Guillermo Gazanini Espinoza, entrevista a Ramón Castro Castro, obispo de Cuernavaca.
SIAME, Martes,
30 de agosto de 2016,
La
entrevista se efectuó en la Curia diocesana del magnífico edificio conventual
franciscano del siglo XVI donde se conjugan el pasado glorioso de los
misioneros de la primera evangelización con los tiempos contemporáneos de dolor
y confusión donde también brilla la esperanza sostenida en el Reino del
Salvador. Una extensa plática en la que se conoce al Pastor con olor a oveja
dispuesto a hacer lío para renovar las cosas en Cristo.
-En
mayo pasado, usted cumplió tres años desde que el Santo Padre Francisco le
solicita dejar la diócesis de Campeche para pastorear este obispado de
Cuernavaca que cumplió 125 años en junio pasado cuando León XIII decretó su
erección. Diócesis de pastores egregios y muy comprometidos en la cuestión
social, sin duda, una tradición de gran peso para usted, el doceavo pastor de
esta porción del Pueblo de Dios.
-Cuernavaca
es diócesis pionera del aggiornamento del Concilio Vaticano II.
-Aquí
hay pasos entre progresismo y tradición hacia la auténtica renovación. Esto se
percibe en su Plan Pastoral. ¿Qué líneas comprende? Al final, es el tono
cantante del obispo de Cuernavaca y la iglesia particular.
La
primera es la comunión, la comunidad. Tenemos que sentirnos como familia,
unidos, sentirnos hijos de Dios, Cuerpo de Cristo y obviamente ahí está la
Eucaristía como tal. Entonces todas las parroquias están invitadas a trabajar
en la comunión entre ellos y ser comunidad de comunidades.
-Veo
en sus redes que es un obispo activo en las nuevas tecnologías. Su pastoral es
estar abierto; parece simple, sin embargo muy complejo. Escuchar, consolar,
abrir el corazón para el pueblo que sufre y padece. En alguna ocasión usted
dijo algo interesante. “No vengo a estorbarle a Dios”. ¿Qué quiere decir esto?
(MRCC).-
Primero una pequeña idea. Yo no era muy amigo de las redes sociales. Tuvimos un
curso de formación permanente en Monterrey hace tres años, antes de llegar a la
diócesis de Cuernavaca. Se nos planteó la urgencia de cómo manejar estos medios
porque perderíamos una gran parte de nuestros interlocutores que ahora ya no
manejan otros más. De ser una persona poco adicta o nada adicta, me convencí
que, para que los jóvenes conozcan, tendría que manejar estos medios.
Respecto
a esta segunda idea que es tan importante. Estoy convencido de que el más
interesado en que las cosas vayan bien es Dios mismo, el Espíritu Santo. ¿Quién
quiere paz, amor, solidaridad, que haya honradez? El Espíritu Santo. Y nos
utiliza como instrumentos, soy consciente de que mi ministerio episcopal es
instrumento de la gracia de Dios. Sencillamente trato de estar en sintonía con
lo que Él quiere y no estorbarle, sé que si soy dócil y atento, sin amor propio
y sin protagonismos, entonces Dios hará su obra. Plenamente convencido de ello
y es constante cotidiana de mi oración y le grito al Señor por la consolidación
de su Reino y el fortalecimiento de su iglesia.
-La
clave es la docilidad, mansedumbre a los efluvios del Espíritu que puede ser
incómoda para otros.
(MRCC).-
Sí, sobre todo cuando debo decir la verdad y sé que, de alguna manera, en
algunos ambientes, no entra, no gusta y es rechazada, pero mientras esté
convencido de que es lo que Dios me pide y es una forma en la que debo vivir mi
ministerio, lo seguiré haciendo.
-Usted
es un obispo que trata de marchar con su pueblo, estar con él. Anuncia y
denuncia, carácter profético del ministerio episcopal, pero hay fe y
misericordia. Esto podría ser paradójico.
(MRCC).-
Yo creo que sí se pueden combinar. Se pueden encontrar en un punto de
equilibrio extraordinario. Anunciar y denunciar, pero siempre con la
misericordia sin ofender, sin llevar al odio absolutamente sino buscando la
paz. ¿Por qué se anuncia, por qué se denuncia? Porque se quiere consolidar el
Reino, no otra cosa. Y el Reino es paz, es vida, es justicia. Ahí hay una
frontera en donde algunos pueden acusar a un obispo de meterse en política. De
ninguna manera. Es consolidar el Reino y los valores del Evangelio. Cuando
alguien pasa de esa frontera, creo que habría motivos; sin embargo, con
misericordia, con amor, se puede anunciar y denunciar.
Esto
llama la atención en un país que se dice laico. Consolidar el Reino en este
ámbito temporal podría romper las bases de la laicidad.
(MRCC).-
Habría que hacer un análisis más profundo desde el punto de vista histórico y
sociológico. Estamos en un cambio de época y el documento de Aparecida invita a
los obispos a hacer conciencia en su pueblo de este momento histórico tan
difícil. Es el momento de la transición, hemos dejado la época moderna y
estamos en la crisis del posmodernismo. En este momento donde todo tambalea
debemos tener conciencia de que el racionalismo dejó su protagonismo y la diosa
razón entró en crisis. Viene un agnosticismo tremendo, ni siquiera se tiene la
fuerza de ser ateo. Ese agnosticismo lleva a todos a la duda; tenemos grandes
literatos que sólo inyectan eso, dudas.
Y
el agnosticismo tiene un brazo político muy fuerte el día de hoy, el laicismo.
El problema es que es laicizante y confunde la verdadera separación entre la
Iglesia y el Estado y la realidad entre la laicidad normal, natural y sana
donde se quiere imponer su punto de vista porque todos, en una democracia,
tienen derecho a opinión, menos la Iglesia. Eso es injusto. Y este laicismo que
nos quiere arrinconar a la sacristía es injusto. Somos ciudadanos y tenemos
derecho a opinar, somos pastores, no políticos. Como tales, tenemos el derecho
de presentar nuestro punto de vista sin imponerlo a nadie.
Que
alguien me diga cuándo la Iglesia ha tratado de imponer absolutamente, pero al
menos sí de presentar, de defender su posición que, para nosotros, bajo una
mirada de fe, sabemos es la verdad porque Cristo es el camino, la verdad y la
vida.
En
México, el estilo de nuestras leyes está construido para que la Iglesia esté
arrinconada. Una tradición histórica que arrastramos del laicismo beligerante.
¿Sobre qué la Iglesia justifica su derecho de tener un papel activo, no
político, dentro de nuestra realidad?
(MRCC).-
El fundamento es el Evangelio porque es el camino para la plenitud del ser
humano, camino para encontrar la verdad. No es el dinero, no es el poder, no es
el placer, no es el éxito. Es sólo el amor y es fundamentado porque Dios es
amor. En mi vivencia, el Evangelio nos dice que es el fundamento que motiva la
actitud y actividad de la Iglesia y de quienes nos decimos pastores.
La
situación de Morelos ocupa la conciencia del obispo. A principios de este año,
la alcadesa Gisela Mota fue asesinada. Usted acompañó a sus deudos y en esa
ocasión expresó lo siguiente: “el primer pensamiento que viene al corazón es
algo que nos invade y punzante: la indignación”. Y las cosas parecen
descomponerse aún más.
(MRCC).-
Precisamente a partir de la homilía y de las entrevistas que di con motivo del
asesinato de la alcaldesa de Temixco, la señora Gisela, ha comenzado un fuerte
malentendido por decir la verdad. Hay una descomposición social en Morelos muy
fuerte; hay pobreza, desempleo, estamos en manos del crimen organizado y eso es
lo que he estado diciendo. Quisiera invitar a las autoridades a que se analice
con un realismo más firme porque si se dice que todo está bien en Morelos, que
todo va mejorando, es algo que no existe.
Recorriendo
cada rincón de la diócesis, palpando el dolor de la gente, de las víctimas y
sus familias, escuchando su dolor, llorando con ellos, cada encuentro con las
víctimas, me parte el corazón. Veo cada vez un dolor nuevo, pudiéramos pensar
que se acostumbra al dolor de nuestra gente, pero cada caso, cada persona, cada
acontecimiento es diferente.
Acabo
de escuchar en Tehuixtla y quedé pasmado, sin palabras, mareado de escuchar el
dolor de una madre, de una hermana, de un esposo, de secuestros, de
extorsiones, de intentos de asesinato tan frecuentes. Es una descomposición
social que no se acepta, es lo que hemos tratado con las Caminatas por la Paz
que han sido expresión de lo que miles y miles de personas están manifestando,
su dolor e inconformidad y suplicando que alguien les ayude.
La
alternancia en Morelos que pudo representar esperanza, ahora se vuelve algo
confuso y hasta mentiroso.
(MRCC).-
Efectivamente, hay mucha gente desilusionada. Muchísima votó con la ilusión de
que las cosas cambiaran y, sin embargo, se sienten defraudados.
Hay
una declaración que, a raíz de un editorial del semanario Desde la fe de la
Arquidiócesis de México, respondió el gobierno de Graco Ramírez y cito: “Las
acciones efectivas han sido acompañadas y respaldadas en políticas públicas de
fortalecimiento a los derechos individuales y colectivos de hombres y mujeres
morelenses; se dieron puntuales respuestas a la alerta de género para proteger
a las mujeres de la violencia; mientras que los programas y acciones de
reconstrucción del tejido social son parte del testimonio de la gente de
comunidades, barrios y colonias que han sido beneficiadas por estas acciones.
El nombre y apellidos del Gobierno de Morelos son pluralidad, inclusión y
diálogo”. Este párrafo contrasta con lo antes dicho, ¿Cuál es su pensamiento
ante estos argumentos que dirigió el gobierno de Morelos?
(MRCC).-
Que no es verdad, con el corazón en la mano. Por ejemplo, la corrupción. Tres
mil millones de pesos para seguridad y, sin embargo, seguimos en los primeros
lugares en todos los delitos de alto impacto. ¿Dónde está? Las alertas de
género. A mí no me consta, pero personas muy allegadas me dicen que el dinero
no se utiliza, hay una malversación de fondos o van a otras cosas, no a sus
objetivos realmente.
Dice
“respeto a los derechos”. ¿Derechos de quiénes? A mí se me informó, de parte de
las autoridades del Estado, que se venía a defender los derechos de las
minorías. ¿Y el derecho de las mayorías? No se defiende, hay una ilegalidad.
Con tantas presiones, los municipios fueron pisoteados tremendamente para
obligarlos a votar por el matrimonio igualitario. Dieciocho municipios votaron
a favor del matrimonio natural, sin embargo, las típicas movidas políticas,
corruptas, hicieron que no se respetaran los procedimientos, según ellos, por
el tiempo y las formas aplicándose la ley y ganando según por mayoría; sin
embargo, es el típico movimiento político corrupto.
Hablaba
de las Caminatas por la Paz que convocó el obispo y la Iglesia de Morelos. La
respuesta de la ciudadanía fue contundente y, a la vez, incómoda para el poder.
(MRCC).-
Efectivamente, van dos Caminatas por la Paz. En la primera participaron cerca
de veinte mil personas; en la segunda, calculamos un mínimo de 35 mil. Y tan
incómoda resultó que, después de la primera, de parte del gobierno del Estado
por ciertos movimientos indirectos, me acusaron de haber robado una custodia en
un pueblo de Tepalcingo y de ser un ladrón de arte sacro. Esa custodia, si es
que existió, desapareció hace ocho años. Yo tengo tres años aquí y hubo una
demanda. ¡Por amor de Dios! ¿Cómo puede acusarse a una persona así? Y es
curioso, éramos diez los acusados, entre ellos el representante del INAH, el
presidente municipal de Tepalcingo y el de Asuntos Religiosos. Cuando pasó a
otra instancia, esos tres desaparecieron y sólo quedamos los sacerdotes y el
obispo.
Después
de la segunda, exactamente un mes adelante, se me acusó de haber plagiado un
Plan de Restauración de Catedral y sale a la luz un problema que hay, de una
columna de prensa de Campeche, respecto de que yo protegí a dos sacerdotes
pedófilos. Apareció a nivel nacional y es una calumnia, es venganza para
disminuir la autoridad del obispo en la diócesis.
Claramente
una revancha, argumentos infundados que tienden para desacreditar al obispo.
(MRCC).-
Tienden, pero la gente ya sabe, la gente conoce algunos medios que están
totalmente vendidos y no les creen. No se imagina usted el apoyo tan grande y
absoluto que recibo en cada visita pastoral. Y el presbiterio se acaba de
pronunciar, hace dos semanas, en favor del obispo. Es una bellísima solidaridad
de parte de ellos para apoyar la acción profética de la Iglesia y defender esta
realidad de la consolidación del Reino.
De
las Caminatas por la Paz me gustaría saber cuál fue su génesis ¿Qué dotonó
Caminar por la Paz?
(MRCC).-
La desesperación de mucha gente y la necesidad de encaminarnos a hacer
conciencia. Hacer eco de lo que el Papa Francisco nos dijo: No se acostumbren
al mal. Entonces el objetivo principal es ese. Nuestra gente puede quedarse con
los brazos cruzados y decir “pues esto ya está así, no podemos hacer nada”.
¡Cómo no podemos hacer nada! Cuando menos manifestar nuestro dolor y deseo de
paz, unirnos, unidad del Pueblo de Dios significativa y sintomática. Creo que
ha dado los frutos que queríamos, no ser indiferentes y unirnos.
La
sociedad morelense se organiza en frentes políticos y está a las puertas un
encuentro con autoridades federales para exigir soluciones al estado de cosas
en Morelos, entre ellos se plantea la remoción del gobernador. Una cosa resulta
desconcertante, cuando el actual mandatario se oponía a sus antecesores con
marchas, la revocación del mandato era una de las fórmulas que él exigía.
Contra el actual gobernador se demanda lo mismo. ¿Qué podría ser la mejor
solución, la revocación del mandato o podríamos encontrar otras fórmulas a la
crisis?
(MRCC).-
En ese sentido debemos buscar un Morelos mejor. ¿Cuál es el camino? ¿Cuál es la
mejor fórmula? Yo creo que Dios nos va mostrando, se lo pido mucho en la
oración.
A
mí se me pidió recibir a algunos hermanos muy dolidos por la situación. Los
recibí aquí en Catedral; resulta que eran líderes la mayoría de ellos. Unos a
otros se pasaron la voz; yo no los convoqué, fueron convocados por el señor
Gerardo Becerra y por el rector de la Universidad. Llegaron más de cien, yo
solamente escuché, no hablé para nada y dijeron que para mejorar Morelos es
necesario hacer una megamarcha. ¿Para qué? Para que el gobierno federal nos
escuché y establecer una mesa de diálogo porque no nos hacen caso, parece que
el gobierno federal respalda al estatal.
Yo
creo que eso es un camino que ha ayudado a tomar conciencia. Hay una mesa de
diálogo en Gobernación y será una forma para desahogar muchas cosas. El Frente
Amplio Morelense que tiene como vocero al señor Javier Sicilia, busca la mejor
solución pacífica y por el bien del Estado se acepten algunas condiciones que
se están pidiendo.
En
estos últimos días, el poder en turno sólo repite una palabra: confabulación. Y
lo señalan a usted directamente como obispo contrario al supuesto gobierno
progresista de Graco Ramírez.
(MRCC).-
Eso es una cortina de humo. No hay ninguna confabulación política. Lo único que
hay es el logro que hizo el gobierno del Estado, unir antípodas, unir gente que
jamás podía estar reunida y gracias al gobierno del Estado está unida. Decir
que hay confabulación de parte de algunas áreas de la sociedad que son
conservadoras o que su servidor está enojado por el matrimonio igualitario…
¿Usted cree que ciento veinte organizaciones, las cuales la mitad está a favor
del matrimonio igualitario, iban a confabularse? ¡No es ninguna confabulación
política! Es el desahogo de organizaciones y de mucha gente cansada de la
corrupción, de la ilegalidad, de promesas no cumplidas, de que el gobierno
maneje al legislativo porque se compran a los diputados y es triste, vergonzoso,
por millones de pesos se aparten decisiones que se tienen que tomar en el
Congreso.
Eso
es manifestación del hartazgo que mucha gente siente. No hay ninguna
confabulación, de ninguna manera, simple y sencillamente es la expresión de un
cansancio que llegó y traspasó el límite.
¿Cuál
es su pensamiento ante el horror de las fosas de Tetelcingo?
La
violencia impacta a las futuras generaciones, crecen en este clima y lo ven
como algo normal.
Tal
parece que la Iglesia en México debe replantearse la formación de sus futuros
pastores en la escucha, consuelo y ahora, prepararse para atender a los que
sufren, a las víctimas.
Y
el presbiterio es su más grande fuerza. No puede haber otro binomio,
obispo-presbiterio, así lo enseña la Iglesia en su doctrina de siglos. Hablaba
del manifiesto colectivo del 13 de agosto que le respalda y fortalece la
Iglesia de salida y profética; sin embargo, podría percibirse un “mea culpa” en
ese documento y dice que la Iglesia de Morelos permanecía en silencio ante la
realidad lo que implicó una complicidad.
(MRCC).-
Ellos han hecho un examen de conciencia muy fuerte, yo solamente puedo hablar
de tres años para acá. De esos tres años veo un presbiterio unido, en este
momento solidario y les agradezco porque me han dicho: “La suerte del obispo
será nuestra suerte”.
Permítame
parafrasear una pregunta que fue hecha al Papa Francisco y que aparece en el
libro “El nombre de Dios es misericordia”. Ante esta grave situación de Morelos
y del país entero, desde la perspectiva de nuestra fe cristiana, nuestras
conciencias deben despertar ¿Cómo conciliar la justicia terrenal con la
misericordia, sobre todo en casos de quienes manchan sus manos con el pecado,
con culpas graves y delitos terribles?
(MRCC).-
Acabo de visitar la cárcel, fui celebrar misa en Atlacholoaya. Había cerca de
doscientos presos, fueron también las mujeres. Había asesinos, distribuidores
de drogas y vi en sus ojos arrepentimiento, vi en sus ojos el deseo de ser
mejores y es donde se puede combinar perfectamente esa misericordia. Cuando el
corazón del hombre reconoce su equivocación, pide perdón a Dios y quiere ser
mejor.
La
cárcel tiene más de dos mil presos y sólo había doscientos, un diez por ciento.
Muchos otros estaban jugando durante la misa, estaban riéndose, estaban
caminando. A ellos no les ha tocado esa gracia, están todos invitados a las
misas, a las pláticas, a la evangelización, pero somos libres y dentro de la
libertad del hombre está la responsabilidad, aquéllos que sienten la necesidad
de pedir perdón y dejarse abrazar por la misericordia, creo que ahí está la
respuesta.
Esto
me recuerda una forma particular del Papa Francisco y que, tal vez el obispo de
Cuernavaca así lo tiene en su corazón: el don de las lágrimas. ¿El obispo ha
llorado?
(MRCC).-
He llorado sobre todo con las víctimas cuando escucho sus casos y dolor. Y he
llorado con algún preso a quien he confesado cuya vivencia, tristeza y vacío
ponen en evidencia la dimensión humana, a veces tan frágil, que lo hace actuar
y realizar pecados que muchas veces tienen un fondo, una familia desintegrada,
una violación, tantas cosas. Ahí no queda más que llorar con ellos, animarlos y
hacerles sentir la misericordia y esperanza.
Es
parte de la justicia en la Iglesia que el pecador esté fuera de la comunión
–excomulgado-. Si el pecado separa de la comunidad cristiana, ¿cómo
reconciliar?
(MRCC).-
Para la excomunión y sentirse excomulgado tienen que ser cosas muy graves y
además hacerse por declaración oficial. Que alguien se sienta excomulgado sin
que lo haya sido no ha entendido el amor, la misericordia e invitación que Dios
hace.
Frecuentemente
intento hacer conciencia en aquellos adolescentes y jóvenes que son
confirmados. Y les digo, hoy reciben los siete dones del Espíritu Santo y todo
lo que ustedes necesitan para una vida plena y feliz, pero es como un rosal; yo
les doy un rosal, lo pongo en sus manos y lo mínimo que tienen que hacer es
ponerle agua. Llevan esa gracia de Dios a su casa, que su familia y padrinos
les ayuden para que el rosal florezca y lo haga por mucho tiempo.
Creo
que ese es uno de los errores de nosotros seguidores y discípulos, no cuidamos
la gracia y nuestra libertad cohíbe su desarrollo; cuando se despierta la
conciencia sobre eso, hay muchos que saben reaccionar y responden aceptando la
misericordia y el amor en un deseo de conversión.
Quisiera
aterrizar la entrevista con estas preguntas que refieren a nuestra realidad
eclesial. ¿Qué necesitamos para cambiar? ¿Por qué nos empecinamos en el mal?
(MRCC).-
Mencionaba hace poco que uno de los aspectos más dramáticos del ser humano es
la incapacidad que tiene para preguntarse sobre el sentido de su existencia y
de la salvación. Nos han deteriorado, nos han contaminado. El ser humano ya no
se pregunta “quién soy”, “de dónde vengo”, “a dónde voy”… Creo que esta es una
de las razones principales. El día en el que volvamos a encontrar el sentido de
la existencia, creo que la situación va a sanar.
¿Qué
puede dar la Iglesia católica en este cambio de época?
(MRCC).-
Primero, advertir que estamos en este período de transición. Cuando hay una
tormenta, todos debemos tomar medidas extraordinarias para enfrentarla y no las
estamos tomando. Nos estamos dejando llevar por el huracán. Una de las tareas
es prevenir a la gente, a nuestro pueblo para que tome las medidas necesarias
para afrontar esta situación.
-¿Cuál
es la esperanza del cristianismo?
(MRCC).-
Jesús es y será siempre la esperanza de todos. La esperanza que debemos
presentar como cristianos es regresar a la raíz aunque por fuera las hojas
hayan caído y las ramas dispersado, mientras la raíz continúe, debemos regresar
a ella; tomar la savia pura de Jesús, inyectarla para volver a florecer y no
estemos dispersos, descontrolados y perdidos, encontrar ese sentido de la
existencia.
-¿Cuál
es el sentido verdadero de la liberación? ¿Qué es ser libres?
(MRCC).-
Hemos sido hechos para ser libres. La liberación debe ser total, integral. La
liberación del pecado, de la opresión que implica dejarnos subyugar por las
grandes tentaciones, el poder, placer, el dinero. Hemos de hacer eco a las
palabras de San Juan Pablo II cuando gritaba a los jóvenes: “No se conformen
con las verdades antepenúltimas, vayan a las verdades últimas”. La liberación
integral es ir a estas verdades últimas que son las del Reino. La liberación
implica ir contra esas tentaciones, la lucha por la consolidación del Reino que
es paz, justicia, amor y vida. Creo que esa es la verdadera liberación.
-Finalmente,
el Papa Francisco tiene una petición cuando se encuentra con las personas:
“Recen por mí”.
(MRCC).-
Sí, lo he escuchado personalmente en varias ocasiones, sobre todo en el momento
de la visita Ad limina que tuvimos los obispos mexicanos.
Yo
también, haciendo eco a ello y consciente del valor de la oración, mucho le
pido a nuestra gente que recen por su obispo. Yo sé que lo hacen en el canon de
la misa. En estos momentos turbulentos, yo no he perdido en ningún momento la
paz ni la serenidad y estoy seguro que esto es fruto de la oración de miles de
personas que quieren a su obispo, que lo apoyan y que rezan por él.
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