La Cumbre de la Alianza del Pacífico/ Carlos Malamud
es investigador principal de América Latina
Real Instituto
Elcano, 28 de mayo de 2013;
La celebración
de la Cumbre de la Alianza del Pacífico (AP) en Cali (Colombia), con la
presencia de los presidentes de los cuatro países miembros (Chile, Colombia,
México y Perú), más otros dos observadores (Costa Rica y Guatemala), junto al
primer ministro de Canadá y el presidente del gobierno de España, acompañados
de otras delegaciones de alto nivel, ha servido para consolidar los pasos dados
por esta organización desde su creación, hace sólo un año atrás.
Ya apuntaba en
aquel entonces, en un ARI publicado en este mismo sitio, los que podían ser los
principales logros y potencialidades de la AP y marcaba la influencia que su
creación e implementación podía tener sobre el conjunto de una América Latina
excesivamente fragmentada, y muy especialmente sobre los diversos procesos de
integración regional en marcha. En este sentido, esta Cumbre ha servido para
reforzar los principios económicos en torno a los cuales la AP se estructuró,
pero también la defensa de los valores democráticos por parte de los países
miembros.
Sin embargo,
para situar el profundo significado que supone la creación de la AP en su
contexto adecuado sería necesario mencionar algunos elementos que bien de forma
directa o indirecta han cambiado en el entorno global, pero con una fuerte
incidencia regional, de forma de potenciar o reforzar algunas de las constantes
presentes en el surgimiento y desarrollo de la Alianza. Al mismo tiempo,
resulta obvio que las tendencias hoy insinuadas sólo se materializarán en la
medida que las estructuras propuestas se consoliden y se avance de forma
significativa en el cumplimiento de las metas propuestas, comenzando por la
libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas.
Quizá el hecho
novedoso más importante está vinculado a la negociación de tratados de libre
comercio (TLC) entre amplias regiones del planeta al margen de los esquemas
tradicionales de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Para comenzar,
habría que mencionar dos que por sus efectos directos o indirectos influyen
sobre la Alianza, sus países miembros y los equilibrios (o desequilibrios)
regionales. Se trata del TPP (Trans-Pacific Partnership o Acuerdo de Asociación
Transpacífico) y del TAFTA (Trans-Atlantic Free Trade Area). En ambos se
observa como telón de fondo la expansión comercial china, una cuestión que
exigirá cada vez más respuestas coordinadas que superen el estricto marco de
las relaciones bilaterales.
El primero, el
TPP, está integrado por 11 países: Australia, Brunei, Canadá, Chile, EEUU,
Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam y se propone conformar
una gran área de libre comercio que englobe tanto a su vertiente asiática como
a la americana. A ellos se sumará Japón en los próximos meses. En el TPP participan
directamente tres de los cuatro países de la AP, mientras que Colombia
manifestó claramente su más firme voluntad de incorporarse al esquema a la
mayor brevedad posible.
De todos modos,
en tanto Colombia, al igual que Chile, México y Perú, tiene firmado un TLC con
EEUU, la cuestión no es demasiado problemática para la defensa de sus
intereses. En este sentido, la negociación del TPP va en la línea de la
política aperturista de los cuatro países. En líneas generales se puede afirmar
que Chile tiene firmados TLC y acuerdos de asociación económica con 51 países,
Colombia 15 TLC que implican casi a una cincuentena de países, México 12 TLC
con 44 países y Perú 17 TLC. La apertura al mundo globalizado y la búsqueda por
conformar un área de libre comercio en América Latina, sumada a la libre
circulación de personas y capitales, es una de las principales características
de la AP.
El otro elemento
cada vez más presente, tanto en el contexto global como regional, es la
negociación iniciada entre EEUU y la UE para conformar una gran área de libre
comercio atlántica, la TAFTA, a la que podrían sumarse de inmediato Canadá y
México. Es cada vez más obvio que uno de los grandes objetivos de EEUU con las
negociaciones TPP y TAFTA es incidir de manera decisiva en la fijación de
estándares de producción de bienes y servicios, de manera de forzar a China, el
día de mañana, a negociar en torno a estas cuestiones. En América Latina el
principal perjudicado, de cerrarse las dos rondas negociadoras anteriormente
mencionadas, sería Brasil, ya que su política de defensa de su amplio mercado
interior y los compromisos asumidos en Mercosur, pueden comprometer su posición
de relevante actor económico internacional a medio plazo. El hecho de que
Uruguay se sumara como observador a la AP indica la preocupación de algunos
gobiernos por el aislamiento creciente del Mercosur, empujada por las políticas
comerciales de Argentina (a la que ahora hay que sumar a Venezuela, que a fin
de junio asume la presidencia pro tempore de Mercosur) y agrega una cuota de
presión adicional a las próximas decisiones que el gobierno de Dilma Rousseff
deba comenzar a tomar al respecto.
De forma
paralela a la Cumbre gubernamental de Cali se realizó un encuentro empresarial
que reunió a representantes de las empresas más pujantes de la región,
especialmente las llamadas multilatinas. Probablemente, una de las conclusiones
más importantes de la reunión fue el reconocimiento gubernamental del papel
dinámico que las empresas pueden jugar en la integración regional (expansión
del comercio intrarregional, demanda de infraestructuras de conexión,
inversiones cruzadas, etc.). Frente a lo actuado en ciertos países, donde se
nacionalizan empresas de naciones vecinas, en esta ocasión se puso de
manifiesto lo contrario.
De este modo, el
presidente colombiano Juan Manuel Santos señaló que la Alianza no es solamente
un proceso que afecte a los países sino que se da “también con el sector
privado porque es el mejor socio para estructurar proyectos que tengan impacto
en el crecimiento. Tenemos que ser creativos e innovadores y para esto el
sector privado es más audaz”. Por su parte, el mexicano Enrique Peña Nieto
agregó: “Esta es una Alianza que hoy viene a motivar y alentar al empresario.
Queremos fomentar una mayor participación de nuestros emprendedores, que se
encadenen y generen valor agregado para así poder detonar el potencial de
desarrollo de productividad y competitividad que tiene esta región”.
Finalmente
habría que preguntarse por el papel de España en la AP y en la Cumbre de Cali.
Respecto a la primera cuestión, Ollanta Humala, presidente de Perú, apuntó una
respuesta: “Somos uno de los bloques, si no el más importante, de la región,
que además tiene y busca sinergias en el comercio con el Asia. Pero la Alianza
no solo está diseñada para los países asiáticos, también nos está permitiendo
mejores condiciones comerciales con la Unión Europea”. No en vano, tanto Chile
como México tienen firmados tratados de asociación con la UE y Colombia y Perú
tratados comerciales multipartes.
En sintonía con
lo anterior se expresó el presidente del gobierno Mariano Rajoy: “Para España
es muy importante esta Alianza porque es un gran inversor en estos países
(México, Colombia, Chile y Perú, miembros de la Alianza del Pacífico), y
nuestras exportaciones están aumentando mucho”. De este modo, lo que se
buscaría es abrir el camino a las empresas y empresarios españoles para que
produzcan, exporten y hagan nuevos proyectos.
Hay un tema de
la presencia española algo más controvertido, como es potenciar la llamada
triangulación entre España, América Latina y los países del Asia Pacífico.
Augusto Soto ha vuelto a insistir en el
tema a la vista de la participación española en la Cumbre de Cali. En línea con
lo allí planteado creo que la AP más que como una plataforma para impulsar la
triangulación España-América Latina-Asia Pacífico debería ser vista como una
eficaz herramienta para relanzar la presencia española en el continente
americano. La tarea del momento es potenciar el comercio exterior entre España
y la región, que tiene un amplio recorrido, así como la presencia de las PYME,
un objetivo más que deseable a medio y largo plazo. Ha sido bueno que el
presidente Rajoy demuestre una vez más su compromiso con América Latina y esa
es la senda que hay que seguir recorriendo.
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