Así
iba a pasar/Gerardo Galarza
Excelsior 11/05/2014
Ayer,
Día de las Madres, se cumplió el plazo para que las políticamente correctas
llamadas autodefensas de Michoacán entregasen sus armas a las instituciones
públicas legal y legítimamente establecidas.
Lo
de entregar las armas, así se anunció, hasta ayer sábado no había ocurrido. De
acuerdo con la información pública de las autoridades, ha sido un registro de
armas usadas por los miembros de esos grupos ilegales, sin que a ciencia cierta
se sepa si son todas o cuántas faltan.
Desde
ayer, Día de las Madres, en Michoacán hay también oficialmente una nueva
policía rural o fuerza rural, que sigue siendo en la realidad un grupo
parapoliciaco: nadie sabe, por lo menos públicamente, quiénes les van a pagar
por sus servicios, si están registrados al igual que las armas que portan, bajo
qué procedimiento se nombró a su comandante, si hicieron y aprobaron los
controles de confianza, a quién van a rendir cuentas. Eso sí, tienen ya nuevo
uniforme en lugar de las camisetas que los identificaban.
De
sus líderes originales: uno está en la cárcel acusado de homicidio, otro está
siendo investigado por su presunto involucramiento en cinco homicidios y uno
más es el comandante de la nueva fuerza parapoliciaca. Hay otros muchos
autodefensas presos, acusados de la comisión de diversos delitos. Todos, unos y
otros, dicen ser los “buenos”, y los señalados como “malos” dicen lo contrario.
El
escribidor sabe, porque su madre que alguna vez tuvo así se lo enseñó, que es de muy mal gusto andar por ahí
diciendo: se los dije. Sin embargo, a riesgo de que doña Elvira vaya a tener
que interrumpir su descanso en paz en plena celebración de las madres —seguro
que lo comprenderá—, el escribidor cree
que tiene el deber y la presunción de decir que en esta columna ya se ha
advertido desde hace poco más de 15 meses, cuando ni siquiera había comisionado
del gobierno federal en Michoacán y era muy políticamente correcto apoyar y
alabar la decisión del “pueblo bueno” de presuntamente “protegerse a sí mismo”,
mediante la ilegal justicia por propia mano, entonces apoyada, ponderada y
alabada por la corrección política de la mayoría de los miembros de la
comentocracia nacional, ante la incapacidad cierta y evidente del Estado
mexicano para dar seguridad, el origen del contrato social, a sus ciudadanos.
El
3 de febrero de 2013 aquí se escribió: “La indignación por la incapacidad del
gobierno para dar seguridad a los ciudadanos puede ser absoluta y de igual
nivel el hartazgo, pero la justicia por propia mano es también parte de la
impunidad que se critica y se condena, además de ilegal. Su existencia implica
una violación al Estado de derecho.
“Quien
no lo sepa o no lo quiera entender, que lea los artículos del 12 al 23 de la
Constitución de México. La legislación mexicana no es única en el mundo, porque
el fenómeno no es nacional ni moderno y, peor aún, ha sido usado no sólo por
diversos grupos sociales, políticos y económicos y también por diferentes
regímenes represores, de todo signo político, para deshacerse de sus
opositores; para ‘limpias’ políticas, étnicas, ideológicas, religiosas,
policiacas o de cualquier otro tipo con el pretexto del beneficio de las
mayorías o de los ‘buenos’. Ejemplos pasados y recientes, de todos esos tipos,
existen lejos y cerca: Alemania, España (en el franquismo y también en la
democracia), la antigua Unión Soviética y en algunos países de su órbita;
Argentina, Brasil, Guatemala, Colombia, por citar unos cuantos. En todos los
casos fueron desastres humanitarios de los que todos estamos o deberíamos estar
arrepentidos.”
Seis
meses después, en esta estación, se escribió también: “El pasado miércoles 14
de agosto miembros de las fuerzas federales llegaron al municipio de Aquila,
Michoacán, con cinco órdenes de aprehensión, mismas que, según el argot
policiaco, se cumplimentaron correctamente, pero además detuvieron a otras 40
personas, integrantes de un grupo de autodefensa, por el delito de portación de
armas de uso exclusivo del Ejército.
“Las
primeras órdenes de aprehensión fueron giradas también contra presuntos miembros
de grupos de autodefensa por los delitos de secuestro, lesiones, robo
calificado y allanamiento.”
Hoy,
en Aquila, de acuerdo con denuncias de sus habitantes hechas públicas en la
Ciudad de México el viernes pasado, el cobro por derecho de piso y por seguridad,
la extorsión, pues, no la cometen ya formalmente los miembros del crimen
organizado michoacano, llámense como se llamen o agrúpense en el cártel en el
que se agrupen, sino por aquellos que una vez fueron “los buenos”: los miembros
de las autodefensas.
Bien,
de acuerdo con la legislación vigente, la nueva fuerza rural policiaca
michoacana, si se le considera fuerza rural, depende directamente de la
Secretaría de la Defensa Nacional. ¿De veras es así? ¿A quién le rendirán
cuentas de sus acciones? ¿Recibirán algún salario? ¿Cuál será su relación con
las autoridades municipales y estatales? ¿Con el Ministerio Público? Vamos,
¿qué facultades tendrán?
El
escribidor sabe que exigir transparencia al gobierno, en el nivel que sea,
llamar al debate público, son actitudes muy políticamente correctas y se
esgrimen por cualquier motivo, ojalá también aquellos que tienen ese poder, el
de firmar desplegados y el de hacer preguntas y recibir respuestas, hagan lo
mismo en el caso de Michoacán y su nueva policía.
Y
aunque no fuera así, el gobierno de la República tiene ya la obligación de
informar a los michoacanos y a los mexicanos todos.
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