22 feb 2015

Otra losa a la “verdad histórica” (en Ayotzinapa) /Patricia Davila

 Un gran problema es que hay seis peritos antropólogos forenses en la PGR para todo el país y, lo peor, es que ellos no son los que llegan primero al lugar de los hechos..“
Revista PROCESO  No. 1999, 21 de febrero de 2015
Otra losa a la “verdad histórica”/Patricia Davila
La ciencia se ensaña con las versiones del procurador Jesús Murillo Karam. ¿Dónde están las hebillas de los normalistas presuntamente incinerados en Cocula? ¿Por qué no se quemaron los victimarios, si mil 600 grados centígrados convertirían toda la zona en un gigantesco horno? ¿Por qué no se incendió el basurero? ¿Dónde están las estructuras metálicas de las llantas usadas para prender el fuego? ¿De qué árboles salió la media tonelada de leña necesaria para la pira? ¿Por qué no hay grasa humana en el suelo? El perito del INAH Jorge Arturo Talavera lo tiene claro: “En el basurero no fueron incinerados los 43 estudiantes”.
 Es falso que en el basurero de Cocula, Guerrero, hayan sido incinerados los 43 normalistas de Ayotzinapa, pues no existe evidencia científica de ello. En ese lugar, la Procuraduría General de la República (PGR) montó un “show” con el fin de apaciguar a los padres de familia y acallar su protesta. Incluso es posible que los restos óseos de Alexander Mora, identificados por la Universidad de Innsbruck, Austria, hayan sido sembrados por esa dependencia.
 Jorge Arturo Talavera, integrante del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), resume: El gobierno privilegió el aspecto político en lugar del humano y no consideró el dolor de las víctimas. Este antropólogo físico también califica como una burla para los familiares de los estudiantes la “versión histórica” que dio el titular de la PGR, Jesús Murillo Karam, acerca del caso.

 En su opinión, la falta de certezas científicas puede tumbar jurídicamente el caso Ayotzinapa y dejar en libertad a José Luis Abarca, exalcalde de Iguala; a su esposa, María de los Ángeles Pineda, y a los policías que supuestamente participaron en la desaparición.
 Con 35 años de experiencia en esta materia, el investigador es contundente: “En el basurero no fueron incinerados los 43 estudiantes. Si así ocurrió, las autoridades deben mostrarnos científicamente que hay grasa humana en el suelo, y de eso la Procuraduría no ha dicho nada. Además, entre las muestras óseas la PGR presentó una corona dental que corresponde a una persona de más de 50 años, no a jóvenes de 18 a 20 años”.
 De esta manera el antropólogo coincide con Alfonso Palacios Blanco, experto en incendios y explosivos, quien en noviembre pasado declaró a este semanario que en el cerro de Cocula no existió ninguna incineración (Proceso 1979).
 Talavera, quien desde 1998 está encargado de desarrollar el proyecto Estrategia Bioarqueológica para el Estudio del Resto Óseo Modificado Culturalmente, es especialista en analizar la violencia en el México prehispánico. Ha encontrado huellas de decapitación, sacrificio humano, desollamiento, manufactura de artefactos y adornos con huesos humanos. Él y su programa analizan la muerte violenta en el pasado.
 En 2011, Talavera fue invitado por la PGR para investigar el caso de Rosendo Radilla, campesino desaparecido en Guerrero durante la “guerra sucia”: “En ese momento instauramos un simulacro de fosas clandestinas en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Con participación del equipo argentino (de forenses) recreábamos desde cómo hacer la prospección, la localización de una fosa, cómo excavarla, cómo registrarla, cómo hacer el embalaje, la cadena de custodia y, al final, cómo hacer el análisis científico de los restos óseos, o sea, interpretar el hecho: si se trataba de un caso de secuestro, violación o lo que fuera”. Trabajó con esqueletos reales para establecer la edad, el sexo y las fracturas de los restos.
Después empezaron a trabajar en la impartición de justicia y esto lo llevó a involucrarse en el estudio de los huesos cremados.
Es posible saber, explica, si un hueso fue quemado cuando aún tenía músculo o en estado seco, si fue incinerado en una pira o en un horno, a qué temperatura se le sometió y si pertenecía a un hombre o a una mujer. Además, se sabe que a una temperatura mayor a 300 grados centígrados el colágeno que contiene al ADN se pierde.
“Realizamos un trabajo en Nayarit, y a pesar de que encontramos restos óseos muy fragmentados pudimos armar el esqueleto y saber que correspondía a una mujer que fue quemada en un horno. Su coloración es homogénea, de una edad de entre 700 a mil 250 años.
 Encontraron huesos torcidos: “Es una característica de que fue quemado con tejido blando. El cuerpo humano está conformado en 70% de agua y la cremación ocasiona deshidratación; entonces, los huesos empiezan a torcerse porque se contraen los ligamentos y tendones”.
 En relación con la grasa, explica: “Al cuerpo lo queman sus propios lípidos, una mujer se quema más rápido que un hombre. El niño, la mujer y un anciano en decadencia arden más rápido que los hombres de complexión normal o delgada. Los alumnos de Ayotzinapa eran jóvenes y tuvieron que dejar muchos restos, porque para quemar un cuerpo con leña se requieren de ocho a 10 horas con una cantidad de 40 cargas de leña. Cada carga es de 10 kilos, así que hablamos de casi media tonelada para calcinar a un individuo, pero aun así no se hace ceniza”.
 Expone que ni en los crematorios de los panteones el cuerpo se deshace al cien por ciento. Ahí, una cremación tarda entre tres y cuatro horas, pero también quedan huesos grandes que no se convierten en ceniza. “En un horno cerrado se alcanzan de 800 a mil 300 grados centígrados, no se puede alcanzar más temperatura, por eso lo que comentaba Murillo Karam sobre la forma en que se realizó la cremación de los estudiantes en Cocula no es creíble. Nunca pudieron alcanzarse los mil 600 grados de temperatura.
 “Tomando en cuenta las características del lugar, la temperatura máxima alcanzada (la noche del 26 de septiembre) pudo rondar los 800 o mil grados centígrados, cuando mucho. Dicen que utilizaron madera, acelerante como diésel y llantas, pero incluso aceptando eso, en el tiempo supuestamente transcurrido –entre 14 y 15 horas– los cuerpos no se hubieran hecho cenizas, hubieran quedado fragmentos grandes”, afirma.
 Considera que, para degradar totalmente un cuerpo joven se necesitarían 24 horas constantes de fuego: “No es creíble que haya sido en el basurero porque no quedaron indicios, y si hubo indicios los desparecieron. ¿En dónde están los restos de las llantas y la madera?”.
 Un estudio forense tendría que haber observado la depredación del entorno, de dónde provino la madera, si los asesinos la cortaron o dedicaron horas a recogerla, “porque tenía que ser madera seca, ya que la hidratada no sirve para quemar”.
 El entorno apenas se ve carbonizado, y no se perciben ni el hollín que dejarían las llantas ni el alma metálica que tienen. Incluso, las autoridades estaban obligadas a hacer un peritaje al respecto, porque mediante el grosor del alambre de acero se puede saber si los neumáticos eran de automóvil, camión o bicicleta, “y tampoco lo han dicho”.
 Talavera indica que la PGR también tuvo que hacer un análisis medioambiental: “¡Imagínese la radiación calorífica de una pira de 43 cuerpos, con llantas, madera, acelerante… Hubiera sido un calor inmenso! No es creíble la versión de la PGR, porque un basurero municipal, además, genera materia en descomposición, gas metano… así que con la pura radiación térmica el basurero se hubiera prendido. Hubiera estallado o dado un flamazo por los gases almacenados. Pero no pasó nada de esto”.
 El puro calor –y ni hablar de un estallido, expresa– hubiera quemado a los victimarios. No es creíble que alimentaran constantemente el fuego: la sola radiación los hubiera prendido. Mil 600 grados, calcula, se extenderían a unos 10 metros a la redonda, convirtiendo toda la zona en un horno: Se incendiarían las personas, los árboles, el basurero, todo, y no existiría lo observado en las fotos oficiales: vasos de unicel, ropa, bolsas de plástico, pasto y plantas.
 Otro bache de la versión oficial: la grasa humana habría dejado una gran mancha en el piso. Talavera menciona que esa sustancia se puede rastrear. Si es un suelo arenoso, el piso la absorbe; si es arcilloso, penetra pero no a mucha profundidad, y si es limoso, también.
 El investigador recuerda que en uno de los videos difundidos por la PGR mostraron unas coronas dentales: “Es un trabajo que no corresponde a gente de 18 o 20 años, sino a una persona que ya no tenía muelas o premolares; alguien mayor a 50 o 60 años de edad. Además, algunos de los padres de los muchachos hubieran dicho ‘Mi hijo tiene un trabajo dental de este tipo’, y nadie dijo nada”.
 Ser parte del problema
 Sobre el método de recuperación de restos también hay críticas graves. La mayoría de los jóvenes, por ejemplo, llevaban cinturones, relojes, anillos o botones metálicos, así que al menos las hebillas retorcidas se hubieran encontrado. Pero no fue así.
 “No toda la culpa es de los peritos de la PGR, porque ellos actúan bajo protocolo, o sea, saben cómo hacer el trabajo. No quiero ser petulante, pero a ellos yo los formé, tomaron el curso de antropología forense. Un gran problema es que hay seis peritos antropólogos forenses en la PGR para todo el país y, lo peor, es que ellos no son los que llegan primero al lugar de los hechos. Es la policía. Así sucedió en el caso de Cocula. Fueron 10 días en que la PGR no intervino, los que llegaron fueron los municipales y los estatales, que no tienen una metodología y alteran el contexto, pisan y agregan o quitan cosas.
 Ahora bien, en Cocula incluso la PGR permitió la entrada al basurero. Eso no está dentro de los protocolos, que ordenan cuidar la escena durante la realización del peritaje de campo. Es más, “el sitio aún debería estar custodiado, porque aunque Murillo Karam ya le quiere dar carpetazo al caso, éste aún no se cierra”. Eso será hasta que se termine la averiguación y se sopesen los resultados científicos.
 Este último aspecto representa un problema: la PGR demeritó el trabajo del equipo argentino de forenses que acudió al país para coadyuvar en la investigación. Este grupo de expertos tiene una trayectoria de 30 años y nunca había sido cuestionado tan acremente como ahora. “Los argentinos llegan a la escena pero naturalmente arriban con demora y, como dicen muchos criminalistas, los juicios se ganan o se pierden en el lugar de los hechos. Por mucha ciencia que hagas después, si ya la información está alterada, la que obtengas al final va a estar sesgada, incompleta, y éste es el caso de Cocula”.
 Hay otros huecos en la indagatoria, retoma Talavera. “Dicen que encontraron casquillos pero no han dicho de qué tipo, y debe darse toda la información levantada y analizada por cada uno de los peritos: balística, antropología, química, biología”.
 –¿No hubo una prospección a profundidad? –se le pregunta.
 –Los peritos de la PGR realizaron esa prospección pero fue en terrenos que ya estaban contaminados. Para ser creíble, ese ejercicio tenía que haberse hecho desde un inicio. Se efectuó hasta 10 días después, sin embargo. Al basurero llegan los policías estatales y federales, después los marinos y los militares, y al final los peritos de la PGR, cuando ya todo ha sido alterado. La clave estuvo en esos primeros 10 días, no sabemos qué pasó; podemos inferir, pero sin una base científica.
 –¿La excavación se hizo adecuadamente?
 –Los argentinos se niegan a avalar la investigación de la PGR porque no fueron convocados a todas las diligencias. Eso estuvo mal, porque si eran los peritos de los familiares debieron de estar desde la prospección en Cocula; tampoco estaban cuando sacaron las bolsas (de cenizas) del río San Juan. No estuvieron presentes ellos, yo tampoco, y los de la PGR llegaron 10 días después. Por lo tanto, no hay nada que dé confianza o credibilidad.
 –Por el análisis que hace, ¿existe la posibilidad de que hayan sido sembrados los restos de Alexander Mora (único normalista cuyo deceso confirmó la Universidad de Innsbruck)?
 –No sé. Los argentinos dicen que no saben de dónde salieron, que los entregó la PGR, y yo a los argentinos sí les creo, aunque también tienen sus bemoles, como que embalaron o permitieron que se embalaran los restos en aluminio, cuando se pueden contaminar y dañar los huesos.
 “Los restos óseos debieron empacarse individualmente, hasta los fragmentos más pequeños. Falta saber sobre los que quedaron en las bolsas negras. De acuerdo con el grado de fragmentación podemos tener información; analizándolos se puede saber qué huesos son. Si eres un experto, puedes saber el número mínimo de individuos que hubo ahí: a lo mejor no encontramos a los 43, sino a cinco, aunque si las autoridades supieran esto ya lo hubieran dicho.
 –¿Con qué intención se habrían sembrado los huesos de Alexander Mora?
 –Para decir “Ahí quedó el caso, ya no protesten, ya sabemos que murieron”.
 `–¿De dónde habrían obtenido sus restos?
 –No sabemos. Por eso se generaron tantas dudas, por eso se dice que el Ejército los cremó. Ya hallaron a Alexander, ¿y los otros 42? No pueden decir que se desintegraron, eso lo acepto sólo si realmente se hubieran alcanzado los mil 600 grados, lo cual es imposible en ese lugar. Ahora, los fragmentos óseos que presentaron no tenían adherido nada, cuando al menos una llanta debió dejar algo.
 Acerca de por qué Murillo Karam rechazó la intervención de peritos del INAH, explica: “Porque hubiera habido más ojos que habrían dicho ‘Ahí es imposible que se haya realizado esa cremación’, y no hubiera podido hacer el show que hizo. Se les habría caído, por eso no fuimos invitados. Íbamos a entrar desde la prospección. Si ya participamos en el caso de Rosendo Radilla, ¿por qué en éste no? Pero al final dije: ‘Qué bueno que no nos invitaron, porque también estaríamos en entredicho, desprestigiados’… O bien, hubiéramos dicho la verdad y habría cambiado la historia”.
 Continúa: “Fue una burla lo que dijo el procurador. Imagínate el dolor de la gente. ¿Por qué no se empleó un dron en la búsqueda y prospección? Hubiéramos tenido todo el registro: cómo estaba antes de excavar, luego la instalación de la retícula, cómo empieza la excavación y cómo avanza.
 En su opinión, la falta de una certeza científica puede tumbar el caso jurídicamente.
 –¿Qué puede hacer el gobierno federal para recuperar su credibilidad?
 –Que deje entrar a peritos externos: de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, del Instituto Nacional de Ciencias Penales, de la UNAM, porque a los de la PGR los tiene contra la espada y la pared, con el miedo de perder el trabajo. En cuanto a los argentinos, creo que en otras circunstancias ya se hubieran retirado, aunque eso significaría meterse en camisa de 11 varas porque son extranjeros, están siendo diplomáticos.

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