Recelo
en la Iglesia por las reformas de Peña Nieto/
RODRIGO
VERA, reportero.
Revista Proceso # 1960, 24 de mayo de 2014;
Aun
cuando Enrique Peña Nieto y su familia han buscado exhibirse mediáticamente en
sus visitas al Vaticano y al Papa, nada le garantiza al presidente que sus
reformas tendrán el aval de la Iglesia católica. De hecho, los obispos
mexicanos que se encuentran reunidos en estos días con Francisco Bergoglio en
Roma desconfían de esos cambios constitucionales, pues consideran que sólo
podrían beneficiar a “aquellos acostumbrados a depredar los bienes del país” a
costa de una mayor pobreza y desigualdad para el grueso de la población.
Enfundado
en su blanca vestimenta pontificia y con el escudo vaticano a sus espaldas, el
Papa Francisco observó a los 80 obispos mexicanos congregados frente a él, y de
manera improvisada lamentó la grave situación de violencia e inseguridad que
vive México:
“Todos
los problemas de la emigración, los que no llegan al otro lado… son hijos que
mueren, muertos por sicarios alquilados… Todo ese problema serio de la droga
que hoy en día se está ofreciendo muy seriamente. O cuando un campesino te
dice: ‘¿Y qué querés que haga? Si cultivando maíz vivo todo el mes, cultivando
amapola vivo todo el año’.”
Sin
quitar la vista de los prelados mexicanos, el pontífice jesuita les lanzó la
siguiente exhortación:
“¡No
dejen la oración! Ese negociar con Dios del obispo por su pueblo… María no nos
va a dejar solos frente a tantos problemas.”
En
la Sala Clementina del Vaticano, un espacioso salón recubierto en mármoles, los
obispos escuchaban en silencio la recomendación del Papa, quien ahí mismo les
entregó un documento en el que abundó sobre “las múltiples violencias” de
México.
Por
su lado, la jerarquía católica del país preparó meticulosamente un discurso
para esa solemne ocasión. Le encargó su lectura a José Francisco Robles Ortega,
presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), quien se dirigió al
estrado y ahí le leyó al Papa:
“Padecemos,
de años, la presencia y actividad del negocio del narcotráfico, fenómeno
globalizado y complejo, que ha causado profunda división, muchas muertes, daños
a la salud física de la juventud y a la salud moral de las familias; ha sido
causa, además, de la ruptura del tejido social.”
Robles
Ortega también aludió a otro de los problemas lacerantes de México:
“Vivimos
una extendida y endémica pobreza en un gran sector de la población, con todo lo
que esto conlleva: ignorancia, enfermedades, abandono del campo y emigración a
la ciudad y al vecino país del norte. Al respecto no sólo nuestra población
emigra; muchos hermanos, sobre todo centroamericanos, pretenden cruzar nuestro
país para llegar a los Estados Unidos y, tenemos que reconocer, son víctimas de
atracos, extorsión, violaciones y muerte que enluta a tantos hogares.”
Organizada
desde meses antes por la Casa Pontificia, esta reunión se llevó a cabo el
pasado lunes 19. Fue el evento más importante de llamada visita Ad Limina que
los obispos mexicanos realizan al Vaticano del 12 al 31 de este mes de mayo, y
en la cual también se abordan las reformas constitucionales del presidente
Enrique Peña Nieto, que preocupan mucho a la Iglesia porque pueden agudizar la
pobreza y la desigualdad en México.
El
drama mexicano
Eugenio
Lira Rugarcía, secretario general del episcopado mexicano y quien está
participando en dicha visita, menciona la gran “sintonía” entre el mensaje de
Jorge Bergoglio y el de los obispos mexicanos, pues en ambos se resaltó la
violencia y la dramática situación social. Comenta a Proceso:
“Resulta
lógica esta sintonía y coincidencia entre los dos mensajes, ya que el Papa
elaboró el suyo en base al informe Ad Limina que cada obispo le envió por
escrito previamente y donde le detalla la realidad de su respectiva diócesis.
Pero además desde el día 12 el Papa está recibiendo a los obispos mexicanos, en
grupos de diez en diez, que le van contando personalmente de su situación. Ya
se esperaba, pues, este mensaje del Papa.”
–¿Y
cómo se preparó el discurso que le leyó monseñor Robles al Papa?
–Ese
discurso recoge las inquietudes de todos los obispos mexicanos, principalmente
las que externamos en nuestra pasada asamblea de abril. El discurso lo fuimos
afinando tanto los miembros del Consejo de Presidencia como los del Consejo
Permanente de la CEM. Todavía el domingo 18, un día antes de presentarlo ante
el Papa, le dimos la última revisión.
Lira
Rugarcía –quien habla por teléfono desde el Vaticano– está muy sorprendido por
el hecho de que los encuentros de Bergoglio con los obispos mexicanos también
se estén efectuando al margen del rígido protocolo establecido.
“¡Caray!
Yo soy uno de los obispos a quien le tocó hospedarse en la Residencia de Santa
Martha, que es donde vive el Papa. Aquí también se hospeda monseñor Ramón
Castro, obispo de Cuernavaca y coordinador de nuestra visita Ad Limina. Es
impresionante ver bajar al Papa todos los días a desayunar, comer y cenar con
nosotros. Le gusta charlar y convivir en la mesa. Es muy informal y sencillo”,
dice.
–¿Y
está al tanto de lo que pasa en México?
–¡Por
supuesto! Tiene una profunda comprensión de nuestra realidad. Y eso se debe en
gran parte a que también es latinoamericano y comparte la misma cultura e
idiosincrasia que nosotros. Está profundamente en contacto con la realidad.
Además sabe escuchar y es muy directo en sus planteamientos. Lo sentimos muy
cercano. Esto nos da mucha confianza a los obispos mexicanos.
“Pero
al igual que el Papa, he comprobado que los presidentes de los dicasterios
romanos con quienes nos estamos reuniendo también tienen mucha información
sobre la realidad mexicana. Ellos nos vienen insistiendo en ponernos al
servicio de la persona humana. Hacen hincapié en la centralidad de la persona.”
Lira
se refiere a los encuentros que, en el marco de la visita, los obispos
mexicanos están sosteniendo con los encargados de las distintas congregaciones
y consejos pontificios a fin de darles información sobre sus diócesis, pero
también para escuchar los lineamientos a seguir.
Refiere
que, junto con los miembros del Consejo de Presidencia de la CEM, él ya se
reunió con el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de
Obispos, y con el cardenal Francesco Coccopalmerio, quien se encuentra a cargo
del Consejo para los Textos Legislativos.
“Ellos
nos recalcaron que la Iglesia debe ponerse al servicio de la persona humana en
su realidad concreta. Y también nos dejaron muy en claro que el Papa Francisco
no siente temor de enfrentar los temas más delicados de la realidad actual.”
–¿Y
cuáles son las orientaciones que, hasta el momento, les ha dado el Papa?
–Son
muy precisas, claras y concretas. Sobre todo insiste en que no nos corresponde
dar soluciones técnicas ni políticas para enfrentar el problema de la violencia
en México, pues nuestro ámbito es el pastoral. Incluso así lo dejó asentado en
el mensaje escrito que nos entregó el lunes 19.
Por
cierto, la mañana de ese día el Papa sostuvo previamente una reunión con los
obispos de Guerrero y Michoacán, dos de los estados con mayores índices de
violencia, por lo que el tema fue ineludible, según cuenta Carlos Garfias,
arzobispo de Acapulco que participó en ese encuentro privadísimo:
“Los
obispos ahí presentes le hablamos de la violencia en nuestras diócesis, así como
de nuestros esfuerzos por promover la paz. El Papa nos expresó su preocupación.
Pero sobre todo lo noté muy dolido cuando el obispo de Apatzingán, don Miguel
Patiño, le contó su experiencia.”
–¿Y
usted qué le dijo?
–Le
informé principalmente de mi labor en la arquidiócesis de Acapulco; del apoyo
que estoy dando a las víctimas a través de centros de escucha y la promoción de
la paz en mis parroquias. El encuentro duró poco más de hora y media. De ahí
nos fuimos directamente a la audiencia general del Papa con todos los demás
obispos, donde nos entregó su mensaje escrito.
En
este mensaje, Bergoglio les dice:
“Conozco
vuestros desvelos por los más necesitados, por quienes carecen de recursos, los
desempleados, los que trabajan en condiciones infrahumanas, los que no tienen
acceso a los servicios sociales, los migrantes en busca de mejores condiciones
de vida, los campesinos… Sé de vuestra preocupación por las víctimas del
narcotráfico y por los grupos sociales más vulnerables, y del compromiso por la
defensa de los derechos humanos.”
Señaló
que “las múltiples violencias que afligen a la sociedad mexicana,
particularmente a los jóvenes, constituyen un renovado llamamiento a promover
este espíritu de concordia a través de la cultura del encuentro, del diálogo y
la paz”.
Sin
embargo, les recalcó a los obispos que no les compete “aportar soluciones
técnicas o adoptar medidas políticas” para solucionar el problema de la
violencia, sino más bien vivir una “solidaridad comprometida y cercana con el
pueblo” y “sufrir con quienes sufren”.
Y les pidió intensificar la pastoral de la
familia, destacar la importancia de la parroquia y promover las vocaciones
sacerdotales, entre otros puntos del ámbito estrictamente eclesiástico.
Respuesta
pendiente a Peña Nieto
Al
Papa y a la jerarquía también les preocupan las reformas constitucionales
emprendidas por el presidente Enrique Peña Nieto. En el documento de la CEM Por
México ¡actuemos!, los obispos indican que tales cambios legislativos pueden
ser sólo para beneficio de “aquellos acostumbrados a depredar los bienes del
país”, por lo que quizá traigan mayor pobreza y desigualdad para el grueso de
la población.
El
documento –que el Vaticano ya tradujo a 39 idiomas y difunde a nivel mundial–
cuestiona duramente cinco reformas constitucionales de Peña Nieto: la política,
la energética, la fiscal, la educativa y la de telecomunicaciones (Proceso
1959).
La
Presidencia de la República respondió a estos cuestionamientos en el documento
Respuestas al Episcopado Mexicano, en el que detalla una a una las supuestas
ventajas de sus reformas.
Sobre
la energética, por ejemplo, indica que será para “utilizar los vastos recursos
naturales de forma racional y sustentablemente para tener una economía más
próspera, equitativa y competitiva, así como mejores servicios y productos
energéticos”… “crecimiento y prosperidad para las familias mexicanas”.
Peña Nieto espera la respuesta de la jerarquía
católica a su argumentación, con la esperanza de obtener su aval a las
reformas. Pero los obispos le han dicho que le responderán hasta después de
concluir la visita Ad Limina que los mantiene muy ocupados.
Comenta
Lira Rugarcía:
“Ahorita
nos es muy difícil responderle al presidente Peña Nieto, pues los obispos
estamos yendo y viniendo a México y al Vaticano constantemente. Primero
necesitamos analizar bien su documento y, claro, asesorarnos con especialistas,
pues los obispos no podemos saberlo todo. Eso lo haremos después de la visita
Ad Limina. Hasta entonces el episcopado dará su respuesta a la Presidencia de
la República.”
El
pasado martes 20, un grupo compuesto por obispos mexicanos y representantes de
la curia romana tuvieron un encuentro con el embajador de México ante la Santa
Sede, Mariano Palacios Alcocer, en el que abordaron el asunto.
Lira
Rugarcía, quien estuvo en la reunión, revela:
“El
embajador Palacios Alcocer nos invitó a su residencia en Roma, pues las
oficinas de la embajada son muy chicas. Fue realmente un convivio. Ahí el
embajador nos dijo que el presidente Peña Nieto ya había dado respuesta a
nuestras inquietudes en tiempo y forma. Y confiaba en que los obispos
analizaríamos bien el documento del presidente para darle también una
respuesta. Le dijimos que sí lo haríamos, pero después de la visita Ad Limina.”
A
la residencia del embajador asistieron, entre otros invitados, los obispos de
las provincias de Yucatán, Xalapa, Oaxaca, Acapulco, Morelia y Chiapas, así
como el cardenal italiano Giussepe Bertello, quien fue embajador de la Santa
Sede en México y actualmente preside la Gobernación del Estado de la Ciudad del
Vaticano.
Por
cierto, Palacios Alcocer fue quien, en 1991, le dio soporte legislativo a dos
cambios históricos realizados por el presidente Carlos Salinas de Gortari: el
reconocimiento jurídico a la Iglesia y la reanudación de relaciones
diplomáticas entre México y la Santa Sede.
Ahora
el priista queretano tiene una encomienda difícil: lograr el apoyo papal a las
reformas de Peña Nieto.
Para
conseguir ese apoyo ya se habla de una reunión entre el propio mandatario
mexicano y Jorge Bergoglio, a realizarse muy probablemente el próximo 7 de
junio en el Palacio Apostólico del Vaticano.
Al
respecto, dice el secretario general del episcopado: “He escuchado la versión
sobre ese próximo encuentro. Si es así, será muy positivo”.
–Ya
podrá Peña Nieto hablarle directamente al Papa sobre sus reformas y su política
de combate al narco.
–Sí,
claro, informarle sobre esas funciones que competen a las autoridades civiles.
A nosotros como obispos, repito, el Papa nos está recomendando no inmiscuirnos
en cuestiones políticas para combatir la violencia, pues nuestra función es
promover la paz y la reconciliación a la luz del evangelio.
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