29 ene 2012

Entrevista a Maude Versini

Maude Versini: “Voy a dar la batalla...”
ANNE MARIE MERGIER
Revista Proceso, No. 1839, 30 de enero de 2012;
En entrevista con Proceso, en París, Maude Versini describe las maniobras de su exmarido Arturo Montiel para “secuestrar” a los hijos de ambos y retenerlos en México, violando, según ella, el acuerdo al que llegaron a raíz de su divorcio. La trama del conflicto –pasión, dinero, política y revancha, mezclados– pasa por el propio exgobernador del Estado de México, por las nanas de los niños, involucra al juez que emitió un fallo “para complacer” y de alguna manera toca, a posteriori, lo mismo a Felipe Calderón que a Enrique Peña Nieto. Versini no amenaza, pero advierte: “Voy a dar la batalla…”
PARÍS.- Maude Versini es guapa sin ser glamorosa. Viste elegantemente informal. Apenas se maquilla. No aparenta sus 38 años ni se parece a “la mujer fatal que enloqueció” a Arturo Montiel en 2000, cuando era gobernador del Estado de México.
Mujer inteligente, oscila entre la espontaneidad y la desconfianza. Sabe exactamente lo que quiere decir y lo que quiere callar. Sabe muchísimo más de lo que acepta contar durante la lluviosa tarde parisina del jueves 26.
Apenas sonríe ante la sorpresa de la reportera, que la descubre tan distinta de la imagen que dejó en México. Cita un dicho francés: Les absents ont toujours tord. Lo traduce al español: “Siempre se culpa a los ausentes”.
“Sé que se escribió y se sigue escribiendo barbaridad y media sobre mí”, agrega también en español y propone que la entrevista se lleve a cabo en este idioma. Habla casi sin acento francés.
Estamos sentadas en un cómodo salón de té del elegante barrio XVI, donde vive. Alrededor, señoras de cierta edad, bien arregladas, saborean pastelillos. Fue Versini quien eligió el lugar.
“No me interesa comentar ‘mi leyenda’ mexicana –insiste–, sólo me importa recuperar cuanto antes a mis hijos y dar a conocer públicamente mi versión de los hechos, puesto que Arturo Montiel ya dio la suya.”
Versini conoció a Montiel en 2000. Trabajaba para la empresa española NOA Comunicación, especializada en la redacción y venta de publirreportajes. Entrevistó a Montiel para un texto sobre México que le había encargado la citada empresa y que se publicó en el semanario francés Paris Match.
–Antes de hablar de su disputa con Arturo Montiel me gustaría abordar brevemente sobre su encuentro con él…
–Sé que va a sonar cursi lo que voy a decir en una entrevista seria con Proceso, en un momento muy grave tanto para mí como para mis hijos y además en pleno año electoral en México, pero, a pesar de nuestra diferencia de edad (de 30 años), Arturo Montiel y yo nos enamoramos. Fue una pasión. Arturo es un grane seductor, es inteligente y romántico. Me atraía, pero desconfiaba.
–¿Por qué desconfiaba de Montiel?
–Sabía que era muy mujeriego. Pero me ganó. Acabó con mi resistencia. Se divorció y contrajimos matrimonio en 2002.
Montiel aceleró su divorcio con Paola Yáñez y quiso también apresurar su boda con Versini, pero las leyes del Estado de México lo impedían. El gobernador no se desanimó: en mayo de 2002 logró que el Congreso mexiquense aprobara una reforma al Código Civil para eliminar los obstáculos y su boda se celebró un mes después.
“A mí me impresionó con eso –confía Versini–; entendí el carácter de Arturo: tiene una voluntad de hierro. Cuando se propone algo, lo logra porque lo logra. Me decía que iba a cambiar las leyes, pero yo no lo creía. Me dejó con la boca abierta. En cambio, esa iniciativa no les gustó para nada a mis padres.”
“Hipocresía política”
Versini cuenta que asumió con mucho empeño su papel de primera dama del Estado de México a pesar de sus dos embarazos. En 2004 dio a luz a Sofía y Adrián, y al año siguiente a Alexi.
“Trabajé en el DIF y eso me sacudió. Nunca había estado tan cerca de la gente necesitada. Fue un choque. Me involucré de lleno en el DIF”, dice.
–Muy distinta es la Maude Versini que describe, de la que aparecía en la prensa mexicana en esos primeros años de su vida oficial con Montiel: lujo, vida social intensa, vacaciones en Acapulco y balnearios internacionales…
–Lo sé y no me importa. Mi trabajo en el DIF me permitió medir el contraste entre la terrible realidad social que yo presenciaba y la de las esferas políticas cada vez más altas en las que se movía Montiel. Poco a poco rehusé asistir a todas esas cenas con políticos. Me resultó obvio que no era mi mundo.
–¿Podría ser más explícita?
–Me chocaban todos esos políticos, su modo de ser, su hipocresía, sus mentiras.
–¿Qué más le chocaba? ¿Percibió cosas aún más graves que su hipocresía?
Versini fija sus ojos en los de la reportera. No contesta.
–A raíz de la disputa por la custodia de sus hijos que actualmente la enfrenta con Montiel, usted se dijo dispuesta a hablar de la corrupción que prevaleció durante el sexenio que él encabezó en el Estado de México…
–Está doblemente equivocada. Lo que actualmente nos confronta no es la custodia de mis hijos, sino el hecho de que él haya violado los acuerdos que firmamos en el momento de nuestro divorcio. Lo que nos enfrenta es el hecho de que él haya secuestrado a mis hijos. Es muy distinto.
“Segundo, nunca dije a nadie que iba a hacer revelaciones sobre la administración en el Estado de México durante el gobierno de Montiel. No sé de dónde salió eso, pero no lo dije.”
–Usted debe estar al tanto de los entretelones políticos del sexenio de su exesposo. Se revelaron además graves datos sobre la fortuna de Montiel y los hijos de su primer matrimonio en octubre de 2005. Incluso hubo una demanda judicial en contra de los tres y en contra de usted por enriquecimiento ilícito…
–Los abogados de Montiel se encargaron de esa demanda. No estoy dispuesta a hablar de sus bienes ni de los de sus hijos. Puedo hablar de mi caso. No poseo absolutamente nada en México. El único bien que me quedó de mi matrimonio con Montiel es un muy bello departamento en París que tiene un valor de alrededor de 17 millones de pesos.
–Según la prensa mexicana, usted habría exigido y obtenido de Montiel una “compensación” altísima cuando se divorciaron. Se habla de 20 millones de euros…
–¿No le parece absurdamente exorbitante esa suma? Leí eso y me pareció un auténtico delirio… Después del divorcio me quedé con el departamento y Arturo se comprometió a pagar una pensión alimenticia mensual. No me pida el monto, no se lo voy a decir.
–¿Qué pasó con la casa de Saint Barth, que también hizo correr bastante tinta?
–Esa casa pertenece a Philippe Lancry, mi actual esposo. No tiene nada que ver conmigo y mucho menos con Montiel.
–¿Arturo Montiel paga puntualmente la pensión alimenticia?
–Hasta el pasado mes de agosto, sí. Pero en los últimos cuatro meses sólo me giró la tercera parte de lo que se había comprometido a pagar. Antes del secuestro de mis hijos no entendía por qué actuaba así. Ahora comprendo que era parte de un plan perfectamente premeditado.

El “primer secuestro”
Antes de ahondar en la disputa actual con Montiel, la corresponsal le pide que evoque los últimos meses de 2005.
–Fueron terribles –contesta –; todos los días salía un nuevo episodio del “escandalo Versini-Montiel” en los medios masivos de comunicación. Arturo estaba en un estado de nervios espantoso. La política era su vida y ser presidente era su mayor ambición. Eso me asustaba. Intenté disuadirlo de ser candidato presidencial. Sabía que ese cargo era totalmente incompatible con una vida familiar digna de ese nombre. Sentía que yo iba a perder a Arturo. No logré convencerlo. Se lanzó. Lo apoyé. Cuando todo tronó fue tremendo. Cayó en una depresión profunda. Nuestra relación de pareja se degradó. Todo se tornó invivible. Decidí regresar a Francia con mis hijos para tener un respiro y aprovechar la distancia para reflexionar con la cabeza fría. Eso fue ya en 2006.
–En 2007 decidió divorciarse…
–Fueron arduas las negociaciones entre nosotros y entre nuestros abogados.
Versini calla. Vacila unos segundos y luego se lanza:
“En julio de 2007 estábamos en plenas negociaciones para el divorcio cuando Arturo me pidió un favor: quería pasar 12 días de vacaciones en España con los niños. Para bajar las tensiones entre nosotros, acepté. Le mandé los niños con una nana francesa que entonces los cuidaba.”
Vuelve a callar Versini. Y de nuevo habla:
“A los tres días recibí una llamada de la nana. Estaba totalmente trastornada. Me dijo: ‘Señora, me drogaron y cuando desperté me sentí toda mareada. Además, me encontré sola en la casa. No había nadie. Se fueron todos, el señor y los niños. Se llevaron todas sus cosas’. Casi me dio un ataque. Llamé mil veces a Arturo. Nunca me contestó. Acabé llamando a sus abogados, con los cuales estaba en contacto por el trámite del divorcio. Me dijeron que, efectivamente, Arturo había regresado a México con los niños y quería quedarse con ellos.”
–¿Me está diciendo que su exesposo, conocido político mexicano, casi candidato del PRI a la Presidencia en 2006, drogó a una empleada para…?
–Para secuestrar a mis hijos, así es. Se lo cuento tal como lo denuncié en 2007 ante la justicia francesa, que de inmediato lanzó una acción contra Montiel y lo obligó a devolverme a los niños. Ese trámite duró un mes.
–O sea que es la segunda vez que Arturo Montiel…
–… Secuestra a mis hijos. Sí. La primera vez actuó a lo loco y tuvo que acatar los convenios internacionales. Pero esta vez premeditó muy bien su golpe.
–Bueno… presentó ante un juez mexicano pruebas de que sus hijos habían sufrido maltratos tanto por parte de usted como por parte de su esposo, Philippe Lancry. Estas pruebas le parecieron tan convincentes al juez que otorgó la custodia provisional de los niños a Montiel…
–Así es. El pasado 1 de enero, día en que los niños tenían que regresar a Francia, después de haber pasado las fiestas de fin de año con su padre, Arturo me llamó. Se oía muy serio. Me dijo primero que yo había fallado y que no le había enviado a los niños en el vuelo que habíamos acordado. Luego, más serio aún, me dijo: “Estoy sumamente preocupado. Los niños llegaron muy maltratados, con huellas de golpes por todo el cuerpo. Tengo pruebas de que se violenta a los niños en Francia”.
“Me estremecí. Le pregunté si era una broma. Me dijo: ‘No, Maude. Los niños no regresarán a Francia. Tengo una decisión de la justicia que me respalda. Tengo la custodia provisional de los hijos’. Concluyó la comunicación diciéndome que me mandaría los datos de sus abogados.”
–¿Qué hizo usted?
–Lo que toda madre hace cuando tocan a sus hijos: apreté los dientes y me lancé a la batalla. Presenté una demanda por secuestro contra Arturo Montiel ante el Ministerio de Justicia de Francia. Confié el caso a mi abogado francés, quien se puso en contacto con los abogados franceses de Montiel.
–¿Por qué él tiene abogados en Francia?
–Para sus propios asuntos. Fueron ellos los que estuvieron involucrados en nuestro divorcio. Al rato le voy a contar también para qué le sirvieron estos abogados. Decidí también pedir al licenciado Gómez Mont que me representara en México.
Contacto con Peña Nieto
Al mencionar el nombre del abogado Fernando Gómez Mont, exsecretario de Gobernación mexicano, es obligado preguntarle a Versini por qué lo eligió. Y ella explica:
–No conozco personalmente al licenciado Gómez Mont. Nunca nos vimos cuando yo vivía en México, pero sé que es inteligente, profesional, íntegro. Me impresionó que renunciara a su cargo por cuestiones de ética.
–Pertenece al PAN. Me imagino que eso también le importó…
–Por supuesto. Era obvio que no iba a escoger a un abogado con militancia en el PRI. Arturo Montiel tiene una amplia red de influencias. Estoy convencida de que el licenciado Gómez Mont escapa a esa red. Me representó durante las tres primeras semanas de mi litigio con Montiel. Estuvo en contacto con el cónsul general de Francia en México, Gérald Martin, pero ahora me aconseja contratar a un abogado especializado en derecho de la familia. Estoy en eso actualmente.
–¿Pensó también que la propia red de influencias de Gómez Mont, cercano a Felipe Calderón, podía favorecerla?
–Puede ser.
–¿Es consciente de que al volverse pública su vida privada está tomando un giro político de peso y puede amenazar las aspiraciones presidenciales de Enrique Peña Nieto?
–Por supuesto. Sé que todo el mundo quiere utilizar mi caso como instrumento, pero no es responsabilidad mía si esta bomba explotó al principio de este año electoral mexicano. Fue Arturo Montiel quien montó todo ese show del maltrato de los niños en pleno proceso electoral. No pedí esa exposición mediática: soy víctima de ella, es consecuencia del secuestro de mis hijos. No sé por qué Arturo decidió hacer esa locura en ese momento. Habría que preguntárselo.
–¿Recibió alguna llamada de Enrique Peña Nieto o de Eruviel Ávila, actual gobernador del Estado de México, desde que se dio a conocer su disputa con Arturo Montiel?
–Yo los busqué.
–¿Y qué pasó?
–Llamé dos veces a Eruviel Ávila. No me tomó las llamadas. Contacté a Peña Nieto a través de una persona de su círculo cercano.
–¿Por qué lo hizo?
–Quiero que conozcan mi versión de los hechos y que no se queden sólo con la de Montiel.
–¿No quería darles a entender que estaba dispuesta a todo con tal de recuperar a sus hijos?
–Ya le dije, no sé de dónde salió ese chisme. Quiero recuperar a mis niños por las buenas.
–¿Qué pasó con Peña Nieto?
–Le hice llegar mi versión escrita de lo que había pasado. Le mandé varios escritos que intercambié con Montiel desde que secuestró a mis hijos. Conozco bien a Enrique. Pasamos juntos muchas vacaciones durante el sexenio de Montiel. Confío en él. Es honesto.
–¿Honesto, Peña Nieto?
–Conmigo sí.
–Quiere decir leal con usted…
–Eso es. Confío en que vaya a tomar cartas en el asunto.
–¿Concretamente qué espera de él?
–Ya le dije: que tome cartas en el asunto.
–¿A quién más contactó en el PRI?
–A nadie más. Pero en Francia acabo de enviar una carta a Carla Sarkozy.
–¿Podría tener una copia de esa carta?
–Por supuesto que no. Pero le puedo hablar de su contenido. Entre otras cosas le expliqué a la esposa del presidente Sarkozy que me había casado con un político importante de México, país en el que viví seis años. Le hablé de mis tres hijos que mi exesposo acababa de secuestrar inventando pruebas en mi contra. Le recalqué que mi situación era realmente angustiante porque ese hombre dispone de muchísimos medios en México para presionar a jueces y abogados, y que temía nunca volver a ver a mis hijos.
–Dijo usted “entre otras cosas”. ¿Qué más le escribió a la primera dama de Francia para convencerla de que tomara cartas en el asunto? Ella recibe muchas cartas. Sólo argumentos de peso pueden llamarle la atención…
–Lo sé. Hay argumentos de peso en mi carta.
–¿Qué actitud tienen hacia usted la embajada y el consulado de Francia en México?
–Estoy en contacto permanente con las autoridades diplomáticas francesas en México. Me brindan todo su apoyo. Eso me da mucha fuerza.

Las niñeras
Maude Versini afirma que ella tiene argumentos de peso, pero ¿en qué consisten las pruebas de maltrato que hace valer Montiel?
–Oficialmente sé muy pocas cosas –dice al respecto–; sólo recibí una convocatoria el jueves 19, en la que se especifica que tengo 69 días para responder ante el juez de Toluca por las acusaciones de maltrato, y 15 días para refutar ante un juez francés al exequátur de la decisión del juez de Toluca. (El exequátur es un procedimiento judicial en virtud del cual las sentencias dictadas en forma definitiva en el extranjero pueden producir el efecto de cosa juzgada o ser ejecutadas en otro Estado).
“En ese documento sólo se explica en forma escueta que una niñera mexicana nos acusa a mí y a mi esposo de maltrato físico y psíquico contra mis tres hijos. Necesito el expediente completo para preparar mi defensa tanto en Francia como en México. Así lo determinan los acuerdos internacionales. Gómez Mont pidió ese expediente a los abogados mexicanos de Montiel, en vano. Mi abogado en París se lo exigió a los abogados franceses de mi exesposo, también en vano. Arturo hace lo imposible para impedir que organicemos nuestra defensa.
–¿No pudo enterarse de algo en forma extraoficial?
–Tengo entendido que las acusaciones de Montiel se basan en los testimonios de por lo menos dos niñeras mexicanas que estuvieron trabajando en mi casa.
–¿Tenía niñeras mexicanas en París?
–Así es. Después de mi divorcio contraté a una niñera portuguesa y a otra boliviana. Me ayudaban en el quehacer de la casa y sobre todo a cuidar a los niños. Debo precisar que Alexi, el más pequeño de mis hijos, padece autismo y requiere muchos cuidados. Muy pronto Arturo expresó el deseo de que los niños estuvieran atendidos por niñeras mexicanas; quería que estuvieran hablando el español de México en casa. Además, como nuestro acuerdo era que nuestros hijos viajaran tres veces al año a México, le pareció ideal que lo hicieran en compañía de esas niñeras que, incluso, los podían seguir cuidando en su estadía en México. A lo largo de cuatro años me mandó varias niñeras. Él las escogía con su secretario particular. Me imponía a esas personas.
–¿Él les pagaba?
–Descontaba su salario de la pensión alimenticia mensual que me pagaba. Poco a poco comencé a tener dudas. Empecé a sospechar que el papel de esas niñeras rebasaba lo que habíamos convenido. Pensé que en realidad estaban contratadas para espiar todo lo que pasaba en mi casa, ¿pero qué podía hacer? Eran sólo sospechas. A finales de junio pasado ocurrió algo raro. Unos días antes de salir para México con los niños, una de ellas se presentó en la delegación policiaca de nuestro barrio para denunciarnos a mí y a Philippe por maltratar a los niños. Mis hijos se fueron a México. Yo salí por mi lado de vacaciones con mi esposo. Cuando volví a París en septiembre la portera de mi edificio me comentó que dos policías me habían buscado a raíz de una demanda por maltrato.
–¿La citaron en la delegación de la policía?
–Nunca. Y esa niñera no volvió a trabajar conmigo. Llegó otra que no me gustó, me inspiraba desconfianza. No me falló la intuición: en diciembre pasado fue con los abogados franceses de Montiel y grabó un video en el que nos acusa a mí y a mi esposo de maltratar a mis hijos. Me acabo de enterar de eso hace pocos días, a raíz de un comentario de los abogados de Montiel.
–Me está diciendo que las acusaciones de su exmarido en su contra se basan en testimonios de empleadas de servicio que él seleccionaba junto con su secretario particular y que pagaba sus salarios descontándolos de la pensión alimenticia mensual…
–Así es. Yo tengo testimonios a mi favor de médicos, maestros de la escuela de mis hijos, psicólogos… Pero me urge tener ese expediente judicial. ¿Por qué no me lo envían Montiel y sus abogados? ¿Qué temen? Quizá tienen miedo de que se descubra que el fallo del juez de Toluca es un jugement de complaisance (dictamen para complacer).
Después de un momento de silencio, Versini confía:
–En diciembre de 2010 estaba en Tulum con Philippe Lancry. Arturo Montiel nos alcanzó. Pidió que cambiáramos los términos de la custodia de los niños: quería tenerlos durante el año escolar y confiármelos durante las vacaciones.
“Explicó que ya no estaba tan joven –tiene 68 años– y que necesitaba convivir con sus hijos. Se portó amable y se veía sincero. Me negué. Los niños son aún muy pequeños y Alexi tiene un tratamiento especial debido a su autismo.”
–¿Usted se comunica con sus hijos?
–Sólo pude hablar cinco veces con ellos en un mes. Únicamente por teléfono, nunca por Skype. Me preocupan. No reconozco su forma de hablar ni su vocabulario. Dicen que se quieren quedar en México porque su papá los consiente mucho. Me dicen que Santa Claus en París no les trajo los regalos que esperaban, pero que en cambio en México tienen todo lo que quieren. Se quejan de que los castigábamos mucho en París. La verdad todo esto me desgarra. Siento que Arturo les calienta la cabeza, que hace lo imposible para alejarlos de mí. Son niños de siete años a quienes su padre coloca en la posición de elegir dónde quieren vivir. Ni siquiera hablo del chiquito, que tiene tantos problemas. Les está haciendo un enorme daño.
En ese momento vibra el teléfono celular de Versini. “Es él”, dice en voz baja, levantándose la mesa. Sale a la calle para hablar. Abruptamente se acaba la entrevista.

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