13 feb 2010

Esquizofrenia en Juárez

Esquizofrenia.
(Del gr. σχίζειν, escindir, y φρήν, inteligencia).
1. f. Med. Grupo de enfermedades mentales correspondientes a la antigua demencia precoz, que se declaran hacia la pubertad y se caracterizan por una disociación específica de las funciones psíquicas, que conduce, en los casos graves, a una demencia incurable.
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Ejecntral.com., 12 de febrero de 2010;
Esquizofrenia en Juárez
Una matanza de 14 personas en Ciudad Juárez, desató la esquizofrenia. El gobernador de Chihuahua, José Reyes Baeza, anunció -sin consultar al Congreso local primero- que trasladaría los poderes a esa ciudad; luego dijo que no era “trasladar”, sino tener fuerte “presencia”. El secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont fue a esa ciudad fronteriza y ofreció disculpas por la generalización hecha por el presidente Felipe Calderón de que todo era un pleito de pandillas; luego reculó y aclaró que sólo había dado “explicaciones”. Como todos fuimos antes Marcos y luego Haití, ahora todos somos Juárez. Pero esa matanza revela la hipocresía colectiva.
Sin eliminar lo terrible y doloroso de esa matanza, uno se pregunta porqué nada similar pasó cuando un comando de La Línea -el grupo de sicarios del Cártel de Sinaloa-, irrumpió en una fiesta en agosto de 2008 en la comunidad de Creel, en Chiahuhua, y se puso a disparar sin discriminación. La mayoría de los presentes también eran jóvenes, como en Juárez, y 13 personas quedaron muertos cruzados por las balas de los “cuernos de chivo” y otras armas cortas. Entre quienes fallecieron se encontraba un bebé, quien cuando comenzó la balacera trató de ser cubierto por su padre. Inútil, porque ambos fueron ejecutados. De ese crimen, también terrible y doloroso, hoy nadie parece acordarse.
En aquél agosto, ni Reyes Baeza hizo intento alguno por “trasladar” o tener mejor “presencia” en Creel, ni el gobierno federal anunció que formularía una nueva estrategia para combatir al narcotráfico. Cínicamente se puede alegar que como no se estaba en tiempos electorales, los 13 muertos de Creel no valían lo que los 14 de Juárez. También se puede argumentar que no se había dado la tragedia de la guardería ABC en Hermosillo, que le costó la gubernatura al PRI y el descrédito al entonces gobernador Eduardo Bours, y le costó al gobierno federal acusaciones de omisiones, negligencias y favoritismos. Nada de eso les podrán achacar ahora en Juárez, donde desplegaron un enorme control de daños, salvo que son grandes demagogos que pretenden engañar a los mexicanos.
Reyes Baeza es un desvergonzado. En los dos últimos años, Juárez se convirtió en la peor ciudad para vivir. Fue la más violenta, con el 30% de las ejecuciones totales en el país, que provocò el cierre de 10 mil negocios y un éxodo calculado en 100 mil personas. Siempre culpó al gobierno federal, pero no aplicó políticas públicas que colocaran un dique al crecimiento de las pandillas asociadas con los cárteles. El gobernador quiere que en Chihuahua vean que está preocupado por sus gobernados, pero estos lo están rechazando. Malabareó con el cambio de poderes, pero no se le ocurrió, lo que hubiera sido mejor idea, plantear su propia estrategia para la recuperación de las comunidades.
El gobierno federal si ha venido jugando con esa idea, sobre todo tras las críticas de que su estrategia no ha funcionado. El presidente Calderón dijo que se reformularía una estrategia integral, pero si realmente habla en serio, es una charada. Existe desde el 8 marzo de 2007, pero no se aplicó integralmente, y mucho menos se cumplió. En esa fecha hubo un acto en Los Pinos, donde Calderón dijo que la seguridad pública de los mexicanos era uno de sus objetivos en el sexenio, por lo que “debemos actuar de inmediato,… para salvarlos de las garras de las drogas y del peligro del crimen”.
Calderón precisó en aquél entonces: “El objetivo es también recuperar condiciones mínimas de seguridad en el país que nos permitan convivir y vivir en paz y recuperar fundamentalmente las calles, las plazas, los pueblos y las ciudades”. Si uno se atiene a sus palabras y los resultados, se puede afirmar que su fracaso es rotundo. Pero sería muy fácil. Lo que falló es que nunca pudo poner en práctica lo que anunció esa mañana: la Estrategia Integral de Prevención del Delito y Combate a la Delincuencia.
La guerra contra el narcotráfico sí profundizó su lucha policial, de inteligencia, y se amplió la plataforma tecnológica, pero no más. La Secretaría de Educación no promovió la cultura de legalidad, ni construyó espacios seguros y libres de violencia en las escuelas; la Secretaría de Desarrollo Social no incorporó los componentes de apoyo social para evitar que la pobreza fuera el combustible para el reclutamiento de sicarios entre los jóvenes, ni creó espacios alternativos de esparcimiento para esos segmentos de la población en busca de identidad; y la Secretaría de Hacienda no hizo prácticamente nada para romper los circuitos financieros del lavado de dinero.
Su promesa de impulsar una campaña de información para sensibilizar a los mexicanos sobre el fenómeno, se convirtió en una intensa y masiva campaña de propaganda donde lo que se estimulaba era que los desplazados se fueran al narcotráfico: a quien no tiene nada, le mostraron cientos de veces en televisión a los narcotraficantes detenidos, junto con sus lujosas y poderosas armas, las montañas de dinero que tenían, los espectaculares vehículos que manejaban y, además, las hermosas mujeres que tenían a su disposición. Es decir, toda una invitación a que se unieran a ellos.
Hablar hoy en día de una nueva estrategia integral es un despropósito. Cuando se planteó, el gobierno jaló disparejo. No se puede cambiar un plan si no es probado, ejecutado y evaluado. La mejor estrategia que puede seguir el Presidente es obligar a que todo su gabinete cumpla con lo que les ordenó y que no lo sigan engañando, porque al hacerlo engañan a los mexicanos. Igual que Reyes Baeza, hizo al brincar en la coyuntura como un mandatario preocupado y cercano a la población, cuando ha sido distante, negligente e irresponsable. Son dos gobiernos que dicen ahora que quieren hacer algo. Pues que lo hagan, si quieren con toda la fanfarrea que deseen, pero que no se queden con las mismas palabras que se vienen escuchando hace un largo tiempo, que provocan mucho ruido en edificios de aire.

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Columna Estrictamente Personal/Raymundo Riva Palacio

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