Videgaray
y su mundo al revés/CARLOS ACOSTA CÓRDOVA
Revista
Proceso
# 1958, 10 de mayo de 2014
Luis
Videgaray Caso, secretario de Hacienda, está demasiado ocupado propagando sus
buenas noticias como para hacerle caso a los mejores economistas de México y
del mundo: se afana en copar los espacios mediáticos para anunciar, entre otras
cosas, que no estamos en recesión y que nuestro crecimiento económico es sólido
y constante. No importa que el Banco de México, el Inegi y analistas privados
digan lo contrario y cada día ajusten a la baja los indicadores relativos a la
economía mexicana.
El
magro desempeño de la economía en los primeros meses del año –como lo muestran
los principales indicadores macroeconómicos–, ha obligado a instituciones
financieras y a grupos privados de análisis, nacionales e internacionales, a
revisar continuamente a la baja sus proyecciones de crecimiento económico para
México en 2014.
Y
todas, ya muy por debajo de 3.9% de incremento del Producto Interno Bruto (PIB)
que estimó la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) a finales del año
pasado y del cual no se ha movido.
Apenas
el lunes pasado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
(OCDE) bajó a 3.4% su previsión de crecimiento económico, desde el 3.8% que
había mantenido desde principios de enero.
El
Banco Mundial ha sido más drástico: de 3.9% que calculaba en enero, ha bajado
su pronóstico a 3%.
El
Fondo Monetario Internacional, que nunca le creyó a la SHCP su proyección de
3.9%, se ha mantenido a lo largo del año con la idea de que la economía mexicana
no crecerá este 2014 más de 3%.
En
suma: si Hacienda mantiene todavía su pronóstico de 3.9% de crecimiento del PIB
para todo el año, puede inferirse que esos organismos internacionales nomás no
le creen a la dependencia que comanda Luis Videgaray Caso.
En
el país las cosas no son diferentes. El miércoles, el Banco de México (Banxico)
dio a conocer los resultados de la Encuesta sobre las expectativas de los
especialistas en economía del sector privado correspondiente a abril. Y el
resultado fue una nueva reducción de sus pronósticos.
Calculan
ahora los especialistas –35 grupos de análisis y consultoría económica del
sector privado, nacional y extranjero– que el PIB de México en 2014 sólo
crecerá 3.01% (promedio) o aun 3%, que fue el pronóstico más repetido entre los
especialistas.
Es
la enésima ocasión en que los consultados por Banxico reducen sus previsiones.
En marzo pasado habían calculado en 3.09% el crecimiento económico para todo el
año. En febrero, en 3.23%, y en enero en 3.40%.
En
los últimos 12 meses el pronóstico más alto para 2014 fue el que hicieron en
julio de 2013; calcularon que la economía crecería este año 3.98%.
De
entonces a la fecha el derrumbe de las expectativas ha sido notorio: de casi 4%
en julio pasado, a 3% en abril. Casi un punto porcentual menos.
Para
los especialistas, entonces, también están reprobados la SHCP y su titular,
Luis Videgaray Caso.
Y
en la baja de las expectativas van incluidos también el pesimismo sobre la
cantidad de empleos nuevos y formales que se crearían durante el año, así como
la percepción de que los principales obstáculos al crecimiento de la economía
son factores internos, más que externos.
En
efecto, mientras los especialistas de la encuesta de Banxico calculaban en
enero que a lo largo de 2014 se crearían 631 mil nuevos empleos, en abril
bajaron la cantidad a 593 mil puestos de trabajo formales. Casi 40 mil menos.
Además,
entre los factores que podrían obstaculizar el crecimiento económico en el
país, los especialistas, como en los tres meses previos, volvieron a colocar
como el principal a la inseguridad pública. El 20% de las respuestas de la
encuesta así lo señalaron.
El
segundo factor potencial, con 15% de las respuestas, es la debilidad del
mercado interno. Es la primera vez en 12 meses que los especialistas ubican ese
factor por encima del de la debilidad del mercado externo y la economía mundial
(tercer obstáculo), que esta vez tuvo 13% de las respuestas.
El
cuarto factor que podría obstaculizar el crecimiento económico es la incertidumbre
sobre la situación económica interna (12% de las respuestas) y el quinto, la
política fiscal que se está instrumentando (11%).
Es
decir, en abril los especialistas consideraron que las mayores probabilidades
de que la economía se deteriore provienen de factores internos, mientras que en
enero eran los externos los que pesaban más.
Los
datos: en enero, 23% de las respuestas apuntaban a factores internos como los
principales obstáculos al crecimiento; en abril la proporción subió a 49%.
También
Banxico les pregunta a los especialistas si consideran que “actualmente la
economía está mejor que hace un año”. En abril, 71% de las respuestas fue “no”.
Economía
en fase de negación
Las
continuas reducciones en los pronósticos de los especialistas no son
caprichosas: responden a un seguimiento riguroso de todos los indicadores de
coyuntura que anticipan el comportamiento del PIB. Y lo que se ha visto es, en
efecto, un desempeño pobre de esos indicadores.
Por
el lado del consumo, en los primeros meses del año se han reportado bajas en la
confianza del consumidor; en las ventas al por menor de los establecimientos
comerciales y también de las ventas de la Asociación Nacional de Tiendas de
Autoservicio y Departamentales (ANTAD), así como en los indicadores de
ocupación y empleo.
Por
el lado del gasto en inversión privada, particularmente el Instituto Nacional
de Estadística y Geografía (Inegi) ha reportado caídas en la inversión fija
bruta (aunque el último dato, de la última semana de abril, señala una incipiente
recuperación) y en el valor de producción de las empresas constructoras.
Respecto
de exportaciones e importaciones, la información oficial ha dado cuenta de una
recuperación, débil aún. Lo mismo sobre el gasto público, que en marzo ya
mostró un significativo incremento.
Respecto
del sector secundario de la economía, el industrial se ha dado cuenta de
señales mixtas: aumentan la producción y la exportación, pero nada más no
avanza dentro del país.
Un
caso sintomático de la debilidad del mercado interno son las cifras, del
miércoles 7, sobre la industria automotriz, que significa poco más de 30% de
las exportaciones no petroleras.
La
Asociación Mexicana de Distribuidores de Automóviles reportó un descenso de 8%
en la venta de vehículos nuevos dentro del país. Dice su comunicado: “El
resultado de abril es una regresión a los niveles de venta de hace una década.
A pesar de eliminar el efecto ‘Semana Santa’, el resultado del bimestre
marzo-abril de este año es negativo, cae -2.3%. Es el peor cuatrimestre desde
la crisis de 2009: caen las ventas acumuladas a abril en -0.8%”.
Las
ventas en establecimientos comerciales son un mejor indicador para ver cómo
anda el mercado interno. Los datos hablan de que no se mueve.
La
ANTAD reportó bajas en las ventas de sus socios –poco más de 34 mil 500 tiendas
en todo el país– en los primeros tres meses del año: -1.7% en enero, -0.2% en
febrero y -2.4% en marzo. Sus ventas acumuladas en el primer trimestre sumaron
264 mil millones de pesos, unos 4 mil millones menos que en el mismo periodo
del año pasado.
Por
su parte, el Inegi reportó en enero que las ventas al por menor disminuyeron
-0.33% y -0.51% al por mayor, respecto de diciembre. Y en febrero las ventas al
por menor cayeron -1.27% y al por menor en -1.16%, respecto de enero. Pero a
tasa anual, es decir respecto de febrero de 2013, las ventas al por menor
cayeron -1.7%, y al por mayor aumentaron apenas 0.4%. Los datos de marzo aún no
se publican.
Sin
embargo, en la SHCP ven otra realidad. Ante la proximidad del anuncio del dato
oficial del PIB para el primer trimestre de 2014, que dará el Inegi el 23 de
mayo, Ernesto Revilla, titular de la Unidad de Planeación Económica de
Hacienda, dijo el miércoles 7: “Estamos esperando una aceleración importante
(de la economía)”, pues “tenemos optimismo, con los datos que estamos viendo”.
Pero
no sólo ese funcionario cree que la economía va bien. El propio Videgaray está
convencido de que va viento en popa.
–¿La
economía está en recesión, secretario? –le preguntó un reportero el jueves 8,
un día después de que el Inegi difundió indicadores que mostraban que la
economía llevaba ya nueve meses en zona recesiva.
–Definitivamente
no. La economía mexicana está creciendo; no lo estuvo (en recesión) el año
pasado, creció el año pasado y está creciendo este año.
Y
fiel a su estilo, muy ajeno a la autocrítica, reiteró que “la economía mexicana
está creciendo, está generando empleos apoyada por un repunte de nuestras
exportaciones, y también por un ejercicio mucho más dinámico del gasto público.
Sería abiertamente incorrecto hablar de que una economía que está creciendo, y
que está creciendo de manera más acelerada que el año pasado, estuviera en una
recesión”.
Más
aún, desestimó los datos del Inegi, que provienen de una metodología creada por
la OCDE y aceptada mundialmente para definir en qué ciclo se halla la economía,
si es de expansión, desaceleración, recesión o recuperación.
Dijo
Videgaray: “La medición (a partir de los indicadores cíclicos) no es una
medición completa. La verdadera medición completa la tenemos a partir de la
contabilidad del PIB, y esa la dará a conocer el Inegi el próximo 23 de mayo, y
nosotros lo que esperamos es una cifra claramente de crecimiento, un
crecimiento que se está acelerando, y además ese mismo día haremos, en su caso,
algún ajuste, si es que decidimos hacerlo, al pronóstico de crecimiento
económico de la secretaría”.
Es
decir, cuando todo mundo dice que la economía mexicana difícilmente podría
crecer más de 3% en 2014, Videgaray sugiere
que igual y no cambia su pronóstico de 3.9%, que ha mantenido desde
finales del año pasado.
Arrogancia
Así
es Luis Videgaray Caso. No acepta nada. Nulo su sentido de autocrítica. Como
arrogante lo definen en círculos empresariales y aun en el gabinete presidencial.
Es
el más cercano al presidente Enrique Peña Nieto. El que más lo acompaña en sus
actividades. El que más aparece con él en los medios. El visitante más
frecuente en Los Pinos… al grado de pasar más tiempo en la residencia oficial
que en su propia oficina, en Palacio Nacional.
Artífice
indiscutible de las reformas estructurales, el secretario de Hacienda se asume
y actúa como supersecretario, como jefe de sus pares en el gabinete
presidencial, a los que les da órdenes, a los que puede dejar plantados, no
concederles una cita o no tomarles una llamada telefónica.
Igual
conducta ha mostrado en otros ámbitos. Como el desdén manifiesto al Banco de
México, que mucho lo ha ayudado a través de la política monetaria y el control
de la inflación: Videgaray no asiste a las reuniones de la Junta de Gobierno
–aun cuando tiene derecho a un asiento, con voz pero sin voto– en las que se
decide el objetivo para la tasa de interés interbancaria y se hace el más
riguroso análisis de la coyuntura económica nacional e internacional.
Empresarios
y banqueros se han quejado –nunca públicamente, por supuesto– de que Videgaray
no les toma la llamada, mucho menos los recibe.
El
secretario se ha dado el lujo de no tomarle la llamada o cancelarle citas a
personajes como Guillermo Ortiz –exsecretario de Hacienda, exgobernador del
Banco de México y actual presidente del Consejo de Administración del grupo
financiero Banorte– y Pedro Aspe, también exsecretario de Hacienda.
Inexplicable
el último caso, toda vez que gracias a Pedro Aspe, Videgaray –que formó parte
del equipo de asesores de aquél en el gobierno de Carlos Salinas– pudo hacer su
doctorado en el Tecnológico de Massachusetts.
Y,
también, gracias a Aspe pudo trabajar en Protego, la empresa financiera fundada
por aquél –pionera en la restructuración de deudas estatales– y en la que
Videgaray, como director de Finanzas Públicas, comenzó a tejer sus amplias
relaciones políticas en todo el país.
Desdeñoso
también ha sido en su trato con la prensa, sobre todo con los reporteros que
cotidianamente cubren sus actividades. Proceso lo ha buscado insistentemente
desde que inició el gobierno… y nada.
Su
reciente avidez por los reflectores –prácticamente no hay día que no aparezca
en los medios– deja la impresión de que ha emprendido una prematura carrera con
vistas a 2018, acaso seguido por Miguel Ángel Osorio Chong, titular de
Gobernación, el otro secretario que mucho se afana por aparecer públicamente.
Pero
el protagonismo de Videgaray lo está llevando al mismo error del año pasado,
cuando por su ausencia en la conducción de la economía ésta tuvo un desempeño
mediocre: apenas creció 1.1%, por debajo del pronóstico oficial de 3.5% y muy
lejos del promedio de 4.3% en que creció la economía durante los últimos tres
años del gobierno de Felipe Calderón.
En
2013 fueron la llamada “curva de aprendizaje” y la negociación de las reformas
estructurales lo que distrajo al secretario, que no vio con oportunidad –o no
hizo caso de ello– que los principales indicadores económicos, todos en picada,
reclamaban una mayor atención de quien es el obligado a enderezar el rumbo de
la economía nacional.
En
este 2014 igual se le ve ajeno, esperando que la inercia juegue en su favor, es
decir, que la economía internacional y en particular la de Estados Unidos se
recuperen y propicien mayor demanda de exportaciones mexicanas, que saquen del
letargo a la economía nacional y posibiliten mayor flujo de remesas –como ha
sucedido en los últimos meses– para activar el consumo interno.
O
bien, que las condiciones climatológicas sean benignas –como ha ocurrido este
año– para que las actividades agropecuarias tengan mayor incidencia en el
crecimiento general de la economía.
Porque
lo cierto es que, a un primer año de gobierno desastroso en materia económica
le han seguido los primeros meses de 2014, igual de malos o incluso peores.
Y
no es una afirmación sin sustento. El viernes 9, el Banco de México dio a
conocer la minuta de la reunión de su Junta de Gobierno del 25 de abril, en la
que se decidió mantener en 3.5% la tasa de interés de referencia. Las
siguientes afirmaciones –todas ellas vertidas en esa junta– dan idea de cómo se
evaluaron los primeros meses de 2014 en materia económica:
“La
mayoría de los miembros de la junta afirmó que la actividad económica de México
mostró un bajo dinamismo en el primer trimestre de 2014. Añadió que, en efecto,
se ha observado un crecimiento menor al esperado hace algunos meses.”
“Por
su parte, un miembro afirmó que, aunque algunos indicadores de la demanda
interna han mostrado cierta mejoría, las señales no son todavía claras. En
particular, argumentó que la persistencia de elevados niveles de desempleo, la
aún baja confianza de los hogares y de las empresas, y los efectos de los
cambios más recientes en materia fiscal no sugieren una recuperación
significativa de la demanda interna.”
“La
mayoría de los miembros de la junta indicó que prevalecen riesgos a la baja
para el crecimiento de México. No obstante, también argumentó que el balance de
riesgos para el crecimiento ha mejorado marginalmente.”
Pero
Videgaray no los escuchó, pues no asistió a la reunión con Agustín Carstens y
los subgobernadores del Banco de México. Y si Fernando Aportela, el
subsecretario de Hacienda –a quien mandó en su representación– le expuso lo
allí dicho, pues le entró por un oído y le salió por el otro: la economía ni
estuvo ni está en recesión; creció y está creciendo; se crearon y se están
creando empleos, ha dicho.
Vamos
a crecer este año 3.9%, insiste Videgaray, a contracorriente.
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