Riesgos de recession/ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA
Revista Proceso # 1922, 31 de
agosto de 2013;
Al cierre del segundo bimestre los
resultados del gobierno federal en materia económica son poco menos que
desastrosos. La expectativa de crecimiento se ubica en menos de 2%, la balanza
comercial es deficitaria, hay un desplome del PIB per capita, el desempleo
creció de manera alarmante, los capitales golondrinos se han fugado como no lo
hacían desde 1995 y todos los indicadores apuntan a una recesión. Un panorama que,
advierten especialistas y consultores, podría empeorar en caso de que las
reformas fracasen o no respondan a las esperanzas depositadas en ellas.
El día de su toma de posesión como
presidente, Enrique Peña Nieto se comprometió a lograr un México próspero a
partir de un crecimiento económico sólido y sostenido. Manifestó que más allá
de la dependencia de los recursos naturales, su gobierno incrementaría la
inversión en infraestructura y fortalecería el mercado interno para lograr
mayor participación en el mercado global. También anunció que se fomentaría la
competencia en todos los ámbitos, se aumentaría el nivel de crédito para las
áreas estratégicas y se promovería la economía formal.
Pero los programas y proyectos
anunciados entonces por el gobierno federal ofrecen magros resultados, son un
fiasco o, en el mejor de los casos, sólo promesas para los próximos años.
En diferentes oportunidades, Peña Nieto
ha planteado que en su gobierno se invertirán en infraestructura 4 billones de
pesos provenientes de recursos públicos y privados, aunque no se precisa la
proporción.
En materia de inversión pública a gran
escala, el pasado 30 de abril se emitió la primera licitación carretera –para
la construcción del tramo Atlixco-Acapulco– y el fallo se dará a conocer a
finales del presente mes. Si todo sale conforme al plan, la obra arrancará en
enero de 2014.
El 1 de mayo el mandatario se reunió en
Los Pinos con patrones y trabajadores. Ahí planteó que la tranquilidad laboral,
cuarto eje de su política en la materia, sólo será posible al armonizar los
derechos fundamentales de los trabajadores con la competitividad de los
patrones. Dijo que pugnará por la “democratización de la productividad” y
expuso que “la formalidad en el trabajo debe ser el nuevo rostro de México”.
De acuerdo con este lineamiento, el
pasado 22 de julio presentó su Programa para la Formalización del Empleo. En su
discurso sostuvo que la informalidad es una salida falsa para la sociedad, pues
deja a los trabajadores sin prestaciones y servicios, con los que sí contarían
en el empleo formal. Agregó que la informalidad genera un círculo vicioso de
escasa productividad y bajo crecimiento económico.
Cifras adversas
Según el Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (Inegi), la tasa de desempleo se incrementó 4.99% en
julio pasado al respecto del mes de 2012. En el segundo trimestre del año no
sólo cayó la ocupación formal; la informal corrió la misma suerte.
Las acciones del gobierno contra el
empleo precario han fracasado, así como han sido un fiasco los programas de
apoyo para la micro, pequeña y mediana empresas (Mipymes).
El 24 de junio último, Peña Nieto
encabezó una ceremonia en la residencia oficial de Los Pinos en la que dio a
conocer las líneas de acción y los recursos asignados al Instituto Nacional del
Emprendedor. El objetivo de este organismo, dijo, es que “las micros se
conviertan en pequeñas, las pequeñas en medianas y, éstas, en grandes
empresas”.
Para conseguirlo anunció un presupuesto
de 5 mil millones de pesos destinado a fomento y capital. Afirmó que, de esa
suma, 550 millones serían para capacitación; otros 500 millones para que las
pequeñas empresas cuenten con equipos de cómputo e internet; 600 millones para
fondos de capital; 2 mil 900 millones para garantías y una cantidad sin
especificar para publicidad.
Menos de mil millones de pesos se
destinarían a generar nuevas empresas, cantidad irrisoria comparada con los 3
billones 956 mil 361 millones 600 mil pesos del Presupuesto de Egresos de la
Federación para 2013. La cifra es insignificante incluso para una mediana
empresa. Por ejemplo, Kidzania –una cadena de centros de entretenimiento–
invertirá este año 175 millones de dólares en nuevos desarrollos. Esta cifra es
más del doble de la anunciada por Peña Nieto para el proyecto y casi la mitad
de lo que destinará su gobierno en todo el año a las Mipymes.
El 27 de mayo el mandatario instaló el
Consejo Nacional de la Productividad. Ese día hizo un llamado a los factores de
la producción para que eleven su productividad y atribuyó el escaso crecimiento
económico de los últimos años a la desatención de esa variable.
El panorama en este ámbito es
desolador: La expectativa de crecimiento económico se sitúa por debajo de 2%;
la balanza comercial es deficitaria; se desplomó el Producto Interno Bruto per
capita; se registra la peor fuga de capitales desde 1995; el desempleo aumentó
y, en general, todos los indicadores apuntan a una recesión.
El pasado 30 de agosto The Bank of
America Merrill Lynch advirtió lo anterior y consideró la posibilidad de que
las reformas impulsadas por el gobierno fracasen o sean decepcionantes. En
suma, su diagnóstico es que el país se encuentra peor que en 2012.
De inmediato, el titular de la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Luis Videgaray, salió al paso
para aclarar ante senadores que no hay recesión, sino que se trata de una
desaceleración económica.
Cuando el pasado 7 de diciembre el
funcionario entregó el paquete económico 2013, anunció una proyección de
crecimiento de 3.5%; es decir, 1.4% más que el promedio registrado durante los
12 años de gobiernos panistas, que fue de 2.1%.
Al concluir el primer trimestre de
2013, la ola de optimismo se estrelló contra la realidad. Para julio, la nueva
estimación del gobierno federal se ubicó en 3.1%. El ajuste aún era optimista,
pues para entonces el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectaba un
crecimiento de 2.9%. A final de cuentas no prevaleció ningún pronóstico, pues
el último ajuste de la proyección de la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público (SHCP) cayó a 1.8%.
Para los analistas privados el
escenario es todavía más sombrío. El pasado 26 de agosto el Centro de Estudios
Económicos del Sector Privado (CEESP) pronóstico un crecimiento de 1.7%. Dos
días después Grupo Financiero Banamex dio a conocer un estudio en el que prevé
apenas 1.2%.
De hecho, las estimaciones del FMI
están a la baja a nivel global. Debido a la desaceleración de las economías
emergentes, así como a la recesión europea, el organismo redujo las expectativas
de crecimiento mundial de 3.3% a 3.1%. La expectativa nacional, de acuerdo con
las mencionadas estimaciones, está a la mitad de la media global.
El pasado 21 de agosto, el diario
Reforma reseñó un encuentro privado que sostuvo Videgaray con senadores perredistas.
Uno de ellos, Mario Delgado, expuso que las justificaciones del secretario para
explicar la caída en las expectativas de crecimiento giraron en torno a
factores ajenos a la administración de Peña Nieto. Para deslindarse, dice, el
funcionario culpó al gobierno de Felipe Calderón, al desplome de las remesas y
al descenso de la actividad industrial.
En abril último, durante una reunión
con directivos de la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción
de Vivienda (Canadevi), Peña Nieto calificó al sector como estratégico. Éste
enfrenta la peor crisis de su historia, y hasta ahora el anuncio de una
Política Nacional de Vivienda no ha tenido ningún impacto.
Como ha ocurrido en otros rubros, la
expectativa tampoco se cumplió, pues el anuncio del presidente de que se
construirían 500 mil viviendas este año no podrá concretarse por una razón:
según el empresario Germán Ahumada Russek, presidente de Grupo Ara, no hay
oferta suficiente para alcanzar esa meta.
En lo que se refiere al retraso en el
gasto del sector público, Videgaray ha dicho que prácticamente no hay
subejercicio. No obstante, el 23 de agosto aseguró que entre los factores que
podrían hacer repuntar la economía estaba la aceleración del gasto público.
En este contexto los comparativos son
abrumadores: de acuerdo con cifras del Banco de México, en el segundo trimestre
de 2013 la inversión extranjera disminuyó 4 mil 941 millones de dólares, la
peor desde 1995, cuando se registró la mayor crisis económica en la historia
moderna del país.
Condicionamientos
El pasado 26 de agosto el Inegi informó
que de enero a julio se registró un déficit en la balanza comercial por mil 299
millones de dólares.
El impacto se resintió en la Bolsa
Mexicana de Valores, pues sus 75 emisoras tuvieron un incremento de sólo 1.1%
en el primer trimestre del año, pero en el segundo bajaron 9.83%.
En su estudio el CEESP advirtió: “Este
nuevo entorno generó un mayor grado de incertidumbre que ha llevado las
expectativas de todos los indicadores macro a la baja, de tal manera que ahora
se anticipa que sólo habrá posibilidad de generar 450 mil nuevos empleos
formales con un ritmo de crecimiento económico inferior a 2%”.
Sin embargo, la Confederación Patronal
Mexicana (Coparmex) consideró que ni siquiera se alcanzarán a crear 400 mil
nuevos puestos formales. La demanda del país es de 1 millón al año.
El 23 de agosto Videgaray se refirió a
las bajas expectativas de crecimiento, que calificó de mediocre. Días antes, el
20 de agosto, Peña Nieto, reunido en privado con diputados y senadores del PRI
y del PVEM, anticipó el ajuste de la proyección de crecimiento, sin dar las
cifras pero con una petición: aprobar las reformas financiera, energética y
hacendaria.
El Consejo Coordinador Empresarial
considera que es urgente la aprobación de las reformas y exige al gobierno
federal que no “ceda ante chantajes”. A estos planteamientos se suman otros
organismos del sector privado. El 27 de agosto, la Coparmex condicionó el
crecimiento de las inversiones de sus agremiados y la generación de empleos a
que se apliquen sanciones contra los grupos “que desestabilizan el país”, en
clara alusión a las protestas de los maestros de la CNTE. Ççç
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