Sin embargo, Anaya trama retomar la presidencia del PAN y aun postularse para la reelección, con el fin de seguir controlando el partido.
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Revista Proceso # 2175, 8 de julio de 2018
Con Anaya el panismo perdió ideas, valores y... votos/
ÁLVARO DELGADO
En sendas entrevistas con Proceso, los panistas Roberto Gil Zuarth y Juan José Rodríguez Prats advierten que Ricardo Anaya y su grupo no deben volver a la dirigencia, ante las lecciones de la monumental derrota que sufrieron tanto el candidato presidencial como el PAN el pasado domingo 1. Para Gil Zuarth, la derrota comenzó cuando el partido olvidó sus ideas, programas y valores que atraían votantes, para enfrascarse en luchas internas por el poder y las candidaturas. Y Rodríguez Prats atribuye el fracaso a la coalición, ya que Anaya perdió el voto de los panistas y el de los perredistas se fue con López Obrador.
Concluidos los cómputos oficiales, emerge en el PAN la dimensión de la catástrofe del domingo 1: Ricardo Anaya no sólo es el peor candidato presidencial en tres décadas, sino que hizo retroceder a su partido, electoral y legislativamente, a los ochenta.
“El resultado no deja más que una opción: que los panistas vayamos a las urnas a definir qué tipo de oposición queremos ser ante el nuevo gobierno –apura Gil Zuarth–. Tenemos que competir internamente sobre una visión de partido y que sean los panistas en las urnas quienes fijen un nuevo mandato y también una nueva legitimidad de la dirigencia.”
El presidente de la Comisión de Doctrina del PAN, Juan José Rodríguez Prats, urge también a convocar a elecciones internas, como prevé el estatuto, pero además a deslindar responsabilidades por el desastre, en particular a Anaya como candidato y a Damián Zepeda como presidente de su partido.
“Las catarsis se necesitan hacer cuando un partido es derrotado. No se trata de cortar cabezas, pero sí de fincar responsabilidades, de analizar y de sancionar”, dice Rodríguez Prats, quien convocó a los integrantes de la Comisión de Doctrina el martes 10 para evaluar el desastre.
Sin embargo, Anaya trama retomar la presidencia del PAN y aun postularse para la reelección, con el fin de seguir controlando el partido.
“Anaya se jugó el todo o nada, y no quiere aceptar el nada: quiere regresar a la presidencia del partido y está pensando en su reelección, eso es evidente”, advierte Rodríguez Prats, quien exige una nueva dirigencia para que la elección sea imparcial. “Si Ricardo deja a Damián para contender va a ser un proceso viciado”.
Igual que lo están expresando muchos panistas, entre ellos gobernadores, Gil Zuarth también exige que Anaya y Zepeda desistan de seguir controlando el PAN para evitar que se profundice la crisis.
“Ricardo tiene que hacer un ejercicio de autocrítica, reconocer sus errores y, sobre todo, dar paso a que el PAN se reconstruya. No puede volver a doblar la apuesta. Ya lo hizo en varias ocasiones: cuando se hizo candidato falseando los procesos democráticos, cuando prácticamente provocó la ruptura con la salida de Margarita Zavala y muchos otros panistas.”
Senador con licencia, Gil Zuarth recomienda a Anaya “dejar que el partido tome su propia ruta, que podamos salir de esta coyuntura y reconstruir nuestras fortalezas para poder representar a una parte del electorado y defender el pluralismo frente a un gobierno extraordinariamente fuerte”.
Ante los pronunciamientos del senador Ernesto Ruffo y del diputado Marko Cortés de buscar la presidencia del PAN, así como también la buscan Marco Antonio Adame –todos del mismo grupo de Anaya–, dice que la dirigencia actual debe presentar su candidato y su proyecto, lo mismo que sus adversarios.
Exsecretario particular de Felipe Calderón, quien lo hizo también diputado federal y subsecretario de Gobernación, así como candidato a presidir el PAN –derrotado por Gustavo Madero en 2010– y coordinador de la campaña de Vázquez Mota, Gil Zuarth dice que México necesita una oposición con agenda antes de que tome posesión López Obrador, el 1 de diciembre.
E insiste en que Anaya debe desistir de su proyecto de regresar al PAN: “Yo le deseo que con mucha frialdad anteponga lo importante y que no pase a la historia del partido como aquel que se empeñó en destruirlo”.
Anaya, explica, es el responsable principal de la derrota no sólo por estar al frente del PAN, sino porque “confundió la función de candidato y de juez, se casó con alternativas que no son nuestras, buscó socios de ocasión que muy pronto lo van a repudiar, quien falsificó la democracia interna, y quien se capturó el padrón y los procesos internos. Bajo esa lógica lo mejor que puede hacer es dar cauce, ser factor para que el partido se reconstruya”.
Es evidente, dice, que existe la tentación de Anaya y su grupo de postergar la elección interna, priorizar la renovación de las estructuras locales, repartir posiciones y espacios de poder para construir desde ahí una mayoría que renueve una dirigencia que ya está agotada. “Y esa tentación es, en términos políticos, entendible, pero desde el punto de vista ético es profundamente cuestionable”.
El PAN –añade– requiere con urgencia tres cosas: una reconciliación profunda, que nos perdonemos entre nosotros y que regresen los que se fueron, los excluidos, los marginados y los perseguidos; dos: debe haber una reforma estructural a los estatutos para recuperar nuestra institucionalidad y que no haya nunca más un dirigente-candidato.
“Y tercer elemento, quizás el fundamental: definir el proyecto y la agenda. Tiene que plantarse en la defensa de los valores de la democracia: libertades económicas, sociales, políticas, desde el basamento del humanismo, desde las bases de ese sistema de pensamiento, hacer planteamientos claros y contundentes para enfrentar el desafío de la desigualdad.”
Resume Gil Zuarth: “Reconciliación profunda, reforma institucional y proyecto político son las tres cosas que tenemos que hacer en el corto plazo, de aquí al 1 de diciembre”.
–¿Ve condiciones para ello?
–Soy poco optimista. Veo demasiada mezquindad, pero pienso que en algún momento nos debe caber el sentido de responsabilidad.
Anaya, peor que Josefina
Ya con 100% de las casillas computadas, el Instituto Nacional Electoral (INE) informó que la elección presidencial la ganó López Obrador con 53.19% de los votos (30 millones 113 mil 483), Anaya obtuvo 22.27% (12 millones 610 mil 120) y José Antonio Meade 16.40% (9 millones 289 mil 853). Jaime Rodríguez, El Bronco, conquistó 2 millones 961 mil 732 sufragios, equivalentes a 5.23%.
Pero, por partidos, el PAN sólo logró 9 millones 996 mil 514, equivalente a 17.65% de los votos totales, un porcentaje semejante al 17.07 que recibió Manuel Clouthier en la elección presidencial de 1988, hace exactamente tres décadas.
Con todo y su alianza con PRD y MC, Anaya empeoró el resultado que tuvo hace seis años Vázquez Mota, quien logró una votación de 25.68%, postulada sólo por el PAN.
También Anaya logró una votación menor a la de Diego Fernández de Cevallos en 1994, quien obtuvo 25.92%; a la de Calderón en 2006, quien logró 35%, y en 2000 la de Vicente Fox, que conquistó 42% aliado con el Partido Verde Ecologista de México.
En número de votos, y sólo como candidato del PAN, Anaya prácticamente igualó los 9 millones que obtuvo Fernández de Cevallos hace un cuarto de siglo.
“Es una derrota estrepitosa, la peor derrota que el PAN ha sufrido en su historia”, dimensiona Gil Zuarth. “El PAN regresa a los niveles de representación de los ochenta, las épocas de la oposición testimonial, cuando competíamos con el viento enfrente y contra el régimen autoritario de partido único. De ese tamaño es la derrota que sufrimos”.
En diputados federales, el PAN logró sólo 82, menos de los 88 que conquistó en 1991, hace 27 años, y 20 más de los 51 que logró en 1982.
En cuanto a los Senadores, el PAN de Anaya tendrá 24, seis de ellos plurinominales, entre ellos el exjefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, quien ocupa la segunda posición detrás de Vázquez Mota.
Los otros cuatro son Indira de Jesús Rosales, allegada al expriista Miguel Ángel Yunes, gobernador de Veracruz; Damián Zepeda, presidente del PAN; Kenia López Rabadán, la única mujer en el cuarto de guerra de Anaya, y Rafael Moreno Valle, exgobernador de Puebla.
No llegaron al Senado los que seguían en la lista plurinominal: Cecilia Romero; Luis Felipe Bravo Mena, expresidente del PAN, y Marko Cortés, pupilo de Santiago Creel, coordinador político de la campaña de Anaya.
Expone Gil Zuarth: “Vamos a tener menos diputados de cuando se instauró la representación proporcional, en 1988, tendremos menos senadores que cuando se inauguró la actual composición del Senado, en 1997, y el retroceso a nivel local es abrumador.
“Lo que nos ha llevado a este escenario de pasar de 42 a 22% de la representación nacional, en el mayor desprestigio del partido gobernante, tiene que ver con que estos años el partido ha tenido dueños. Y esos dueños no son los ciudadanos, son ciertas cúpulas que tienen instrumento de poder y a partir de éste capturan al partido.”
Destaca: “Es mal diagnóstico pensar que únicamente el frente, la campaña de Anaya explique este resultado. Venimos de una historia. Venimos de 12 años en los cuales se ha derruido la vida institucional del partido. El que gobierna el partido gobierna todo.
“¿Por qué no entendemos que eso es lo que nos tiene aquí? Que el PAN necesita recuperar pluralidad, el PAN necesita revivir a sus órganos deliberativos, de reflexión y de estrategia, el Consejo Nacional lleva décadas de no tener un debate serio sobre el rumbo del partido. No discutimos más que agravios entre nosotros.”
Gil Zuarth resume: “¡Estamos en los huesos otra vez! Y si ya regresamos a los ochenta, recordemos lo que hicimos bien en los ochenta: mover las almas de los mexicanos con ideas, con programas, con valores”.
La cultura priista
Rodríguez Prats, quien fue candidato a diputado federal de mayoría en Chiapas y apoyó a Anaya, afirma que la catástrofe del domingo 1 obedece en buena medida a la alianza con PRD y MC, que él avaló “por disciplina”.
“Si se observan las cifras, Anaya tiene menos votos que Josefina, contando inclusive la coalición: ella obtuvo 12 millones 786 mil 647 y él 12 millones 610 mil 120 mil. O sea, nos perjudicó la alianza. ¿Y cuál fue el voto que perdió? El voto del PAN. ¿Y qué voto no se ganó? El voto del PRD, que se fue con López Obrador. Fue un cálculo fatal.
“Pero el error más grave de Ricardo fue haber dejado a Damián Zepeda al frente del PAN. Eso yo se lo dije dos meses antes. Le dije: Ricardo, vas por la Presidencia, ¿vas a dejar a Damián Zepeda?
“–¿Te hizo algo?
“–No, no me ha hecho nada, pero te va a perjudicar a ti y vas a perjudicar a Damián Zepeda.
“Eso se lo dije a Ricardo: necesitas un presidente de partido que te cubra, que te proteja, no que sea tu alter ego.”
–¿Y qué le respondió Anaya?
–Es la vieja cultura priista: Nunca sabes si lo que dijiste sirvió o no sirvió. Cuando le dije todo eso me dijo: “Te agradezco tu franqueza”. Agarró una hojita y tomó nota. ¡Y vale madre!
Y ocurrió: “Damián lo primero que hace en la Comisión Permanente, por la influencia que tienen él y Ricardo, es asegurar el cuarto lugar en el Senado. Es una cachetada al PAN. Manda al décimo lugar a Luis Felipe Bravo Mena. No entra por Mancera, por Moreno Valle, por una recomendada de Yunes”.
–¿Tiene Anaya autoridad moral, autoridad política o sólo autoridad para volver a ser candidato y conducir al PAN?
–Todo eso puede que no lo tenga, pero sí tiene la ambición y el derecho a hacerlo. Ahora, que el PAN lo permita, esa es otra historia. Ahí serán los panistas los que decidan.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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