22 sept 2013

El alumno del padre Maciel


El aplicado alumno de Maciel/FRANCISCO MARÍN
Revista Proceso No 1925, 21 de septiembre de 2013


VALPARAÍSO, CHILE.- El sacerdote irlandés John O’Reilly, principal referente de la Legión de Cristo en Chile, está acusado de haber violado a una niña de seis años. El señalamiento supone un golpe demoledor para esa congregación, la predilecta –junto con el Opus Dei– de la élite de este país.
 Pese al apoyo dado a O’Reilly por familias ligadas a la política y a la actividad empresarial, la Corte de Apelaciones de Santiago determinó el pasado miércoles 4 que hay “antecedentes razonablemente suficientes para estimar la efectividad de la comisión del ilícito que se investiga, así como la participación que en tales hechos ha tenido el imputado”.
 Este tribunal ratificó el procesamiento judicial al sacerdote y dispuso su arresto domiciliario. Esta decisión implicó un duro revés para O’Reilly y su defensa, encabezada por el abogado Luis Hermosilla, pues en la audiencia de formulación de cargos –el pasado 27 de agosto en el Cuarto Juzgado de Garantía de Santiago– la juez Andrea Díaz Muñoz no había dispuesto ninguna medida cautelar contra el acusado por no considerarlo un peligro para la sociedad.

 A esa cita llegaron a respaldar al ­sacerdote unas 50 personas de la alta sociedad santiaguina. Tres días antes, el 24 de agosto, los diarios El Mercurio y La Tercera publicaron una carta de apoyo a O’Reilly firmada por mil 84 personas, entre ellas el empresario Nicolás Ibáñez, socio y director de Walmart Chile, y el presidente del Consejo Nacional de Televisión y primo del mandatario Sebastián Piñera, Herman Chadwick.
 Según los informes judiciales, O’Reilly gustaba de rodearse de niños a quienes llevaba a su oficina prometiéndoles caramelos.
 El proceso contra el irlandés se inició el 25 de julio de 2012, cuando la dirección del colegio Cumbres –principal institución educativa de los Legionarios en Chile– presentó una acción judicial persecutoria en su contra tras recibir un informe psicológico que tendía a comprobar el relato de la víctima.

El juicio a O’Reilly llega en un momento de ostensible declive en el prestigio de los Legionarios de Cristo en Chile, derivado de la comprobación de que el fundador de esta orden, el mexicano Marcial Maciel, incurrió en abusos sexuales a seminaristas que estaban a su cargo, lo cual fue confirmado y sancionado por el Vaticano en mayo de 2006.



El preferido



O’Reilly nació el 11 de diciembre de 1946 en Navan, pueblo cercano a Dublín. De acuerdo con el libro Legionarios de Cristo en Chile (2008), de los periodistas Andrea Insunza y Javier Ortega, el sacerdote “creció en una familia de modestos agricultores que eran profundamente católicos y nacionalistas”.

A los 12 años se mudó a Dublín. A mediados de los sesenta asistió a una charla del sacerdote mexicano y encargado de los Legionarios en Irlanda, Francisco Yépez; O’Reilly decidió sumarse a dicha congregación. En 1966 ingresó al noviciado de la Legión de Cristo en Dublín.

Después de estudiar filosofía y humanidades en la Universidad de Salamanca, en 1969 fue a Roma. Allí “vivió con el padre Maciel y una centena de legionarios en la Casa Generalicia (…) A diferencia de otros de sus compañeros, el hermano John se encontraba a diario con el ‘Padre Fundador’ durante el almuerzo y la comida, pues lo asistía en el servicio doméstico. A quienes cumplían esa función se les consideraba un puñado de privilegiados”, señala la investigación de Ortega e Insunza.

En 1975 fue ordenado sacerdote en la Basílica de Guadalupe. Allí Maciel le dijo: “Padre John, sé fiel y reza por mí”, según éste recordaría mucho más tarde.

Primero fue destinado a la región de Véneto en Italia. En 1980 pasó a México, donde ofició como director del instituto Cumbres hasta 1984. Luego de un breve paso por el Vaticano se le encomendó en 1985 trasladarse a Chile.

La legión se había instalado en este país el 29 de junio de 1980. Durante la primera mitad de los ochenta esta congregación se concentró en dos tareas: captación de vocaciones y penetración de la clase alta santiaguina. Nada muy distinto a lo desarrollado por los Legionarios desde su fundación en 1941 en México. Clave en el desarrollo de estas tareas sería la fundación del colegio Cumbres en 1986.

Aunque el primer superior de los Legionarios en Chile fue el sacerdote español José Escribano, quien llevaba las riendas de esta organización era el irlandés Raymund Cosgrave, de fuertes vínculos con Maciel.

Según el libro Legionarios de Cristo en Chile, “partidarios y detractores coinciden en que la llegada de O’Reilly le dio un nuevo impulso al crecimiento de la congregación en Chile. Gracias a él, los contactos con el empresariado y la derecha chilena se incrementaron”.



Relacionado con el dinero



Un paso importante en su carrera de construir vínculos con la oligarquía chilena lo alcanzó al ser nombrado capellán del exclusivo colegio Apoquindo. Allí se ligó con nuevos miembros de la élite, como Raúl Torrealba, empresario salmonero, dirigente de Renovación Nacional y futuro alcalde de la exclusiva comuna de Vitacura. Consiguió su amistad a través de una de sus hijas a quien asistió en su primera comunión.

Por su conducto se vinculó con otros empresarios, como Juan Eduardo Errázuriz, de Sigdo Koppers, uno de los 20 grupos más acaudalados de Chile. Luego Errázuriz se integraría a Generación Empresarial, uno de los apostolados más importantes de los Legionarios en los noventa.

A finales de los ochenta O’Reilly empezó a oficiar misas en la iglesia Juan XXIII de Vitacura, una de las preferidas por las familias más acomodadas. “Allí comenzaron a llegar futuros adeptos de la orden y también los curiosos. Querían ver a un cura joven, con acento extranjero, que pronunciaba un sermón relajado –que otros catalogaban de superficial– y se atrevía a incorporar términos coloquiales, suprimiendo el ‘¿me entiende?’ por el ‘¿me cacha?’ o ‘la vida’ por ‘la life’”, afirman Ortega e Insunza.

Sin duda uno de los principales logros de O’Reilly fue vincularse con la poderosa familia Matte, dueña del segundo grupo económico más rico de Chile y 98 del mundo, según la revista Forbes: CMPC. Así entabló amistad con el patriarca de la familia: Eliodoro Matte Larraín. Llegó a él por medio de su esposa, Pilar Capdevila Honorato. La relación con O’Reilly derivó en que el matrimonio Matte-Capdevila inscribiera –a principios de los noventa– a sus hijos Jorge y Eliodoro en el Cumbres. Tras la unión de los Matte a los Legionarios, otros numerosos hombres de negocios se vincularon con la congregación.

En agosto de 2005, con motivo de la muerte de Andrónico Luksic Abaroa, jefe del clan Luksic –el más poderoso de Chile–, “O’Reilly llegó a la residencia de la familia cerca de la medianoche: ‘Vengo a dar una bendición pequeña’, declaró a la prensa allí congregada”, según cuenta el libro de Ortega e Insunza. Los Luksic devolverían el gesto.

El trío empresarial constituido por los Luksic, los Matte y Juan Obach financiaron en 1999 el ingreso de los Legionarios de Cristo a la propiedad de la Universidad Finis Terrae.

O’Reilly consiguió también estrechar lazos con Agustín Edwards Eastman, propietario de El Mercurio, cuya participación en la conspiración contra el gobierno de Salvador Allende fue clave.

Para acceder a él recurrió a su conocida artimaña de acudir en medio de muertes o circunstancias dolorosas. La noche del 1 de febrero de 1992 el periodista Cristián Edwards –hijo del magnate de los medios– fue liberado por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, luego de estar secuestrado cinco meses. O’Reilly se dirigió la misma noche a la mansión de esta familia, en el exclusivo sector de Lo Curro. Al otro día ya realizaba una misa en otra propiedad del clan Edwards en la rural comuna de Graneros, donde se quedaría a pasar unas pequeñas vacaciones.

La cercanía con los Edwards abrió de par en par a la legión las páginas de sus diarios El Mercurio y La Segunda. Además Edwards sería uno de los empresarios chilenos que visitó a Maciel en el Vaticano.

O’Reilly también se vinculó en los noventa con otro de los grandes magnates chilenos: el ya fallecido Ricardo Claro, propietario del canal de televisión Mega y de la Compañía Sudamericana de Vapores, entre otras empresas. Aunque Claro no se unió a ninguno de los grupos cercanos a los Legionarios sí facilitó las pantallas de su estación para que O’Reilly celebrara misas dominicales televisadas.

Según declaró el abogado experto en derecho canónico Glenn Favreau a los periodistas estadunidenses Jason Berry y Gerald Renner, autores del libro El legionario de Cristo, “el padre John no tenía interés en nadie que no fuera gente del barrio alto. Se convirtió en el chileno que preguntaba por el primer y el segundo apellido, y en cómo se escribían. Buscaba gente con conexiones y los favorecía si tenían esas conexiones”.

Expresión de la valorización que alcanzó este sacerdote en el mundo de los ricos y poderos es el homenaje recibido –en diciembre de 2000– al cumplir 25 años de sacerdocio. Dos millares de personas, entre altos representantes del mundo político, empresarial, de las fuerzas armadas, autoridades del Vaticano y de la Iglesia local, acudieron al colegio Cumbres, donde se hizo el homenaje. El acto fue encabezado por el nuncio apostólico Luigi Ventura, quien leyó una bendición de Juan Pablo II especialmente dirigida a O’Reilly.

La participación en este acto de casi toda la plana mayor de la filopinochetista Unión Demócrata Independiente (UDI) –encabezada por el entonces presidente de dicho partido, el diputado Pablo Longueira– evidenció hasta qué punto estaban afianzados los vínculos entre este sacerdote, los Legionarios de Cristo y el partido de derecha.

La relación casi carnal entre la legión, la UDI y otros sectores de la derecha le rindió frutos a O’Reilly: se le concedió la distinción más grande que un extranjero avecindado en Chile puede obtener: la nacionalización por ley (o por gracia), en reconocimiento a sus supuestos aportes al país. Esta determinación fue sancionada el 20 de agosto de 2008 –por 66 votos a favor y ninguno en contra– por la Cámara de Diputados.

El Congreso chileno tomó esta determinación pese a que O’Reilly fue un fiel seguidor de Maciel, incluso después que se comprobaron los abusos sexuales de éste.

El 20 de mayo de 2006, un día después de que una publicación en la revista norteamericana National Catholic Reporter dio a conocer la sanción contra Maciel, O’Reilly minimizó en entrevista con La Tercera su alcance: “Yo lo veo a él como Jesús, que murió en la cruz. Él nos está salvando, ayudando e iluminando”, declaró.

Entre quienes más ayudaron a vincular a los Legionarios de Cristo con los poderes fácticos de Chile, se cuenta al nuncio apostólico en este país, Ángelo Sodano (1977-1988).

Sodano tenía en común con Maciel ser firme partidario de Augusto Pinochet. El ingreso de la legión permitió a los militares y a la élite económica del país acercarse a un sector de la Iglesia que se hacía de la vista gorda ante los crímenes que por entonces se cometían.


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