27 mar 2016

Terrorismo de nueva generación/MARCO APPEL

Revista Proceso # 2056, 26 de marzo de 20016..
Terrorismo de nueva generación/MARCO APPEL
Especialistas en asuntos de seguridad y de terrorismo coinciden en que desde hace más de dos décadas Bélgica es un centro logístico de los islamistas radicales, quienes perpetraron los atentados de París de noviembre último y el del pasado martes 22 en la capital belga. Algunos expertos advierten incluso que los ataques de esta naturaleza pueden realizarse en cualquier momento. Esa nación, dice uno de ellos, es el “Estado más débil” de Europa tras los atentados de 2001. Y las redes de este “terrorismo de nueva generación” se extienden ya por todo el continente.
 Expertos europeos en terrorismo advierten que los atentados en el aeropuerto y metro de Bruselas del pasado martes 22 (en los que murieron al menos 31 personas), y anteriormente los del 13 de noviembre en París, forman parte de una nueva era de ataques de grupos más complejos en su accionar, los cuales no podrán ser combatidos sólo con medidas de seguridad, por más duras que éstas sean.

 La guerra contra el terrorismo islámico que se puso en marcha tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos consiguió diezmar las estructuras de Al Qaeda; sin embargo, la sola implementación de políticas de seguridad policiaca y militar ya no es suficiente para detener la violencia del islamismo radical actual, opinó el experto suizo Jean-Paul Roullier, fundador del Geneve Centre for Training ans Analysis of Terrorism.
 En entrevista con el diario suizo Le Temps, publicada poco después de los ataques a París (en los que murieron 137 personas y quedaron heridas más de 400), Roullier explicó que el actuar de los yihadistas se volvió “más complejo”, ya que algunos de ellos habían pasado por los campos de entrenamiento de Siria. “Se trataría –dijo– de redes históricas activas desde 2012 que provienen de Francia y Bélgica y que estuvieron en contacto con Al Qaeda”.
 El especialista señaló que ese mismo año también partieron los primeros yihadistas suizos francófonos a Siria y se unieron a las redes terroristas franco-belgas. Afirmó que por su lengua esta agrupación no se había reproducido entre otras naciones europeas.
 Para alertar sobre la rápida evolución del terrorismo de nueva generación, Roullier expuso que actualmente no existe un “peligro directo” de atentados contra Suiza, puesto que no hay suficientes yihadistas por el momento para llevar a cabo tal operación; sin embargo, puntualizó, “en cinco años los suizos podrían encontrarse en la misma situación que París”.
 Europa, rebasada
 Según las investigaciones policiacas, los atentados parisinos fueron organizados desde Bruselas por jóvenes yihadistas que habían crecido o se habían alojado en algún momento en el barrio de Molenbeek.
No obstante, el profesor de la Universidad de Toulouse y experto en temas de terrorismo Mathieu Guidère declaró a la prensa francesa que Bélgica no es el único centro de radicalización en suelo europeo, y que el autodenominado Estado Islámico, autor de los ataques en París y Bruselas, “articula redes trasnacionales para las que las fronteras estatales y nacionales no significan gran cosa”.
Desde septiembre último, cuando una coalición de países encabezados por Estados Unidos comenzó a bombardear sus posiciones en Siria, el Estado Islámico envió “decenas de personas” a Europa para organizar atentados, relató Guidère al cotidiano suizo 24 Heures el miércoles 23.
Un grupo perpetró la operación de París y otro la de Bruselas: en ambos casos los llamados “especialistas”, que se ocuparon de fabricar los explosivos y obtener el armamento, fueron formados en Siria, en tanto que yihadistas locales fueron los encargados de preparar la logística. “Esa distinción entre militantes europeos y aquellos entrenados en Siria complica más la tarea de los investigadores”, declaró el experto galo.
Alexandre Vautravers, experto en seguridad del Global Studies Institute de la Universidad de Ginebra, Suiza, refiere que los atentados de Bruselas suponen un “cambio de intensidad en la escala” del terrorismo.­
Explica: “Ya no estamos frente a una pequeña célula de 10 a 15 elementos, sino frente a una red mucho más importante. Simplemente imaginemos que para ofrecer un escondite y la cobertura a un fugitivo, como lo fue Salah Abdeslam durante más de cuatro meses, se estima que son necesarias al menos 10 personas de apoyo”.
Abdeslam regresó a Bruselas la misma noche de los atentados parisinos tras haberse arrepentido de activar su cinturón explosivo. Fue capturado el 18 de marzo gracias a que un amigo suyo informó a la policía de su presencia en un escondite de la capital belga.
Dos días antes de los atentados de Bruselas, y dos después del arresto de Abdeslam, el ministro belga de Relaciones Exteriores, Didier Reynders, reveló que el grupo implicado en los ataques de París estaba integrado por “más de 30 personas” y no por 10 como había creído la inteligencia belga.
Roullier, por su parte, subraya que hay que dejar de hablar de “lobos (terroristas) solitarios” que se radicalizan en internet, pues detrás de cada sitio extremista “hay una persona”. Asegura que las redes terroristas se han transformado en “comunidades salafistas” cuya dificultad para golpear se ha elevado.
Las actuales medidas de seguridad tampoco bastan. Tras los ataques en el aeropuerto de Zaventem y la estación del metro, el gobierno belga declaró la máxima alerta: pasó del nivel tres al cuatro (el viernes 24 bajó nuevamente al tres). Vautravers aclara que tales grados de riesgo sirven únicamente para preparar a las fuerzas de seguridad ante un potencial atentado y no para impedirlo.
“No tiene ninguna complejidad saltar en pedazos en medio de una fila de espera con un cinturón o una maleta atiborrada de explosivos. No hay manera de prevenir eso”, indica Roullier, quien considera que el reforzamiento de la cooperación policiaca y el endurecimiento de las leyes antiterroristas no solucionarán el problema, sino sólo el combate a sus “causas de fondo”.
Otro consultor en seguridad, el francés Jean-Charles Brisard, asegura que alzar los niveles de alerta y desplegar al ejército en las calles son medidas para tranquilizar a la población. Sacar a los militares “no tiene ningún efecto sobre el terrorismo” y resulta contraproducente, pues pueden convertirse en objetivos de ataques.
“Sabemos que el problema se sitúa en Irak y en Siria. Hay que terminar con la intervención militar porque no tenemos los medios de nuestras ambiciones”, señaló Guidère a la revista gala Challenges el martes 22. Y agregó: “¿Qué hace Francia frente al Estado Islámico en Irak y Siria? Los rusos han golpeado a los yihadistas 50 veces más que Francia. La coalición es ineficaz. Y el problema es que no hay ningún proyecto político en esa región. Europa está rebasada.”
Pacto de no agresión
Desde hace más de dos décadas Bélgica es un centro logístico de los islamistas radicales, refieren los expertos europeos: desde ese país fue emitida en los años noventa la primera comunicación del Grupo Islámico Armado (GIA), una de las organizaciones terroristas más sanguinarias de la época que cometió una serie de ataques en Francia. La primera mujer kamikaze extranjera provenía de una ciudad del sur del país (se hizo estallar en Irak en 2005), y la pista belga aparece regularmente en las investigaciones de los atentados cometidos en los países de la Unión Europea (UE).
Los expertos señalan que casi la totalidad de las redes activas del radicalismo islámico se trasladaron a la capital de Bélgica, el “Estado más débil” de Europa, tras los atentados de 2001 y el reforzamiento de la lucha antiterrorista de Reino Unido. Actualmente esas redes se sitúan por todo el continente.
Bélgica se encuentra en el centro geográfico de Europa, está bien conectada y es un cruce del tráfico de drogas y armas entre Francia y Holanda. Además, cuenta con instituciones de seguridad fragmentadas y con pocos recursos: dispone actualmente de mil 200 efectivos civiles y militares que deben encargarse de la vigilancia de las instituciones de la UE, la OTAN y de 800 radicales islamistas peligrosos, entre muchas otras misiones.
Sin embargo, entre la comunidad periodística y académica causaba suspicacia el hecho de que el país, cargando el fuerte simbolismo de ser la anfitriona de las instituciones de la UE y la OTAN, no hubiera sido blanco del terrorismo como otras capitales o ciudades europeas.
En ese sentido, el dispositivo de seguridad implementado en aquellos inmuebles llama la atención por su relativa laxitud: no existen filtros de seguridad en la periferia de los edificios de la UE; cualquier persona puede aproximarse hasta la entrada, salvo en el Consejo de Ministros, donde existen controles externos. En algunos casos los accesos de seguridad se encuentran al interior de los inmuebles e incluso hay oficinas de la UE que comparten espacio con comercios públicos.
Segundos antes de la explosión, el convoy del metro atacado había dejado la estación Schuman, que circula por debajo de la zona que ocupan las instituciones europeas. Esa estación está localizada en el llamado “corazón de Europa”, en donde está el edificio sede del Consejo de Ministros (ahí se reúnen los Jefes de Estado y de Gobierno de la UE), de la Comisión Europea (el “gobierno común” de la UE), del Servicio Europeo de Acción Exterior (el cuerpo diplomático de la UE) y cientos de oficinas y representaciones de gobiernos y organizaciones internacionales de todo tipo.
De manera extraoficial se hablaba de una especie de “pacto de no agresión” de Bélgica con los extremistas islámicos, teoría que tomó fuerza cuando tras los atentados de París se acusó al alcalde socialista de Molenbeek, Philippe Moureaux (quien gobernó entre 1992 y 2012), de haber cerrado los ojos a la radicalización de la comunidad islámica para enfocarse en una baja en los índices de criminalidad común y en políticas populistas que garantizaran varias veces su reelección.
El pasado 18 de noviembre, Jean Quatremer, corresponsal en Bruselas del diario galo Libération, entrevistó al profesor de la Universidad de Gante Brice de Ruyver, quien fue consejero en seguridad del primer ministro belga Guy Verhofstadt entre 2000 y 2008.
En la entrevista Quatremer abordó el asunto de los reproches franceses respecto a una ineficiencia de la inteligencia belga que permitió los atentados de París, y pregunta si Bélgica no se guardó información que los hubiera podido evitar.
Ruyver contestó que no, y explicó que, siendo un país pequeño, Bélgica está obligado a ser cooperativo para así poder estar informado y prevenir amenazas. El periodista francés comentó entonces:
–Algunos afirman que Bélgica habría llegado a acuerdos con ciertos grupos extremistas: “no les buscamos pelea, pero ustedes no cometan atentados aquí”.
El exconsejero en seguridad respondió que si eso hubiera ocurrido significaría “una traición total”, y arguyó que los funcionarios de seguridad belgas “jamás hubieran tomado una decisión de esa naturaleza”.­
Se le pregunta cómo explica que Bélgica, cuya capital hospeda instituciones internacionales que son objetivos potenciales, se haya librado de atentados terroristas, sin contar el ataque del Museo Judío de Bruselas el 24 de mayo de 2014, en el que un hombre armado mató a cuatro personas.
Ruyver dijo que el Estado belga invirtió y modernizó sus medios de seguridad, en particular en la centralización de la información de sus agencias de vigilancia, con la creación en 2006 del Órgano de Coordinación para la Amenaza Terrorista.
Señaló que el personal de los cuerpos de seguridad, aunque limitado, está “bien organizado”. Todo lo anterior, dijo, habría permitido a Bélgica ser capaz de controlar o desmantelar redes que pudieran actuar en el país o el extranjero, con excepción del grupo que llevó a cabo los atentados de París. l

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