El papa
Francisco celebró este lunes 7 de julio de 2014 un servicio religioso con víctimas de abusos sexuales y pidió perdón -de nuevo- por
sacerdotes que traicionaron su misión: "ante Dios y su pueblo expreso mi dolor por los pecados y crímenes graves de abusos sexuales cometidos por el clero contra ustedes y humildemente pido perdón."
Agregó Francisco durante la misa que celebró en la Casa Santa Marta con seis personas -tres hombres y tres mujeres -que fueron víctimas de abusos sexuales por parte de miembros del clero. Después del servicio religioso el papa recibió y charló con cada una de las seis personas; dos de Gran Bretaña, dos de Alemania y otras dos de Irlanda. El encuentro privado duró más de tres horas.
Faltaron los de México.
El vocero papal Federico Lombardi dijo en conferencia de prensa que sólo se recibieron a esas personas para que el papa Francisco pudiera intercambiar unas palabras en privado y conversar con ellos de forma personal. Empero, el Jesuita siempre nos sorprende y seguramente provocará en un futuro más encuentros de este tipo.
Dijo Lombardí que el discurso del papa "es un mensaje de esperanza y de valentía dirigido a todas esas personas que han sufrido abusos en todo el mundo porque, por desgracia, es un problema que se ha producido en muchas partes".
Se le preguntó acerca de por qué el papa no se ha reunido con víctimas de abusos anteriormente, Lombardi aseguró que "las críticas siempre están ahí" y aseguró que el papa ha condenado en diversas ocasiones estos abusos.Al término de las reuniones las victimas expresaron su agradecimiento al Santo Padre por haberlos escuchado “con mucha atención y disponibilidad”. Así lo informó Federico Lombardi, Director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, indicó que se trató “de seis personas adultas, tres hombres y tres mujeres, procedentes de Alemania, Irlanda y Reino Unido. Cada una estaba acompañada por un familiar u otro acompañante.
La invitación al encuentro con el Papa corrió a cargo del Cardenal O’Malley en diversos países a través de las estructuras con que la Iglesia cuenta para ocuparse de las víctimas de abusos sexuales”.
Señaló que “las personas invitadas llegaron a la Casa de Santa Marta el domingo 6 de julio, por la tarde y mientras cenaban en el refectorio, el Santo Padre pasó a saludarlas por primera vez”.
Posteriormente, el lunes, participaron de la Misa con junto a los miembros de la Comisión Pontificia para la Tutela de los Menores y otros –muy poco- colaboradores. “El formulario de la Misa era el de la paz y la justicia”. Luego de la Eucaristía, “Francisco ha saludado individualmente a cada uno de ellos, como hace habitualmente”.
“Una vez acabado el desayuno, el Pontífice ha recibido, uno a uno a los visitantes con sus acompañantes en un coloquio privado y personal en una salita de Santa Marta y los encuentros han durado desde las 9 a las 12.20”.
“Tras los coloquios, los participantes han manifestado su emoción y satisfacción porque los había escuchado con mucha atención y disponibilidad. El papa ha mostrado que la escucha ayuda a entender y a preparar el camino para volver a encontrar la confianza, sanar las heridas y abrir una posibilidad de reconciliación con Dios y con la Iglesia”, expresó el P. Lombardi.
Las seis víctimas fueron invitadas por el cardenal Sean O’Malley, arzobispo de Boston y miembro del Consejo de los nueve cardenales que ayudan a Bergoglio en el gobierno de la Iglesia universal y en la reforma de la Curia. Los seis adultos -que fueron agredidos sexualmente de niños- se reunieron dos veces con el papa; en la primera fue en la noche del domingo cuando pasó a saludarlos al refectorio de la Casa Santa Marta, en donde se alojaron; en la mañana del lunes participaron y, concluida la celebración, el Papa se reunió con cada una de las víctimas (en compañía de un intérprete). Cada encuentro duró alrededor de media hora.Lombardi explicó a los periodistas que vio a los seis huéspedes salir de sus encuentros con el Papa «con profunda gratitud y conmoción, por la posibilidad de haber tenido un encuentro tan profundo, amplio y personal con el Santo Padre». El Papa estaba conmovido y «demostró que escuchar ayuda a entender,a preparar la vía para sanar las heridas y proseguir con la reconciliación con Dios y con la Iglesia». O’Malley, citado por Lombardi, subrayó que «el hecho de que fueran pocas personas fue esencial para que el encuentro pudiera ser tan amplio y profundo». El vocero vaticano no indicó los nombres de las seis víctimas de sacerdotes pederastas, y subrayó que hubo una clara voluntad para organizar en privado estos encuentros.
La segunda reunión de la Comisión para la protección de los menores
Siempre en el Vaticano se realizó la segunda reunión de la Comisión para la protección de los menores, en la Domus Santa Marta, presidida por el cardenal estadounidense Sean O'Malley, con la propuesta de nuevos miembros para integrar la misa, o sea con personas de otras áreas geográficas, en particular de Asia y África.
De hecho Lombardi informó sobre la reunión de la Comisión Pontificia para la Tutela de los Menores que coordina el Arzobispo de Boston, Cardenal Sean Patrick O’Malley “y con la que colabora en ámbito organizativo Mons. Robert Oliver”.
La reunión tuvo lugar el domingo, 6 de julio en la Casa de Santa Marta y estaban presentes todos sus miembros. El vocero vaticano señaló que se trataron “las propuestas de designación y nombramiento de nuevos miembros para integrar la Comisión con representantes de otras áreas geográficas estatutos de la Comisión, la necesidad de establecer una Oficina operativa y la posibilidad de organizar grupos de trabajo sobre temas específicos con la colaboración de especialistas y otras instituciones''.
El próximo encuentro de la Comisión está previsto en octubre de 2014. La coordina el cardenal Sean O’Malley. Indicó Lombardi que se "espera que puedan estar presentes algunos miembros nuevos», sobre todo de Asia y África, continentes que todavía no están representados en este organismo."
Las medidas tomadas
El papa Francisco, reitera así la línea de tolerancia cero emprendida por Benedicto XVI contra los abusos sexuales, y para ello ha creado en marzo pasado la Comisión para la protección de los menores, en la que una víctima, la irlandesa Mary Collins, es dirigente.
Entre las medidas concretas figura el 27 de junio pasado, la reducción al estado laical del ex-nuncio apostólico en República Dominicana, el polaco Jozef Wesolowski, después de ser condenado en primer grado por pederastia por un tribunal eclesiástico.
Otro de los hechos significativos, es que la Santa Sede han examinado 3,420 casos de abusos sexuales a menores cometidos en la última década con la expulsión de 848 sacerdotes, y la investigación de 2,572 otros casos, como los observadores del Vaticano informaron este año a las Naciones Unidas.
*
A
continuación el texto de la homilía gracias a la traducción de Radio Vaticana:
Es el primer texto íntegro que Bergoglio dedica a este «crimen y grave pecado».
Es el primer texto íntegro que Bergoglio dedica a este «crimen y grave pecado».
La
imagen de Pedro viendo salir a Jesús de esa sesión de terrible e
interrogatorio, de Pedro que se cruza la mirada con Jesús y llora. Me viene hoy
al corazón en la mirada de ustedes, de tantos hombres y mujeres, niños y niñas,
siento la mirada de Jesús y pido la gracia de su orar. La gracia de que la
Iglesia llore y repare por sus hijos e hijas que han traicionado su misión, que
han abusado de personas inocentes. Y hoy estoy agradecido a ustedes por haber
venido hasta aquí.
Desde
hace tiempo siento en el corazón el profundo dolor, sufrimiento, tanto tiempo
oculto, tanto tiempo disimulado con una complicidad que no, no tiene
explicación, hasta que alguien sintió que Jesús miraba, y otro lo mismo y otro
lo mismo… y se animaron a sostener esa mirada.
Y
esos pocos que comenzaron a llorar nos contagiaron la consciencia de este
crimen y grave pecado.
Esta
es mi angustia y el dolor por el hecho de que algunos sacerdotes y obispos
hayan violado la inocencia de menores y su propia vocación sacerdotal al abusar
sexualmente de ellos. Es algo más que actos reprobables. Es como un culto
sacrílego porque esos chicos y esas chicas le fueron confiados al carisma
sacerdotal para llevarlos a Dios, y ellos los sacrificaron al ídolo de su
concupiscencia.
Profanan la imagen misma de Dios a cuya imagen hemos sido
creados.
La
infancia, sabemos todos es un tesoro.
El corazón joven, tan abierto de
esperanza contempla los misterios del amor de Dios y se muestra dispuesto de
una forma única a ser alimentado en la fe.
Hoy
el corazón de la Iglesia mira los ojos de Jesús en esos niños y niñas y quiere
llorar. Pide la gracia de llorar ante los execrables actos de abuso perpetrados
contra menores.
Actos que han dejado cicatrices para toda la vida.
Sé
que esas heridas son fuente de profunda y a menudo implacable angustia
emocional y espiritual. Incluso de desesperación. Muchos de los que han sufrido
esta experiencia han buscado paliativos por el camino de la adicción. Otros han
experimentado trastornos en las relaciones con padres, cónyuges e hijos. El
sufrimiento de las familias ha sido especialmente grave ya que el daño
provocado por el abuso, afecta a estas relaciones vitales de la familia.
Algunos
han sufrido incluso la terrible tragedia del suicido de un ser querido. Las
muertes de estos hijos tan amados de Dios pesan en el corazón y en la
conciencia mía y de toda la Iglesia. Para estas familias ofrezco mis
sentimientos de amor y de dolor. Jesús torturado e interrogado con la pasión
del odio es llevado a otro lugar, y mira. Mira a uno de los suyos, el que lo
negó, y lo hace llorar. Pedimos esa gracia junto a la de la reparación.
Los
pecados de abuso sexual contra menores por parte del clero tienen un efecto
virulento en la fe y en la esperanza en Dios. Algunos se han aferrado a la fe
mientras que en otros la traición y el abandono han erosionado su fe en Dios.
La
presencia de ustedes, aquí, habla del milagro de la esperanza que prevalece
contra la más profunda oscuridad. Sin duda es un signo de la misericordia de
Dios el que hoy tengamos esta oportunidad de encontrarnos, adorar a Dios,
mirarnos a los ojos y buscar la gracia de la reconciliación
Ante
Dios y su pueblo expreso mi dolor por los pecados y crímenes graves de abusos
sexuales cometidos por el clero contra ustedes y humildemente pido perdón.
También
les pido perdón por los pecados de omisión por partes de líderes de la Iglesia
que no han respondido adecuadamente a las denuncias de abuso presentadas por
familiares y por aquellos que fueron víctimas del abuso, esto lleva todavía a
un sufrimiento adicional a quienes habían sido abusados y puso en peligro a
otros menores que estaban en situación de riesgo.
Por
otro lado la valentía que ustedes y otros han mostrado al exponer la verdad fue
un servicio de amor al habernos traído luz sobre una terrible oscuridad en la
vida de la Iglesia.
No
hay lugar en el ministerio de la Iglesia para aquellos que cometen estos
abusos, y me comprometo a no tolerar el daño infligido a un menor por parte de
nadie, independientemente de su estado clerical. Todos los obispos deben
ejercer sus oficios de pastores con sumo cuidado para salvaguardar la
protección de menores y rendirán cuentas de esta responsabilidad.
Para
todos nosotros tiene vigencia el consejo que Jesús da a los que dan escándalos:
la piedra de molino y el mar (cf. Mat 18,6).
Por
otra parte vamos a seguir vigilantes en la preparación para el sacerdocio.
Cuento con los miembros de la Pontificia Comisión para la Protección de
Menores, todos los menores, sean de la religión que sean, son retoños que Dios
mira con amor.
Pido
esta ayuda para que me ayuden a asegurar de que disponemos de las mejores
políticas y procedimientos en la Iglesia Universal para la protección de
menores y para la capacitación de personal de la Iglesia en la implementación
de dichas políticas y procedimientos.
Hemos
de hacer todo lo que sea posible para asegurar que tales pecados no vuelva a
ocurrir en la Iglesia.
Hermanos
y hermanas, siendo todos miembros de la Familia de Dios, estamos llamados a
entrar en la dinámica de la misericordia. El Señor Jesús nuestro salvador es el
ejemplo supremo el inocente que tomó nuestros pecados en la Cruz,
reconciliarnos es la esencia misma de nuestra identidad común como seguidores
de Jesucristo. Volviéndonos a Él, acompañados de nuestra Madre Santísima a los
Pies de la Cruz buscamos la gracia de la reconciliación con todo el Pueblo de
Dios. La suave intercesión de nuestra Señora de la Tierna Misericordia es una
fuente inagotable de ayuda en nuestro viaje de sanación.
Ustedes
y todos aquellos que sufrieron abusos por parte del clero son amados por Dios.
Rezo para que los restos de la oscuridad que les tocó sean sanados por el
abrazo del Niño Jesús, y que al daño hecho a ustedes le suceda una fe y alegría
restaurada.
Agradezco
este encuentro.
Y por favor, recen por mí para que los ojos de mi corazón
siempre vean claramente el camino del amor misericordioso, y que Dios me
conceda la valentía de seguir ese camino por el bien de los menores.
Jesús sale
de un juicio injusto, de un interrogatorio cruel y mira a los ojos de Pedro, y
Pedro llora.
Nosotros
pedimos que nos mire, que nos dejemos mirar, que lloremos, y que nos dé la
gracia de la vergüenza para que como Pedro, cuarenta días después podamos
responderle: “Vos sabés que te amamos” y escuchar su voz “Volvé por tu camino y
apacentá a mis ovejas” y añado “y no permitas que ningún lobo se meta en el
rebaño”.
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