27 jul 2014

Argentina-México, puente de la efedrina

El periodista Carlos del Frade, uno de los principales investigadores sobre narcotráfico en Argentina, consigna por su parte la presencia del Cártel de Juárez en el tráfico de efedrina a través de Carlos Ahumada Kurtz.
Argentina-México, puente de la efedrina/FRANCISCO OLASO
Revista Proceso # 1969, 26 de julio de 2014
INTERNACIONAL
BUENOS AIRES.- La juez federal argentina María Servini de Cubría abrió un proceso el viernes 18 contra José Ramón Granero, extitular de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), por su presunta complicidad en el tráfico de efedrina.
 La juez acusa al funcionario de ser “partícipe necesario del delito de haber introducido al país materias primas destinadas a la fabricación de estupefacientes, habiendo efectuado una presentación correcta ante la aduana y alterando posteriormente su destino de uso”, según obra en el auto de procesamiento.
 Granero fue designado en 2004 por el entonces presidente Néstor Kirchner y siguió en el cargo durante el primer mandato de Cristina Fernández, entre 2007 y 2011.
 La industria farmacéutica local usa efedrina para elaborar analgésicos, descongestivos nasales, medicamentos oftalmológicos y pastillas para adelgazar. El Departamento de Psicotrópicos y Estupefacientes de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica informó a la juez que 156 kilogramos de efedrina alcanzan para cubrir anualmente las necesidades médicas de Argentina. Entre 2004 y 2008, sin embargo, la importación de efedrina desde India y China superó las 47 toneladas, consignando un crecimiento de mil 653%.

“No fue casual ni un descuido lo que aconteció con los volúmenes de importación de efedrina”, consigna la juez en el auto de procesamiento: “La real y única problemática es una operación de narcotráfico internacional”, define. Los cárteles usan la efedrina como precursor químico para la elaboración de drogas sintéticas.
 Servini relaciona la importación “desmesurada” de efedrina hacia Argentina con las restricciones que México impuso en 2005 para la importación de ese precursor y la necesidad de los cárteles mexicanos de proveerse en otros países. “Quedó ampliamente demostrado en distintos procesos judiciales que las importaciones al país de efedrina tenían como último destino la República de México, ya sea como materia prima en sí o ya producida la metanfetamina”, sostiene el auto de procesamiento.
 La magistrada grafica la desidia en los controles que imperaba en la Sedronar: “De los 47 mil 625 kilogramos de efedrina importados entre los años 2004 a 2008, 40 mil 972 kilogramos fueron desviados hacia personas que han sido condenadas, procesadas o denunciadas por maniobras de narcotráfico”, escribe.
 El auto de procesamiento habla de “cárteles mexicanos” sin decir cuáles. Diferentes causas conexas que investigan el tráfico de efedrina y la producción local de metanfetaminas atribuyen la organización de este tráfico al Cártel de Sinaloa. Una investigación periodística consigna también la presencia en el negocio del de Juárez.
 La sombra del “Chapo”
 El primer indicio de que los narcos mexicanos habían desembarcado en Argentina data del 18 de julio de 2008. Ese día se descubrió un inmenso laboratorio clandestino para la fabricación de drogas sintéticas a 50 kilómetros de esta ciudad. En el operativo fueron detenidos un argentino y nueve mexicanos.
 Las metanfetaminas tenían por destino final el mercado estadunidense. Su elaboración en Argentina se debía a que los precursores químicos –como la efedrina– eran accesibles y económicos aquí.
 A cargo del laboratorio estaba el mexicano Juan Jesús Martínez Espinoza. Michoacano de 54 años, el líder local del Cártel de Sinaloa fue detenido en Paraguay tres meses más tarde. “Detrás de ellos, se sabría poco después, estaba la sombra de Joaquín El Chapo Guzmán, de quien llegó a decirse que estuvo algunos días en Argentina”, publicó el diario Clarín el pasado 23 de febrero.
 El 13 de agosto de 2008 aparecieron asesinados los empresarios Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina. El “triple crimen de General Rodríguez”, a 70 kilómetros de Buenos Aires, tenía un sello mafioso poco usual para la época. Los cuerpos acribillados estaban en una zanja, con las manos amarradas por la espalda.
 El número telefónico de Forza apareció luego entre los contactos de Martínez Espinoza, condenado a 14 años en 2012 por desviar 9 mil 800 kilogramos de efedrina a México. La investigación judicial del crimen concluyó que su autor intelectual es Ibar Pérez Corradi. Este empresario argentino –hoy prófugo– era señalado por la DEA como nexo entre los cárteles mexicanos y el tráfico de efedrina. Se sospecha que los tres asesinados habrían intentado prescindir de su intermediación en el negocio.
 En esos años de importación desmesurada de efedrina, agentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria y funcionarios aduaneros registraron numerosos intentos de envío ilegal de efedrina a México.
 En noviembre de 2007 la aduana decomisó 294 kilos del precursor disimulados en una carga de mil 200 kilos de azúcar con destino a México. El responsable del cargamento, el argentino Mario Roberto Segovia, fue arrestado en noviembre de 2008. El Rey de la Efedrina, como se conoce a Segovia, usaba una identificación falsa a nombre de Héctor Germán Benítez, quien en realidad estaba preso en la cárcel de Sierra Chica.
 Segovia obtuvo una autorización en 24 horas en la Sedronar para comercializar precursores químicos. Para ello presentó la inscripción de Benítez en la agencia tributaria en la cual el recluso se declaraba mayorista de chocolates y golosinas. Segovia fue condenado en 2012 a 14 años.
 Un jubilado de bajos ingresos, Guillermo Raúl Ascona, condenado por otra causa conexa, obtuvo la autorización de la Sedronar para importar precursores químicos dando un domicilio social donde no había ningún depósito adecuado para acopiar sustancias químicas.
 Por si fuera poco, en 2007 y 2008 la policía decomisó 26 y 7 kilos de cocaína, respectivamente, en vehículos oficiales de la Sedronar.
 El creciente escándalo motivó la resolución oficial de agosto de 2008 que limitaba las importaciones de efedrina. Las cantidades importadas se redujeron a 24 kilogramos en 2009 y 25.9 en 2010.
 También Juárez
 El periodista Carlos del Frade, uno de los principales investigadores sobre narcotráfico en Argentina, consigna por su parte la presencia del Cártel de Juárez en el tráfico de efedrina a través de Carlos Ahumada Kurtz. Después de pasar tres años en prisión en Cuba y México, el empresario regresó a Argentina en julio de 2007. Compró al abogado Carlos Granero, hermano de José Ramón, 70% de la empresa Ateliers, dueña desde 2004 del club de futbol en quiebra Talleres de Córdoba.
 “A Carlos Ahumada Kurtz lo trajo Carlos Granero para hacer negocios con la efedrina, que después producían las drogas sintéticas, especialmente en México”, dijo Del Frade a Radio Horizonte el lunes 21.
 Granero, insistió Del Frade, trajo “como socio a Carlos Ahumada Kurtz, denunciado en México por formar parte del Cártel Juárez” (sic). Atribuyó el “fenomenal negocio” a que Granero “estaba bancado porque el hermano, José Ramón Granero, era el titular de la secretaría de lucha que supuestamente iba en contra del narcotráfico”.
 Servini ordenó por lo pronto el procesamiento sin prisión preventiva de José Ramón Granero y trabó un embargo preventivo sobre sus bienes de 28 millones de pesos, unos 3.4 millones de dólares.
 La magistrada procesó también a los exfuncionarios de la Sedronar Gabriel Yusef Abboud y Julio de Orue, a Norma Fernández, propietaria de una de las droguerías que importaron la sustancia, y a las directoras de dos farmacéuticas: Patricia Marra y Andrea González dell’Oro. 

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