15 jun 2022

¿Qué pasa con la salud del Papa? Dudas, especulaciones y el fantasma de la renuncia

Inquietud en el Vaticano

¿Qué pasa con la salud del Papa? Dudas, especulaciones y el fantasma de la renuncia

Clarin, 11/06/2022 / 

Nota de Julio Algañaraz, corresponsal.


El Papa Francisco, este sábado, rodeado de chicos durante un encuentro con soldaos en el Vaticano. Foto: REUTERS

El Papa Francisco debió suspender sin fecha el viernes su viaje a principios de julio a Sudán del Sur y República Democrática del Congo, en África, debido a los problemas de deambulación por el estado de su rodilla derecha. Antes había hecho lo mismo con la visita al Líbano y es probable que deba también postergar su viaje a Canadá previsto para fines del mes próximo.

Los viajes “a las fronteras existenciales de la Iglesia” son muy importantes para los papas y por eso, más la necesidad de deambular en el Vaticano en una silla de ruedas y hacerse sustituir en las celebraciones religiosas más importantes, han reavivado las versiones sobre la renuncia de Francisco.

¿Cuál es la situación? El pontífice argentino muestra un buen estado de salud, aparte la artrosis de la rodilla, la ciática y la situación de su cadera derecha que en conjunto representan una cuestión importante y difícil.

Como en la religión católica no hay un "vice papa" y su estructura de poder está supercentralizada en un monarca absoluto que padece un exceso de trabajo, basta una rodilla maltrecha para revivir la cuestión de la dimisión de un pontífice que el 17 de diciembre cumplirá 86 años.

Francisco no quiere operarse

Mucho más cuando ninguno de los casi trescientos obispos italianos que se reunieron con él para elegir al nuevo presidente de la asamblea episcopal de Italia el 23 y 24 de mayo, de la cual el Papa es su líder natural como obispo de Roma, hasta ahora ha negado una versión sugerente.

El Papa les refirió en reunión secreta los problemas de deambulación que padece y les dijo que no quiere operarse. Hace casi un año, el 4 de julio 2021, fue intervenido durante tres horas por una diverticulosis que obligó a extirparle treinta y tres centímetros del intestino grueso. Francisco les dijo a los obispos que tras la intervención había sufrido “fastidios” causados por la anestesia.

No aclaró si esos “fastidios” eran serios y hasta cuándo duraron pero les dio una noticia bomba: “Antes de operarme, ¡renuncio!”. Una fuente vaticana intentó redimensionar el anuncio y dijo que la frase fue pronunciada en tono de broma.

A ese punto fue inevitable que se relanzaran las especulaciones.

En el tratamiento informativo de la salud de Jorge Bergoglio es frecuente la falta de claridad. Cuando lo operaron el 4 de julio del año pasado en el hospital Gemelli, los cirujanos que lo operaron no dieron noticias mediante el habitual Boletín Médico en los nueve días que estuvo internado. La sala de prensa vaticana se sustituyó y suministró una información cotidiana.

Silencio del Vaticano

Ahora hay reticencias con los problemas físicos en su pierna derecha. Se sabe que los médicos están a favor de operar la rodilla. No hay información oficial, sólo trascendidos. El Papa dijo que no quiere operarse debido a la anestesia y al período de rehabilitación postoperatorio. Pero esta tampoco es una información pública, sino el resultado de versiones y trascendidos que terminan siendo oficiales ante la falta de una rajante desmentida o confirmación del Vaticano.

Por encima de todo se agregó el “¡renuncio!” que habría dicho Bergoglio como su alternativa a quienes quieren obligarlo a operarse.

Nadie ha confirmado la declaración, pero sin duda proviene de algunos obispos de la aguerrida minoría de episcopales de la asamblea italiana que estaban presentes y la difundieron amparados en el anonimato la declaración del pontífice. Nadie ha tampoco desmentido.

El tema se difunde a los cuatro vientos por la prensa italiana y mundial. El Vaticano calla.

Ninguno cree que el Papa esté por renunciar. Las dolencias en la pierna son un problema porque mortifican su libre movimiento cotidiano y han dañado seriamente los viajes de Francisco por el mundo.

Pero muchos repiten que como no podría agregarse otro Papa emérito vestido de blanco sin castigar la imagen de la Iglesia, mientras Benedicto XVI, el Papa alemán Joseph Ratzinger, de 95 años, continúe vivo, Jorge Bergoglio no debe dimitir.

Vale recordar que la sede vacante cuando el Papa ha muerto o renunciado, se encuentra en la Basílica de San Juan de Letrán, sede del obispo de la Urbe, donde está la cátedra de San Pedro, el primer obispo de Roma. Es al ministerio romano al que renunció el Papa Ratzinger en febrero de 2013. El Pontífice es tal porque es obispo de Roma.

El gesto de Benedicto XVI tras ocho siglos desde que Celestino renunció como pontífice ha sido histórico porque modernizó de golpe a la Iglesia en una cuestión fundamental.

El papado ya no es lo mismo, un pontífice puede dimitir si no se siente en condiciones de seguir adelante. Ratzinger había cumplido 85 años, tenía problemas de salud y estaba acongojado por las luchas intestinas en la Curia Romana con los inevitables escándalos que Benedicto XVI no lograba controlar.

La renuncia fue para él una liberación. Su salud mejoró, tanto que ha vivido una década como Papa emérito, o sea en retiro, y vive serenamente en un convento en los jardines vaticanos acompañado de un grupo de cuatro monjas y su secretario personal.

En tren de seguir con las versiones, se dice que Francisco, que cada tanto visita a su vecino Ratzinger, si renunciara podría ir a vivir como emérito a su sede episcopal en la Basílica de San Juan de Letrán y del gran edificio del Vicariato en Roma. Pero es solo una versión.

Ceremonias importantes

En agosto se concentrarán ceremonias importantes decididas por Francisco. El 27 se reunirá el Consistorio que en el creará 21 nuevos cardenales. De ellos 16 serán electores que participarán de la elección de su sucesor en el próximo Cónclave.

Al día siguiente viajará a L’Aquila, a un centenar de kilómetros de Roma, para presidir las ceremonias de homenaje a Celestino V, el Papa que renunció en 1294. Ya el Papa Ratzinger habia visitado la tumba de Celestino colocándole el palio de su pontificado, un gesto que más tarde fue considerado premonitorio de la dimisión de Benedicto XVI casi 400 años después.

El 29 y 30 de agosto, de regreso a Roma, el Papa examinará con los cardenales que asistieron al Consistorio la Constitución Apostólica “Predicad el Evangelio” que contiene la reorganización de la Curia Romana, el gobierno central de la Iglesia, aprobada tras nueve años de preparación.

Haciendo las cuentas, 83 serán los cardenales que entrarán al Cónclave creados en estos nueve años de pontificado por Jorge Bergoglio. Otros 38 fueron creados por Papa Ratzinger y 11 por san Juan Pablo II. Un cálculo estima que el 60% del Cónclave constituye una mayoría blindada que crecerá.

Los especialistas consultados afirman que cuanto más tiempo el Papa continúe sometiéndose a las infiltraciones en la rodilla con anti inflamatorios, más continuará mejorando su dolencia.

Los traumatólogos que lo tratan le hacen practicar diariamente dos horas de ejercicios de rehabilitación.

Los médicos al parecer dudan de que este tratamiento supere para siempre el dolor en la rodilla causado por una artrosis que afecta los ligamentos. La operación podría incluir una nueva rótula además de una prótesis que le permitiría al Papa cambiar su postura y su deambulación.

El futuro es incierto porque la voluntad del pontífice es evitar una nueva operación. Un tema que será cada vez más arduo con el pasar del tiempo.

Ahora la atención se concentra en el tiempo que durará el actual tratamiento. En las conjeturas, algunos especialistas consideran que la silla de ruedas y el bastón para apoyarse inevitablemente tornarán a estar siempre presentes para ayudar al Papa en sus movimientos.

También se prevé un escenario más difícil si la operación a la rodilla se demuestra insuficiente. El Papa fue operado en Buenos Aires en 1994 de la cadera derecha. Le fue colocada una prótesis que al parecer con el paso de los años le afecta cuando está parado o camina.

Es el problema en la cadera el que ha agravado la ciática que el Papa padece y que le ha creado la artrosis en la rodilla.

Si esto es así se haría necesaria una doble operación contra ambas artrosis, en la rodilla y en la cadera, con tiempos largos de rehabilitación.

Vaticano, corresponsal

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