12 oct 2009

La opinión de Jesús Silva-Herzog

La mosca y la telaraña/Jesús Silva-Herzog Márquez
Reforma, de octubre de 2009;
Pocos materiales tan duros como el filamento que producen las arañas. Su tela, han comprobado los científicos, es más resistente que el acero. Lo que a los ojos del hombre resulta casi imperceptible, apenas una geometría de agua y moco, es una red impenetrable y dura. Los insectos que quedan atrapados por las telarañas no tienen otro futuro que ser almuerzo. Algo parecido podría decirse del ámbito político. Nada tan poderoso como el tejido de los mitos. Nada tan resistente como la superstición, el tabú, la ideología. Hecha de aire, de recuerdos, de palabras sagradas, de expectativas, la ideología apresa la política: sujeta su imaginación y ablanda su voluntad. Una compacta red de símbolos puede más que el muro de los hechos. Define los contornos de lo posible y así demarca los alcances de la política.
Felipe Calderón ha sido una mosca solemne atrapada por una trama de mitos. En tono grave acató el veredicto de sus antecesores y las doctrinas de sus adversarios. Nada de lo importante era realizable: había que consolarse con la política de la irrelevancia. Nos dijo, en plan de predicador del realismo que ese era el continente de la política: acatar la tiranía de lo posible. Así celebró la magra reforma energética como una medida para defender la "soberanía energética"; así elogió una reforma electoral en la que no cree como una contribución a la democracia. La decisión de liquidar la compañía de Luz y Fuerza implica una afortunada ruptura con las telarañas que han atado a su gobierno y a los anteriores. El Presidente finalmente se decidió a enfrentar intereses poderosos, bien pertrechados políticamente y con notable capacidad movilizadora. En buena hora lo ha hecho: el país necesita un gobierno dispuesto a dar batallas y enfrentar intereses poderosos, no simplemente gestionar los términos del rapto nacional.El Presidente ha encontrado en las últimas horas una determinación que, durante su gobierno, sólo se ha asomado en la lucha contra el narcotráfico y que se recuerda de sus ya lejanos días como candidato. Ha elegido una buena batalla porque se dirige en contra de una empresa que simboliza los peores manejos de la administración pública. La compañía era, efectivamente, insostenible. De mantener las cosas, los contribuyentes de todo el país -no solamente aquellos que padecían su mal servicio- tendrían que pagar cada vez más dinero a su sostenimiento. Cada día tendrían que desviarse recursos para las grandes prioridades nacionales, destinándose a una cazuela sin fondo. La magnitud del desfalco es realmente extraordinaria: este año el subsidio a la compañía equivale prácticamente al presupuesto del programa Oportunidades y al doble del presupuesto de la Universidad Nacional.
El decreto del Ejecutivo federal inaugura una línea de argumentación que debe derivar en el desarrollo de la decisión, en la formulación de una auténtica política reformista. El funcionamiento de la empresa "no resulta conveniente desde el punto de vista de la economía nacional y del interés público", se dice en el decreto de liquidación. La política del gobierno federal coloca en primer plano lo que debe ser prioridad: la tutela del interés general. Se trata de un acto de manumisión frente los poderes captores que usan al Estado en beneficio de sus clientelas. El gobierno rompe de esa manera la telaraña de intimidaciones que había atrapado a sus predecesores; se sacude de los impedimentos imaginarios para liquidar una compañía que lo había convertido en rehén. La determinación del presidente Calderón es encomiable. No lo es por ser ostentación de valentía. La política del arrojo suele tener mirada corta e impulsos de vanidad. En este caso, se trata de una audacia comprometida con el futuro. Por onerosa que la liquidación resulte en el corto plazo, por ruidosa que sea la protesta, por estridentes que sean las críticas, el gobierno ha puesto en primer lugar el interés público.
La decisión parece, sobre todo, un llamado a la profundización del arrojo. Encarar con inteligencia el cúmulo de intereses que detienen el avance del país debe ser la ruta a seguir en el tiempo que le queda a esta administración. Emplear al máximo el poder del Ejecutivo para profundizar esta veta de acción. La empresa de energía que ha sido liquidada no es la única muestra de los abusos pertrechados en las transacciones políticas y arraigados en el temor a desatar el conflicto. Desde hoy podemos medir a Felipe Calderón con el rasero de una buena decisión. Que su futuro esté a la altura de esta resolución: que sea guardián del interés público y no el cuidador de los acomodos del pasado.
¿Qué se propone uno con la filosofía? Se preguntó Wittgenstein en algún lugar. "Enseñarle a la mosca a escapar del frasco", respondió. La política, podría decirse, se propone lo mismo. Aparece la política cuando la mosca se atreve a escapar de la telaraña.

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