26 dic 2009

Osiel

Retrospectiva
La Crónica de Hoy, 12 de febrero del 2002
Columna CONVERSACIONES PRIVADAS, por J. J. Blancornelas : Hilda
Los narcotraficantes también se enamoran. Osiel Cárdenas Guillén es uno de ellos. Jefe del Cártel del Golfo, fue arrastrado irremediablemente por la pasión. Seguramente el corazón le retumbaba. No podía frenar su pasión y deseo. Quería para él y nadie más a Hilda. A todas horas. Pelo teñido de rubio. Cara redonda, cejas negras bien delineadas, naricilla ligeramente achatada, labios finos, mirada pizpireta, ojos cafés y de pequeño mentón. Cariñosamente le dicen La Güera.
Para malaventura de Osiel, esta dama era esposa de Rolando Gómez. Uno de sus tantos amigos en la faena. Pero ni modo. Pudo más la pasión que la amistad. Ardiente el corazón y fría la cabeza, llamó al “Z-1”. Así le dicen al desertor del Ejército mexicano Arturo Guzmán Decena. Más que orden, le suplicó matar a Rolando. Solamente así podía quedarse con la adorada güerita. Dicho y hecho: Dos que tres balazos en la cabeza y Guzmán fue enviado al purgatorio, algo así como arraigo antes de ir al infierno.
La dama traspasó el dolor de su viudez y cayó en los brazos amorosos de Osiel. Como en las telenovelas, este hombre tiene a su esposa y se llama Celia Salinas. Caridulce, más guapa y sencilla. Se le ve la ternura de buena mujer. Madre de Celia, Grecia y Osielito. Pero a Osiel le importó muy poco haberle jurado amor eterno. De todos modos se fue con La Güera a Cancún. En el caribeño escenario confirmaron su adoración. De regreso a Tamaulipas, le compró a Hilda una gran residencia en el Fraccionamiento Victoria de Matamoros. Allí se sumergieron en la pasión. Rodeados de dicha, le dijeron adiós al Año Viejo e iniciaron otro. Cómo dice Walter Mercado en la televisión: “Con mucho, muuucho, ¡pero muuuucho amor!”
En Tamaulipas es harto sabido. Policías ni se diga. Federales, estatales y municipales. Hasta los gendarmes de punto reciben buenas, muy buenas gratificaciones de Osiel. No hay duda: Nadamás uno que otro no han sido tentados por los dólares de Osiel. Por eso hace cuanto se le antoja en la guarida golfera.
Algo debía fallarle a Cárdenas Guillén y es la experiencia. Todo lo ha logrado a punta de balazos. No se maneja con el talento natural de los Arellano, Zambada, Chapo, Esparragosa, los Palma y Carrillo. Hace poco el Ejército prendió a uno de los osielistas. Le temblaron hasta los huesos de los dados cuando le soltaron las primeras preguntas. Sin reclamárselos soltó cuatro millones de dólares cuando solamente él sabía de tal cantidad. Luego informó sobre personas, domicilios, hechos y transas. Por eso el Ejército cayó en Tamaulipas. Patrulló y hasta se enfrentó a mafiosos. Curiosamente tras los golpes al cártel algunas instituciones y personajes censuraron al Ejército. Luego vino la captura de funcionarios judiciales al por mayor y recientemente. Desde los escribientes pasando por las secretarias y fiscales servían más a Osiel y no a la sociedad. Lo raro fue: Las protestas contra las tropas se sofocaron. Si antes censuraron la presencia del Ejército, ahora no aplaudieron las capturas.
Los inicios de este episidio amoroso-mafioso son claros: Encarcelado Juan García Abrego, el mando del Cártel del Golfo quedó entre Juan Manuel Garza El Meme y Hugo Balderrama Medina. No llegaron a decidirlo. El Ejército los capturó. Salvador Gómez Herrera El Chava entró al relevo. Pero fue detenido por la PGR en 1998 con otro joven bien parecido llamado Osiel Cárdenas Guillén. Inexplicablemente salieron de prisión mientras con toda seguridad algún importante funcionario contaba los dólares del “ábrete sésamo”. Ochenta y ocho días exactamente después, otra vez la PGR: El Chava y Manuel Alquicides sintieron en sus muñecas el frío acero de las esposas. Osiel pagó un millón por cabeza y las barras de la prisión se derritieron.
Don Salvador quedó muy agradecido con el fiel Cárdenas Guillén. En adelante lo trajo a su lado. Cierto día El Chava iba en carretera. Osiel de avanzada para alertar por si se topaba con algún retén. Llegó a Playa Bagdad. Allí estaban los militares. La escolta del capo se retiró. Ya estaban de acuerdo con Cárdenas Guillén. Entre todos jalaron el gatillo matando a don Salvador. Y así fue como Osiel ocupó la jefatura del Cártel del Golfo.
El poder se le encaramó a la cabeza. Descuidado, compró autos robados y luego blindados en el Distrito Federal. Los usa sin placas y ostentoso en Tamaulipas. Por eso el Ejército le confiscó más de 15. En el 99 ordenó matar al madrina de la Federal que lo descubrió en el Rancho Las Amarillas. Asaltó luego la Expo-Guadalupe en Nuevo León para atacar a Edelio Falcón López. En Matamoros rescató a su pistolero Dávila Cano El Cholo. También ordenó quitarles la vida a Roger y Titino, acarreadores de cocaíana y marihuana. Desordenados éstos, por no pagarle “derecho de piso”.
Tiene otro record: Ordenó asesinar a Saúl Martínez. Vivía en Matamoros. Su padre es propietario del diario El Imparcial.
Luego del crimen brotaron las hipótesis pero ahora quedó en claro. No aceptó trabajar para Osiel. Otro periodista, Pablo Pineda de Reynosa figura en la lista mortal. El pistolero Guzmán Decena lo ejecutó. Pensaban que le pasaba información a la oficina antidrogras estadounidense (DEA). También mandó matar, por angas o por mangas, al comandante de la Policía Judicial del Estado Jaime Yáñez Cantú en Matamoros. Interceptaron su auto en el Periférico, entre las calles Rafael F. García y Las Palmas. Por la ventanilla trasera le dispararon a la nuca y de paso a su chofer Gerardo Gazcón. Crece la nómina: Felix Fernández García del semanario Opción, en Ciudad Alemán. Osiel supuso: Quiso negociar con droga por su cuenta luego de trabajar para el ex-alcalde Raúl Antonio Rodríguez El Chupón. Este señor era el principal sospechoso pero ahora las cosas cambiaron. Lo malo para Osiel fue haber dejado huella de todos esos crimenes. Naturalmente, la policía no lo tocó ni con un acta del Ministerio Público.
Hace días Osiel cayó en otra torpeza. Solicitó amparo contra la captura. De plano su abogado no le dijo lo inútil de esa promoción. Prácticamente se burló del mafioso. Ahora el Ejército está cerca de pisarle la sombra. Y hasta los estadunidenses pidieron la extradición. Si se lo llevan, hay una seguridad: No verá a su ex jefe Juan García Abrego. De entabicarlo aquí, tampoco se reunirá con sus camaradas. Pero le sucederá algo mas terrible: Ya no podrá estar con el amor de su vida, La Güera Hilda.
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