19 ago 2017

Así era la vida de los terroristas en Alcanar

Así era la vida de los terroristas en Alcanar
Los vecinos de la casa que sirvió de laboratorio para los atentados vieron durante meses cargas y descargas
NACHO CARRETERO/JOSEP CATÀ
El País, Barcelona 19 AGO 2017 

Las ruinas de la casa de Alcanar (Tarragona). JAUME SELLART EFE
La urbanización Montecarlo está a pocos kilómetros de Alcanar, el último pueblo de Cataluña en la frontera con la Comunidad Valenciana. A un lado tiene el mar, al otro una gran fábrica de cemento que se sienta bajo el sol de las Tierras del Ebro. Allí llegó a vivir hace algunos meses un grupo de chicos. Dos de ellos murieron el pasado miércoles en una explosión que dejó en ruinas la casa que habían ocupado, y otro resultó herido. La principal hipótesis de la policía es que ese chalé era el centro de operaciones para el doble atentado en Cataluña, que podría haber tenido peores consecuencias.

La urbanización se extiende en chalés y caminos de tierra solitarios y calurosos. El alcalde de Alcanar, Alfons Montserrat, describe con un gesto resignado el paraje: "No pasa nadie por aquí más que los pocos vecinos que hay, y casi no hay alumbrado". El viernes, el primer edil de la población confesaba que se trataba de una "explosión de poco calado". "No nos imaginábamos que tuviera relación con los atentados", admitía.
La policía científica y los Mossos d’Esquadra tienen acordonada la zona mientras dura la operativa en busca de los explosivos y las bombonas de butano que, de no producirse el accidente, habrían dado más herramientas a los terroristas. Desde Ripoll, planearon los atentados en La Rambla de Barcelona y en Cambrils, y desde Alcanar prepararon la artillería.
La explosión ocurrió poco después de las 11 de la noche del miércoles. "Fue horrible, fue un ruido muy fuerte, mucho humo y polvo, estábamos en la terraza", explica Eric Groby, un vecino francés. La onda expansiva hizo explotar los cristales del Hotel Montecarlo, al otro lado de la carretera, y el plato en el que cenaba otro vecino, Patrick Vinaros. "Estuvieron en la casa muchos meses, entraban, salían, descargaban cosas, bombonas...", indica. "
Eran muy jóvenes. Solo uno de ellos era algo mayor, uno que llevaba barba. El resto parecían tener 20 años". Lo cuenta Elian Fernández, una mujer francesa que pasaba sus vacaciones en la casa contigua, propiedad de unos amigos.
"Sabíamos que el chalé donde aparecieron estos jóvenes estaba en venta. Así que nos sorprendió ver que se instalaban allí". Elian recuerda que acudió a una inmobiliaria a preguntar si aquellos jóvenes habían comprado el chalé, propiedad del Banco Popular. "Pero en la inmobiliaria nos dijeron que no, que seguía a la venta. Después miramos nuestro contador de luz por si nos estaban cogiendo electricidad, ya que tenían agua y luz. Pero no. La verdad es que no sabemos de dónde sacaban el agua ni la electricidad".
Dedujo entonces Elian lo que concluyeron los investigadores posteriormente: que la casa estaba ocupada. "Lo que jamás podíamos imaginar es que dentro estaban preparando algo tan horroroso", dice Elian bajando la voz. Ni el Ayuntamiento ni los Mossos d’Esquadra recibieron aviso o denuncia alguna.
En total, los recién llegados eran 12, que conformaban, como después se sabría, la célula que preparaba los ataques que dejaron 14 muertos en Cataluña. "Iban sobre todo en moto. Tenían también un coche y una furgoneta, pero la furgoneta sólo la usaba el mayor, el de barba", relata. "Eran muy discretos. Nunca hacían ruido o escuchaban música alta. Ni siquiera gritaban. Cuando nos cruzábamos nos saludaban, pero con timidez".
El otro chalé contiguo al de los terroristas, curiosamente, también estaba ocupado. En este caso por una familia de rumanos de etnia gitana que llevaba tiempo viviendo allí. El hijo, Lorenzo, recuerda también ver entrar y salir a los jóvenes en moto. "Eran árabes, eso lo recuerdo. Vestían normal y decían ‘hola’ si nos veían y ya está. Nunca hablaban de nada más". Dice Lorenzo que "a veces estaban en la terraza, con el móvil. Y otras veces boxeando. Hacían boxeo".
En la terraza, precisamente, estaba uno de los terroristas la noche del miércoles, cuando el chalé voló por los aires. Lorenzo pasó justo por enfrente un minuto antes. "Regresaba a casa y le saludé. Estaba con una camiseta blanca de tirantes y mirando el móvil. Luego llamé a mi puerta y todo explotó". Eran las 23:17. Lorenzo acabó en el primer piso de su casa empujado por la onda expansiva. "Los cristales de casa reventaron y varias paredes se cayeron", cuenta.
Los bomberos creyeron que aquella deflagración fue causada por un escape de gas. La principal tarea era entonces la búsqueda de supervivientes, mientras la investigación policial trabajaba con la hipótesis de que los ocupantes manipulaban bombonas de gas para comercializarlo. Más tarde se barajó la idea de que fuese un laboratorio de droga. Al día siguiente, sin embargo, el atentado en Barcelona y una segunda explosión en la casa de Alcanar obligaron a los Mossos a revisar el caso: ampliaron la zona de seguridad y se centraron en la búsqueda de explosivos. En los últimos días, la policía ha detonado de forma controlada algunos de los que quedaban entre las ruinas.
Se revelaría después que, lo que explotaron, fueron una parte de las 106 bombonas que los terroristas almacenaban en el chalé. Algunas de ellas contenían TATP, un explosivo usado por el Estado Islámico conocido como La madre de Satán. Otras eran de butano, que debían detonarse por simpatía. El comisario jefe de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero, explicaría horas más tarde que los terroristas estaban preparando los explosivos para un gran atentado. Y fuentes de la investigación sugieren, todavía bajo investigación, que se llevaría a cabo con tres furgonetas cargadas con las bombonas.
Pero salió mal. Y, ante el brusco cambio de planes, los integrantes de la célula decidieron lanzarse a la desesperada. Uno de ellos se fue en furgoneta a La Rambla barcelonesa y otros cinco se dirigieron a Cambrils.


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