
Al cambiar paulatinamente el tono en las sesiones de Cabildo y en sus propias declaraciones respecto del problema que se analiza, yendo desde el criterio inicial en que se defendía la Colonia Americana aceptando su valor histórico, hasta empezar a justificar derechos de los empresarios y a restar valor histórico a las casas, como puede verse en el cuerpo de la nota, el Alcalde Infante actuó como un agente negociador de quienes resultaron beneficiados con el permiso del Ayuntamiento para realizar la demolición de las construcciones.
Además de la CALMSA, hay otros detentadores de algunos espacios del área en cuestión, tales como Mario Zamora Gastélum, la familia Balderrama y Nemesio Artola junior.
El primero de ellos con amplio apoyo político del centro del Estado, dadas las relaciones de su padre, Mario Zamora Malcampo como funcionario de la Dirección de Alcoholes en los regímenes estatales de Juan Millán y Jesús Aguilar, prueba de lo cual es que Zamora Gastélum sería candidato del PRI y luego Diputado local para el periodo 2007-2009.
El joven legislador arrienda ahora el terreno donde la casa de apuestas Caliente construyó el edificio donde funciona, en una cantidad cercana a los 170 mil pesos mensuales.
Pero, al parecer, Polo Infante no sólo recibía presiones, sino también ofertas, o por lo menos se empeñó después para que en el Cabildo los regidores cambiaran su postura en actas de acuerdos de finales de 2006 y enero de 2007 de proteger la Colonia Americana, hasta llegar en las sesiones subsiguientes a aceptar una "negociación" con la empresa azucarera que llevaba indefectiblemente al exterminio del centro histórico de Los Mochis.
El mismo cuerpo edilicio terminó acordando en sesión de Cabildo aceptar una oferta de donación de la empresa a cambio de que le extendieran el cambio de uso de suelo el 29 de mayo, con lo cual culminaban los empeños de, al menos los empresarios, por borrar del mapa el símbolo histórico que era la colonia Americana de Los Mochis.
Curioso fue, sin duda, que en tal consenso estuvieran unidos los tres partidos representados en el Cabildo, todos comiendo del mismo plato.
Polo Infante conoció el Plan Sectorial de Zonificación de la Ciudad de Los Mochis, publicado en el Órgano Oficial del Gobierno de Sinaloa con el número 150, del 13 de diciembre de 2000, al finalizar el Gobierno de Esteban Valenzuela, actual Alcalde, cuya voluntad junto con la de sus compañeros del Cabildo había sido la de proteger los monumentos históricos de la ciudad mediante dicho Plan Sectorial, vigente aún al principio del trienio de Infante Fierro.
La Colonia Americana había sido protegida
A pesar de la existencia del Plan Sectorial, que textualmente preservaba a la Colonia Americana, desde su primer año de gobierno Infante Fierro mostró que sus intenciones no eran ni por asomo defender el patrimonio histórico del municipio.
Había indicios de acuerdos entre el gobierno de éste y la empresa CALMSA cuando en el 2006 tuvieron lugar las primeras demoliciones de construcciones dentro del perímetro del ingenio para limpiar los terrenos donde más tarde se levantarían los edificios de dos empresas distribuidoras de automóviles que llegaban a la ciudad.
Llega la hora cero
Entre el 3 de noviembre y el 15 de diciembre de 2006 pudieron haber tenido lugar negociaciones oscuras, pero definitivas entre la Compañía Azucarera y el Gobierno municipal representado personalmente por Policarpo Infante, debido a que para el 15 de diciembre algunas presiones hubo que obligaron a una sesión de Cabildo que culminó con un acuerdo de declarar que la Colonia Americana tenía valor histórico y debía protegerse.
Se expidió, por tanto, el decreto 40, pero no fue publicado en el Órgano del Estado hasta el 5 de enero del siguiente año, intermedio en el cual se fraguó la conspiración de dañar irremediablemente con tractores las casas de la Colonia la madrugada del 31 de diciembre.
No hay justificación de ignorancia o engaño alguno, según documentos que obran en el archivo municipal salidos de las reuniones previas entre funcionarios municipales, regidores y representantes del Instituto Nacional de Antropología e Historia en Sinaloa, de tales negociaciones por lógica simple estarían enterados el propio alcalde Policarpo Infante Fierro, el secretario del Ayuntamiento, Roberto Hernández Velázquez; el secretario de Desarrollo Urbano y Obras Públicas, Filiberto Ayala Bobadilla; el coordinador municipal del Consejo de Desarrollo Urbano y Ecología, Mariano Riva Palacio Galicia; el comisionado de enlace del INAH, Javier Ley Ruiz, y los regidores del área de Urbanismo, Yamil Hallal Zepeda, Raúl Bojórquez Robles y Ángel Gómez Salazar.
Polo Infante, el 31 de diciembre, al "enterarse" de los daños a la Colonia, teatralizó los hechos y enfatizó ante la prensa que aquel acto había sido un golpe por sorpresa y que se castigaría a los culpables, pero todos sabían que en un lugar tan céntrico de la ciudad, iluminado y concurrido, no podía llevarse a cabo tal depredación ni pasar desapercibido el estruendo que produjeron los tractores mientras abatían los históricos techos y paredes.
Parte II, 2 de septiembre
Un golpe a la confianza
En unos meses acabaron con parte de la historia de Los Mochis
Todo ocurrió en un silencioso estruendo.
El 31 de diciembre de 2006 fueron destruidas en un 65 por ciento las casas de la Colonia Americana para que expertos proclives coincidieran en que eran técnicamente irreparables.
Casi un año después, la víspera de la despedida del gobierno de el entonces Alcalde Policarpo Infante, volvieron a entrar los tractores a finiquitar su cometido, esta vez ya con el salvoconducto del gobierno, extendido generosamente por el Cabildo.
Así, llegaron a su fin las elegantes residencias fincadas por los norteamericanos que llegaron a os Mochis, de estilo Mediterráneo-californiano, que es una combinación de italiano, español, norafricano y griego, con elementos del Medio Este, característicos de una época entre 1900 y 1935.
El 'primer acto'
Cuando la prensa local acudió a ver el historicidio, y luego grupos de intelectuales y ciudadanos interesados hicieron presencia y protesta, apareció el Alcalde rodeado de sus fieles escuderos Filiberto Ayala y Herman Leuffer, a asombrarse por lo ocurrido en sus declaraciones públicas.
El "pancho" del Alcalde frente a los reporteros incluyó una presunta irritación y pronunciación de amenazas de multa para los empresarios del azúcar, con, por supuesto, un despliegue teatral de policía.
Incluso colocaron dos agentes a cuidar las ruinas de forma permanente, en tanto la ciudadanía acudía al llamado del Frente de Defensa del Patrimonio Histórico y expresaba su protesta firmando un libro.
Un número aproximado a las 30 mil firmas avaló la demanda de proteger lo que quedaba de la Colonia Americana, pero Infante ya parecía comprometido con otros objetivos.
Autoriza Cabildo a Infante para negociar
Apenas 11 días después del gran atentado a las casas de la colonia, el salón de Cabildo del Ayuntamiento de Ahome albergaba la reunión exigida y esperada para saber la actitud que asumiría la autoridad frente al hecho referido y frente a la protesta de algunos ciudadanos.
Según el acta 73, asisten el Alcalde Policarpo Infante y el síndico procurador Juan Francisco López Orduño, así como Dolores Zamora Lugo, Jesús Armando Gastélum Cota, Nicolás García Castillo, María Amada Sánchez Solís, Miguel Enrique Robles Ussher, Miguel Ángel Cota Romero.
Además, José Isabel Ramos Vázquez, Ángel Gómez Salazar, José Édgar Quintero Camargo, Jesús Alonso Ayala Gaxiola, Cayetano Pabalay Ochoa, todos ellos priistas.
Seguidamente, estaban Raúl Bojórquez Robles, María de la Luz Ramírez Rodríguez, José Hernández Bojórquez, Salomón Sánchez Ruiz y Guadalupe Espinoza Leyva, del PAN, más los regidores del PRD José Yamil Hallal Zepeda y José Rosario López Gil.
No obstante reconocer el valor histórico de las construcciones de la Colonia Americana, los regidores, con el impulso decidido de los ediles priistas, dieron un voto de confianza al Alcalde para "negociar", en caso de que no pudiera expropiarse el área en cuestión.
Facultado por la cargada priista y la anuencia de la oposición, Polo Infante se tomó todo el tiempo que quiso para prolongar 11 meses la culminación de, ésa sí, negociación, hasta que parado en el estribo del adiós, vio en diciembre de 2007, como moderno Nerón, la final destrucción de la colonia Americana.
UNA LARGA ESPERA DE SOLUCIÓN
Durante todo 2007 en los grupos interesados de la sociedad se había vivido un estado tensional, a la espera de que las negociaciones del gobierno con la empresa azucarera tuvieran un desenlace en que privilegiara la conservación de las casas de la Colonia Americana en su estilo arquitectónico.
Que quizá se optara, como en otros lugares de México, por restaurar los edificios e instalar en ellos las empresas, dejando todo como un lugar de atracción turístico-comercial. No se confiaba mucho en el Alcalde, pero no había alternativa.
Pero, como se ve, siempre hubo la determinación de borrar la Colonia Americana porque el objetivo de la empresa azucarera era vender los terrenos a precio de oro, dada su ubicación privilegiada. Todas las gestiones que hizo Infante Fierro fueron un engaño, como lo prueba una gestión sugerida por el INAH ante Concaculta-INBA para lograr su respaldo técnico e institucional para proteger las casas.
Tal gestión del Gobierno municipal ante ambas instancias federales fue interrumpida unilateralmente por la autoridad ahomense, no obstante haber recibido una carta del director de Conaculta, Xavier Guzmán Urbiola, fechada el 29 de mayo, en la que se acepta el valor artístico y cultural de las casas y se solicita al gobierno realizar un trabajo conjunto de protección de los inmuebles.
Precisamente el 29 de mayo de 2007, en sesión de Cabildo, los mismos regidores que habían acordado proteger a toda costa la Colonia Americana en su sesión del 11 de enero, según el acta 73, votan por aceptar una negociación anunciada con bombos y platillos por Policarpo Infante que consistía en aceptar del Ingenio la donación de un terreno de 8 mil 215.189 metros cuadrados en el que se incluían tres construcciones, una de ellas ya ocupada desde 4 años antes para funcionar como la Casa del Centenario, en ocasión de los cien años de vida de Los Mochis, así como una plaza con monumento a la madre que ya era pública desde 30 años atrás.
Se trataba de una "redonación" porque a raíz del cambio de uso de suelo de los terrenos que ocupa la Toyota, la Pontiac y el Caliente, los propietarios del área ya habían entregado ese espacio, sin concretarse en documentos.
Entonces, la compañía negoció dos veces el mismo espacio de donación a cambio de dos concesiones del Ayuntamiento, cuyos representantes misteriosamente fueron anuentes.
También, hasta 2008, todavía seguían las discusiones sobre la situación legal de la Casa del Centenario, incluida en la "donación", además de que la Plaza Histórica de la Ciudad festinada en la sesión de Cabildo del 29 de mayo, resulta hasta la fecha una ficción o promesa incumplida.
De ahí hasta diciembre de 2007, Policarpo Infante Fierro gastó el tiempo en ponderar la bondad de la negociación lograda con la empresa CALMSA, en que más valía "algo que nada" y en los 30 millones de pesos (supuesto valor de la superficie) que ganaba Los Mochis con la donación.
Adiós a la historia
El 16 de diciembre del año pasado fue el epílogo del drama de la destrucción del centro histórico de Los Mochis cuando los tractores de la empresa azucarera, ya con la patente de corso del cambio de uso de suelo otorgada por la misteriosa proclividad del gobierno municipal, entraron a finiquitar el trabajo que habían iniciado la madrugada del 31 de diciembre de 2006.
En cuestión de meses, Alcalde y regidores de Ahome acabaron con uno de los referentes históricos más claros sobre los orígenes de Los Mochis y pasaron por acuerdos previos en que habían reconocido el valor histórico de la colonia Americana y la necesidad de preservarla. No se entiende el interés supremo que los movió a tal decisión si no se interpreta cada uno de los movimientos y cambios de conducta y criterio por los que pasaron para juzgar un asunto que encerraba por un lado responsabilidad y sentido de pertenencia a la ciudad que gobernaban, y por el otro caían en la sospecha permanente
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