Castrillón:
¿Un Papa joven? No es obligatorio
Según
el cardenal colombiano no importa la edad: más bien “un hombre que pueda dar
respuestas”
ANDRÉS
BELTRAMO ÁLVAREZ
CIUDAD
DEL VATICANO
¿Un
Papa joven y fuerte? No es obligatorio. Así lo piensa el cardenal colombiano
Darío Castrillón Hoyos, 84 años. Un “viejo lobo” de la Curia Romana que guió la
Congregación para los Obispos del Vaticano entre 1998 y 2006. En entrevista con
el Vatican Insider consideró posible la alternativa de un “Papa veterano”, que
gobierne pocos años y ponga en orden los problemas urgentes.
Benedicto
XVI en Castel Gandolfo, cuando se despidió de la multitud, dijo ser un
peregrino que inicia la última etapa de su vida. ¿Un testamento espontáneo?
También
me emocioné mucho cuando oí esa frase, porque se corrigió diciendo “en este
momento todavía soy el Papa”, aún soy el vicario de Cristo, pero más tarde seré
sólo un peregrino en la última etapa de su vida. Esto es conmovedor, es algo
que sale de la fe profunda de quien espera el encuentro con el maestro.
En
su última reunión con los cardenales Benedicto XVI pronunció un histórico acto
de sumisión anticipado a su sucesor. ¿Quiso decir que no existirá “conflicto de
intereses” cuando dos Papas convivan en El Vaticano?
Debe
quedar una cosa en claro y el Santo Padre se ha ocupado de ello en cada una de
sus intervenciones: Nunca existen dos Papas. El Papa es uno. La misión de ser
vicario de Cristo puede ser temporal o hasta la muerte. En su caso quiso que
fuese temporal y terminó esa misión, no es Papa a partir del momento en que él
mismo fijó voluntariamente cuando presentó la dimisión. No hay dos Papas, puede
haber títulos y es muy justo que a él le demos un título de honor por lo que
significó para la Iglesia su gran figura.
-Benedicto
XVI renunció por falta de fuerzas físicas y espirituales. ¿Considera esto una
indicación sobre cómo deberá ser el sucesor, un Papa joven y fuerte?
-Pienso
que es totalmente independiente de eso. En un acto individual él hizo el
balance de sus fuerzas y delante de Dios, llevó a cabo un acto de enorme valor
espiritual y de humildad como la renuncia. Pero es un problema del vicario de
Cristo Joseph Ratzinger que siente el peso de la enfermedad como él mismo lo
dijo, en sus últimos meses. Ahí termina esa historia.
Lo
que sigue es la historia de siempre de la Iglesia, los cardenales son libres de
escoger al hombre que creen correcto según las necesidades, ya sea para un
gobierno más breve que rápidamente arregle ciertas cosas urgentes o uno que
pueda tener una perspectiva natural de permanencia mayor en el cargo. Aunque
todos sabemos que una cosa piensa el hombre y otra cosa piensa Dios. Uno puede
escoger al más saludable y media hora después puede morirse.
-¿En
qué piensan los cardenales en este tiempo de Sede Vacante?
-Benedicto
XVI nos dejó el tesoro de un magisterio riquísimo. Él trató de dar una respuesta
histórica desde la fe a la vida de los hombres. Actualmente el mundo está
viviendo unas situaciones cambiantes, unas realidades distintas a las del
momento en que asumió Joseph Ratzinger su gobierno y en unas perspectivas que
ya se pueden prever: ¿Cómo entregar la revelación a la gente inmersa en estos
cambios? En esto deberán pensar los cardenales para escoger un hombre que pueda
dar esas respuestas.
-¿Para
qué sirven las Congregaciones generales que comenzarán el lunes 4 de marzo?
-Hay
cardenales que han tenido mucha oportunidad de conocer a otros cardenales
porque han estado en sínodos y en reuniones, han podido ver y analizar juntos
las realidades de la Iglesia. Pero no todos han tenido esto. Por ello es normal
que un grupo de purpurados quiera acercarse a un conocimiento un poco más
preciso de los candidatos por quienes pudieran votar. Para eso son las
Congregaciones generales, allí todos los miembros del Colegio cardenalicio,
incluyendo los mayores de 80 años, presentarán su modo de ver el mundo en este
momento, cuáles creen que son los grandes problemas y los desafíos. De allí se
puede conversar sobre los candidatos, está previsto y permitido. Así se podrá
ver quiénes serían, hoy por hoy, los hombres que puedan dar una respuesta al
panorama que se presenta, no a la luz de la prensa sino a la luz de la fe que
analiza unas realidades temporales.
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